Capítulo 15: Reconfortada
Capítulo 15: Reconfortada
Ciudad de Seoul, Corea Del Sur
Febrero del año 2018
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Shin Bae relame sus labios, mientras señala el helado que el mesero había puesto frente a mí hace unos 5 minutos.
—Ji Ra-ssi ¿en serio no vas a comértelo?
—Shin Bae-yah, aun no terminas tu plato y ya quieres el helado de la pequeña gruñona? —le reprocha Tae Hyung mostrando una sonrisa de distaba mucho de simpatía, mientras miraba al aludido desviar su vista a su propio plato y comenzar a carraspear.
—Chicos, por favor, ya explíquenme qué es lo que está sucediendo. Por más vueltas que le doy a sus palabras me resulta difícil entender sus comportamientos. Primero: me sacan a la fuerza de mi trabajo. Segundo: Me chantajean para que entre a este restaurante en semejantes condiciones ¿No les avergüenza que nos miren tanto por culpa de mi mal aspecto? Y tercero: No cumplen su promesa, pues dijeron que, si accedía a entrar aquí, me explicarían de qué se trata todo esto.
—Déjame aclararte algo; Si no comprendes nuestro comportamiento ¡Excelente! Preferiblemente es mejor así. Mientras más lejos estés de adivinar, mejor es el resultado de todo nuestro esfuerzo ¿No es así, Shin Bae-yah? —el castaño sonríe desviando su vista hacia el peliriso.
—¡Por supuesto! Estoy más que de acuerdo. Y Esta-niña, ya deja de decir que te sacamos a la fuerza del trabajo, Tae Hyung fue quien lo hizo solito.
Al escuchar la aclaración del menor, la sonrisa de Tae Hyung desaparece instantáneamente.
—¡Eres un desagradecido enfermero! —El castaño arruga el entrecejo—. Podíamos convencerla para que saliera por voluntad propia, pero tú dijiste muchas veces que morías de hambre, así que para apurarnos solo la cargué hasta el auto, además, tú mismo dijiste por lo bajo que su actitud terca era fastidiosa —masculla Tae Hyung apretando los dientes y entregándole una mirada asesina al más bajito.
—Oh, ¿De verdad? ¿Entonces lo hiciste por mí? ¡Qué lindosh Tae-Tae! —exclama Shin Bae conmovido, pero luego cambia su expresión a una desdeñosa cuando su vista pasa de Tae Hyung a mí—. ¿Esta-niña, escuchaste eso? Si, a ti misma, ¡exagerada! Ya deja de pensar que esta lindurash te sacó a la fuerza y ¿sabes?, eso de que te chantajeamos tampoco es correcto.
—Cierto. Yo siempre cumplo lo que prometo. Te prometí que te explicaríamos todo y así será, pero a su debido tiempo.
—Pero tú dijiste que...
—Dije que lo haría, pero no dije que sería aquí o ahora — la interrumpió el castaño con su grave voz.
—¡Trrrrágate ese pastelito! ¡Eso es cierto! El cuándo y el dónde nunca se dijo... el problema es que tú solita lo entendiste de otro modo. Ahora te aguantas, hasta que te demos la sorprrdb... —Las palabras fueron abruptamente cortadas, pues la boca del más joven tenía impedido pronunciar algo más a causa de la mano del castaño, quien me brindaba una sonrisa culpable.
—¿Una so...sorpresa? —musité con asombro.
—Disculpe, dama, lamento tener que decirle que no puede hacer eso en el interior del salón —se escuchó la voz de uno de los miembros de seguridad mientras se dirigía a una cliente que ocupaba la mesa contigua.
—¡¿Disculpe?! —exclama a la cliente con una clara tonalidad de indignación.
—Me disculpo nuevamente, pero sin ánimos de ofender, le comunico que no puedo permitir que continúe fotografiando a los demás clientes, señorita.
—¿Y qué va a hacer si no quiero detenerme? Este es un país libre, es mi celular y que yo sepa no es un delito tomarles fotos a figuras públicas. —desafía la muchacha.
Todos giramos la vista hacia la mesa donde se veía al sujeto alto, vestido de traje negro, que yacía de pie con la enorme espalda hacia nosotros y una de sus manos extendida hacia la joven vestida de rojo que estaba sentada en aquella mesa, quien elevaba sus cejas de un modo exagerado, mirando al hombre con incredulidad y desconcierto. La voz del empleado me recordó a... ¿Trueno?
«No puede ser»
No sé cómo describir la mezcla de sentimientos que estoy experimentando en este momento, pero creo que, si hubo miedo, el mismo se esfumó en cuanto sentí la mano de Tae Hyung en mi espalda. No me había percatado de que se encontraba de pie.
—Creo que es mejor que nos vayamos. —musita tranquilamente, pero sonando muy serio con la vista clavada en la chica de rojo.
—¿Ya? Pero si aun no termino y esta-niña no se ha comido el helado aún —se queja Shin Bae haciendo un mohín mientras se pone de pie y yo lo imito.
—Entiendo perfectamente a lo que se refiere, joven, pero tenga la amabilidad de respetar a los demás clientes mientras estén dentro de este salón recibiendo nuestros servicios y atenciones.
Tae nos deja atrás y se acerca a la otra mesa, se disculpa con aquella clienta y le dice algo que no alcanzo a escuchar a Trueno. Después se despide dándole una palmada en sus anchos hombros y luego vuelve a nosotros la vista haciendo una seña con la cabeza para que lo siguiéramos.
«¿Nos vamos sin pagar?»
Shin Bae casi mata con la mirada a la chica de las fotos cuando pasamos por su lado.
Cuando estábamos en el umbral de la puerta a punto de salir del elegante restaurante, lo detuve aferrándome de la manga de su chaqueta.
—Tae Hyung-ssi, creo que nos estamos olvidando de pagar.
—No te preocupes, conocemos al dueño, somos invitados especiales —afirma el más bajito.
—¡Shin Bae-yah! —vuelve a reprocharle el castaño, mientras aprieta sus dientes.
—¿Qué? ¿Qué tiene de malo que le informe eso? ¿No ves que la bonita está pensando que salimos sin haber pagado por la comida? Además, no es que le haya dado tanto detalle —farfulla el menor en su defensa ante la mirada asesina que le entregaba Tae Hyung.
En poco tiempo, el valet parking llega con el auto de Tae Hyung y nos disponemos a subir, pero antes, una vez más la voz de Trueno llama nuestra atención.
—Señorita, por favor, ya le pedimos amablemente que no tome fotos a nuestros clientes.
—¡Podría callarse viejo aguafiestas! Ya no estoy dentro de su salón así que puedo tomar todas las fotos que se me antojen —chilló la joven dedicando una mirada exasperada al hombre de seguridad.
—Por favor entren al auto, rápido —ordena el conductor con su voz profunda mientras miraba fijamente a Trueno y negaba con la cabeza, al mismo tiempo que ocupa su asiento en el auto.
Trueno hace un asentimiento y luego se aleja de la chica del vestido rojo, quien lo ignora y empieza a correr tanto como le permiten sus zapatos de tacón, mientras apunta con su celular al auto que Tae pone en marcha.
«Tía Ji Hye tiene razón en que existen muchas clases de locura en la gente, esa muchacha debe estar muy mal de la cabeza».
—Tsk. ¿Esa mocosa de Sana se cree papparazzi o qué? me ha arruinado por completo el almuerzo y no pude pedir mi postre. Acabo de descubrir lo que se siente odiar a alguien sin conocerlo.
Tae y yo venimos intercambiando miradas por el retrovisor mientras escuchamos los refunfuños de nuestro Shin Bae y cuando termina de hablar cruzándose de brazos dejamos escapar todas las carcajadas que reprimimos adrede solo hasta que él dejara de hablar, luego él también se une a nosotros.
Al cabo de 20 minutos llegamos a una especie de complejo rodeado de altos edificios, era un lugar impresionante y digno de admirar. Realmente hermoso. Me asombro al ver que Tae Hyung conduce atravesando la entrada del lugar. Una vez que el auto se desplazaba dentro del aquel complejo, de pronto se siente como si estuviéramos en otra ciudad, o más bien, otro país, uno que deja maravillado a cualquiera.
Me duele la cabeza. El estudiante de enfermería, ha venido todo el trayecto, desde que salimos del restaurante, haciendo chistes y anécdotas, sacándome toneladas de carcajadas, pese a las preocupaciones que me vienen invadiendo desde que me enteré que ya no tengo empleo. Ahora creo que, aparte del embrollo que se formaba en mis pensamientos, sus chistes también tienen parte de la culpa de que mi cabeza se encuentre a punto estallar en cualquier momento.
—Es aquí —se escuchó la profunda voz del conductor mientras me dedica una mirada más a través del retrovisor—. ¿Lo tienes? Inquirió girando su cabeza hacia su copiloto, quien asintió efusivamente—. Bien, es hora — indica antes de bajarse del elegante vehículo.
—¿Puedo ponérsela ahora? —pregunta el menor entre emocionado y dubitativo, mientras yo salía del auto y él también.
—No, esperemos a que estemos en el elevador —responde con una media sonrisa el de voz profunda, mientras cierra cuidadosamente la puerta del auto y luego activa la alarma.
—¿Se puede saber por qué tanto misterio? —inquiero acercándome a ellos, motivada por la curiosidad.
—¡Ssssssh! ¡Silence! Que aquí hay que comportarse ¿Sabes? ¿Por qué levantas tanto la voz esta-niña? —me reprocha Shin Bae, provocando que una suave carcajada saliera del más alto.
—No tienes que exagerar de esa forma enfermero — se burla el castaño sonriéndole al más inquieto.
Atravesamos el estacionamiento y una vez que entramos al elevador, el más bajito buscó en su bolso y luego sacó algo que parecía una bufanda negra.
—Ya. Debes prepararte para nuestra sorpresa así que cierra los ojos porque...
Tenía la intención de interrumpirle, pero cuando he abierto la boca para decir algo, soy abruptamente silenciada antes de haber pronunciado alguna palabra, porque el de la bufanda levantó su mano dejándola justo a un par de centímetros frente a mi rostro.
—Es exactamente lo que escuchaste y pensaste. Voy a vendarte y... uh uh, no acepto rechisteos bonita.
Doy pasos hacia atrás, pese a que tengo claro que dentro del elevador no hay escapatoria. Alterno la mirada por la confusión, en busca de una respuesta, entre el de los risos, quien me brinda una mirada recriminatoria y amenazante y el castaño, quien parece divertirse elevabando una de sus cejas con una media sonrisa.
—¿E-entonces... hay otra sorpresa? —cuestiono de la forma más sutil posible, debido a la inseguridad que me abruma.
Las expresiones de Tae Hyung pasaron de la diversión a la confusión —¿Otra sorpresa dices? y cuándo te hicimos la anterior?
«¿Cómo se olvidan tan rápido?»
—Pues, cuando los dos se aparecieron en la tintorería hoy, Imagino que Shin Bae fue a buscarte para consolarme juntos por mi despido, en verdad me sorprendieron y honestamente, estoy muy, muy agradecida por su compañía. Niños, gracias por estar conmigo en un día como hoy, si no fuera por ustedes hubiera estado demasiado triste y asustada.
Los dos chicos se miran y luego vuelven a posar su mirada en mí, para luego volver a mirarse mutuamente.
—¡¿No es linda?! —exclama el más bajito enternecido, mientras se lleva una de sus manos hasta su pecho.
—Si, demasiado tierna. ¡I purple this so much! —El más alto imita sus gestos con una sonrisa linda y cuadrada que muestra hasta último de sus dientes.
—¡Te dije que es una lindurash!
—Si, es nuestra pequeña osita moradita, pero ya cúbrele los ojos que casi llegamos.
«¿Osita moradita?», «mis ojos, no, mis ojos no, no me gusta la oscuridad?»
—Esperen, no...
Ambos fueron más rápidos que la velocidad de la luz. Mientras Tae Hyung me abraza por detrás inmovilizando mis brazos, Shin Bae cubre mis ojos con la bufanda negra.
Escuchaba sus risas amortiguadas, mientras ignoraban mis quejas ambos tenían sujeta una de mis manos, respectivamente, para que no continuara con mis intentos de retirarme la venda.
En unos instantes, que para mí fueron como una eternidad, el elevador se detiene, emite un tenue sonido indicando que las puertas se abrirán. Ellos me hacen caminar por unos segundos, nos detenemos y se escucha cuando se abre una puerta. De golpe siento el viento chocar contra mí y hacer ondear mis cabellos y mis ropas.
—Chicos...Por favor, d-díganme ¿dónde estamos? —pedí impaciente y un poco confundida por el cambio de clima repentino.
«Si hay viento es porque estamos afuera, y hace un segundo... ¡Un momento!»
—¿Es la azotea? —Sonrío permitiendo salir la emoción que comienza a invadirme, dejando un poco de lado mi miedo a la oscuridad.
—Hay no... ¡Ella hizo trampa bonitosh! —farfulla el más bajito.
—Tranquilo enfermero, solo está preguntando algo lógico, dale la vuelta.
A los pocos segundos de escuchar a Tae decir eso, siento una de mis manos ser liberada, pero antes de subirla hasta mi cara para retirarme la venda la misma mano vuelve a ser sujetada por uno de los chicos para hacer que gire sobre mis pies.
—Listo, ya puedes quitarte la venda Ji Ra-ssi —anuncia Tae con su hermosa voz al tiempo que Shin Bae deja libre mis manos.
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