I
Es un hermoso día en el pueblo, un bello jóven salía de su hogar con una amable sonrisa, le sonreía a la mañana con un bella canasta de un color dorado dispuesto a ir al pueblo.
—Que lugar, simple y aburrido, siempre es otro día más—Se trataba de un bello jóven pelirrojo, sus ojos eran de un color dorado, una hermosura total y ese lindo jóven lo llamaban al nombre de Perú.
—Que lugar, solo gente simple... Que despierta así—El muchacho llegó a la plaza en la cual había un gran reloj que llamaba la atención a primera vista, el pelirrojo se centró en dicho edificio que ya estaba tocando sus 5 campanadas.
A la quinta campanada todos los habitantes del pueblo habían despertado, las mujeres habrían sus ventanas saludando a la mañana.
—Bonjour, Bonjour—saludaron las mujeres desde sus ventanas de madera.
—Bonjour, Bonjour—se saludaron dos hombres en la plaza dándose un apretón de manos ante el saludo.
—¡Bonjour!—Esta vez se trataba de un mendigo que estaba siendo arrestado pero era educado para darle los buenos días a nuestro protagonista por lo cual este con una linda sonrisa los saludo para irse caminando.
—Ahí está el panadero y su rutina, el mismo pan sale a vender—El jóven tomó uno de esos panes dejando su dinero en la ventana de la panadería ya que ahí se recibe el dinero.
—Las mañanas son así, no ha cambiado nada aquí, es mi vida provincial—Nuestro pelirrojo se encontraba acariciando a un caballo que estaba cerca de la panadería ya que le encantan los animales como esos hasta que escucho una voz conocida detrás de él.
—¡Buenos días Perú!—saludo un hombre amable pero muy olvidadizo al pelirrojo por lo cual el le contestó.
—¿Como esta Monsieur Jean?, ¿Otra vez perdió algo?—Pregunto el chico al ver que el hombre buscaba algo en la bolsa que llevaba consigo.
—Parece que si lo perdí, el problema es que se me olvidó que—Dijo el hombre buscando entre sus cosas provocando una linda risa en el joven pelirrojo, El hombre se alzó de hombros después de colocarse un sombrero en su cabeza.
—Bueno ya recordaré—El joven se acercó a un pequeño burro que había ahí para entregarle una manzana para que la comiera.
—¿Y a donde vas?—El chico se giró al hombre con una amable sonrisa.
—Regreso un libro al padre Roberto, es sobre dos amantes en en la Bellaberona—El hombre se quedó pensando sobre lo que le dijo el joven por un momento.
—Suena interesante—comentó el hombre mientras el joven se iba de ahí rumbo a la librería.
El joven paso por una escuela por lo cual los niños miraron al joven confundidos de como es su vida.
—Miren a aquel chico tan extraño—El maestro de los niños los fue metiendo dentro del edificio mientras observaba al jóven examinando a este.
—Es distraído ¿No lo crees?—El pelirrojo paso por un estanque saltando las piedras con sumo cuidado para no caer en el agua pasando por donde las mujeres lavaban la ropa con las niñas.
—Nunca brilla en sociedad, en las nubes siempre esta—Las niñas que estaban ahí observaban al pelirrojo mientras este pasaba por ese lugar rústico.
—Siempre no se sabe a donde va—Las niñas cantaron al unísono, el joven ya había llegado a otro rumbo de la plaza con sus puestos en sus ventas cotidianas.
—Bonjour, ¿Que tal?, que gusto verte—canto el vendedor que le estaba vendiendo carne a una mujer lo cual está le pagó.
—Bonjour, ¿Que tal?, ¿Y tu mujer?—Dijo la chica mientras la esposa del hombre salía con unas cosas para vender, para que una mujer mayor se acercará.
—Que sean 6, ¡Que altos precios!—Dijo la mujer cruzándose de brazos ante el vendedor mientras solo el pelirrojo rodo los ojos yéndose de ahí.
—¡Que cambie mi aburrida vida ya!—dijo para si mismo para salir de ahí rápidamente.
El pelirrojo entró a la librería en la cual había un hombre limpiando sus ventanas hasta que el sonido de la puerta llamó su atención.
—Ah, si es nuestro único ratón de biblioteca, ¿A donde viajaste esta semana? —mencionó el hombre de manera divertida provocando una risa en el pelirrojo.
—dos ciudades a norte de Italia y ya no quería volver, ¿Hay un lugar nuevo que conocer?—pregunto acercándose a un estante en el cual habían muchos libros.
—Temo que no, pero puedes releer otro que te guste—El padre Roberto sonrió ante el joven el cual tomó su favorito de todos con una linda sonrisa.
—Gracias, sus libros hacen más grande este rincón del mundo—Los dos se despidieron, el joven caminaba de nuevo por el pueblo, leyendo ese bello libro que tenía en sus manos.
—Ahí está ella, es tan diferente, ¿Quien sabe si se siente bien?—dijeron varios hombres juzgando al joven el cual los ignoraba.
—Con sus libros siempre están, entre sueños vivirá, un misterio para otros siempre es el—El chico pasaba por el mercado de flores con su libro con una gran sonrisa.
—Es un gran romance, ya sabrán porque es justo aquí, el príncipe le habla, pero no se sabe que es el hasta el final—Cantó cerrando el libro que llevaba consigo, hasta pasar por una tienda de ropa.
—Es tan hermoso como dice el hombre, de la cabeza hasta los pies—Al escuchar las palabras de la mujer que se encargaba del local sus hijas se veían celosas por la hermosura del chico.
—Solo ven su linda faz, más me temo que detrás, diferente de nosotros es, no es como los demás, diferente a nosotros es—
En otro lado se encontraba un joven muy apuesto, un joven recién llegado de la guerra que con un telescopio observaba a el pelirrojo.
—Míralo Venezuela, mi futuro esposo, Perú es el joven más lindo que habita aquí, y por eso es el mejor—El venezolano observaba con el telescopio al joven que llamaba la atención de su amigo.
—Pero el es tan letrado y tu eres de intereses Atléticos—El argentino vió desde lo lejos al joven peruano con una sonrisa atrevida.
—Lo se, Perú aparte de hermoso es obstinado—El venezolano le dió la razón al argentino con una sonrisa orgullosa.
—Exacto, ¿quien lo necesita?,nos tenemos a nosotros—
—Si, pero desde la guerra es como si algo más faltará en la vida, el es el único que me causa una sensación de—el argentino movió las manos en señal de sensación.
—Jene Sekua?—El argentino negó que no sabía eso comenzando a galopar a su caballo hasta llegar al pueblo.
—Desde el momento que lo ví tan lindo, me dije yo lo atraparé, el es único aquí, se parece solo a mi así pues con Perú yo me casaré—el argentino bajo de su caballo junto al venezolano.
—Allá va el, es como un sueño Monsieur Argentina, ¡Que lindo es!,pensar en el me da desmayó el es tan guapo y fuerte a la vez—el caballo que llevaba al argentino hizo ensuciar a las tres hijas de la modista, el venezolano se acercó con una cara sería a las mujeres.
—Eso nunca se les cumplirá chicas—el chico se dirigió a su amigo el argentino el cual buscaba al peruano.
Mientras tanto el pelirrojo caminaba saludando mientras más personas alababan a el chico hasta que todos los rumores se acabaron por hoy.
—¿Como estas Perú?, ja que magnífico libro ¿eh?—El pelirrojo Miró el libro que llevaba en su mano para preguntarle al argentino que llevaba consigo un ramo de flores.
—¿Ya lo leíste?—pregunto con extrañes ante las palabras del argentino.
—La verdad ese no pero son libros, son para tu mesa—el argentino acerco las flores al joven el cual estaba confundido.
—¿Llego a cenar después?—por lo cual el pelirrojo se negó ante el plan del argentino de ir a su casa después.
—Lo siento, hoy no se puede—El chico se alejó lo más rápido posible no quería hablar con ese hombre, no le agradaba su actitud.
El venezolano se acercó a su amigo que se quedó con las flores en la mano, las cuales fueron rechazadas.
—¿Y que?, ¿Lo olvidarás?—Mencionó el venezolano esperando un "No" del argentino por lo cual sucedió el argentino se negó ante la pregunta.
—No Venezuela, los chicos difíciles de cazar son la más dulce presa, justo por eso Perú es fascinante, no se porta como un bruto para dar mis favores ¿Como lo dirías?—El argentino no despegó la mirada mientras se alejaba el peruano, el venezolano al darse cuenta habló normalmente.
—Dignidad—
—Escándalosamente atractivo—corrigió el argentino las palabras de su amigo acercándose a más doncellas
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