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Ciudad de Seoul, Corea Del Sur

Diciembre del año 2010

Mansión de los Lee

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—Tía, digo, señora Nam, ¿me dejará salir a pasear por el patio de la casa otra vez? —preguntó la joven Lee Ji Eun con timidez y algo de miedo, pero esperanzada.

     Antes de recibir una respuesta a su pregunta observó brevemente la fría y dura mirada de su tía.

     —No, por el momento, eso no se puede volver a repetir. Pero, cuando Tzu Yu esté ausente de nuevo te dejaré aprender cosas como cocinar y componer la casa...

     La mujer fue interrumpida por la joven, quien se aproximó a ella de un salto y posó una de sus manos en su brazo izquierdo, mientras le sonreía. —¿De verdad tía? ¿Acaso...Tzu Yu se va a ausentar por un largo tiempo otra vez?

     —¡Que no me vuelvas a llamar tía! —espetó la mayor sacudiendo su brazo para alejarse del tacto de la adolescente—. Y no, Tzu Yu no se va a ausentar por un largo tiempo, pero lo hará muy seguido cuando sea Trainee —aclaró dando toquecitos a su propia nariz con el dorso de su mano luego de fingir que se había alejado del toque de su sobrina para liberar un estornudo.

     —¿Traineé? ¿Qué es eso? —inquirió la de tez muy blanca, empequeñeciendo sus ojos con una expresión de curiosidad.

     —Ella va a ser estudiante en una universidad donde aceptan a niños talentosos que se han inclinado por ser Idol.

     —Wow, ella debe ser muy inteligente si va a estudiar en la universidad pronto, es mucho más joven que yo. —dijo alegrándose por su prima, pero al mismo tiempo luchando por disimular cierto sentimiento de envidia que le estaba carcomiendo por dentro.

     —¿Ella quiere ser Idol?, ¿qué hace un estudiante de Idol?

     —Sabrás todas esas cosas cuando empieces tu vida allá afuera, en otra ciudad muy distinta. No puedo responder a todas tus preguntas, no bajé hasta aquí para quedarme a conversar contigo, niña. Solo vine para pedirte que te abstengas de tocar la guitarra porque hoy tendremos visita. No podemos darnos el lujo de echar todo a perder después de ir bien con nuestro plan de mantenerte con vida por todos estos años. Te prohíbo y te exijo que no hagas ningún tipo de ruido, ninguno. ¿Me doy a entender? —puntualizó la mujer endureciendo aún más su expresión y dándose la vuelta para marcharse sin esperar una respuesta.

     —¿Y eso... va a ser pronto? — cuestionó la más joven agachando la mirada, mientras la mayor empezaba a subir el primer peldaño de las escaleras.

     —¿Qué cosa? —preguntó Nam Ji Hye deteniendo sus pasos exasperada.

     —Mi entrenamiento en los quehaceres de la casa.

     —No n-no lo sé. No sé si va a ser pronto, pero debemos estar preparadas para cuando se presente el momento.

—¡Aiiiiiiish!, ya quiero empezar a aprender, no puedo esperar para aprender todo, tía. —farfulló la muchacha aproximándose nueva vez a la figura de su tía.

     —Mhm. Ya verás que eso va a pasar más pronto de lo que esperas  — repuso con una sonrisa maligna antes de volverse para encarar nuevamente a su hermosa sobrina—,  pero, por favor compórtate, primero debo asegurarme de que estás lista para dejarte andar por la casa.

     —Pero tía, ya hemos hecho tantos ensayos y siempre dices que ya me sale todo muy bien.

     — ¡Yah!, ¡Kim Ji Ra! ¡Esta es la tercera vez que me llamas tía! —gritó repentinamente inclinándose para observar correctamente la reacción de la chica.

     —Si, tiene razón, ¿Señora Nam? Siento mucho cometer ese error.

     —¡Omo!, veo que ya casi estás lista. Reaccionas muy bien a tu nuevo nombre, pero tenemos que continuar ensayando antes de hacerte pasar por la mucama nueva de la casa. ¿Entiendes verdad? —mintió la adulta sonriendo falsamente, mientras alzaba el rostro de la chica tomándolo por la barbilla.

     —Si, entiendo. No debo tomármelo como un juego, ya que es mi vida la que está en riesgo —recitó las palabras que su tía suele utilizar en sus temas de conversación.

     —¡Bien dicho Ji Eun-ah!

     —¿Ji Eun?, ¿quién es Ji Eun? Disculpe señora Nam, pero creo que me está confundiendo con alguien más.

     —¡Omo!, eso estuvo muy bien —la mayor le felicitó sinceramente.

     —Entonces, ya estoy lista para empezar a aprender nuevas cosas ¿No?

     —¿Crees que mejor debería entregarte tus documentos de identificación con tu nuevo nombre y dejarte salir de una vez por todas? —tentó la elegante señora sarcásticamente, mientras ponía una mano y luego apretando muy fuerte en la parte superior de la cabeza de la más bajita de estatura.

     —¡Oh!, ¡eso sería fantástico señora Nam! —respondió la chica, sacudiendo su abundante, larga y negra cabellera que estaba recogida en una cola de caballo, logrando así zafarse del doloroso agarre de la mayor.

     —De eso nada, señorita. Primero necesito probar aquí, en la casa, antes de dejarte salir allá afuera. No puedo solo dejarte salir sin que estés preparada para sobrevivir en ese mundo lleno de ratas. Por eso me aseguraré de que estás lista primero.

     —Pero...

     —¡Pero nada! —interrumpió la mayor levantando un tanto la voz—, ya basta de plática, me tengo que ir, y recuerda, ningún ruido  —dictaminó por última vez la ex-tutora legal de la chica para luego iniciar, apresurada,  su empinado camino por las escaleras.