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-ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟞-

—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

Las hebras del cepillo abrían los enredos de su cabello, jamás creyó que sus rizos fueran los suficientemente fuertes para evitar ser ordenados. Las manos que lo cuidaban ahora se parecían a las de su madre, a las de su padre, toda la vida le repetían que nadie podía controlar esa maraña de cabellos naranjas e inclusive bromeaban que su cabeza era cubierta como las mandarinas con su piel.

Sus uñas estaban devastadas, la ansiedad lo atormentaba y lo obligaba a mordérselas o a rompérselas. Su ahora Delta lo regañaba siempre, decía que era impropio que un Omega de su calibre anduviera por el palacio con unas uñas tan desastrosas como las suyas. La verdad es que a él no le importaba su estado.

Hyakuzawa roció perfumes y lo cubrió con el humo de un incienso especial sin aroma, de esta forma ocultaría su reciente celo que parecía quedarse aferrado a su cuerpo.

—Está todo listo, mi señora. —Hinata se levantó saliendo de sus aposentos con el delta detrás suyo. Odiaba las faldas largas, odiaba como el corsé parecía ceñirse a su cintura y como demonios extrañaba usar pantalones.

El palacio estaba sumido en un silencio incómodo, tan sólo se escuchaba el sonido del viento quebrarlo, aún así nada en ese lugar se sentía cálido, no desde la llegada de Lady Hoshiumi. Hinata la había visto llegar usando el azul característico de su familia, su impoluto cabello blanco y sus ojos cubiertos con una fina red de joyas, de lejos y de cerca parecía lo que era. Una viuda rica muy poco triste por la muerte de su esposo.

— ¡Shouyo! —La niña vino corriendo hasta dar a los brazos del Omega el cuál lo envolvió feliz en su pecho.

Mahoro llevaba un vestido tul negro, en medio de su pecho se notaba la cabeza de un cuervo bordado y sus mangas eran plumas simulando las alas de dicho animal.

—Luces hermosa —elogió Hinata—. Tu cabello está más ordenado que otras veces.

—No me siento a gusto. —Susurró—. El vestido me pica mucho, quiero quitármelo.

—Oh no cariño, no puedes hacer eso, debes estar presentable, después de todo esta es tu fiesta.

—La odio —murmuró—. Yo no pedí que la hicieran, son aburridas. —Hinata se quedó callado ante la confesión de la niña, estaba claro que aborrecía la vida en palacio.

—Hyakuzawa.

—Mi Lady —respondió en automático.

— ¿Crees que la fiesta será aburrida? —Preguntó.

—Absolutamente no, las coronaciones son motivo de fiestas interminables.

— ¿Interminables, o sea que no se acabarán nunca? —Sus ojos parecían cansados ante la idea de tener fiestas sin fin, la sola idea hizo reír a Hinata.

— ¿Dónde está tu tío? —Le preguntó a Mahoro.

—Está hablando con esa señora —susurró. Hinata frunció el ceño con duda—. La de cabellos blancos, dijo que era un tema importante y me corrieron del despacho.

—¿Sabías algo de esto, Hyakuzawa?

—No mi Lady, no tenía idea de que la Condesa hablaría con su Majestad. —Respondió en automático.

(...)

Lady Hoshiumi pidió hablar con el Rey muy temprano esa mañana, interrumpió la estadía de la próxima princesa en el despacho del Rey donde hablaban y desayunaban tranquilamente.

La albina vio de reojo a la niña, sabía que era bonita pero no esperaba semejante belleza, era una gracia de Luna el poder apreciarla, lástima que parecía ser tonta.

Kageyama invitó a la mujer a pasar y acercarse hasta él, la Omega con gracia divina se reverenció ante su Rey con su mano en su pecho donde dormía su corazón.

—Lo saludo con el respeto que se merece, Majestad, es un honor poder estar en su presencia. —Escuchar a la Omega entonar el protocolo era una delicia a los oídos de todos. Era bien sabido por todo el reino lo tentadora y hermosa apariencia de la Condesa.

Asa Hoshiumi, fue la esposa del conde Aki y antes de serlo era conocida por ser una de las Omegas más adineradas de Shadowing, mientras las damas de su clase eran encargadas de manejar los hogares de sus esposos Lady Asa fue criada como guerrera y una líder nata. Los rumores decían que sólo la amabilidad y el cariño de su difunto esposo pudieron hacerla casarse y llevar la vida que siempre odio, todo lo contrario a la sonrisa petulante que mostraba siendo viuda.

—Gracias por venir tan rápido mi Lady, lamento hacerla viajar desde tan lejos. —Se disculpó. La mujer pidió de forma silenciosa tomar asiento y el rey se lo otorgó, su maneras eran elegantes, jamás agachaba la cabeza y nunca se jorobaba, toda ella era el sinónimo de la perfección.

—Salí tan rápido apenas me enteré del accidente, es una pena debo decirlo, Iku no merecía pagar por los platos rotos, pero no podemos cambiar el pasado. —Kageyama frunció el ceño, esperaba que estuviera molesta, en cambio llamó accidente a tal suceso.

—Hicimos lo que pudimos para rescatar a Iku, es una pena que haya perdido la vista en su ojo izquierdo.

—Los accidentes ocurren de forma sorpresiva majestad, especialmente cuando se defiende a alguien que se puede amar. —Kageyama odiaba los acertijos y a la gente que no hablaba claro, sacaban su verdadera personalidad, por eso no temió en preguntarle.

— ¿De qué demonios está hablando?

—Haré esparcir el rumor sobre el atropello de mi nieto como un accidente, sí usted me da la mano de su sobrina para él. —De todas las situaciones que imagino no espero esta, en su mente había hasta planeado una guerra.

—No entiendo que quiere ganar con esto —admitió.

—Eso es sencillo majestad. Soy una mujer, una Omega, soy viuda y estoy sola. —Su voz parecía tener problemas para expresarse, aún así mostraba la elegancia necesaria para seguir hablando—. En vista de que su sobrina será declarada legítima sería una falta de respeto exigir se le trate como un ciudadano común, aún así el pueblo lo exigiría al saber tal acto.

—No voy a mutilarla —la interrumpió.

—Y por eso es que la ley no podrá tocarla. —Cortó con su discurso los reclamos del Alfa—. Si usted declara legítima a la niña después de atentar contra la vida de mi nieto la gente creará revueltas, si lastiman a la niña la gente pensará que la realeza no es intocable y habrá una revolución para nada justificada.

»Lo que yo le ofrezco es un salvavidas, haga de mi nieto el prometido de la princesa, creemos el espectáculo que el pueblo quiere, elija a uno de los vagabundos y mátelo por herir a mi nieto.

— ¿Usted quiere negar todo lo qué pasó?

— ¿Y usted no? —Le devolvió la pregunta—. Para mostrar una nación unida y fuerte debemos mentir de vez en cuando, no queremos que el pueblo vea un sistema débil.

—Su nieto es el heredero del condado, ¿qué pasará con sus tierras y títulos?

—Mi nuera está embarazada de hecho, puede tener más hijos en el futuro. Iku solo tiene diez años. Seguirá entrenando para ser digno de su heredera.

—Aún no lo acepto como prometido de mi sobrina.

—No tiene muchas opciones majestad, mi nieto ha perdido un ojo por los actos de su sobrina, la corona no puede atentar contra los suyos puesto que el herido no fue uno de ustedes, pero si puede recompensar la lealtad por defenderlos.

La cabeza de Tobio maquinaba a mil por hora, la gente podría creer tales rumores y no especularían sobre la legitimidad de Mahoro, no podrían en tela de juicio las decisiones de la Corona.

— ¿Usted hará lo posible por sostener su versión? —Preguntó.

—Le prometo Majestad, que nadie sabrá jamás que fue lo que en realidad pasó. —Su mano estaba en su corazón, su cuerpo ligeramente encorvado a la espera de una respuesta. El Rey debía pensarlo con cuidado, la mano de su sobrina a cambio de apagar una revolución.

(...)

En cuanto Hinata escucho el sonido de las puertas ser arrastradas se levantó del suelo de forma abrupta y atrajo a Mahoro a su cuerpo, no conocía la naturaleza de la mujer, pero estaba seguro que era muy parecida a su hijo.

Lady Hoshiumi miró a la niña escondida entre las faldas del Omega pelirrojo, había escuchado la cercanía del Rey con el humano, parecían una pareja de recién casados, había que reconocer su belleza jamás negaría tal acto, pero aún así no era de su agrado.

—Que recompensa. —Enunció en cuanto vio a la niña y después se alejó por el pasillo.

— ¡Tío! —Mahoro salió corriendo hacía los brazos del Rey, tenía miedo de la horrorosa mujer—. Quiero quitarme este vestido.

—No puedes hacer tal cosa querida —respondió el Alfa—. Ahora más que nunca debes lucir perfecta.

—No me gustan esas telas, son duras y frías. —Hinata rió entre dientes pues él también odiaba las telas de sus vestidos.

—Es un bello día el de hoy, la historia va a reescribirse en los libros y los juglares cantarán por toda la eternidad.

— ¿Y yo voy a estar a salvo, verdad? ¿Lo prometes? —Hinata miraba los ojos nublados de Tobio, estaban más oscuros que de costumbre, una promesa más a la lista de tantas hechas.

—Lo juro por la Diosa Luna —respondió firmemente.

— ¿No le estás mintiendo, verdad? —Preguntó el Omega en cuanto las ahora nodrizas de Mahoro se la llevaron—. Kageyama, dime que no le estás mintiendo. —Y ahí estaba otra vez su nombre saliendo de su boca, una mísera parte de su nombre salía de los labios del Omega. Pareciera que sólo se dirigía a él de esa forma cuando anhelaba una respuesta.

—Todo lo que hago es para protegerla —respondió finalmente—. Una vez más te pido confíes en mí, jamás haría algo para lastimar a los míos.

—La estás coronando —susurró—. Le has puesto una soga al cuello, todos voltearan a mirarla. —Tobio acunó el rostro del humano y acarició sus mejillas suavemente, odiaba verlo así, odiaba generarle desconfianza.

—Ella estará a salvo, lo prometo, necesito que confíes en mí, si ellos ven que lo haces todos creerán que está bien y no se opondrán.

—No tienen porque oponerse —sorbió su nariz limpiando sus lágrimas—. Eres el Rey después de todo.

—Por supuesto que lo soy. —Tuvo que reír de forma tranquila, no le gustaba ver al Omega llorar, los instintos con los que tanto luchaba afloraban en su presencia—. Pero eso no significa que la gente estará de acuerdo conmigo en todo.

Hinata se aferró al brazo tendido del Alfa y caminaron hasta el salón del trono, podía escucharse el ruido de las personas dentro de este, podía sentir sus aromas, todos expectantes, con dudas y temores.

También sintió los nervios de Kageyama, bajo el aroma café y el cuero curtido de su chaqueta lo gobernaban los nervios.

—La corona no es lo que te hace Rey —habló el Omega suavemente mientras sostenía la joya metal negro. Era muy bonita a sus ojos, lustrosa, y tenía incrustado un diamante en el centro, sencilla y sobria como las runas grabadas en su interior—. Esta fue la primer corona de los Reyes de Shadowing. —Kageyama miró la joya en las manos del Omega, conocía la historia a la perfección—. Se dice que fue creada para Eurus Gau, con ella fue que se declaró Rey una vez que la independencia se logró.

—También es la misma con la que coronaron al primer Rey después del Rojo Amanecer. —Hinata sonrió dulcemente—. Han pasado cientos de años y la corona sigue intacta. —Sus rodillas se doblaron poco a poco hasta que Hinata pudo colocarle la corona, hubiera saltado hasta alcanzarlo pero la diferencia era muy marcada.

—Podrás ser un Rey, Kageyama —habló mirándolo a los ojos—. Pero eso no significa que voy a obedecerte, si intentas obligarme a hacer algo simplemente te ignoraré.

El Alfa sonrió tenue, le gustaba esa sensación de ser desafiado, le recordaba la poca libertad que poseía y su decisión de mantenerlo a su lado.

— ¿Entramos? —Conocía la respuesta y aún así le preguntó, el Omega se sostuvo de su brazo y lo acompañó por el pasillo. La Corte entera los miraba avanzar por la alfombra, la música hacía eco en las paredes del salón, los ojos de Hinata se encontraron con los del Alfa rubio, en el fondo estaba nervioso la gente podría hablar de más o hacerse ideas que no eran.

Al llegar al trono el Alfa tuvo la gentileza de besar su mano antes de sentarse, los súbditos miraban atentos a cualquier seña o cambio por parte de ambos. Un minuto después la puerta volvió abrirse, Mahoro caminaba con la cabeza en alto y su madre detrás de ella, Haru vestía de azul celeste y dorado mientras que su hija usaba negro.

Los pasos se detuvieron en las escaleras que daban al trono, las miradas de especulación, los susurros, todo parecía ir en contra de la decisión del Rey. No obstante él no se dejaba atormentar, el coro recitaba sus plegarias en canto con la tensión acompañándola.

—Yo, Tobio Kageyama, primero con el nombre, Rey de Shadowing, señor de la Corte Noche y protector del reino. He decidido nombrar a Mahoro Kageyama Princesa de Nightfall y heredera al trono del reino.

Colocaron la tiara de turmalinas negras con diamantes salt and pepper en la cabeza de la niña, el medallón con los escudos de las grandes familias en su cuello. Mahoro levantó la mirada hacía los ojos de su tío y sonrió nerviosa, pero Tobio sabía, muy en el fondo, que la corona sólo sería pesada para los débiles y su sobrina era fuerte igual que su hermano.

—Yo, Mahoro Kageyama, acepto esta responsabilidad y prometo lealtad a su majestad así como a mi nación la eterna Shadowing. —No hubo titubeos, todos lo notaron, la niña habló fuerte y claro. Aunque Hinata notó como sus dedos se aferraban los unos a los otros.

Escuchó las espadas desenvainarse, Lord Kuroko fue el primero en acercarse e hincar la rodilla jurando lealtad a la heredera y a su Rey, el príncipe Ronin miraba con desdén a la niña bajo su máscara de orgullo.

Todos se arrodillaron y reverenciaron ante la heredera, aunque todos parecían odiar la idea.

—PALACIO KAHTA.
CORTE DE PRIMAVERA 🌸

Cuando empiezas a esperar algo la vida comienza a ir más lento, te das cuenta en el paso del tiempo, especialmente en los minutos pues estos se sienten como si fueran horas, el segundero golpeaba su reloj de bolsillo, los rayos de sol se reflejaban en el vidrio grabado.

— ¿Qué estamos esperando? —Cuestionó Hanamaki.

—La verdadera pregunta es a quién. —Le respondió Matsukawa, ambos Alfas esperaban fuera del palacio por órdenes de Iwaizumi, en sus palabras les pido recibir el importe carruaje con un emisor de la Corte Otoño.

— ¿Alguna vez creíste que Iskarjal haría estos lazos? —Preguntó Hanamaki a su compañero—. Hasta hace unos años la Corte Primavera era igual a la Corte Día, sin aliados, sin amigos y sin matrimonios fructíferos para el reino.

—Nunca me he cuestionado tal cosa —respondió sin interés—, la verdad es que me da igual.

—Todo cambió con el nacimiento de Oikawa —siguió hablando el de cabellos rosas—. Fue la primera vez que una extranjera gobernó esta tierra.

—La difunta Haseki no vivió aquí mucho tiempo, ella estuvo exiliada en su hacienda.

—Suga es el karma de su majestad —dijo entre risas—. Tan caótico y desequilibrado, y ahora le ha dado dos nietos varones. Cualquier Alfa estaría más que encantado.

Los cascos de los caballos se detuvieron junto a la carroza que tiraban, la rapidez con la que la mujer emergió los dejó anonadados junto a su todavía existente belleza. La mujer se notaba de noble cuna, sus bucles dorados lo demostraban al igual que sus ropas caras y sus joyas.

—No es un trabajo difícil. —Les dijo a los Alfas

— ¿Disculpa?

—Solo deben abrir el carruaje para que los viajeros no se sientan agobiados después de tantas horas. —Insistió en quejarse—. Alguien deme un vaso de agua. —Los sirvientes que la acompañaron se acercaron presurosos a atender su orden, vertiendo agua en la copa transparente.

— ¿Quién demonios es usted? —Preguntó un Hanamaki ya cansado.

—Yo cuidaría esa boca si fuese tú —le dijo la mujer—. Ahora llévenme con su Princesa, su alteza debe estar agotado por su trabajo de parto. —Sin esperar la guía de los Alfas, levantó la falda de su vestido y subió los escalones.

Ambos caballeros fueron tras de ella, no permitirían que una extraña entrara a palacio. Los gritos de Hanamaki no la detuvieron, sus actitudes le recordaban al Príncipe cuando se molestaba y buscaba sacarlos de quicio, era caótica.

— ¡Iwaizumi! —Gritó en alto la mujer al ver al moreno de ojos de verdes. Hanamaki y Matsukawa se detuvieron ante la familiaridad por parte de ambos.

—Es un gusto volver a verla Yuneth. —El Dominante tomó la mano de la mujer rubia dejándole un casto beso en su dorso, ambos sonreían con ternura.

—Mi querido Hajime, que guapo te has vuelto. —El Alfa se burló de los halagos de la Omega, siempre fue muy expresiva—. Sino fuese ilegal créeme que ya te hubiera desposado.

—No creo que a mi madre le agradara la idea.

—Tonterías, ella amaría ser la suegra de una viuda rica de la Corte. —El resto de los Alfas miraban con atención a la dama, era todo un enigma que se llevara bien con el Duque—. ¿Dónde está mi nieto? Tengo que ver al nuevo Príncipe que nos ha traído.

—En la habitación principal, su esposo está con el —respondió.

—Esos dos, se ve que no han perdido el tiempo, si siguen así repoblarán la casa de Iskarjal, gracias a la Diosa Luna, ya era hora.

—Lord Sugawara también está aquí, debería tener cuidado.

—Ese idiota —susurró—, debería saber que todo lo que le pasa ahora es su karma, en su momento también fue un desgraciado con mi hija adorada. Gracias por ponerme al corriente Hajime, espero verte en la cena. —Yuneth siguió avanzando por los pasillos, intentando guiarse con los aromas de su nieto.

—Yuneth Kadin —respondió la pregunta silenciosa de Hanamaki y Matsukawa—, la abuela de su alteza Koushi.

— ¿No es demasiado joven? —Preguntó Mattsun.

—En realidad es mayor a lo que parece, tiene la suficiente edad para convertirse en el roble de la Corte Otoño. —Makki frunció el ceño, algo en su cabeza hizo click al recordar tan importante sobrenombre.

— ¡¿Lo dices en serio?! ¡¿Esa mujer, es la Yuneth Kadin, la que narran los libros de historia?!

—Yuneth Kadin, alguna vez fue Regente de Autumnal. —Makki asintió con una sonrisa, todos habían oído de ella—. La mujer que ha visto cuatro reinados y mantuvo uno a flote cuando la plaga llegó. —Respondió Iwaizumi.

—Muchos murieron en aquellos años, Yuneth gobernó pues el Rey estaba en guerra y no se sabía si había muerto, no tenían su paradero.

—Entonces Iwaizumi y tú la conocen. —Habló Matsukawa.

—La Corte Otoño gobernaba con mano de hierro hace mucho tiempo, Yuneth llegó a los once años de edad y desde entonces escaló hasta ser regente en ausencia del rey del que era concubina.

—Esa mujer fue quién instruyó a su alteza y lo ayudó en el exilio —contó Hajime—, no la subestimen porque sabe de qué pie cojeamos todos.

La salud de su niño parecía ser delicada al llevar poco tiempo de nacido, los bebés suelen ser delicados y sus madres suelen ser temerosas, no quieren que nadie les haga daño.

—Hicimos bien en elegir su nombre —habló el Omega platinado—. Es demasiado tranquilo.

—Me sorprende que lo sea —se burló Oikawa—. Lamento no haber estado contigo.

—Está bien, no estuve solo, tus chicos fueron de mucha ayuda.

—Me refiero a cuando nos casamos. —Koushi suspiró, prefería mantener el pasado en secreto e ignorar el acordarse de él.

—No fue tu culpa, además ya hemos perdonado todo, no queda rastro de la verdad porque nos encargamos de eso. —Oikawa besó a su esposo, lo amaba, no tenía duda de ello, su amor nació despacio aunque su deseo fue instantáneo desde que lo vio.

Quizás su Omega se había enamorado primero, pero sin duda fue el Alfa quién cayó más fuerte.

La puerta se abrió anunciando la llegada de una extraña, de no ser por su aroma Oikawa no la hubiera dejado pasar. Seguía bien conservada después de tantos años.

—Ahí está mi adorado bisnieto, es tan hermoso como lo imaginaba. —Koushi sonrió al ver a su abuela junto a él, era una buena señal, ella podría controlar a su padre y sería útil tenerla de su lado ante la situación—. Su majestad envía sus saludos, lamenta no estar contigo, pero su Omega no está del todo bien.

— ¿Kita se encuentra bien? —Preguntó con preocupación.

—Él está bien, a días de dar a luz, su vientre es cada vez más grande. —Recordó alegre.

—Es un honor tenerla aquí, Yuneth —habló Tooru—. Mi suegro también nos honró con su llegada.

—Por la Diosa Luna, mi yerno siempre haciendo de la suyas —se quejó—. ¡No entiendo como deseaba casarte y ahora quiere que te divorcies!

—Mi padre jamás deseo casarme.

—No tanto como tú lo deseabas, su sueño era celebrar las bodas de tus hermanos primero. —Sus manos acariciaron el rostro de su nieto, aún se miraba cansado—. Intentaré arreglar todo, quizás pueda ser de ayuda.

—Gracias —susurró el Omega antes de hacer un ovillo con su bebé en brazos, Oikawa tuvo que tomarlo entre los suyos, dejaría a su esposo descansar.

—Te costará mucho obtener su perdón —le dijo Yuneth a Tooru.

—No lo necesito, ya obtuve el de Koushi.

—Debes saber que mi hija está de tu lado, pero sí vuelves a hacer algo que lastime a mi nieto, dejaré que Minos te mate.

—No lo haré, no desde lo que vivió con Siddhartha. —Prometió—. Ese estúpido, lo mato en mis sueños cada noche, una muerte no fue suficiente, todos los días lo maldigo por osar tocar a mi esposo.

—Agradezco que no pasó a mayores, gracias a los dioses estuviste.

—No es suficiente para Lord Sugawara, a él no le importa lo que he hecho por protegerlo. —Una risa amarga brotó de su garganta—. Permití que asesinaran a mi medio hermano por cuidar de su hijo, mi esposo, a quién amo más que a mi vida. Me gane el odio infinito de mi padre por ello, y aún así se atreve a negar mi amor por Koushi.

—En su defensa tú exiliaste a mi nieto y negaste a tu primer hijo. —Oikawa suspiró irritado—. Es suficiente motivo para odiarte, porque su hijo no es una concubina más de tu harem, es tu esposo legal, tu Hercegnő. Debes tratarlo como tal.

En el fondo, Oikawa odiaba su pasado, odiaba los rumores que esparcieron para cuidar su reputación, definitivamente lo odiaba, pero el lo amaba, amaba locamente a su esposo y amaba a sus hijos.

Haría lo que fuera por mantenerlos a su lado.

—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

La cena parecía ir en orden y en calma, Mahoro estaba con su madre, unas mesas cerca del Rey. Hinata no dejaba de verlos a ambos, Haru lucía demasiado serio, como si hubiera nacido para reinar, quizás eso era, siempre fue el esposo del heredero, lo justo sería que él gobernara. En cambio su hija se miraba tímida ante la corte.

Cerca de ellos estaba la mesa de los Hoshiumi, Lady Asa miraba a la niña con mucha curiosidad, su nieto la miraba con asco y enojo, era sencillo adivinar el motivo.

Hinata comió lentamente, escuchando la conversación del Rey con su tío, odiaba las alianzas políticas, en el fondo no entendía el contexto del porque hacerlas o establecerlas.

Muchas veces necesitarás idear planes que te ayuden a salvaguardar a los tuyos. —Le había dicho Kita aquel día—. Y si otra persona lo tiene, debes obtenerlo por las buenas o por las malas.

Quizás eso era lo que ideaba Kageyama, una forma de salvaguardar a todos. El choque entre el vidrio y el metal llamó la atención de todos, el Rey estaba de pie con los ojos de los demás centrados en él.

—Quiero agradecer a todos por su asistencia a la coronación de la Princesa Mahoro. —Los aplausos no se hicieron esperar en los presentes—. Con esto no quiere decir que mi dinastía esté asegurada, pero me hace sentir que el futuro es lejano, quiero agradecer principalmente a mi Korai Hoshiumi porque muy pronto dará luz a un hijo mío, que la Diosa Luna lo cuide y bendiga.

—Amén. —Recitaron todos al mismo tiempo.

—Añadiendo más buenas noticias, he aceptado la propuesta de matrimonio de Iku Hoshiumi para la Princesa Mahoro. —El peso de la incredulidad cayó en los hombros de Hinata, era pésima y estúpida idea—. Como saben, las cargas de la realeza es mejor compartirlas hasta formar un lazo puro y genuino. Tan genuino como la alianza que planeo establecer con el reino de Dorne. Príncipe Atsumu.

El Alfa real se puso de pie y miró directamente al Rey, discretamente vio al Omega a su lado, parecía perdido y desentendido del tema.

—Usted vino por una alianza mediante el matrimonio para su nación.

—Eso es correcto majestad, mis intenciones con la Princesa Miwa son sinceras. —Cantó con falso entusiasmo.

—Y justamente es lo que le daré, pero no con mi hermana. —La declaración hizo susurrar hasta al noble más discreto. El corazón de Aomine comenzaba a doler en su pecho—. Sino con el Zar Tetsuya Kuroko. —El Omega de cabellos celestes se puso de pie ante la mirada expectante de todos, Aomine lo miró; esbozaba una sonrisa taimada en contraste a su vestido blanco impoluto—. Espero considere dicha propuesta, pues no encontrará mejor opción en nuestra familia.

Atsumu no pasó por alto las miradas de asco de la madre del Zar, el Príncipe Ronin lo miraba con furia nada disimulada, odiaba la propuesta del Rey.

— ¿Podría concederme el tiempo necesario para aceptar? Un Omega de su clase y calibre merece una mejor propuesta. —Le dijo al Rey.

—Tómese el tiempo que necesite. —Atsumu asintió tranquilamente, sus ojos marrones se giraron al Omega pelirrojo, estaba intranquilo, podía sentir su aroma a la distancia, pero dicho perfume era opacado por el del Jodugar a su lado. Aomine no reaccionaba a la menor provocación, pero algo lo molestaba, y Atsumu sabía que era por ese Omega.

Sí aceptaba podía complacer a su padre pues tendría un pie dentro de la Corte Noche y lastimaría el corazón de su amigo así como el suyo propio. De no hacerlo pondría en riesgo su vida.

Y aunque no la valoraba mucho, no deseaba perderla.


¡¡BUENAS BUENAS!!
Primero que nada una disculpa por la demora, pero hoy si no me podía quedar sin publicar, ustedes no lo saben pero hoy es mi cumpleaños y me auto regale el capítulo JAJAJA

Tardé porque lo escribía al mismo tiempo que el especial OiSuga, espero pronto poder publicarlo, porque el drama está bueno.

Muchas gracias por la paciencia y por seguir aquí, a los nuevos lectores, sean bienvenidos, les juro que no me desaparezco tan seguido 😭

Hasta la próxima actualización. 🫶

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