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Ciudad de Seoul, Corea Del Sur

Febrero del año 2000

Mansión de los Lee

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     —Mocosa, agradece que yo estoy arriesgándolo todo para tratar de mantenerte con vida. ¿Qué parte no entiendes de que no puedes salir porque corres peligro? —preguntó la tía a su sobrina, mientras le sostenía el mentón a la menor para evitar que ésta le rehuyera la mirada—, ¿se te olvida que las personas que mataron a tu eomma y a tu appa actualmente te están buscando a ti para hacerte lo mismo?

     —No, no se... me olvida, tía Ji Hye —respondía Lee Ji Eun con mucha tristeza en medio de sus sollozos—. Esas personas que odian a mi appa también me odian a mí, no se me olvida tía Ji Hye —agregó la niña entre sollozos—, porque soy su hija y no descansarán hasta encontrarme y matarme. Por eso usted me ha ocultado aquí, para que ellos no puedan encontrarme, para evitar que ellos me maten.

     —¡Exacto! —puntualizó satisfecha.

     —Pero tía, es que, si me escondo en otro lugar, tal vez no vuelva a tener esos sueños que dan tanto miedo. Tal vez en la casa de la abuela yo pueda esconderme bien en otro lugar que no me asuste tanto —proponía en forma de súplica la pálida niña mientras sus ojitos enrojecidos e hinchados derramaban nuevas lágrimas y se renovaban sus sollozos.

     —Rotundamente, no. Este es el lugar perfecto y aquí es donde estarás siempre segura, en este lugar secreto ni si quiera la policía va a poder encontrarte. No sé de dónde sacas esas ideas disparatadas de irte a vivir a la casa de la señora Jeon.

     —Pero Tía...

     —No sé por qué haces que tenga que recordarte de que no podemos confiar en nadie, menos en esa señora, ella menos que nadie, debe saber nada de nuestros planes.

     La niña empezó a mirar desconfiadamente a su tía, se soltó de su ligero agarre y empezó a dar pasos hacia atrás hasta que la parte posterior de sus delgadas piernitas chocaron con la vieja cama situada detrás de ella, pegada a la mohosa pared.

     La mujer continuó hablando, no se inmutó al ver la reacción de rechazo a sus palabras por parte de la niña.

     —¿Qué tal si esa señora es la persona que odia a tu padre? ¿Ah? Y si así fuera y ahora, como también te odia a ti, se te ha acercado y se ha vuelto cercana con el fin de hacer contigo lo mismo que hicieron con tus padres, ¿Qué tal si es ella quien mandó a asesinar a mi hermana y a su esposo? No sabemos quién es nuestro enemigo. No podemos confiar en esa mujer. Absolutamente, no podemos confiar ni en ella, ni en nadie.

      La niña continuaba escuchando las palabras de su tía y la miraba con terror y las orbitas de sus ojos mostraban lo perdida que se estaba sintiendo en ese momento, se sentó en la ruidosa cama y se abrazaba a sí misma como queriendo encontrar un vestigio de consuelo en sí  misma.

     —Lo más importante es que te mantengas con vida. Así que solo has lo que yo te digo y olvídate de esa idea absurda, no quiero escucharte hablar de esa mujer nunca más. ¿Te ha quedado claro? —espetó la adulta después de acercarse a la desconsolada criatura colocando su mano derecha en su hombro izquierdo y hundiendo sus dedos con fuerza en la delicada, blanquecina y vulnerable piel del pequeño cuerpecito.

     —Si, tía —respondió cabizbaja y sumisa la pequeña. Empuñando entre sus manitas el borde de las mangas de la pieza superior de su pijama.

     —Entonces no tengo que volver a repetírtelo todo, ¿verdad? —preguntó la mayor inclinándose para acercar su rostro al de la pequeña con una expresión calmada, pero a la vez dura y amenazante.

     —Sí —respondió casi en un susurro Lee Ji Eun, asintiendo levemente con la cabeza y aún con los sollozos e hipidos haciendo estragos.

     Su cuerpecito se estremecía porque tenía los renovados nervios a flor de piel debido a la forma en que la miraba su tía. Su corazón latía muy rápido y fuerte fruto del miedo que ella le infundía. Si tenía que volver a quedarse sola, no sabía si era mejor quedarse despierta o dormida, ya que cuando se dejaba vencer por el sueño sus pesadillas regresaban y eran cada vez más vívidas y terroríficas.

     —Bien —la mujer soltó a la niña,  dejó salir de golpe todo el aire que estaba conteniendo en un sonoro suspiro—, sabes que hasta que la policía resuelva el problema y encuentre a los asesinos de tus padres, tú seguirás viviendo aquí, nadie debe saber que estás aquí y nadie lo sabrá, para que esos asesinos no te encuentren. Ji Eun-ah ya tienes 7 años y muy pronto cumplirás 8, así que deja de comportarte como una bebé.

     — ...

     —Si te comportas como una persona de tu edad, te prometo que te compensaré. ¿Todavía quieres que te traiga la guitarra de tu padre?

     Lee ji Eun abrió los ojos como platos, debido a las sorpresivas palabras de su tía. Por un instante toda su mente quedó en blanco y sonrió mostrando sus dientes de oreja a oreja, asintiendo con la cabeza repetidas veces con mucho entusiasmo tratando de contener sus hipidos.

     —Bien, si me demuestras que puedes comportarte y que puedo confiarte ese instrumento que era algo tan adorado y valioso para tu padre, lo pensaré. Ahora come tu cena. ¡Ah!, y no quiero encontrarte armando una escena como la de hoy cuando vuelva a traerte el desayuno mañana. Piensa en la guitarra de tu padre y trata de no tener esas estúpidas pesadillas, realmente se ha vuelto un fastidio tener que lidiar con eso —dijo por último la tía Ji Hye, antes de dirigirse hacia las escaleras para luego subir hasta el primer piso y volver a cerrar con llave la pesada puerta del sótano, dejando nueva vez a la pequeña Ji Eun sola y asustada, escuchando el eco de sus pasos resonando entre las paredes del lugar.