50. Cuando Kepa casi se pierde
Más tarde...
Camila estaba apoyada en uno de los muros exteriores del castillo. La pequeña Laura estaba con Kepa y ella había salido a tomar el aire. La sensación que aún tenía en el estómago, aún no se le había ido. Se sentía mal, triste y decepcionada.
- Por favor, que alguien pare a mi madre -dijo Verona mientras sus tacones repiqueteaban en el empedrado. Rebeca la seguía detrás con una botella de champán en su mano
- ¿Qué te pasa ahora? -le preguntó Camila dándose la vuelta para hablar con sus amigas
- Que quiere que me cambie el vestido para el baile. Joder, que yo no soy la Beckham. Que a mi me gusta este vestido y lo pienso lucir el resto de la noche -Verona resopló y le quitó la botella de champán a Rebeca dándole un largo trago
- ¿Y a ti que te pasa? -le preguntó la granaina apoyándose en el muro. Conocía a su amiga y su cara reflejaba que no estaba bien.
- A mi no me pasa nada -le respondió Camila cogiendo la botella que le ofrecía la castellonense
-Cam, que te voy conociendo. Algo te pasa. Y además, Kepa y tú estáis muy raros, casi ni os habláis -insistió Rebeca
La madrileña no pudo más y se echó a llorar desconsolada. Rebeca tardó poco en llegar hacia ella y estrecharla entre sus brazos dejando que su amiga se desahogara. Verona acarició su pelo intentando tranquilizarla también.
- No estamos bien. No lo estamos -les dijo Camila aún con lágrimas en sus ojos- hace dos semanas que no dormimos juntos. Tuvimos una pelea enorme y la mayoría de las noches se va a dormir a su habitación de la Residencia del Chelsea...
- Oh, Camila. Pero, ¿porqué os habéis peleado? -le preguntó Verona mientras ella se secaba las lágrimas con el dorso de la mano
- Por una tía -respondió ella cogiendo aire. Sus dos amigas la miraron horrorizada y deseando ir a darle dos buenas hostias a Kepa- es la fisio del Chelsea. No deja de llamarlo, de mandarle mensajes y...de mandarle fotos...
- ¿Fotos? -dijo Rebeca cambiando la cara- mierda, esto yo ya lo he vivido. ¿Qué fotos Cam?
- Pues le manda fotos preguntándole si le gusta el top que se ha comprado, si que bikini le gusta más...cosas así...
- ¡Pero bueno! ¡Kepa es gilipollas, muy gilipollas! -gritó Rebeca. Le quitó la botella de la mano a Cam y le dio un buen trago
- Le pregunté a la cara si estaba liado con ella -prosiguió Camila- me dijo que no, que es su compañera y entre ellos se hacen esas bromas. Y le dije que no me gustaba, que creía que ella le iba detrás...tuvimos un peleón como una casa y el detonante fue cuando me dijo que no me quejara tanto que yo ya lo tenía amarrado de por vida con la niña
- Pero...¡será hijo de puta! -le dijo Verona bastante sorprendida- ¿ese tío de que va?
- Me pidió perdón en cuanto lo dijo, porque sinceramente, no creo que él lo piense. Más bien creo que esa tía le está comiendo la cabeza. Pero, el daño ya está hecho. Y es la primera vez en dos semanas que estamos tanto tiempo los dos solos -les siguió diciendo ella
Rebeca y Verona se callaron sin saber muy bien que decirse. La granaína ya había vivido algo así con Ferrán y sabía perfectamente lo que sentía. Ellos estuvieron a punto de dejarlo por una tía.
- Lo siento mucho Verona, te estoy dando la boda -le dijo Camila intentando no llorar más
-Tú tranquila cariño, yo se la dí a Rebeca, así que -dijo la novia encogiendo sus hombros.
-Tienes que hablar con él Cam. Ponerle las cosas claras -le aconsejó Rebeca- y si es necesario asústalo
- ¿Asustarlo? -le preguntó Cam algo confundida
- Si, asustarlo. Tienes que saber si le importas tanto como para perderte. Créeme, yo ya he vivido esto
- ¿Y qué paso al final?
- Me casé con Ferrán, ¿tú que crees?
Más tarde...
Camila acarició la mejilla de su hija, la cual dormía plácidamente en su cuna. Cogió aire y salió de la habitación para encontrarse a Kepa con la camisa desabrochada bebiendo un botellín de agua mientras miraba por la ventana.
- Ya está dormida -le dijo Camila retorciendo sus manos nerviosa. Kepa se giró y esbozó una pequeña sonrisa asintiendo- ¿te quedas con ella?
- ¿Qué me quede con ella? -le preguntó Kepa a Cam bastante sorprendido- dónde vas?
- Abajo. He quedado con Pablo López para tomarnos la última
Camila sintió que el corazón le iba a estallar en el pecho. Esto era lo que Rebeca se refería con asustarlo, darle de su propia medicina.
- ¿Con Pablo López? -le preguntó él poniéndose nervioso. Se había dado cuenta que el cantante malagueño había estado mucho con su novia durante buena parte de la noche
- Si, con él. Bueno, luego nos vemos. Intentaré no despertarte cuando venga
Camila cogió su bolso y caminó los pocos pasos que la separaban de la puerta. Rezaba todo lo que sabía para que Kepa reaccionara y la parara. Aunque Rebeca le había dicho que podía ir a su habitación a disimular.
- Camila, no me parece bien que te vayas -su voz grave la hizo pararse y sonreir interiormente
- ¿Y eso porqué? estás con la niña, ¿qué problema hay?
- Pues... -el portero se llevó las manos al flequillo y se lo revolvió aguántandose el tremendo ataque de celos que le estaba entrando
- ¿Kepa? -como él no le contestaba, Camila se volvió a dar la vuelta para irse
- Joder Cam. Que no quiero que te vayas con otro tío
- A ver, a ver. Tú si puedes irte con tu fisio y yo no puedo irme con mi amigo, ¿cómo va eso Kepa?
- ¿Esto lo haces para vengarte Cam? ¿es por lo de Evana?
- Pues no, listo. Esto lo hago porque yo también tengo amigos. Y no debería importante, porque Pablo, es un amigo, nada más. Como los que tú tienes, ¿o Evana es algo más?
- No, no es nada más Cam...pero...
- Pero nada Kepa. Si no te gusta, te jodes, como llevo yo haciendo un mes
Camila caminó hacia la puerta y no dejó que Kepa la siguiera. Necesitaba darle de su propia medicina. Que si de verdad aún la amaba, que lo demostrara. Decidió no molestar a Rebeca y caminó por los pasillos del Castillo-Hotel hasta ir a parar al ascensor. Se metió en el y le dió a la planta baja. Se apoyó en la pared suspirando. Ella lo que quería era quitarse este vestido y acostarse en la cama con Kepa. Y hacer el amor con él. Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras las puertas se abrían. Caminó en silencio alejándose de los últimos coletazos de la boda.
Atravesó las puertas de un enorme salón saliendo a los jardines. Se sentó en un banco y ya no lo pudo evitar, se puso a llorar desconsolada. Estaba claro que esto no funcionaba. Que lo suyo con Kepa, al parecer, tenía fecha de caducidad. Pensó en lo que hacer. No podría irse de Londres. Laura era aún muy pequeña y no podía alejarla de su padre. Buscaría un apartamento para las dos y aceptaría la oferta de empleo de esa empresa de videojuegos que llevaba detrás de ella desde que finalizó la carrera. De Kepa no quería nada. Todo lo que él quisiera darle, sería para su hija. Tendría que hablar con él y llegar a un acuerdo sobre la custodia.
Un escalofrío recorrió su cuerpo pensando en todas las cosas en las que estaba pensando. Era horrible. Se sentía tan mal. Tan triste. Que no fuera a estar nunca más con Kepa le producía un inmenso dolor. Algo de lo que sabía que nunca se recuperaría. Se levantó del banco dispuesta a hablar con él. Ya sin reproches, y sin malas caras. Todo por el bien de su hija.
Caminó unos pocos pasos y entonces el corazón le dio un vuelco. Kepa salía por las puertas acristaladas mirando hacia todos lados. En cuanto se fijó en ella, caminó decidido hacia su encuentro.
-¿Y Laura? -le preguntó ella preocupada por su hija. Pues si él estaba aquí, ¿dónde estaba su pequeña?
- Está con Rebeca -le respondió él con dureza
- Mira Kepa lo he estado pensando, y creo que lo mejor es que...
No le dió tiempo a reaccionar. Los labios de Kepa estaban sobre los suyos besándola de una forma salvaje, primitiva, con una dureza extrema. Se agarró a las solapas de su camisa temiendo caerse porque las rodillas le temblaban. La lengua del vasco se coló en su boca y acarició la suya sin dejar un ápice de sus labios sin repasar.
Kepa llevó sus manos al trasero de su chica y lo agarró estrujándolo fuertemente. La alzó en brazos y dejó que ella le rodeara la cintura con sus caderas. Fue caminando con Camila hasta una puerta de madera que había al lado de la fuente donde ella estaba sentada. De una patada la abrió y descubrieron que estaban en una especie de almacén de toallas, sábanas...Cerró la puerta tras de sí y quitó de un manotazo unas cestas de mimbre que había en una encimera. Dejó a Camila allí y se colocó entre sus piernas.
La mirada del portero vasco estaba oscurecida, pero, era determinada. Su flequillo medio rizado caido hacia medio lado, y esa camisa blanca medio abierta, le daban un aspecto salvaje y muy atractivo. Camila se relamió los labios mirando a su novio, a su pareja, al padre de su hija. Lo deseaba y mucho.
- Después hablamos lo que te dé la gana Camila. De todas maneras, después de follarte, te voy a decir que sí a todo lo que me pidas, y si quieres, me arrastro también. Pero ahora, déjame estar entre tus piernas porque te deseo demasiado
Camila sintió que su corazón latía con fuerza. Tenía tanto que decirle. Tanto que reprocharle. Pero, el deseo por él, el amor tan grande que sentía por Kepa, podía más. Alzó su culo de la mesa y se levantó el vestido hasta casi enrollarlo en sus caderas. Él le arrancó las bragas de un sólo tirón y se las metió en el bolsillo. Se bajó la cremallera de los pantalones y se agarró el pene. No le hizo falta ni tocarse. Ya estaba duro como una piedra por culpa de la pelirroja que lo volvía loco en un sólo segundo.
Se posicionó en su entrada y sólo tuvo que empujar un poco para estar dentro del paraíso, en ella, en su mujer. Porque a pesar de que no estaban casados, ella lo era. Desde el mismo instante que lo dejó todo para irse con él. Su vida entera, por él. Y el muy idiota lo estaba estropeando.
Estaba completamente dentro de ella y no se movía. Ella se retorció en la mesa y le clavó los talones en su desnudo culo para que lo hiciera, pero él no se movía.
- Kepa -le susurró ella sintiendo que lo necesitaba, que necesitaba que se moviera. Él puso una de sus manos en su mejilla y se acercó para besarla. Eso hizo que su pene la penetrara aún más lo que provocó en Camila un ronco gemido
- Camila. Cásate conmigo
Camila sintió que el corazón le iba a estallar en el pecho. Que el mundo giraba más deprisa y que estaba hasta mareada. Miró a Kepa y en sus ojos vio desesperación por ella, anhelo, arrepentimiento y miles de reacciones más que no sabía como identificar.
- Joder Kepa. ¿Estás loco?
- Si, estoy loco, pero por ti -Kepa salió lentamente de su interior dejando sólo la punta de su pene dentro, alzó sus ojos para mirarla, y la volvió a embestir con dureza. Camila se sujetó a sus hombros sintiendo como todo su cuerpo se rompía- cásate conmigo Cam, sé mi mujer, sé mi todo
Kepa se movía despacio. La estaba provocando. Para él también era una tortura estar así, pero, era la única manera que se le ocurría de decirle que la quería. Con su cuerpo, con su alma, con todo su corazón.
- No pienso ir más deprisa hasta que me respondas Camila
- Eres un idiota Arrizabalaga -Kepa alzó sus ojos y vio dos pequeñas lágrimas en sus mejillas. Pero, la vio esbozar una leve sonrisa y eso le hizo moverse de nuevo en su interior
- Perdóname. Perdóname Camila por todas las veces que te hecho sentir que no te quiero, por que pensaras que había otra cuando nunca la ha habido ni la habrá. Perdóname por no decirte que te quiero todos los días. Y perdóname por no haberte convertido antes en mi mujer
Camila arqueó su cuerpo hacia atrás. Los labios de Kepa estaban en su cuello y su cuerpo entero le respondía a él, a su dueño. El castaño empezó a moverse algo más deprisa, pero, cuando ella ya creía que se iba a correr, él se estaba de nuevo quieto.
- Cam, por favor, dime algo o te juro que me muero
- ¡Morirme yo, que mira como me tienes maldito! -le gritó ella haciendo que Kepa soltara una carcajada
- Cam, mi Camila -Kepa besó sus labios, dejó que su lengua recorriera el superior y luego el inferior. La agarró del culo y la acercó más a su pene para poder embestirla más profundo. La pelirroja soltó un gemido que hizo eco en esa pequeña despensa
-Ay, dios. ¿Y cuándo la gente me pregunte cómo me pediste matrimonio, que voy a decir? ¡No puedo decir que fue mientras estábamos haciendo el amor Kepa!
Kepa se quedó quieto y la miró. Tuvo ganas de reír y llorar. Camila le había dicho a su manera que si.
- Mañana por la mañana si hace falta te lo pido desayunando delante de todos, pero ahora, necesito que me lo digas, Camila, ¿quieres casarte conmigo?
La pelirroja se mojó los labios y sintió su sexo palpitar. No podía aguantar más. Estaba a punto de estallar y él lo sabía. Se agarró a su cuello y acercó su boca a la suya.
- Si, si quiero, pero ya me puedes estar pidiéndolo en condiciones Kepa Arrizabalaga, y ahora ya puedes ir más rápido porque yo ya no puedo más
Kepa sintió que el corazón le iba a estallar en el pecho. Agarró a Camila del cuello y le dio un beso que la dejó sin respiración mientras se movía con rapidez dentro de ella. No tardaron nada en venirse juntos, en abrazarse y sentir que el lugar de los dos era ese, uno al lado del otro. Kepa besó sus mejillas, sus párpados y le quito las lágrimas con la yema de los dedos.
- Te quiero Camila. Mi corazón te eligió a ti hace tiempo, desde la primera vez que te ví. Nosotros aún tenemos mucha historia que contar juntos. Nuestra historia
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