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XIII

El día finalmente había llegado, la luna roja resplandecía en los cielos, pero no estaba seguro de lo que haría . No, no estaba seguro de llevar a cabo el hechizo, se sentía atrapado, por alguna razón no quería hacerle daño. La decisión estaba tomada

-Némesis- escuchó la voz del caballero

-Ya es hora- dijo estando frente a el Rey

-Yo.. decidí que no llevaré a cabo el hechizo- el mech se sorprendió ante la decisión de su superior

-¿Estás loco? Hemos esperado esto por años- su voz delataba lo exaltado que estaba

-La decisión está tomada- alzó un poco su voz ante el tono de Stormreing

El caballero se molesto, desde que esa femme llegó, no había h3cho más que traer problemas

-Pero, ¿qué te hizo cambiar de opinión? No podemos perder esta oportunidad-

-Esta decidido, ella no tiene la culpa de lo que su padre nos hizo-

Empezaba a perder la paciencia, Stormreing lo sacaba de quicio a veces y no estaba de humor para soportarlo, ni mucho menos para soportar que le llevara la contraria en ese momento

-Ella te lavó el cerebro, lo único que ha hecho es arruinar todo- eso lo hizo levantarse de su trono

-¡Ya te dije que mi decisión esta tomada! Así que ya basta, no voy a quitarle la vida por algo tan estúpido como una insignificante corona-

El Rey le dio la espalda mientras el caballero se retiraba molesto, pero lo que ninguno de los dos sabía, era que Sariatu los había escuchado, sin embargo, no se sentía molesta, no sentía nada,. Sin decir nada o siquiera tratar de encararlo, se fue, retar a un príncipe de la oscuridad seria sentenciarse a muerte.
Caminó por los pasillos hasta llegar a su habitación, no sabía que hacer,estaba sorprendida, pero ya sabía que sólo era un medio para que el Rey regresara al poder. Se sentía ingenua, había caído en un hechizo llamado amor, pero que se podía esperar del enemigo de su padre, del caos.
De la nada escuchó que tocaban la puerta, quizás era Elita, siempre la acompañaba en las noches antes de dormir. Cuando fue a revisar, no era la persona que ella esperaba, sino la que llenaba su cabeza con su imagen

-¿Podemos hablar?- eso la hizo pensar lo peor

-Claro, pase- se hizo a un lado para dejarlo pasar a la habitación

El mech entró y se giro hacia ella, sus miradas se encontraron, pero ella rompió el contacto visual

-¿Qué hacías en el salón hace unos momentos?- no lo podía ocultar, él era muy persuasivo

-Quería hablar con usted, pero vi que estaba hablando con Stormreing... sin querer escuché lo que dijo- el Rey simplemente la miró,  esperando a que continuara -¿Es cierto, planaba matarme?-

-Sí, pero desde que llegaste me has hecho dudar de mis propias acciones- eso la hizo sentirse de una manera extraña -Desde que llegaste, has traído paz a mi alma,  aplacando el caos en ella-

-¿Qué quiere decir con eso?-

-Que por alguna razón, no puedo hacerte daño-

Había algo más, en el fondo de su chispa infectada por el energon oscuro lo sabía, ya no podía ocultarlo,no después de lo que había hecho

-¿Por qué perder la oportunidad de gobernar nuevamente?-

-Porque no me sirve de nada recuperar la corona si no tengo loque me importa-

Eso encajó las piezas, era una forma de declarar su amor. Aquel beso lo había hecho, pero escucharlo de sus labios la había impactado. No podía negar que también sentía lo mismo, ya habían aceptado esa realidad.
Estaba sumida en sus pensamientos hasta que sintió que ka acorralada contra la pared, sus rostros estaban separados por sólo unos centímetros, su nerviosismo se hizo presente, a lo que el mech sonrío de lado, dejando ver sus cuatro cortos pero afilados colmillos. Poco a poco se fue inclinando hasta rozar sus labios con los suyos, hasta que hizo que se unieran. La femme se sorprendió, no sólo por el beso, sino por el sabor.
Poco a poco se rindió, dejándose envolver por esa sensación. No podía negar que le gustaba que estuviera así de cerca, era una sensación que no podía explicar, pero tampoco quería que acabara.
Abrazó su cuello con sus brazos mientras él ponía una mano en su cintura y otra detrás de su cabeza. Sintió sus colmillos rozar con sus labios, delatando nuevamente su peligrosa naturaleza. Pero lo peligroso atrae.

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