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02

"Quiero que tu corazón corra"

Park JiMin, el príncipe y próximo rey de Edubell jamás se imaginó que sería exiliado por sus propios padres del reino, no cuando él había dado todo de sí desde que tenía memoria por ser digno de tomar el trono.

¿Por qué lo habían desterrado y mandado a asesinar?

Bueno, todo había empezado hace una semana, cuando JiMin se despertó y encontró sangre en sus sábanas. Sus padres habían llamado al médico real y este les había dicho el diagnóstico solamente a ellos, su hijo era un doncel.

Los donceles eran hombres que poseían un pene, pero también un útero y por ende podían embarazarse. Eran muy extraños y escasos en esos años, por lo que muchos creían que eran de mal augurio. Los religiosos creían que eran producto del demonio por ir en contra de su naturaleza, incluso los llevaban a la hoguera.

Los reyes al enterarse se sintieron desfallecer, su único hijo y heredero era una aberración, únicamente le traería problemas a su reino. Probablemente el pueblo entero se levantaría contra ellos cuando se supiera que JiMin era un doncel y a ellos no les convenía para nada que esto pasara.

La decisión del rey junto a su esposa fue la más egoísta posible, no le comentaron nada a su hijo sobre lo que el médico real les dijo y prefirieron encargarse de él de otra manera. Secretamente mandaron a sus caballeros más leales por JiMin durante la madrugada, les ordenaron secuestrarlo mientras dormía y llevarlo lo más lejos de Edubell que pudieran para que lo asesinaran.

De esa manera el pueblo daría por hecho que el príncipe fue llevado por algún enemigo del reino, ellos podrían utilizar la noticia para atraer la simpatía de sus súbditos. Además, tratarían de pasar más tiempo en la iglesia "rezando por el bienestar de su hijo" y luego anunciarían la muerte, eso tranquilizaría la pérdida.

JiMin no sabía de las intenciones de sus padres y, de hecho, incrédulamente confió en ellos hasta el final, tanto que recuerda haberles gritado a sus secuestradores que el rey y la reina lo vengarían. Claro que ese comentario había hecho reír a los hombres a carcajadas porque habían sido sus mismos padres quienes los enviaron por él, tan inocente y estúpido era el príncipe.

—Bien dicen que la peor traición que te puedes hacer a ti mismo es cegarte ante lo evidente.

Sí, esas palabras provenientes de uno de los caballeros lo hicieron reaccionar, fue como una bofetada de la realidad, una que se negaba a creer. Con el paso de las horas lo único que quería hacer era huir, quizás no volver a Edubell, pero sí ser libre.

Sus esperanzas se fueron desvaneciendo con rapidez y creyó que moriría, cosa que no sucedió gracias a la enorme bestia mitológica que parecía haberle tomado cariño con tan solo una mirada. Aquel dragón que ahora lo envolvía contra sus alas y garras mientras le daba lamidas desde los pies hasta la cabeza, en un intento extraño de limpiarlo.

En realidad, JiMin había intentado irse innumerables veces, tantas que había perdido la cuenta, pero la bestia no le permitía poner un pie fuera de su castillo. Entonces comprendió que parecía ser alguna clase de rehén para él o que era una pertenencia, ya que en una ocasión el dragón lo había tomado entre sus garras para acomodarlo encima de una enorme montaña de joyas y oro.

—Se siente raro, deja de hacerlo.— le pidió JiMin avergonzado al dragón, la siseante y enorme lengua húmeda de la bestia estaba recorriéndole la espalda, deteniéndose justamente en medio de sus piernas.

¿Cómo habían llegado a este momento?

Vaya, quizás haya sido culpa del príncipe, ya que fue él quien enojado y harto de estar sucio, se había quitado la ropa para limpiarse con el agua que el dragón le traía de las afueras. YoonGi se encargaba de traer frutas, carne de oveja que él mismo cocinaba con sus llamas y agua que cargaba en su hocico hasta el castillo, con la cual el príncipe se bañaba diariamente.

JiMin llevaba casi dos semanas encerrado en ese lugar y ya se había impuesto a los tratos que el dragón le daba, pero aún era raro convivir con él.

Primero que nada, por el hecho de que siempre lo vigilaba, los ojos dorados no se apartaban ni un solo segundo de su persona e incluso el príncipe juraba que la bestia le entendía cuando hablaba porque gruñía o bufaba ante sus comentarios.

Lo segundo era que podía percibir una extraña tensión entre los dos, llámenlo loco, pero cada vez que el dragón lo miraba fijamente sentía sus piernas temblar y había momentos en los que el dragón lo trataba con tanta delicadeza que no podía evitar pensar que lo comprendía.

La primera vez que se dio cuenta de esto fue al segundo día de estar en el castillo, había estado llorando hasta el cansancio, totalmente destrozado por la traición de sus padres. Y fue entonces que YoonGi al verlo tan lastimado lo apresó contra su calientito pecho, sus garras le acariciaron su azulado cabello y su traviesa lengua, como ahora es costumbre, le lamía delicadamente el rostro.

JiMin no comprendía al dragón, pero ciertamente estaba agradecido con él por haberlo salvado y también por cuidarlo, aunque esta última la estaba haciendo en contra de su voluntad.

Volviendo a la actualidad, el príncipe intentaba bañarse, pero de alguna forma el dragón al verlo, comenzó a ayudarlo. YoonGi tomaba agua en su boca y la escupía sobre su tesoro para luego lamerlo y limpiar cada rincón de su cuerpo.

JiMin se había negado desde el inicio, pero la bestia a pesar de entenderlo no le hacía caso y continuaba con su tarea de limpiarlo. Cuando la viscosa lengua tocó sus pezones empezó a sentir un calor extraño en su vientre, el cual aumentó cuando llegó a su entrepierna y ahora tenía una notable erección por tener esa extremidad en su trasero.

No era algo normal, pero las sensaciones eran tan agradables que su cuerpo simplemente estaba reaccionando y YoonGi podía notarlo. El dragón era consciente más o menos de lo que hacía porque sentía la necesidad de aparearse con él, aunque era algo que no podría hacer por más que quisiera.

Así que YoonGi lo tomó en sus garras, lo volteo sobre su palma y lo dejó boca abajo, ignorando las quejas de JiMin. Abrió su enorme hocico y con cuidado de no herir al príncipe se lo introdujo un poco en la boca para degustarlo. La enorme, caliente y viscosa lengua del dragón lo saboreo por completo, se introdujo en su precioso culo y comenzó a serpentear dentro, asegurándose de "limpiar" cada pared.

JiMin estaba gimiendo, retorciéndose del placer, había intentado no perder la cordura, pero era imposible negar que se sentía bien, demasiado bien. Su mente estaba tan nublada que a pesar de tener los colmillos del dragón en sus hombros, no sentía pánico y solamente había excitación.

YoonGi se deleitó con los sonidos tan preciosos que el príncipe soltaba, saco su lengua y lo giro sobre su palma solamente para mirar el desastre que era. Su valiosa joya era tan bonita, tan hermosa que dudaba que fuera real y saber que era suyo lo hacía mover su gigantesca cola de lado a lado con emoción.

JiMin tenía su rostro tan rojo como un rubí, pequeñas perlas de sudor recorrían sus mejillas y frente. Sus musculosas piernas trataban de esconder su erguida erección y sus manos estaban estiradas, intentando detener al dragón.

Obviamente la bestia era más fuerte y bufó divertido al verlo tan exaltado, vulnerable y apetecible. El vapor caliente proveniente de la nariz de YoonGi golpeó contra la sensible piel del príncipe y eso hizo que apartara sus manos de una buena vez.

Nuevamente la lengua del dragón se aventuró sobre el fino y perlado cuerpo, jugó con los botoncitos rosas y finalmente se envolvió contra el duro pene de JiMin. Le masturbo subiendo y bajando la extensión de piel, lo cual provocó que inesperadamente un líquido blanco saliera de esa extremidad y YoonGi la limpio, saboreo y trago como si fuese un exquisito manjar.

Un príncipe y un dragón ¿Qué clase de relación podrían tener si eran de distintas especies? Ninguna y es por eso que a pesar de que sus corazones latían por el otro... No podrían permanecer juntos.

"Sé que me tienes miedo, pero solo soy un puto monstruo que busca la salvación"

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