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Capítulo 11: Amigos


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Ciudad de Seoul, Corea Del Sur

Febrero del año 2018

La Tintorería Song

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No tenía mucha conciencia de lo que hacía en ese momento, sin embargo, pese a que mi cabeza quedó totalmente embarullada con todo lo que acababa de acontecer, solo necesité un instante para salir de mi shock y, entonces, lo único que me preocupaba era el golpe que mi salvador había recibido en la cabeza, después de ver como un hilo de sangre se deslizaba detrás de su oreja izquierda y que parecía continuar bajando por su cuello hasta perderse bajo su camisa.

     —Lo vi agacharse para recoger su cubrebocas, sacudirlo delicadamente con sus manos bien cuidadas y colocárselo devuelta.

     —¿Estás bien? —preguntó mirando hacia mí con sus ojos almendrados denotando algo semejante a la preocupación.

     —Oh, si, lo estoy, gracias a ti —respondí, recuperando un poco el sonido natural de mi voz—, creo que te debo la vida.

     —Dices que estás bien, pero a mí no me lo parece —se mofó con sus ojos sonrientes acercándose a mí.

     No le di importancia cuando me había desplomado en el suelo, pues la poca luz que viajaba hasta mi cerebro solo alumbraba a esa línea de sangre que no podía dejar de ver desde que la noté.

     Estoy bien, de hecho, estoy mejor que tú, en cualquier caso —espeté al mismo tiempo que le permitía ayudarme a ponerme de pie.

     —¡Ja! ¿Mejor que yo?, pero si todavía estás temblando —se reía de mi abiertamente con esas carcajadas suaves.

     Al menos yo no estoy sangrando —aduje y, en ese momento, las carcajadas cesaron de una forma repentina y fueron reemplazadas por una expresión tan graciosa, a mi parecer, que me fue inevitable echarme a reír en el mismo instante.

     —Ah, ¿con que esas tenemos eh?, parece que te crees una buena bromista —dijo volviendo a reír, mientras me apuntaba con su índice—, recuérdame no presentarte nunca a Jin Hyung. —añadió aun riendo, mientras se alejaba de mí para ir a recoger su chaqueta.

     —Por favor, deja eso, yo me encargaré de limpiarlo y también tu camisa, será gratis, pero antes debo encargarme de un problemita mayor. —Señalé su cabeza, mientras sus ojos almendrados me entregaban una mirada confundida.

     Repentinamente, sus ojos se ensancharon de tal forma, que me recordaron el vergonzoso episodio de las manos del jefe masajeando mi pecho. En ese instante, una sensación de frío intensa y repentina, acompañada de un ligero temblor sacudió todo mi cuerpo.

     —Primero, hay que curarte esa herida ¿mhm? —aclaré mi garganta y volví a señalar la parte izquierda de su cabeza, ya que no parecía entender a lo que me refería.

     Después de ese hecho, automáticamente llevó una de sus manos hasta la parte alta de su cabeza, exactamente donde había recibido el golpe.

     —¡Oh...my...God! —exclamó,  lloriqueando falsamente, cuando colocó esa misma mano dentro de su marco de visión—, ¡es sangre!, ¡en verdad estoy sangrando!

     —¿Ahora sí me crees? Ven, tenemos que curarte la herida —hice señas con la mano para que me siguiera.

     El muchacho llamado Tae Hyung me siguió hasta la salida lateral de la sala de recepción. Esta conducía al patio de la casa de los Song y también a mi pequeña habitación, donde guardaba una pequeña cajita de primeros auxilios. Tantos años viviendo sola y encerrada, me enseñaron a apropiarme del manejo de ciertos cuidados.

     Una vez que abrí la puerta de mi habitación, el castaño dejó salir de su garganta un sonido que denotaba asombro.

—¿Qué es esto? —inquirió curioso, apuntando con su cabeza hacia el interior.

     —Es mi habitación —respondí con normalidad, encogiéndome de hombros—, ven dame acá eso... —añadí, mientras le arrebatada la chaqueta de las manos—, y siéntate allá —ordené señalando hacia el rincón donde había mantas que estaban dobladas con mucho cuidado.

     El estudiante asintió con su cabeza y obedientemente caminó con cuidado hasta el lugar que yo le había indicado,  luego de sentarse señaló mi guitarra 

     —¡Es una...! ¡Oh my God! —de repente se puso de pie con el propósito de llegar hasta el instrumento, sin embargo, yo bloquee su paso y le volví a dar la orden de que se sentara.

     —Esta bien —musitó, cambiando de golpe su expresión y como un niño bueno acatando una orden de su mayor, volvió a tomar asiento—, ¿dónde la conseguiste?, ¿puedes tocarla?, ¿me dejarás verla más de cerca cuando termines?

     —Si, pero, ¿puedes estarte quieto? —pedí, mientras acomodaba su chaqueta en un lugar visible, para luego ir por la caja de primeros auxilios—. Era del esposo de mi tía, fue su regalo de cumpleaños hace mucho tiempo, se sentía mal conmigo porque ella había roto la guitarra de mi padre en uno de los ataques de nervios que yo le provocaba —expliqué sin pensármelo mucho, mientras me subía a gatas en el anaquel para alcanzar la cajita.

     —¡Pero es una STRATOCASTER!, y a juzgar por los autógrafos debe ser única, tu tía debe ser muy rica —al escuchar esas palabras juntas, mis nervios me traicionaron y la cajita se me resbaló de las manos.

     —¡La tengo! —hizo el anuncio acompañándolo de una suave carcajada —Tienes manos de mantequilla, recuérdame no presentarte a Nam Joon Hyung.

     —¡Ssssssh!, por favor has silencio, no puedes ser tan ruidoso ¿sí?

     —Ok. —Levantó su mano libre formó un círculo con sus dedos índice y pulgar y rápidamente volvió a sentarse, después de devolverme la caja.

     Ya estaba ocupándome en silencio de limpiar el área donde había sangre y pensando qué responderle, en caso de que volviera a preguntar sobre mi familia rica, cuando de pronto él empezó a hablar.

     —¡Que irónico!,  aun no nos hemos presentado, y mira todo por lo que hemos pasado, hasta estoy profanado tu habitación con mi sangre. Este día no lo olvidaré.

     —Mi nombre es Kim Ji Ra y sé que eres Kim Tae Hyung, porque lo dijiste antes cuando estábamos en la recepción. Y con respecto a la sangre, yo creo que es lo más lógico, si la persona que te ha ayudado está herida, lo menos que puedes hacer es curarla.  ¿cómo puedes pensar que una persona normal como tú podría profanar algo?

     —¿Crees que soy normal? —preguntó denotando curiosidad en el tono de su voz.

     —¡Claro que sí!, ¿por qué no lo iba a pensar así? —respondí con naturalidad, sin prestar mucha atención a su pregunta—. ¿Me permites quitarte esto para poder limpiarte detrás de la oreja? —pedí, señalando el cubrebocas.

     —Pues, porque...espera, ¿dices que sabes mi nombre porque apenas lo escuchaste cuando estábamos con Rayo, Trueno y el Jefe? —habló mientras se quitaba el accesorio de tela negra y luego lo depositaba sobre su regazo.

     —¿Mhm?, ¡por supuesto!, te escuché decirlo a ti y también escuché cuando el Jefe lo repitió así: "¿El Kim Tae Hyung de Bang Tan?" —aclaré sintiéndome algo conmovida por la naturaleza inocente del joven Tae Hyung, sus expresiones son de lo más tiernas—. Pero, ahora que me preguntas algo tan obvio, ya no estoy segura de que seas un tipo normal, Tae Hyung-ssi —declaré antes de soplar en la herida, luego de haber aplicado alcohol en la misma.

     —¡Ouch! —se quejó mientras se ponía de pie.

     —Aún no he terminado, así que vuelve a sentarte ahora mismo, Kim Tae Hyung —le ordené, dándole una mirada reprobatoria.

     De forma sumisa, él hizo como le ordené, mientras depositaba en mi rostro una mirada que parecía indescifrable entre expectante y curioso.

     —La herida no es grande, pero sería bueno que vayas a un doctor, ya sabes, para estar seguros de que no necesitas darle alguna puntada. Esos tipos sí que son un peligro, menos mal que se guiarán de tu consejo y se retirarán de la delincuencia para volver a su profesión de maestros ¿No?

     —¿Maestros?, ¿Entonces, quiere decir, que conoces a esos tipos? —preguntó asombrado.

     —No, es la primera vez que los veo, pero es obvio que ellos si te conocen a ti, hasta saben a qué universidad vas. Lo que no entiendo es porque tú no los reconociste a ellos.

     —¿De-de qué hablas? —Arrugó el entrecejo, denotando pura confusión en su mirada.

     —Ay, Tae Hyung-ssi, tú sí que eres extraño, o ¿Será que el golpe te está afectando el cerebro? Ellos saben que eres estudiante, tal vez el Jefe fue tu profesor en la universidad Bang Tan o como sea que se llame y también conocen a otros estudiantes, hasta mencionaron a otro que también es estudiante favorito del jefe... ¿Cómo se llamaba?... es un nombre con Dragón, ¿No? ¡GilDragón! —manifesté, chasqueando los dedos y mostrándome orgullosa por haber hecho una pequeña demostración de mi buena memoria.

     A lo largo de los siguientes segundos el seguía manteniendo su mirada, ahora con los labios entreabiertos, como si estuviera concentrado resolviendo un problema de matemáticas muy complicado.

     —¿Se puede saber que tanto me ves la cara? —Le interrumpí de sus cavilaciones.

     —Oh, lo siento, es que estaba pensado que me gusta que me veas como a una persona normal a veces y que en otras ocasiones me veas como a una persona extraña. Todo lo que acabas de decir explica la forma en que me tratas. Me gustas.

     Soltó una sonrisa de los más particular, pero hermosa.  Aunque, seguramente se ofendió por la cara de sorpresa que debí poner, ya que cambió aquella sonrisa por una expresión seria.

     —Lo que quiero decir es, que me gustaría tenerte como amiga, pero solo si tú quieres, claro —explicó rápidamente.

     —¿Tú realmente me estás pidiendo que sea tu amiga? —pregunté conteniendo el torrencial sentimiento de euforia que me llenaba por dentro. «¿De verdad esta persona tan genuina quiere que seamos amigos?».

     —Si, amigos, así como hermanos, ¿qué dices?,  ¿aceptas? —propuso, con su peculiar, pero hermosa sonrisa asimétrica.

     —¿Qué si acepto?... ¡No tienes idea de cuanto he deseado tener un amigo!, ¡Claro que acepto! —exclamé, dejando fluir ese manantial de felicidad que ya no podía retener por más tiempo, porque si no lo dejaba salir, mi pecho hubiera podido a estallar en cualquier momento.

     En ese mismo instante, lo estaba abrasando, y mi alegría era tan enorme que no me había percatado. Desde un principio, ese abrazo no tuvo respuesta de la otra parte, para cuando me separé de él observé que estaba como petrificado.

     Al observar sus ojos, un sentimiento de vergüenza mezclado con tristeza peleaba por reemplazar mi momento de felicidad.

     —¿Puedo preguntarte algo sin importar que parezca extraño?

     La elección de sus palabras juntamente con la expresión que las hizo acompañar, me cayeron como un chorro de agua fría, con hielos incluidos.

     —Si, adelante. —respondí con miedo, presintiendo que debía sentirse arrepentido de pedirme que fuera su amiga, debido a mi comportamiento.

     Mis propios pensamientos taladraban en lo más recóndito de mi mente, «¿Estoy a punto de recibir una lección de alguien que parece menor que yo?: "No deberías tener esa clase de confianza con extraños...bla, bla, bla"».

     —¿Aparte de mi nombre, que más sabes de mí?

     La pregunta me tomó desprevenida y me dejó un tanto anonadada, no era lo que esperaba, ¿en serio me está preguntando algo tan obvio? Dejé de planteármelo cuando reparé en que su semblante era demasiado serio, mientras esperaba por mi respuesta, y no tuve más remedio que responder lo que claramente era obvio.

     —Pues, honestamente, nada. Bueno, aparte de tu nombre sé que eres un Idol.

     ¿Sabes que soy un Idol? ¡Lo sabía! —afirmó después de hacer aquella pregunta cambiando su seriedad por una expresión cabizbaja.

     Si, sé que lo eres, pero eso ya lo sabías, pues eso también se los escuché decir a los delincuentes ¿O es que acaso no eres estudiante como ellos creen?

     —¿Mhm? —Tuvo otro cambio repentino de expresión a una que venía acompañada de una sonrisa que mostraba casi todos sus dientes—. ¿Quiere decir, que no me conocías antes de hoy?

     Y he aquí, otra de sus preguntas con carencia de lógica, pero que nueva vez me sentí responsable de responder.

     —En lo absoluto. Oye, si todas esas preguntas vienen solo por que te di un abrazo, ya no lo volveré a hacer nunca más; no vaya a ser que se nos pase la vida entre preguntas extrañamente tontas y respuestas obvias. Solo me apropié de la palabra de que somos amigos y además, me tomé la libertad de sellar la relación con un abrazo, es todo. Es mi forma de demostrar lo feliz que me estaba sintiendo por tener un amigo.

     «Cielos, antes Suzy y yo podíamos abrazar a nuestro mejor amigo, y no recuerdo que el gatito hiciera tanto drama»

     —Lo siento —se disculpó restregando las palmas de sus manos contra sus mulos. Sus movimientos delataban que se sentía avergonzado en ese momento.

     —No, tú tranquilo, después de todo, yo he actuado de forma inmadura, no debí hacer eso cuando apenas conocemos el nombre del otro.

     —No lo siento por eso, yo también soy así —Yo fui el que propuso que fuéramos amigos cuando no sé nada de ti, así que en ese aspecto tememos algo en común.

     —Entonces, si no lo sientes por eso, ¿por qué lo sientes?

     —Es que creí que me estabas mintiendo para ser más cercana a mí —explicó con una expresión que denotaba culpabilidad.

     De eso no debes preocuparte, yo he deseado por largo tiempo tener un amigo o una amiga, pero quiero que se trate de una relación que sea genuina. No haría trampas para conseguir mi objetivo, porque no sería real entonces. No me conformaría con una relación falsa, porque ya antes he experimentado lo gratificante y lo bien que se siente cuando la amistad es verdadera.

     Entonces ya tenemos algo más en común, yo también he experimentado la amistad verdadera y, tienes razón, es algo muy gratificante. Presiento que tú y yo seremos excelentes amigos, Kim Ji-Ra.

     —¡Kim Ji Ra-ssi! —al escuchar el grito de la señora Song, pegué un fuerte respingo y luego me quedé congelada.

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