XV
Los rayos de sol se filtraron por la ventana, pero al poco tiempo se fueron, dando paso al sonido de las gotas de lluvia golpeando la ventana. Estaba empezando a despertar y cuando lo hizo, notó el ambiente gris, pero también a la femme a su lado, quien se aferraba ligeramente a su gabardina. Con cuidado de no despertarla, se levantó y se cambió, dejaría que durmiera un poco más.
Salió de la habitación, no sin antes arroparla hasta los hombros. Caminando por los pasillos, se puso a pensar sobre lo que había ocurrido, no entendía como pudo caer en ese sentimiento, y más con ella
-Prime- una voz a sus espaldas lo hizo detenerse y girarse
-¿Qué ocurre?- preguntó al caballero
-Quería hablar contigo, ¿por qué éstas con ella? Sabes bien que esta comprometida- soltó un suspiro, otra vez lo mismo
-Estaba, ahora está conmigo, ¿quieres saber por qué? Porque la amo, no pienso dejar que alguien le haga daño, ¿entendiste?- se acercó peligrosamente
Puede que estuviera corrompido pero seguía protegiendo lo que más quería, lo más preciado para él. Stormreing sabía que era mejor no provocarlo y dejarlo así, por lo que mejor se fue, no valía la pena pelear. Todo había sido culpa de esa femme, no había hecho otra cosa más que arruinar todo desde el momento en que la trajo. Continuó su camino por los largos pasillos, no quería discutir con nadie.
Unas horas después, volvió a su habitación, llevando con él un vestido color azul rey de manga larga. La vio tan serena, pero ya era hora de que despertara, se acercó y le habló de forma lenta para no asustarla
-Sariatu, despierta- la femme abrió lentamente los ojos
-Buenos días- saludó con una pequeña sonrisa
-Buenos días- se inclinó y le dio un beso en los labios, a lo que ella se sonrojó y se cubrió el rostro con la sábana, provocando una risa entre dientes por parte del Rey -Ya es hora de que te levantes-
-¿Ya es muy tarde?- se sentó y se estiro un poco
-No, apenas son las ocho de la mañana, te traje un cambio, hoy hace más frio- le entregó el vestido y la femme fue al baño a cambiarse, mientras el mech se ponía a hacer la cama. Unos minutos después, la femme salió, dejando al Rey sorprendido, su belleza resaltaba con cualquier cosa
-¿Se encuentra bien?- sacudió la cabeza ligeramente
-Sí, solo... te ves hermosa- eso la hizo sonrojarse
-Gracias- la tomó de la mano y salieron de la habitación
Después del desayuno, ambos salieron al bosque, el ambiente era un poco más frío por la lluvia. Durante el camino, se toparon con un ciervo, quien los miraba fijamente antes de correr.
El sol salió de entre las nubes, bañando la nieve de luz dorada y Sariatu recibió con una sonrisa esa cálida luz.
Caminaron hasta llegar a un lago con agua cristalina, se podían ver las rocas y plantas del fondo, era un lago hermoso. Se puso de rodillas y tocó el agua, estaba a buena temperatura, incluso deseaba un baño caliente ahí.
Némesis la llevó a otros dos lugares, ambos igual de hermosos, era como un paraíso ese lugar. Cuando regresaron, era casi de noche, pero no tan tarde, eran un par de horas antes del anochecer
-¿Qué te pareció el paseo?-
-Increíble, los lugares eran tan hermosos, nunca había visto algo así, fue algo... algo mágico- dijo con tanta emoción que incluso daba saltitos
-¿Te gusta estar aquí?- preguntó conteniendo un poco la diversión por la emoción de la femme
-Si.. y que mejor que estando con usted- lo abrazó por la cintura, recargando su cabeza en su pecho
-Te amo- lo miró sorprendida, no se lo esperaba, pero aún así le sonrío
-Y yo a usted, Mi Señor- en su mirada veía el amor que le tenía
El mech la tomó del mentón delicadamente y se inclinó para plantar un beso en sus rojos labios, mientras se su otro brazo la tomaba de la cintura, acercandola a él y ella apoyaba sus manos sobre su pecho, profundizando el beso.
Llegando las horas nocturnas, el Rey y la valkiria subieron al techo del castillo a ver el cielo estrellado, ambos a la orilla 3stando abrazados, junto a ellos, tenían un tazón de fruta, uvas verdes, fresas, arándanos, moras, manzana, y unas rebanadas de queso. Estaban mirando las estrellas cuando pudieron apreciar una lluvia de estrellas cruzando el manto estelar. Ambos se quedaron asombrados por la cantidad de estrellas; el Rey abrazó más a la femme entre sus brazos, acarcandola más a él.
Némesis entró con Sariatu cargada en sus brazos, se había quedado dormida, estaba agotada, tanta emoción y el caminar la habían cansado. Al entrar a la habitación la recostó con cuidado, y se cambió para después recostarse a su lado
-Descansa mi amor- lo que no supo fue que lo había escuchado
-Igual usted, mi ramé- dijo en un susurro para después quedarse dormida
Él solamente la abrazó para quedarse dormido poco después, estando junto a ella.
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