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Capítulo 8: Mejor que un Sauna

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Ciudad de Seoul, Corea Del Sur

Noviembre del año 2017

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        Lee Ji Eun contaba con el último favor de su tía.

     La chica iba a ser entrenada para trabajar en su propia casa, haciendo las tareas de una mucama por un tiempo, mientras su prima estaba de gira con su grupo en Japón. Sin embargo, tras descubrir un secreto de la ama de llaves de la familia Nam, es despedida y echada fuera de la mansión antes de comenzar a trabajar.

     Ahora yacía tirada en medio de la calle, con las palmas de las manos y la rodilla derecha lastimadas, llorando.

     Las esperanzas de vivir una vida tranquila, teniendo tiempo suficiente para prepararse antes de conocer el mundo se habían esfumado en tan solo un momento.

     No se podía negar el hecho de que estaba ansiosa por salir y ser libre, pero ahora que al fin lo era, estaba aterrada, no se sentía preparada para enfrentar la realidad.  Jamas esperaba ser echada de su refugio así, sin estar lista para enfrentar el mundo.

     Ahora, no tenía más alternativa que aprender a hacerlo todo por su propia cuenta, sin contar con la ayuda de su tía.

     Cuando su llanto minimizó, se puso de rodillas y empezó a volver a colocar poco a poco sus pertenencias dentro de la maleta hasta que no quedó nada afuera. Todo su contenido había quedado desperdigado ya que la valija estaba abierta cuando fue aventada a la calle, al igual que intentaron hacer con su guitarra, a la cual le dio tiempo de salvar, siendo esta la razón por lo que salió lastimada.

     «Piensa que esta es una de las aventuras que imaginaste tanto poder vivir, Lee Ji Eun» se dijo a sí misma.

     Respiró profundo, limpió las lágrimas de sus mejillas con el dorso de su mano, terminó de acomodar como pudo sus cosas y comenzó a emprender su camino hacia la gran aventura de su vida con tan solo la compañía de una maleta, una guitarra, una bicicleta y un nuevo nombre.

     Durante su viaje, tuvo que detenerse para descansar cada diez minutos porque no estaba acostumbrada a hacer ejercicios de esa índole. Su espalda baja estaba muy adolorida y sus piernas temblorosas, hacia ya muchos años que no montaba bicicleta.

      Otras veces solo se dedicaba a llevar el artefacto yendo a pie, sobre todo si las calles iban de subida. Así se pasó todo el día,  solo se detuvo de forma definitiva para cuando llegó la noche, pensando que así llegaría lo más lejos posible de su viejo hogar, para buscar un nuevo lugar donde pudiera darle inicio a su nueva vida.

     Ya había oscurecido y tenía hambre. Había llegado a un lugar urbanizado y extrañamente para ella, muy con xonxurrido.

     Buscó con la mirada a algún extraño que pareciera amable,  para preguntarle donde podía encontrar un lugar donde ella pudiera quedarse o un jjimjilbang (sauna).

     Se arma de valor y le pregunta a un señor que aparentaba tener unos 60 años. Este le dio la dirección del sauna más cercano y también le dijo cuanto tenía que pagar.

     Para ella fue muy decepcionante escuchar esto último, ya que ella tenía la equivocada idea de que el acceso a esos lugares era gratuito. Le dio las gracias al amable señor y siguió su camino.

     «!Aish! estoy tan cansada, tengo hambre, frío y necesito un baño urgente. ¿Cómo podré conseguir dinero?». —se preguntaba Ji Eun, mientras seguía caminando lentamente.

     Se le hace muy tarde sin encontrar donde quedarse y hace una parada de descanso en un parque. Abrió su maleta y sacó una bufanda y corro para el frío y luego se echó en uno de los banquillos del parque para descansar. Durante dicho descanso se queda dormida. 

     Al poco tiempo su sueño fue interrumpido por el mismo hombre que, muy amablemente, le había dado la dirección del jjimjilbang, pero que ahora parecía tomarse una confianza no atribuida, ya que estaba acariciando los muslos de la joven por encima de sus pantalones.

     La peligra despertó por el toque de aquel hombre, cuya mirada reflejaba un algo que ella no supo descifrar, pero que, de cualquier forma, no le daba buena espina.

     —¿No tienes dinero para gagar el jjimjilbang(sauna) preciosa?

     El hombre se había sentado en el mismo banco donde Ji Eun se había echado a descansar. Mientras se inclinaba, aproximaba sus manos más y más, con claras intenciones de tocar su rostro.

     —Por favor, n-no me toque —logró articular de forma casi inaudible.

     —Shhhh —El hombre audazmente llevó una mano a la boca de la hermosa muchacha y la otra hacia la parte posterior de su cabeza.

     El corazón de la chica estaba a punto de salírsele del pecho. La forma repentina en que ese hombre se abalanzó encima de ella, imposibilitando cualquier movimiento, o cualquier oportunidad de pedir ayuda con su peso y sus manos, le hizo pensar que ese era su fin.

     —Shhh. Tranquila muñeca. Si te portas bien conmigo, yo pagaré tu estadía. ¿Mhm? —susurraba aquel viejo con su aliento apestándole a alcohol.

     «No, no puedo terminar así, no puedo rendirme tan rápido. Pero qué hago... ¿Y si lo muerdo, lograría salir de debajo de él e irme corriendo?» Se preguntaba la pelinegra.

     —¿A quién le estás pidiendo que se porte bien Dong Ho?

     Al escuchar la voz de una tercera persona, el hombre se giró para mirar tras de sí y la joven aprovechó para morder la mano del mayor y liberarse con dificultad hasta lograr incorporarse lo suficiente como para hacerse visible ante la persona que había interrumpido al acosador.

     —¡Arg! Mira lo que has provocado maldita vieja. ¿Porque tienes que importunar de esa manera?

     —¿I-importunar? ¿Qué está pasando aquí? ¡Omo! ¿No me digas que estabas abusando de esta muchachita?

     —Yo no estaba haciendo nada de lo piensas. Solo quería ayudarla, eso es todo. —Gritó Dong Ho con la misma tonalidad de voz de la señora, para luego escupir sonoramente en el suelo, marcharse refunfuñando palabras inentendibles y dejando a la recién llegada con la hermosa y asustada joven.

     —¿Ayudarla?, si, claro —bufó sarcásticamente la señora, mientras  miraba como se alejaba el hombre —. ¿Y tú quién eres?, ¿Blanca Nieves?, porque muchacha, eres tan blanca que casi me dejas ciega. Nunca te había visto por aquí. ¿Cómo te llamas muchacha?

     —Antes que nada, muchas gracias por salvarme. Mi nombre es Lee... Kim, Kim Ji Ra, —respondió la chica tropezando se con las palabras, mientras se ponía de pie para hacer una reverencia.

     —Eres muy educada. Si no tienes dinero para pagar donde quedarte yo puedo darte trabajo en mi lavandería y alquilarte una habitación.

     —¿De verdad?

     —Si, no es mucho, la habitación es muy pequeña,  pero puede servirte hasta que encuentres algo mejor. ¿Te parece bien?

     —Oh, gracias, usted es un ángel, señora.

     —Song, puedes llamarme señora Song.

     —Si señora Song. Gracias por ayudarme y darme la oportunidad. Le prometo que haré lo que me pida en el trabajo y daré lo mejor de mí —recitaba la pelinegra emocionada.

     —Será mejor que me sigas, niña.

     Ji En siguió a la señora hasta llegar a su auto, acomodaron la bicicleta en el baúl, el cual no cerró por completo y la maleta en el asiento de atrás.

La joven se caía de sueño,  mientras iba cómodamente sentada en el asiento del copiloto del auto de la señora Song, sin embargo, se mantuvo despierta hasta que llegaron a su destino.

     —¿Qué voy a hacer en el trabajo señora Song?

     —Por el momento, recibirás un entrenamiento básico y luego veré si puedes sustituir a mi hijo para que él pueda ir a la universidad. Mi madre está muy enferma y he estado viajando muy seguido para verla, en mi ausencia mi hijo se encarga del negocio, pero para hacer eso está faltando a sus clases en la universidad—explicaba la señora Song mientras ayudaba a Ji Eun a acomodar su bicicleta en algún lugar del patio de la casa.

     —¿Quiere decir, que para que su hijo continúe sus clases yo tengo que sustituirlo?

     —Si, podría ser, pero no creas que la paga será muy buena, últimamente he gastado mucho en el tratamiento de mi madre.

     —Por favor, no se preocupe por eso. Lo haré con el mismo gusto, aunque no me pague, solo necesito un lugar donde quedarme. —pedía amablemente la pelinegra mientras la señora Song manipulaba un llavero repleto de llaves.

     —¿De verdad? —exclamó la señora mayor, dejando de prestar atención a las llaves para escudriñar el rostro de Ji Eun con una expresión desconfiada.

     —Si, de verdad. Por favor no dude de que le estoy muy agradecida, señora Song —aclaró la joven dándose cuenta de ello.

     Bueno, esta es tu habitación. Te dije que no es grande, pero luego podrás encontrar otra. Mañana empiezas, necesito que estés preparada a las 6:00 am.

     —Si, señora Song. Oh, pero, no tengo reloj.

     —Bueno... puede tomar este celular prestado. Activa la alarma, si quieres. Buenas noches...

     —Kim Ji Ra, buenas noches, señora Song. «No sé cómo activar alarma» — Lloriqueaba la joven para sus adentros, mientras se mordia los labios mirando el dispositivo.

     —Como sea, hasta mañana —respondió la señora Song desde el final del pasillo.

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