
9. Sin Pedir Perdón
Pau y yo no hemos hablado en todo el camino. Su madre lo llamó para decirle lo mismo que a mi. Que quería que yo me fuera con él a Villarreal. Al parecer nuestras madres han preparado una comida en casa de Luisa para hacer una pequeña celebración por el compromiso y yo tengo un dolor de estómago ahora mismo que me muero.
Hemos parado en una estación de servicio a comer algo y a mi no me entra nada. Una cosa es mentir a gente que no me conoce, pero a mis padres y a mi madre. Eso si que no puedo. Es superior a mis fuerzas. Pau termina de comerse su bocadillo y me mira algo serio.
- ¿Te lo vas a comer? -me pregunta señalando mi sandwich al cual solo le he pegado tres bocados
- No, no quiero. Cómetelo si quieres
- ¿Qué te pasa Roni?
- Nada Pau, no me pasa nada. Todo me va de puta madre ¿no lo ves?
Me levanto de la mesa y cojo mi chaqueta furiosa con él. Todo esto es culpa suya. Todo. Y el idiota actúa como si la cosa no fuera con él. Salgo del restaurante apretujándome en mi chaqueta porque aquí hace un frio de la hostia. No sé si es del frio o de como estoy, pero estoy temblando más de la cuenta. Mis ojos empiezan a escocerme y siento las lágrimas caer por mis mejillas. Me voy hacia el coche y espero a que salga Pau mientras pienso en lo mucho que ha cambiado mi vida en estos 5 días.
Lo único bueno que me ha traído el puto Pau Torres es que me voy a ser la imagen de la nueva campaña de verano de la firma Satin de bañadores. Estaban entre Aitana Ocaña y yo, y me la han dado a mi. Y sinceramente, si es porque soy la novia de Pau, me importa una mierda. Eso de que yo quiero hacer las cosas por mi misma es un rollo de la hostia. En unos días me voy a las Islas Mauricio para las fotos y me voy sola. Y lo estoy deseando. Lo necesito. Necesito perderme de todo y de todos. Y del primero de Pau, el cual sale del restaurante y viene hacia mi mirándome como si no pasara nada.
- ¿Se puede saber que te pasa? -me pregunta poniéndose delante mía
- Que no puedo Pau. Que no puedo mentirle a tu madre. Que tengo un agobio que no puedo
- Pues con tu madre bien que lo hiciste
- Me pillo desprevenida. Joder Pau, que aún todavía no he reaccionado. Que me duele el estómago de pensar en fingir algo que no somos
- Pues ya sabes, coge el móvil, escribe, publica y asunto concluido -me dice él con una sarcástica sonrisa
- ¡Hazlo tú capullo! ¡Dios! Como te odio. Eres imbécil. ¡Tenías que aparecer y amargarme la vida otra vez! -le digo pegándole un empujón con todas mis fuerzas. Pero el capullo ni se mueve.
- ¿Cómo que otra vez? ¿De qué hablas?
Me muerdo la lengua porque no quiero llorar que es lo que deseo. Rodeo el coche y voy hacia el asiento del copiloto esperando que abra.
- Verona -me dice él elevando el tono
-¡Abre el puto coche Pau! -le grito poniendo la mano en la puerta
- No hemos terminado de hablar
- ¡Ni siquiera hemos empezado pedazo de gilipollas! Eres un puto inmaduro. Siempre lo has sido. Te da igual la gente con tal de librarte tú. Has preferido jugar conmigo y con mis sentimientos con tal de conseguir lo que tú querías. Eres mala persona, muy mala
- Pues si tan malo soy, ¿Qué haces conmigo?
-¡Que yo no estoy contigo idiota! Ni ahora ni nunca. Antes me corto las venas que estar contigo -siento las lágrimas caer por mis mejillas sin control. Porque yo ya no puedo más- te odio, te odio muchísimo Pau Torres. Ojalá aquella noche te hubieras ido con aquella rubia en vez de conmigo...
- Bueno Roni, bien que me suplicabas que no parara. Muy mal no lo debiste pasar
Lo miro y me doy la vuelta llorando. Todo esto me supera. Todo. Yo era feliz, bueno, feliz a medias. Pero no tenía dramas. Con Miki no tenía nada de esto. Bueno es que no tenía nada de nada, pero por lo menos no lloraba. El seguro del coche se abre y yo me limpio las lágrimas con el dorso de la mano. Abro mi puerta y me monto poniéndome el cinturón sin hablarle a Pau.
Durante las dos horas de camino que nos quedan los dos no abrimos la boca. Cierro mis ojos unos segundos cansada de todo esto y cuando los vuelvo a abrir ya estamos en Villarreal. Me incorporo en el coche y veo que Pau le da a un mando que tiene en la mano y se abre la puerta del garaje de un bloque.
- ¿Dónde estamos? -le pregunto
- En mi casa. Son las dos de la mañana. Quédate a dormir aquí y mañana te vas cuando te levantes
No tengo ganas ni de protestar. Me dejo llevar y entramos en el sótano. Aparca el coche en su plaza y salimos de él. Cojo mi bolso y lo sigo hasta el ascensor. Al montarme me apoyo en la pared mordiéndome los labios. Pau ni siquiera me mira. Y yo paso hasta de hablarle. Llegamos a la última planta y lo sigo hasta la puerta que hay al final del pasillo. Abre con su llave y me da paso para que entre. Lo hago mientras él enciende una luz. Siento un escalofrío al recordar la última vez que estuve aquí. Donde fui feliz. Y de donde me fui jurando que jamás volvería. Me lleva hasta la puerta de uno de los dormitorios y la abre señalándome una cómoda.
- En el cajón de arriba hay camisetas. Coge la que quieras -me dice mientras los dos nos miramos a los ojos- buenas noches, Roni
Pau se va y yo me doy la vuelta para meterme en el dormitorio. Antes de hacerlo nuestras miradas se cruzan. Está serio mientras me mira. Y yo estoy triste, muy triste. Y también desilusionada con él. A veces me pregunto donde está mi mejor amigo. Aunque sé la respuesta, lo perdí la noche en la que sus labios rozaron los míos.
- ¿Sabes la pena que me da Pau? Que no me has pedido perdón ni una sola vez por lo que has hecho y eso es lo que más me duele
No le dejo ni contestar y me meto dentro del dormitorio cerrando la puerta tras de mi, y sabiendo que no voy a dormir nada.
Domingo 4 de febrero
Efectivamente no he dormido casi nada. Me he pasado la mitad de la noche insultando a Pau, llorando y escribiendo. Se me ha ocurrido una letra para una canción y anoche estuve grabando notas de voz para que no se me vayan las ideas. Acabo de levantarme y me he vestido. Tengo ganas de llegar a mi casa y cambiarme de ropa. Salgo del dormitorio y al pasar por la cocina Pau está haciendo el desayuno. Nos miramos y él me sonríe.
- Buenos días. ¿Cómo has dormido?
Lo miro y ni le contesto. Camino por el pasillo, abro la puerta de la calle y me voy. Bajo por las escaleras, por si al imbécil este le da por seguirme. Pero ni eso es capaz de hacer. Pido un taxi que llega bastante rápido y le doy la dirección de mi casa.
Me monto en el y mi móvil empieza a sonar. Es Pau. Le cuelgo y lo pongo en silencio para que no me moleste. No sé como voy a sobrevivir a este día. No sé como voy a hacer para engañar a las personas que más quiero en el mundo. Pero Pau se merece una lección, y muy gorda. El día que todo esto acabe, será porque él lo haga, y será él, el que de todas las explicaciones del mundo.
Llego a mi casa y después de pagarle al taxista abro la puerta con mi llave. El adelanto que me dieron por mi primer disco, se lo di entero a mi madre y se compró esta casa unifamiliar. Ella está encantada de la vida y eso para mi es lo importante.
- Verona ¿eres tú? -la voz de mi madre saliendo de la cocina me hace sonreír
- Soy yo mamá
Mi madre viene corriendo hacia mi y la abrazo bien fuerte intentando contener las lágrimas. Hoy voy a tener que aguantarme mucho.
- ¿Y Pau? -me pregunta ella acariciando mis mejillas
- En su casa. Luego viene. Voy a ducharme y a tumbarme un poco. Ahora después hablamos
-Vale mi vida. No te olvides que nos esperan a las 13.30 en casa de la Luisa
-Vale mami
Subo las escaleras derrotada. Necesito una ducha para despejarme y pensar que voy a hacer con mi vida. En cuanto llego a mi habitación me doy cuenta de que no me apetece nada meterme en el baño, pero si necesito otra cosa. Abro uno de los cajones de mi cómoda y alzo mis ojos al cielo dando las gracias porque todavía estén ahí. Cojo el paquete de "panteras rosas" y miro la fecha de caducidad. Es para dentro de 3 meses. Me vale. Me siento en la cama y me zampo el paquete de tres sin ningún tipo de remordimiento. A veces me dan estos arrebatos de comida cuando estoy nerviosa. Que es como me pone el puto Pau Torres. Pero no quiero pensar en él. No porque me pondré a llorar.
Me concentro en disfrutar de mis bollitos rosas. La época en la que me los comía y luego intentaba vomitar, ya pasó. Bueno, hasta que me pillo mi madre. Me dio una hostia primero y una charla después que aún tengo grabada en mi memoria. Desde entonces, si me apetece darme un atracón me lo doy. Me importa todo una mierda. Lo de engordar y mantener la figura porque soy cantante, me la pela. Hago ejercicio todos los días, bueno, cuando puedo, sin obsesionarme y punto.
Después de comerme los bollos, me dejo caer en mi cama con ropa y todo. Es cerrar los ojos y me quedo dormida. Lo que pienso que han sido dos segundos en realidad han sido 3 horas, y para cuando despierto son las una. Así que me quito la ropa y me meto en el baño para darme una larga ducha, algo que necesito muchísimo. Me lavo el cuerpo y el pelo a conciencia y después de envolverme con el albornoz salgo del baño. Y allí, sentado en mi cama, está Pau, el cual me mira de arriba a abajo relamiéndose los labios. Trago saliva al sentir su mirada sobre mi cuerpo y tengo que convencerme a mi misma de que es un puto cabrón y no abrirme el albornoz y dejar que me haga lo que quiera.
- ¿Qué haces aquí Pau? -le pregunto anudando aún más mi cinturón
- Tu madre me ha dicho que seguramente te habías quedado dormida y que podía subir a despertarte
- Pues ya estoy despierta. Ya puedes irte Pau -le hago un gesto con mi mano, pero él, como siempre, me ignoa
- Oye Verona...yo...
-Mira Pau, déjalo -le digo levantando mi mano- ¿sabes qué? tú ganas
- ¿Yo gano?
- Si. Si quieres ahora mismo, pongo en instagram que hemos decidido romper el compromiso, que seguimos siendo amigos y todo eso... y a nuestros padres le decimos la verdad y ya está...
- Me parece bien Roni, pero...¿podrías esperarte un poco?
- ¿A qué Pau? Es lo que querías, ¿para que esperar? -le pregunto algo sorprendida. Es lo que él quiere que haga, ¿porqué quiere esperar ahora?
- Porque el sábado jugamos contra el Barcelona y no quiero que mi vida amorosa influya en el partido...
Cierro y abro mis ojos y respiro internamente hasta cinco para no ir a por él y clavarle las uñas en la cara. Pero, no llego ni a tres.
-¡Tu vida amorosa dice! ¡Dios! Estoy deseando perderte de vista, puto egoísta
Voy hacia el armario para coger la ropa que voy a ponerme. Es que no puedo ser buena con él porque se aprovecha.
- Si, soy un egoísta. Porque llevamos sin ganarle al Barcelona en su casa más de dos años y no quiero que la gente me grite y se meta contigo porque tú me has dejado, eso es lo que pasa...Espérate al domingo que viene
- El domingo que viene me voy a las Islas Mauricio Pau
- ¿Y qué vas a hacer tú allí?
- Trabajar. Soy la imagen de la campaña de verano de Satin
- ¿Eso es de bañadores?
- Si, es de bañadores
- Joder, me la estás poniendo dura de imaginarte en bañador Roni
- Oh, dios, eres tan imposible -cojo la ropa que quiero ponerme y la pongo encima de la cama- voy a vestirme
- ¿Puedo quedarme a mirar? -me pregunta Pau guiñándome un ojo, pero es que ahora mismo estoy tan mal que no tengo ganas ni de pelearme con él
- Cuando todo esto acabe, cuando se rompa esta mierda de compromiso, quiero que desaparezcas de mi vida Pau -le digo muy seria. El semblante del rubio cambia hasta ponerse más duro- que hagas como si yo no existiera
Pau se pone de pie mientras yo me siento en la cama para ponerme los calcetines. Lo escucho abrir la puerta de mi cuarto y darme una larga mirada antes de salir.
- Eso es imposible Verona, y lo sabes. Olvidarte a ti, es olvidarme a mi y todo lo que significas para mi. Y no estoy dispuesto a hacerlo, ni ahora, ni nunca
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