XVII
El día se había vuelto pasajero, la primavera estaba a la vuelta de la esquina. La femme caminaba por los pasillos cuando de la nada escuchó el chocar de espadas y unos gruñidos un tanto molestos, por lo que decidió ir a ver que era lo que pasaba; siguió el ruido y la condujo a la sala de entrenamiento, donde encontró al Rey y al caballero entrenando con las espadas en mano, el Rey llevaba puesta la "falda" de su armadura de color plateado oscuro, casi negro. Esta se elevaba por su cintura, cubriendo la mitad de su espalda y cerrándose en una V en la parte de enfrente cerrándose por completo a centímetros de su vientre, dejando al descubierto parte de su abdomen y con el torso al descubierto.
Su feroz mirada estaba clavada en el caballero, quien tampoco apartaba la mirada de su contrincante, se abalanzó contra el Rey, quien detuvo su ataque con firmeza y agilidad, su deztreza no tenía comparación, no por nada, a los Prime's se les consideraba como la espada y el escudo en la batalla, tenían una ferocidad única, nada ni nadie los igualaba.
No podía apartarla mirada del mech, su pecho subía y bajaba en un intento no solo de regular su respiración, sino también, su temperatura. El mech detenía y regresaba los ataques con rapidez y de manera fluida, sus habilidades y movimientos eran precisos e impecables. Ambos se detuvieron, mirándose fijamente, hasta que el Rey bajo su espada junto con la guardia, dando como terminado el entrenamiento
-Me sorprende que tu agilidad no se haya deteriorado- dijo Stormreing
-La guerra la llevó en las venas, no por eso se me conocia como el War Bringer- se sentó en la plataforma que estaba en la esquina
-Un monstruo de raza, pero eso fue durante la guerra, ya no tiene ningún sentido ese título-
El mech de tonos oscuros se pasó una mano por el cuello, sin notar todavía la presencia de Sariatu en aquella sala
-Sigues con la misma fuerza después de todo-
-¿A qué te refieres?- el otro mech le dedicó una pícara mirada, dando a entender a lo que se refería, lo siguiente que supo el caballero fue que estaba en el piso con un tremendo dolor en el rostro -No te metas donde no te llaman- dijo estando de pie
-Yo solo digo que no vayan a hacer micho ruido- eso solo lo molestó más y dado que ya habia visto a Sariatu, eso lo incomodaba
-Lárgate- señaló la puerta mientras lo miraba
El mech se levantó y se dirigió a la salida,dándole una leve mirada a la femme, quien estaba ligeramente sonrojada por los comentarios que había escuchado. Terminó por acercarse al mech que estaba con la espalda apoyada en la plataforma a la altura de su cintura donde se encontraban algunas armas,mirándola mientras las palmas de sus manos descansaban sobre la mesa
-¿Qué se te ofrece?- la cortesía era algo que lo caracterizaba
-Nada realmente, solo escuche un ruido y quería verde que se trataba- trato de evitarlo, pero no pudo contenerse y recorrió su torso empapado en sudor con la mirada, su respiración aún sequía agitada, pero más moderadamente, definitivamente le atraía más de lo que ella misma pensaba
-¿Te gusta lo que vez?- su pregunta la hizo reaccionar, haciéndola bajar la mirada
-Yo...- bajó su tono de voz hasta convertirlo en un susurro -Tal ves-
Eso lo hizo sonreír de lado, una sonrisa peligrosa de cierta manera. Sintió el ligero roce de sus garras sobre su mentón, haciéndola levantar la mirada
-No te preocupes por lo que dijo Stormreing, a veces no sabe lo que dice-
Estaba demasiado cerca de ella, tanto que podía sentir el calor que su cuerpo desprendía, no estaba tan impuesta a ese acercamiento, aún la ponía nerviosa.
El mech sólo se giró y se puso la coraza, que cubría su torso y brazos hasta las muñecas y salieron del lugar.
Mientras tanto, Cyborg estaba preparándose para ir a enfrentar a ese bot que se había llevado a Sariatu, y si se negaba, ya tenía un plan.
Los bots estaban en el salón, compartiendo anécdotas de batalla. Algunas graciosas otras tristes y otras épicas, y quien tenía más anécdotas chistosas era nada más y nada menos que Ironhide, quien hablaba de misiones que se le habían salido de las manos. Némesis estaba en su trono y Sariatu, como siempre, sentada en el piso, le había ofrecido sentarse con él pero ella lo había rechazado; las risas reinaban hasta que las puertas del salón se abrieron, siendo Cyborg el responsable tal interrupción, camino hasta quedar dentro del salón
-¿Tú qué haces aquí?- se levantó y Sariatu hizo lo mismo
-Sabes a lo que vengo, entregamela o sufrirás las consecuencias- amenazó con un tono severo
-Ella ya eligió hace tiempo, lárgate antes se que acabe contigo-
-No hasta que ella venga conmigo- sacó su espada solo para ver cómo está era enviada contra una pared, clavándose en esta
-No me hagas hacer esto frente a ella- señaló con la cabeza a la femme que estaba a su lado -Vete de mis tierras y te dejare vivir-
Cyborg corrio para enfrentarlo, pero fue enviado hacia atrás, chocando contra el piso, miró a Némesis, quien caminó de forma amenazante hacia él, a paso lento. Cyborgo se levantó y tomó su espada de la pared y lo atacó, sin embargo, su ataque fue detenido por la espada del Rey, lo que lo hizo asustarse y más cuando fue enviado contra las puertas por la misma fuerza invisible que lo había arrojado antes. Vio como Némesis se acercaba más a él, pero Sariatu lo detuvo
-Mi Señor, por favor no haga esto- el mech la miró frente a él, a lo que sólo soltó un suspiro y miró a su contrincante
-Largo de mis tierras, te dejaré ir con vida solo porque ella me lo pide, porque si por mi fuera... nisiquiera saldrías de aquí-
-Sariatu- la femme se giro a verlo -Ven conmigo, por favor, no puedes estar cerca de esta criatura- señaló al mech más alto
-Yo ya elegí Cyborg, no pienso irme contigo, vete de aquí, hagas lo que hagas no me iré contigo- el mech se levantó y los miró
-Esto no ha acabado, regresaré y esta vez, se arrepentirán, en especial tú- señaló a Némesis, quien estaba haciendo un gran esfuerzo por no depedazarlo en ese instante -Te llevaré conmigo.. para mantenerte a salvo de esta criatura-
Cyborg caminó hasta la salida, mientras que Némesis tomaba a su reina de la cintura y la acercaba a él. Sariatu lo abrazó por la cintura, recargando su cabeza en su pecho. Aquella amenaza la había dejado pensando, Cyborg nunca seandaba con rodeos, si hacía una amenaza, la cumplía, y no dudaba de que esa vez no sería así, tramaba algo, algo grande.
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