🌻|Capítulo 11.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 11.
“Tres movimientos”
Aquella pantalla era clara. Era el turno de Nami de luchar, y no se mostraba nerviosa. De hecho, ni siquiera mostraba sentimiento alguno. Simplemente observaba a la chica fijamente, como si intentaba de ver a través de ella.
Nami estaba de brazos cruzados, esperando al momento en el que ella atacara. Necesitaba saber qué hacía ese martillo, y para qué lo traería.
—–Se ve pesado.—comentó Nami, finalmente hablando.
Había mostrado su voz ante el público, ahora tomando una postura más relajada y desinteresada ante su rival frente a ella. Notando su actitud, la pelirroja de cabello rebelde sonrió ladinamente con arrogancia y altanería, mientras colocaba el martillo a un lado de ella apoyándolo en el suelo. Ésto causó que una grieta caminara hacia el lugar en donde Nami se encontraba de pie, aunque no a mucha velocidad.
A la Hyuga no le fue difícil verlo.
—–Lo es.—sonrió la pelirroja.—–Podría aplastarte como a una mosca con ésto. ¿No te da miedo?
Nami aún seguía relajada. Nada de lo que ella dijera podría intimidarla. De hecho, era muy difícil hacerlo. Ella confiaba en sí misma y en sus capacidades, sabía muy bien a lo que podría enfrentarse, pero también sabía que sí llegaba a desconfiar de sí misma, podría tropezar en una trampa y golpe fatal.
—–¿Debería darme miedo?
El tono jocoso y burlón de Nami hizo a la pelirroja gruñir con molestia, mié tras que la Hyuga en un abrir y cerrar de ojos, Nami saltó hábilmente cayendo metros lejos de la distancia de donde se encontraba antes.
Muchos en la sala se preguntaban si iba a atacar, pero, en realidad, Nami buscaba conservar sus pies... Ya que tiempo después de segundos, el suelo en esa parte explotó, liberando rocas y polvo.
—–Vaya. Pudiste predecir mis ataques.—sorprendió la chica, Yui, para después tomar el martillo con firmeza y comenzar a correr hacia ella.—–¡A ver como te va con ésto!—exclamó, prepararandose para correr antes de intentar impactar la cabeza del mazo contra la Hyuga.
Nami activó su byakugan y con facilidad pudo esquivarlo, de una forma tan elegante y sofisticada que parecía que el viento jamás le jugaría en contra. Sus reflejos eran tan refinados y precisos, que se parecía un poco a una danza.
A pesar de que el martillo era pesado, de apariencia se notaba, se movía muy veloz , y además era incluso más grande que su portadora. Algo no muy recomendable.
—–Desde el principio los reflejos de Nami siempre fueron perfectos. Es como su tuviera un sexto sentido.—comentó Rei en voz baja, observando a su pupila en acción.
El inicio del encuentro se basó en eso. En Nami esquivando todos sus golpes y ataques desde abajo con el martillo, que al parecer controlaba la tierra.
—–¡Que rayos! ¿En serio esa es la habilidad de la “genio” del año pasado? ¿¡Solo huir!?—comentó Naruto , haciendo que a el hermano de la Hyuga en combate se molestara ligeramente. Sin embargo prefirió mantenerse tranquilo.—–¡Hasta yo puedo hacer eso!
—–No seas ignorante, amigo.—sonrió Kai, quién también lo había escuchado.
—–No sabes lo que dices.—aseguró Meiko, observando mal al rubio.—–Puedo apostar mi espada y mi vida a que en tres movimientos Nami podrá vencerla, y sin sudar una gota.—dijo la albina con total seguridad en su tono de voz.
A Naruto le recorrió un escalofrío por la espalda. Una mirada de la albina bastó para preocuparlo. Pensaba en que extraña y siniestra era.
¿Y se hacía llamar religiosa?
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—–¿¡Por qué no dejas de huir, cobarde!?—insistió la chica de dos coletas, girando con su martillo agarrado mientras la tierra a su alrededor se levantaba, encaminándose a la Hyuga que estaba en el suelo.—–¡Levantamiento de tierra!—exclamó, de seguido las rocas se hicieron más grandes, y se aproximaban a Nami en varias direcciones.
No tenía escapatoria.
A menos que...
“Va a usarlo...” —pensó aquel gemelo que observaba a su hermana con atención—“Un movimiento desesperado pero inteligente. Sabe que está cansada, y su tiempo se reducirá a siete”
Nami estaba físicamente agotada como para realizar ese jutsu prohibido, pero no le quedaba de otra. Además el dolor de su pecho se pasaría con pastillas y pomadas, no podía permitirse perder, no quería permitirse hacerlo. Después de mostrar a los demás, a los novatos sobretodo, aires de arrogancia y de que ella es la mejor no podía salir con una decepción. Ni para ella, ni para su tutora, ni para su hermano mayor. Para nadie.
Ella va a ganar. Cueste, lo que le cueste. Es así como piensa un ganador, aunque intente no dejarse llevar por la soberbia de la victoria.
“Debo hacerlo... Si quiero ganar...”
A pesar de la situación, el gemelo no demostraba preocupación. O al menos no por fuera. Al fin y al cabo, Nami y Neji se tenían el uno al otro, y a nadie más. Desde que su padre y su madre los dejaron, son ellos dos contra el mundo.
Y nada de va a poder cambiar para entonces.
—–Oye Neji...—preguntó Lee. Llamando la atención del Hyuga.—–¿Crees que vaya a... Usarlo?-indagó de nuevo. Observando como su amiga estaba en grandes aprietos si no pensaba pronto.
Neji cerró los ojos, a modo de asentimiento y aceptación. Sería estúpido si no lo hiciera.
Antes de hacer desaparecer, Nami hizo una posición de manos rápidamente. Y sin la cuenta o atención de nadie, el tiempo se detuvo unos segundos en el campo de batalla.
Mientras tanto, Neji contaba en su cabeza, aún sin ver rastro de Nami. Y habían dos opciones: o aparecía en otro lado, o aparecía muerta.
“Tres...”—apretó los puños. Lee pudo observar ello. Él también estaba preocupado.—–“Dos...”
Justo antes de que Neji dijera el “número indeseado”, el tiempo volvió a la normalidad con rapidez y sin mostrar diferencia ante los presentes. Nadie ni siquiera notó que su tiempo se había detenido, y seguían observando a la batalla, estando a la espera de ver un desenlace interesante. En lugar de eso, en aquella parte de la realidad fragmentada por culpa de ese jutsu “prohibido” se podía ver a una Nami con la espalda sobre una punta filosa de una gran roca levantada. Su cuerpo estaba arqueado, y como un sonido final para agregar a su gesto de dolor en su rostro, soltó un bajo jadeo ahogado. Ante ello, Yui sonrió con orgullo. Su trabajo dio éxito.
—–... Si... —exclamó la pelirroja, dejando de enviar chakra a sus brazos para finalmente soltar un suspiro relajado.—–¡LO LOGRÉ!
En la sala sólo había silencio. Nadie se atrevía a siquiera suspirar o a toser. La mayoría ya comenzaba a preguntarse si eso era todo, si eso era lo que una de los gemelo “Genios” de la aldea podía hacer, porque para su vista no era más que decepcionante y triste. Quizá la sobreestimaban. Pero si eso es lo que es, si Nami de verdad perdió... Entonces, ¿porqué Kai, Meiko, sus compañeros no se mostraban alarmados? ¿Porqué Rei estaba tan tranquila? ¿Porqué su hermano mayor, Neji, quien miraba fijamente al techo a la espera de algo, no gritaba dolido por ver a su hermana menor herida de gravedad?
—–... ¿Qué espera? ¡Declare que gané!
Ante el silencio, Yui de frustró y se mostró molesta, llamando la atención del censor para que pudiese declarar victoria de una buena vez. Pero Hayate aún no estaba seguro de detener el encuentro, ya que las reacciones en los alrededores no eran las que ameritaban. Concluía entonces que hacía falta algo...
Ni siquiera se veía a su sensei ni a sus compañeros preocupados. Ni siquiera a su hermano gemelo, que se le notaba aún más tranquilo. O a Lee, que suspiró con alivio. Entonces, si Nami era tan importante para esas personas ¿por que no se les veía alarmadas, exigiendo por un médico?
Hayate levantó la mirada hacia el techo después de ver a Neji Hyuga observar a la espera de algo, en una dirección fija, de brazos cruzados. Cuando él hizo eso, se dio cuenta de que definitivamente el no detener el encuentro fue lo mejor...
—–Aún no.—soltó Hayate, con un rostro serio, sin embargo, muy impresionado para sus adentros.
“No le llaman genio por nada”
Porque Nami Hyuga sigue en el juego.
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Viendo que, después del censor, la mayoría dirigía su mirada en la misma dirección fija hacia el techo, Yui decidió hacer lo mismo para averiguar de qué demonios se trataba esa escena. En eso, ella descubrió que fue lo peor que pudo haber hecho, porque aquello, esa imagen y sonrisa llena de arrogancia y superioridad además de hacerla rabiar, le hicieron dar cuenta de que la victoria nunca fue ni será suya. Al menos, no para esa vez.
Porque Nami Hyuga estaba de pie, en el techo, con su cabello y ropa colgando gracias a la gravedad, manteniendo la sonrisa ladina por la que todos la conocen, temen, admiran, y bien, cabe agregar que odian.
—–¿Me extrañabas...?
Puede que por fuera Nami se mostrara imparable e irrompible, pero lo cierto era que por dentro ya estaba cansada y quería terminar con la batalla de una buena vez. Quizá hacer ese jutsu no fue buena idea, y quizá fue una tontería, lo admite, pero como ya se dijo más arriba, Nami obtendrá la victoria, cueste lo que cueste. Era algo arriesgado para ella y su corazón hacer ese jutsu más fe una vez en tan poco tiempo, y sólo debía implementarlo cuando se sintiera acorralada y supiera bien que clase de movimiento rápido hacer. Pero, era la única opción que le quedaba para demostrarle a todos los idiotas de los novatos que ella no se andaba con juegos.
—–¡No...! ¡TÚ, NO!
El rostro de horror de Yui se incrementó, al cruzar miradas fijas con su oponente, quien ahora, y Yui bien lo sabe, no le tendrá piedad alguna.
Mientras ella sufría y temblaba del temor, otros, entre ellos los novatos, observaban con impresión tal técnica, rapidez, táctica y escapada. Nadie se lo imaginó, nunca se les pasó por la cabeza que la habrían de ver vivita y coleando en el techo, donde nadie podría alcanzarla. En algunos, el respeto hacia ella se hacía visible, mientras que otros no dejaban de pensar en lo gratificante que sería tener contra la Hyuga una batalla.
—–¿¡Cómo lo hizo!?—exclamó el rubio.—–¡Eso fue genial, Dattebayo~!
—–¡Qué rápido...! Vaya que tenían razón ustedes dos.—agregó la pelirosada, volteandose a mirar a los compañeros de la Hyuga.
—–Te lo dijimos.—sonrió Kai.—–¡Nami es la mejor!
Al igual que sus alumnos, Rei celebraba también con mucho alivio ahora al saber que la Hyuga había logrado correr contra el reloj y escapar una vez más de las garras de la muerte, aquella que le provocaría un infarto si llegaba a abusar de tremenda habilidad. Con una sonrisa mofante se abanicó para deshacerse de la ansiedad, y fue entonces que concluyó y entendió la estrategia usada por su alumna: En realidad, el ser que Yui había masacrado con las rocas era un clon, que pronto se disipó acompañado de humo y en un “Poof.” Tan rápido como llegó.
Ahora Nami, seguida de una tronada de cuello para liberar la tensión que acumuló en el proceso, se estiró y observó amenazante a su oponente, ya dispuesta a dar su golpe de gracia para acabar con todo de una buena vez.
—–¡Nunca bajes tu guardia! ¡Nunca!—insistió la Hyuga, impulsada desde el techo y cayendo de cabeza, activando su byakugan.—–¡Ni aunque parezca que ya tienes la victoria!—ahora se dirigía hacia ella. Sabía cómo caer y manipular la gravedad a su conveniencia.—–¡Espero que lo recuerdes!—y con una patada giratoria manipulando su chakra para hacerlo cortante, logró destrozar el mazo que estaba en frente de Yui.
Ella yacía sorprendida. Horrorizada. Anonadada. Perpleja. No sabía de donde había salido ni cómo se pudo haber librado de su alcance. Pero sin dudas fue un buen ataque.
Nami aterrizando sobre el martillo tomó impulso y comenzó a darle con sus golpes del puño suave. O su técnica básica, "dos trigramas, paralizantes en ocho palmas" Yendo así a golpear a los puntos en donde más fluía su chakra.
Sus brazos.
—–¡No... No puedo mover... Mis brazos...!—murmuró Yui, aterrorizada por el efecto que ésto causaba en ella.—–Ni siquiera... Los puedo sentir...
Todos en el lugar estaban perplejos ante su habilidad y Estrategia. Todo éste tiempo no estaba escapando. La estaba analizando cuidadosamente mientras averiguaba que hacía ese martillo y cómo podía ella manejarlo si era tan pesado.
—–Y-Yo...
Nami sonrió finalmente, algo siniestra, mientras con impulso peligroso y con chakra concentrado en su mano finalmente le dio con su puño suave en el centro del pecho, paralizandola por completo.
A los segundos del ataque, Yui cayó al suelo, con un rostro de terror ante lo peor.
Nami se apartó lentamente y volvió a erguirse para después desactuvar su byakugan, y así finalmente dejar escapar un suspiro cansado.
—–¿Có... Cómo...?
Nami sonrío nuevamente, y se cruzó de brazos observandola con la cabeza ladina.
—–Que te sirva de lección. Yo nunca huyo. Analizo.—aclaró.—–Todo este tiempo que estuve “huyendo” En realidad era para averiguar qué hacías con ese martillo tan pesado a cuestas. Finalmente lo averigüé, pues no puedes engañar a mis ojos.—pausó. Soltando una risa burlona.—–Utilizabas tu chakra al momento de tomarlo para poder levantarlo y aumentar tu fuerza, del mismo modo que enviabas chakra a tu mazo para que pudiera levantar la tierra, pues esa es tu naturaleza de chakra. Luego me di cuenta de que al tocar el suelo, dejabas de enviarle chakra por un momento para administrarlo, y no gastarlo todo en un sólo ataque.—tronó los dedos de sus manos.—–Ese tipo de ataques deben ser rápidos, concisos y letales para así no desperdiciarlo todo en una sola batalla. Así que cuando usaste ese último levantamiento de rocas creíste que ganarías. Y bajaste tu guardia.
Unas miradas de asombro se posaron por encima de la Hyuga, quien aún no terminaba con su monólogo. Tanto los jonin y el Hokage presente se mostraron ligeramente asombrados por el potencial de la hija de Hizashi. Pero, la verdadera sorpresa y terror se encontraba en los novatos.
—–Creíste que estaba gravemente herida, o muerta. Por lo que dejaste de enviar chakra a tus manos y te concentraste en descansar y recuperar el chakra perdido, porque cómo dije, se gasta mucho en ese tipo de jutsus. Y claro. Pensabas que estaba muerta.—hizo un leve puchero fingido, y luego sonrió ladina manteniendo su burla ante la chica que yacía en el suelo.—–Pero, en fin...
Se acercó a ella, con lentitud y calma, mientras su sonría parecía alargarse más. Posteriormente la tomó del cabello y levantó su cabeza hacia su oído, soltando de nuevo esa risa que logró helarle la sangre a más de uno. No obstante, se apartó después, observando como la chica deshonrada comenzaba a soltar lágrimas quizás también por el dolor que el golpe de la Hyuga le proporcionó.
—–Estuviste tan concentrada en tu victoria que no notaste cuando escapé y aparecí en el techo. Y fue sencillo llegar a la conclusión de que podía destruir el martillo si no le enviabas chakra para fortalecerlo.—posó las manos en sus caderas.—–Luego te paralicé con mi puño suave...—antes de finalizar su discurso, acomodó su largo y castaño cabello sobre su hombro derecho, sonriendo.—–Tu destino... Fue perder contra mí...
—–T-Tú...—la pelirroja sintiendo coraje e impotencia corriendo por sus venas. Fue tan tonta.—–¡Hiciste trampa...!
Nami levantó una ceja aún con la sonrisa, y chasqueó su lengua para después reír otra vez. Continuamente removió su cabello y acomodó el brazalete que llevaba en el hombro.
—–Te hice creer que llevabas ventaja. Tú fuiste la tonta por creerte la fachada. Pero acéptalo.—sonrió, acercándose a su oído.—–Nunca serás rival para mí y mi byakugan. Eres simplemente un estorbo. Es tu destino...
Volteó a ver a Hayate, con su media sonrisa, y observó que detrás de él venían los médicos. Él finalmente anunció que la Hyuga había pasado a las finales, y la verdad es que después del espectáculo que dió no era para menos. Así, se dieron cuenta de que la Hyuga realmente tenía un potencial e intelecto inimaginable. Todo éste tiempo le hizo creer a esa chica que tenía la ventaja, cuando en realidad Nami la estaba llevando a su perdición matando tiempo y esperando a que su chakra estuviera los suficientemente gastado cómo para así ella atacar.
Un buen shinobi ataca al enemigo cuando éste baja guardia, y cuando se sabe que no podrá defenderse.
Es entonces cuando de debe atacar.
—–¡Esperar y atacar! Esa siempre ha sido su táctica.—comentó Rei sensei, observando con alegría cómo Nami subía las escaleras para dirigirse a ellos.—–¡Buen trabajo, mi niña!
Se pudo notar como a Nami le brillaron los ojos ligeramente, orgullosa de ver el sentimiento de felicidad y honra de su sensei. Sonrió bajamente, mirando hacia el suelo, luego se acercó a su hermano y cruzó su propio corazón con una sonrisa. Neji asintió cerrando los ojos, y luego pasó su mano por sobre el cabello de su hermana, bajando divertido la bandana que ella llevaba en la frente, y observando su bandana negra que él le regaló hace varios cumpleaños.
—–Lo hiciste bien. Pero por favor, no vuelvas a hacer ese peligroso jutsu.—susurró, cuando ella estuvo lo suficientemente cerca.—–Algún día vas a matarme del susto.
—–Relájate, Onii-chan...—respondió para tranquilizarlo, palmeando su hombro después.
Nami sonrió, y palmeó los hombros de Neji. Dejándole un “descuida” Sin necesidad de palabra alguna. Luego se sentó en el suelo apoyada a la pared, observando a sus amigos desde abajo, quienes voltearon a verla y se sentaron junto a ella.
—–¿Podemos?—pidió Kai, a su izquierda. Mei Mei estaba su derecha.—–Sabemos que no te gustan mucho nuestros abrazos...—se rascó la nuca riendo.
—–No te preocupes.—clamó Nami, y luego sonrió ladinamente, con los ojos cerrados.—–Vengan aquí, idiotas.—soltó en un tono bromista, para después abrir los brazos a la espera de sus amigos.
Después, Mei Mei y Kai abrazaron a la Hyuga, cada uno a cada lado. Rei observaba a sus alumnos conmovida.
“Los tres son un gran equipo...”—sonrió.—–“Es por eso que funcionan tan bien...”
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