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III

Mientras tanto el español se encontraba cabalgando en el bello caballo blanco de nombre "Phillippe", se veía confundido, nunca había visto ese bosque, le parecía extraño.

—Es un lindo bosque, si tan sólo lo reconociera, ¿Conoces el lugar Phillippe?, porque yo no—Un gran rayo impacto en un árbol cercano, el pobre Phillippe se asustó demasiado al punto de casi irse con el hombre.

—¡Hey tranquilo Phillippe!—El español logró divisar un camino por lo cual decidió guiarse por ahí.

Extrañamente al pasar por ese camino estaba nevando, el español se veía confundido ante lo que veía, ¿Nieve en Junio?.

Todo es demasiado extraño, el español se percató de que alguien más los acompañaban se trataban de lobos sedientos por algo que comer.

—¡CORRE PHILLIPPE!—el caballo acató la orden mientras eran seguidos por los animales dichos anteriormente.

Ambos inocentes se encontraban escapando, el español debido a una falla de su carrera hizo que cayera en un lugar lleno de nueve mientras el caballo intentaba escapar, pero no se podía ir sin él.

Al subir en aquella clase de muro se encontró cara a cara con uno de los lobos provocando miedo en el pobre hombre.

—Ay no...—El español gritó el nombre del caballo para que este fuera por el aterrizando en el lomo del caballo.

—Buen chico...—El español cabalgó hasta llegar a un castillo algo cerca de ahí, era muy sombrío y a la vez lindo.

Los lobos aullaban provocando miedo tanto en el Español que en el caballo que lo acompañaba.

—¡Hey mirá tienen Heno!—Menciono el Español mientras miraba el castillo mientras acomodaba al caballo en el lugar, le parece raro ¿Porque está nevando?.

—Estaras cómodo hijo mío—Le mencionó el español mientras se acomodaba sus manos. —Yo me presentaré a nuestro anfitrión involuntario...—El español se acercó a la puerta del castillo con algo de nervios, al entrar el lugar se veía cálido y muy lindo.

—¿Hola?, Lamento importunar pero soy un simple viajero que huye de la tormenta un rato—No hubo respuesta pero el fuego abrazandor que consumía unos finos troncos en la chimenea le hizo acercarse para calentarse.

—¿Está despierto?, ¿Hay alguien aquí?—El español miró a todos lados tratando de encontrar a alguien con la mirada pero no encontró lo que buscaba.

—Seguramente se perdió en el bosque...—susurro una voz con un acento francés un poco marcado pero alguien más lo calló.

—Cierra la boca....Tonto—Menciono una voz masculina mientras el español se volteaba algo asustado..

—¿Disculpe?—Menciono el español algo asustado acercandose a unos objetos que habían atrás de él, se trataba de un candelabro hermoso y un reloj que conlleva la misma belleza. —Que hermoso....es de hierro—Decía el español mientras examinaba los objetos con sutileza.

Un sonido hizo que provocará duda en el hombre, se trataba de un piano por lo cual fue a una habitación en la que se encontraba dicho instrumento pero al ver al español este dejó de tocar provocando miedo en el hombre.

—Bueno donde sea que esté, me voy a calentar junto al fuego—El hombre se acercó a la chimenea para calentarse cuando otro ruido llamó su atención.

El español se fue de la habitación para después llegar al comedor donde había una cena para una persona que no acaparaba toda la mesa.

—Oh muchas gracias—El español se sentó con algo de miedo, en la mesa habían dos tacitas una que llevaba Té y la otra llevaba café.

El hombre empezó a comer cuando la taza que llevan Té se acercó sola en un plato lentamente hacia el hombre.

—Mamá dijo que no me moviera porque lo podía asustar—Mencionó la voz de una pequeña niña viniendo del objeto, la tacita miro hacia arriba para después disculparse.
—Lo siento..—

El de español se veía sorprendido y a la vez asustado, no le salían bien las palabras por lo cual solo hablo con una simple palabra.

—Descuida—Mencionó por un momento quedándose Quieto para después salir corriendo de ahí llegando a la puerta.

—Yo... Enserio le agradezco por su hospitalidad...Me despido—Fue lo último que dijo para ir por Phillipe a donde lo dejó en primer lugar, la nieve caía sobre su cabeza mientras se acercaba.

El hombre montó su caballo para después empezar a cabalgar, pero al ver el campo de Rosas pensó en su hijo, le prometió una Rosa y le llevará la Rosa.

—Espera Phillipe... Rosas, casi lo olvido... Le prometí a Perú una Rosa—El hombre se acercó al campo con cuidado sin saber que una bestia lo acechaba entre las sombras.

El español cortó una de las Rosas, era de un color blanco como la nieve pero al hacerlo la bestia decidió acercarse por lo que sorprendió al español haciéndolo caer en la nieve.

Phillipe al verlo salió corriendo en busca de ayuda hasta llegar a el bello pueblo donde estaba Perú.

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