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-ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟠-

—PALACIO AUTUMNAL.
CORTE DE OTOÑO 🍁

Dicen que los recuerdos suenan de manera especial, puedes escuchar las risas y las voces de tus conocidos como un susurro o como un grito, pero aún así sentir la calidez embargarte y escuchar las sensaciones que creías eran mudas.

Y de esa forma se escuchaban los malos también.

Recordaba ir caminando por un sendero empedrado y de tierra, su mano estaba siendo sujetada por la de un joven Omega.

— ¿A dónde vamos? —Preguntó el niño

—Tranquilo, visitaremos a una persona que todos conocen —respondió el mayor.

—No quiero ir.

—No te estoy preguntando, irás a verla. —El pequeño siguió las órdenes del mayor y se dejó guiar hasta la guarida de roca y tierra similar a una presa. Dentro de ella pudo ver muchas telas y baratijas colgadas del techo; dijes, listones, monedas.

Al frente había un mostrador de madera con paredes de vidrio y en su interior más artefactos raros que le causaron miedo al niño.

—No quiero estar aquí —susurró.

—Nadie quiere venir aquí —dijo una tercera voz. En las sombras apareció una mujer de piel verde y escamosa similar a la de una serpiente, cabello desigual y enmarañado color gris y ojos dorados de pupila vertical—. Nadie quiere conocer su futuro.

—Mi querida Bruselas, la Jodugar de las Jodugar —llamó el adulto con voz cantarina—. Me alegra mucho verte.

—Mi amado Shezid, ¿Qué puedo hacer por usted?

—Tú misma lo dijiste. —El adulto tiró del menor y lo acercó hasta la mujer de nombre Bruselas—. Ve el futuro de mi hijo.

—A mi parecer este Niño no es tu hijo. —La mujer miró al pequeño de hebras blancas—. Son parecidos, pero tiene sangre humana.

—Eso no importa. —Replicó—. Ve el futuro de mi hijo. —La mujer tomó la mano del pequeño y dio un pinchazo en su dedo índice, la aguja se tornó roja y una pequeña gota cayó en su boca en cuanto se la acercó.

—Dulce... será un Omega muy hermoso. —El adulto miró con desprecio al Niño, un Omega, su hijo era un simple Omega—. Y poderoso...

— ¿Poderoso? —La mujer asintió.

—Está destinado a grandes cosas, mi pequeño Shezid.

—Dímelo todo —pidió el de hebras doradas—. Si es Omega quiere decir que se casará con alguien importante, ¿se casará con el príncipe? —La mujer negó.

—No te casarás con el príncipe, te casarás con el Rey —le dijo al niño de ojos ambarinos—. Reina serás... hasta que llegue otra para derribarte y apoderarse de todo lo que te es querido. Entonces te volverás una alta dama, pero antes de serlo deberás casarte con el Emperador... sólo así recuperarás lo que te arrebataron.

—Entonces mi hijo se casará con un Alfa poderoso —dijo el rubio de forma alegre.

—Por supuesto que si, pero su felicidad no será la de ustedes —dijo con burla la mujer—. Después de todo, hacemos muchas cosas por amor.

Que destino trágico del que sería partícipe.

Los jardines lucían más bellos cada vez. Siempre le gustó el aire fresco, le daba la sensación de libertad que le fue arrebatada por tantos años de encierro, le recordaba la pérdida de a quién consideraba su familia hace muchos años.

Los rosales rojos crecían con extrema elegancia, recordaba que Daichi los plantó para él apenas llegó al palacio, recordaba su infancia llena de esas flores, recordaba la alegría y recordaba el dolor.

El Rey jugaba con el pequeño príncipe con unas espadas de madera, Daichi se tomaba en serio la educación de su hijo, después de todo era su heredero y único hijo —hasta ahora—. No lo mal entiendan, él no deseaba competir por el trono, porque poner a un hijo suyo en él significaría decirle adiós al hombre que amaba, y él no estaba listo para algo tan doloroso.

— ¡Atención, la princesa Sumiko! —Se levantó de su asiento e hizo una venia en cuanto vio a la Omega.

—Bienvenida, su alteza —habló tranquilo.

—Gracias, Kita Hatun —ambos se sentaron nuevamente y observaron al mayor jugando con su hijo—. Enhorabuena por tu embarazo, que la Diosa Luna nos bendiga con un príncipe.

—Amén —musitó el platinado.

—No nos hemos presentado correctamente, me llamo Sumiko Sawamura —dijo con alegría fingida.

— ¿Es usted hija de nuestra Valide? —Preguntó.

—Por supuesto, aunque no soy la única hija del antiguo Rey, tienes que conocer a Humasha, sin duda le agradarías. —Sonrió hipócrita—. ¿Hace cuanto vives aquí?

—Tres años —respondió—. Su majestad me condecoró como el Omega del Otoño.

—Un título bastante creativo debo decir, es la primera vez que lo escuchamos actualmente —mencionó encogiéndose de hombros—. Lo usaban los antiguos Lords, así que es bastante oxidado.

— ¿En serio? —Preguntó—. Tengo entendido que lo usaban los esposos de los Lords. —La Omega suspiró cansada.

—Ciertamente, pero no es más que un mero adorno, ya sabes bien, los reyes no se casan con sus concubinas.

—Una tradición demasiado antigua, ¿No lo cree?

—Esta tradición nos trae paz al Harem, mi madre no se casó con su majestad, y él tuvo otras concubinas, prueba de ello es Humasha y también Esmehan, ambas son de madres distintas.

—Que curioso, otra tradición antigua que fue rota —mencionó el Omega.

— ¿Disculpa? —preguntó confundida.

—Tengo entendido que la regla es un hijo por concubina, sin embargo Valide Sanyashi tuvo dos.

—Hay excepciones —respondió ofuscada y notablemente molesta—. Considero que los Harenes son muy problemáticos, en cuanto el Rey se aburre cambia de concubina y ya. Así que no te sientas mal si un día mi hermano decide olvidarse de ti e ir a otros brazos.

—Eso sería imposible —dijo con molestia.

— ¿Y por qué estás tan seguro? —Shinsuke levantó su mano izquierda y mostró orgulloso el anillo, el topacio brillaba con intensidad gracias a la luz del sol.

—Confío en la palabra de su majestad, su amor es sincero, no hay necesidad de ningún otro u otra, sólo vera a Shinsuke aquí.

— ¿Sabes el dolor que le causaste a Yui? —Preguntó de repente—. Ella y mi hermano eran muy felices, Sochi es la prueba de que jamás podrán estar separados.

—No me incumbe meterme en esos asuntos —aclaró—. Su majestad me quiere y me convertiré en su esposo.

—Los sirvientes no se casan con los reyes, después de todo para eso son, para servirnos —dijo con cizaña—. No te hagas ilusiones.

—Siempre hay una primera vez para todo, que no la sorprenda la cantidad de cambios que puede brindar el destino.

— ¡Kita! —La voz del pequeño Sochi lo trajo a la realidad, el niño venía corriendo con Daichi detrás de él, se acercó hasta el Omega y le sonrió como nunca.

—Su alteza —susurró.

—¿Cuándo nacerá mi hermanito? —Preguntó emocionado el pequeño.

—Aún faltan cinco meses, esperemos que sus ganas por salir no se adelanten.

—Kita Hatun, estás enorme —dijo sin ningún ápice de malicia haciendo sonrojar al Omega, su vientre era voluptuoso para la cantidad de meses que llevaba gestando.

—Los Omegas solemos ser enormes en esta época —mencionó la princesa.

—Pero tú no tienes hijos, tía —declaró el niño.

—Sochi, fue suficiente, debes ir a tomar tus lecciones —ordenó el Alfa.

—Pero quiero jugar con Kita Hatun.

—Sochi, mi príncipe —lo interrumpió la princesa —. No creo a tu madre le guste que estés con él.

—Sumiko —habló Daichi.

—Como bien sabes, Kita es el esclavo de tu padre.

—Ya basta.

—Y desgraciadamente sólo él puede usarlo a su antojo.

— ¡¡Suficiente, Sumiko!! —Bloques de tierra y las hojas de metal de las espadas apuntaban a la Omega, esta no se inmutó, ni siquiera lucía nerviosa—. Llévense al príncipe ahora, Shinsuke también tú. —Los criados hicieron caso a la orden y corrieron despavoridos al ver la actitud de su Rey, especialmente al ver los ojos naranja brillante.

—Su majestad... —El Alfa giró a ver al Omega con expresión seria, su mirada destilaba el odio más puro.

—Por favor retírate. —El Omega se inclinó y se alejó ante la orden directa del Rey, su aroma le decía que no iba a permitir una sola objeción por muy Omega suyo que fuera.

—No entiendo porque te molestas, he dicho sólo la verdad. —Las hojas de las espadas seguían apuntándola y se acercaban cada vez más.

— ¿Cómo te atreves a hablarle de ese modo a la madre de mi hijo? —Preguntó molesto—. ¡¿Quién eres para cuestionar mis decisiones?!

—Sólo he dicho la verdad —mencionó arrogante—. No dejaré que mi sobrino se mezcle con los esclavos y menos con aquel que llevas a tu cama todas las noches.

—No eres quién para llamar a Shinsuke de ese modo, es mi Omega, debes aprender a respetarlo. —La Omega permaneció con el rostro destilando odio, no iba a dejarse amedrentar.

—Lo llamo como quiero porque eso es, un esclavo. Que no se te olvide que soy tu hermana.

— ¿Olvidas a quién tienes en frente? —Preguntó el Alfa—. No sólo soy tu hermano, soy tu Rey, eres una princesa y obviamente te respetarán por ello, pero en cuanto mi Reina dé a luz a una princesa no olvides que pasarás a segundo plano, ellos serán la nueva dinastía.

— ¿Es que ese Omega te ha cegado? —Preguntó exasperada—. Mírate, me amenazas por un Omega que apenas conoces.

—No me hagas expulsarte del palacio, Sumiko —amenazó—. Ahora, cerraras la boca y fingirás que estás feliz por mí, si eso se te hace muy difícil puedes irte cuando lo desees. —Las armas regresaron a su lugar correspondiente, los bloques de piedra cayeron al suelo y se integraron a la misma.

Sumiko tuvo claro algo, ese Omega había cautivado su hermano, como si del más puro hechizo se tratase. Sería difícil expulsarlo del palacio.

Shinsuke espero al Alfa en la habitación que compartían, se notaba demasiado molesto y no le apetecía disgustarlo él también. La puerta se abrió dejando ver al moreno con esa misma expresión, por un momento el Omega se sintió pequeño al verlo, daban ganas de echarse a llorar, peor debía ser más fuerte para ayudarlo.

—Daichi —lo llamó titubeando. El Alfa se acercó hasta acorralarlo en una de las paredes, su nariz la llevó hasta su cuello e inhaló profundo hasta dejar un beso en sus labios.

—Podría formar el lazo ahora mismo —susurró cerca de su piel.

— ¡No! —Exclamó el Omega—. No, no de esta forma. Mi amor estás molesto y tienes derecho a estarlo, pero nuestro lazo no debe ser formado por consecuencia de ello.

—Tienes razón —volvió a susurrar, las manos del Omega acariciaron su rostro.

—Más adelante —besó el mentón del moreno—. Lo formaremos y te aseguro que ese será el día más maravilloso.

—Eres tan hermoso Shin. —El Alfa lo besó apresuradamente, como si fuera la última vez que podría tenerlo en sus brazos.

Y ese pensamiento lo tuvo el resto de la tarde.


—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

A Hinata le molestó que lo hubieran levantado muy temprano para ayudar en la organización de las fiestas, le gustaba ayudar, pero odiaba levantarse temprano, ese era su mayor defecto. Especialmente cuando se desveló toda la noche leyendo El Jardín de las Rosas

El desayuno con los Omegas conocidos eran la mejor parte de su día a día, Yamaguchi lucía siempre risueño y Himekawa ya no estaba tan triste; la marca en su cuello comenzaba a doler menos, habían hecho un ungüento medicinal con ayuda del peli verde, lo ayudaría a cicatrizar pero con el tiempo podría desaparecer al no hacerse correctamente.

La situación de Himekawa le hizo recordar a la de cierto Alfa que conoció hace tiempo, el rubio buscaba a un Omega y él había prometido ayudarle. ¿Cómo se supone que lo ayudaría estando encerrado? Siendo testigo de la condición de Himekawa quizá el Omega ya había muerto. Esperaba que el Alfa lo encontrara pronto.

— ¿Cómo se te ocurrió participar en el festival si no sabes nada de la cultura? —Preguntó Yamaguchi con curiosidad.

— ¿Y a dónde fuiste con su majestad? Dicen que te vieron con él en las caballerizas —dijo Himekawa burlón.

—En primera; nos les importa y en segunda; quise ayudar en el festival porque no quiero estar encerrado. —mintió el pelirrojo.

—Oh si, claro —se burló el pecoso y el pelirrojo estaba a punto de hacer un berrinche.

—Eres demasiado ácido —mencionó.

—Espera a que conozcas a mi Alfa, le gusta provocar a la gente, tiene actitudes iguales a las de un felino.

—Apuesto que él te enseñó a ser así.

—Algo así —admitió encogiéndose de hombros—. Siempre ha sido el tipo de hombre que sabe hacerte caer en sus juegos sin que te des cuenta.

—Suenas demasiado enamorado —dijo el castaño.

—Es porque lo estoy, lo mismo puedo decir de ti, siempre hablas de tu apuesto príncipe.

—Él es un buen hombre, no tengo dudas de que volveremos a estar juntos hasta que la Diosa Luna nos lo permita. —Hinata pudo notar la tristeza en su voz, parecía haberse resignado a no volver a verlo.

—Lo volverás a ver —le aseguró el pelirrojo—. Te ayudaré a que regreses con él.

—No puedes hacer nada —se lamentó el castaño—. No a menos que te conviertas en Kadin, sólo así tendrás la vida que deseas.

—Y si te conviertes en Reina tendrás el mundo a tus pies, su majestad se encargará de ello —le dijo el peli-verde.

Los tres Omegas continuaron comiendo a la espera de algo interesante, la vida en palacio parecía ser aburrida, nada que ver con el Palacio de Autumnal, ahí se respiraba el drama. Shouyo vio muchas de esas situaciones, Yui Kadin estaba prácticamente eliminada de la corte porque molestaba a Kita Hatun y por ende a su majestad, jamás conoció al príncipe, pero Kita le dijo que era un buen niño.

—Hinata Hatun —un sirviente le habló al pelirrojo—. Su majestad desea verlo en su despacho.

— ¿Qué desea la Reina Handan? —Preguntó.

—No me refiero a ella sino al Rey. —Le respondió.

—Y así es como inicia todo —susurró Yamaguchi.

—Cállense —los reprendió Hinata—. Iré enseguida.

El pelirrojo se levantó con cuidado y siguió al sirviente por los pasillos de tonalidades oscuras, el azul predominaba en las paredes, parecía ser el color oficial de la familia real, Kita Hatun le explicó que los colores y emblemas representaban a las familias y que sólo ellos podían usarlos como insignia oficial, Hinata lo relacionaba como si de un uniforme se tratase, pero parecía ser más que eso, era como el sentido de pertenencia. Claro que había colores que se repetían en los escudos, pero era la forma y tonalidad en que se distinguían. Kita le contó que hace mucho tiempo existió un caballero a quién llamaban la víbora roja, el escudo de su familia llevaba un sol rojo sangre sobre un campo naranja, pero él se había ganado ese apodo por su forma de combatir, y es que todas sus armas e incluso su sangre estaban envenenadas, además cuando amenazaba a sus enemigos lo hacía entregándoles una serpiente disecada con la mandíbula abierta mostrando sus colmillos.

Había símbolos más importantes que la gente no sabía que existían, como los usados por los Jodugar; las constelaciones, estrellas y caminos trazados en el cielo eran pertenecientes a estos soldados y fanáticos.

—Hemos llegado. —Las puertas de la habitación se mostraban orgullosas frente a su minúscula existencia y lo peor es que detrás de ellas se encontraba el Alfa Reinante de Shadowing.

Estaba sentado tras el escritorio con una pila de hojas ordenadas perfectamente a su izquierda y otra más pequeña a su derecha, sujetaba la pluma cuidadosamente y entonces Hinata se percató de los guantes negros con plata combinados con su atuendo informal del mismo color.

—Acércate, Omega —ordenó. Hinata se acercó lentamente y reverenció ante su presencia.

— ¿Quería verme, su majestad? —Preguntó.

—Si, necesitaba hablar contigo.

—Si es por los preparativos del festival, llevo las cosas en orden, Lady Hitoka me está ayudando en lo que a sus costumbres respecta.

—No te llame por ello —lo interrumpió—. Pero es agradable escuchar eso, mi sobrina merece lo mejor.

— ¿Entonces por qué me llamó? —Preguntó ofuscado, Kageyama le indicó que podía sentarse en la silla frente a él y éste obedeció.

—Quiero que veas esto —le extendió las carpetas llenas de papeles y fotografías iguales a las que había visto, cuerpos drenados, papiros escritos en idiomas desconocidos, constelaciones pintadas en los cuerpos—. Esos son crímenes hechos por los Jodugar.

— ¿Ahora decide creerme? —Preguntó burlón.

—Nunca dude de tu palabra —admitió—. Se lo que es un Jodugar, se cuán importantes son sus profecías, se muy bien sus formas de hallar la verdad y también se de la lealtad absoluta que profesan a sus señores.

— ¿Entonces qué es lo que desea? —Cuestionó.

—Quiero que traduzcas lo que quieren decirnos —pidió—. Si es que puedes hacerlo, de lo contrario me veré obligado a buscar uno.

—Lo lamento su majestad, pero se supone que están extintos.

—Igual que los Originales y los Nigromantes, sin embargo muchos de esos asesinatos fueron hechos con Nigromancía, los Jodugar pueden manipular la magia de quién son leales.

—Eso no lo recuerdo, ellos interpretan la magia de la...

—Diosa Luna —interrumpió—. Para interpretar algo debes conocerlo, por eso ellos lo conocen.

—La Diosa Luna no era una mujer Nigromante.

—No pero si alguien importante para ella —habló—. ¿Qué es lo que ves?

—Lo mismo que vi la vez anterior, gente muerta, sin sangre, rastros de constelaciones.

—Hay una palabra que poco conoces y que logré traducir; Lightbulb, el nombre de la Corte Amanecer.

—Ellos conocen la magia Nigromante.

—Dime, ¿haz leído el libro que te regalé? —Preguntó.

—Como tres o cuatro capítulos —respondió encogiéndose de hombros —. He leído sobre las Rosa Blanca y Roja, también sobre la Pequeña Rosa, no lo recuerdo.

—Las dos primeras son las más importantes, son quienes liberaron la guerra por el trono de Lightbulb. —Hinata se percató que las manos seguían cubiertas de tela negra, ¿siempre estuvieron cubiertas? No recordaba.

— ¿Siempre lleva guantes, majestad? —Preguntó. Kageyama mostró un atisbo de sonrisa y se quitó uno con delicadeza, Hinata se percató de la blancura de la misma, sus dedos eran largos y sus manos grandes, sus uñas parecían estar bien cuidadas y pintadas con esmalte negro. Sin marcas extrañas.

— ¿Algún problema? —Le cuestionó.

—No, ninguno —respondió.

— ¿Crees poder reconocer a un Jodugar cuando lo ves? —El Omega negó inseguro—. ¿Y a un original?

—Están extintos.

—No del todo. —Un sonoro golpe interrumpió el silencio sepulcral que se empezaba a prolongar—. Adelante. —Ordenó el Alfa.

—Su majestad —el Alfa rubio se reverenció ante el pelinegro—. He traído los informes que solicitó.

—Esas son buenas noticias, quiero que el Omega los vea.

— ¿Él/yo? —Preguntaron al mismo tiempo.

—No creo que sea conveniente —mencionó el rubio.

—Tonterías —replicó el Rey—. Adelante Hatun, echa un vistazo. —El pelirrojo tomó las carpetas y hojeó con cuidado las hojas. En ellas estaba contenida la información de muchas personas; todos eran hombres, mayores de edad y de apariencia vieja, todos excepto uno. Hinata se concentró en ese; tenía su piel morena y cabellos azul oscuro, constitución fuerte y demasiado joven comparado con los demás, y un singular apellido.

Daiki Aomine —leyó el Omega—. ¿Es sospechoso de los asesinatos?

—En realidad todos allí lo son —respondió el Rey.

— ¿Por qué elegir al más joven? —Preguntó Tsukishima.

—No es la juventud por lo que lo elegí, sino el símbolo que lleva en su cuello y oculto a simple vista —extendió la fotografía y señaló la cadena de oro escondida entre sus ropas—. El dije que ven ahí parece ser una estrella de ocho puntas en color oro, un citrino. Ese es el símbolo más venerado para los Jodugar.

— ¿Y sabes eso por qué? —Cuestionó el rubio.

—Mi madre me lo dijo —dijo orgulloso—. Si es un citrino deben saber que está coludido con la Corte Día.

— ¡¿El reino de Dorne?! —Exclamó el Alfa rubio.

—Hasta donde se, los Jodugar manipulan los elementos de a quién juran lealtad, esto es algo que se transmite de generación en generación hasta que no encuentren otro Parabatai. Es decir si mi abuelo juro lealtad a alguien de la Corte Primavera manipulará dicho elemento y yo lo haré desde que nazca, sin embargo si yo juro lealtad a alguien de la Corte de Verano renunciaré a mis poderes de nacimiento para luchar con los de él.

—Lo importante aquí es saber si son de nacimiento o son sus votos de lealtad —dijo Kageyama—. No quiero una rata de arena en mis tierras y mucho menos quiero que el estúpido Miya meta sus narices en mi reinado.

— ¿Quiere que emitamos una orden de captura para el supuesto Jodugar?

—No —le dijo al rubio—. Dejemos que muestre sus verdaderas intenciones, no iniciare una guerra por gente que no me corresponde.

—Como desee su majestad.

—Ten. —El Alfa lanzó un saco de suave tela negra al Omega que pudo atraparlo en el aire, era pesado lo que había en su interior.

—Son monedas de oro —susurró el pelirrojo.

—Son tuyas, por brindarnos suficiente información. —Hinata sonrió para sus adentros—. Gástalas con sabiduría y no dejes que nadie te las quite. Puedes irte. —El humano hizo caso a la petición del Rey y abandonó el despacho en un silencio sepulcral.

—Eres demasiado estúpido —soltó el rubio de repente—. Falsificar un montón de documentos sólo para probarlo no es buena idea.

—No falsifiqué nada, sólo quería que me confirmara lo que ya sé —se defendió el pelinegro.

—Los Aomine traicionaron al reino hace décadas, no trabajan para nadie que no sean ellos mismos.

—Por ello necesitamos su apoyo, debemos controlar a la cabeza de la familia y ellos nos respaldarán en guerras venideras.

—Esto es estúpido.

—Daiki Aomine es un Jodugar muy fuerte y no cualquiera, es el mejor, tiene contactos en Circe y en todo país del extranjero.

— ¿Te refieres a los miembros de la Triple Corona?

—Especialmente con ellos —dijo sobando el tabique de su nariz—. El Kaiserin de Gyalkamia está en Iskarjal, creyó pasar desapercibido pero nuestros espías me confirmaron que era él.

—No sabemos cómo luce físicamente.

—No, pero conocemos su escudo. —Mencionó orgulloso—. Reúne al consejo, quiero establecer las cláusulas del tratado comercial con Autumnal, elige un regalo propicio para el Omega de su majestad.

— ¿Para qué un regalo?

—Debo darle las gracias por su obsequio —Tsukishima frunció el ceño y Kageyama suspiró pesadamente—. Su Omega educó y eligió a Hinata, debo darle las gracias. —El rubio comenzó a reírse de forma escandalosa.

—Oh vaya, su majestad debe mostrar cuán agradecido está por el pequeño Omega humano.

—Cállate —pidió—. Quiero que reúnas también al personal del palacio y a mis mejores soldados, los primeros ayudaran al Omega a organizar el festival de Dualiko, los segundos protegerán a mi sobrina; irán por ella y la escoltarán a palacio, deben cuidar que nadie la mire y que no se le acerquen.

— ¿Algo más? —Preguntó con fastidio y burla.

—Es todo, puedes irte.

El rubio salió del despacho del pelinegro y lo dejó solo, Kageyama observó su estancia vacía llena de papeles y muebles viejos, una oficina que habían ocupado oyeres reyes antes que él, un lugar donde su hermano pasaba la mayoría del tiempo. Como extrañaba a Daisuke, a Ritsuka, los extrañaba a todos.


—PALACIO DORNE
CORTE DÍA ☀️

La luz del sol iluminaba la estancia de una bello color naranja rojizo, el lienzo comenzaba a tomar forma sobre el taburete donde las pinceladas marcaban el tono de piel que vagaba en sus memorias desde que lo conoció. Porque así era la memoria de Atsumu, la consideraba fotográfica y esperaba hacerle justicia pues no llevaba una cámara consigo aquella vez.

La piel blanca de la pintura tomó su color en cuanto estuvo satisfecho, los ojos chocolate y resplandecientes miraban fijamente al creador de la majestuosa obra.

— ¿Dónde estarás pequeño Omega? —El rubio miró el cuadro a medio terminar y supo que la belleza de éste no podía ser plasmada, ni si quiera en una fotografía.

—Estás hechizado —la voz de su gemelo lo regresó a la realidad.

— ¿De que hablas?

—Fuiste encantado apenas lo viste —dijo mirando al cuadro—. ¿Cuándo lo conociste?

—Mientras buscaba a Himekawa —confesó—. En los límites de Rushka para ser exactos.

—Aoi solía decir que los ojos de los amantes están cubiertos por un velo que se hace visible apenas ves a quién amas —habló lentamente—. Que éste no te permite ver a nadie más como lo mires a él y que hace tus ojos brillar.

—Entonces también fuiste encantado, hermano. Lamento decepcionarte, pero yo no tengo ninguna clase de sentimientos románticos por ese Omega.

—Eres un mal mentiroso —se burló—. Y en cuanto s lo que mencionas, si, Aoi es...

—No hablaba de Aoi —interrumpió—. Si lo estoy buscando es porque se cuánto lo quieres y extrañas su compañía, pero dejémonos de mentiras, aún no olvidas a aquel sirviente de las caballerizas.

—Te prohíbo que vuelvas a mencionarlo —susurró molesto.

—Te molestas porque sabes que es verdad, no soportas que el príncipe Kuroo se lo quedara después de que fuese expulsado, no te gusta que él se haya enamorado en esa subasta al mismo tiempo que tú.

—No lo metas en esto.

—Ese mozo de cuadra escaló rápido —siseó—. De ser un simple cuidador de caballos se volvió concubina y después dio a luz a un príncipe.

—Cállate.

—Ese niño debió haber sido mi sobrino. —Las manos de Osamu se aferraron a la ropa de su hermano y tiraron de esta de forma brusca.

—No quiero que menciones a Yamaguchi, nuestra antigua relación no tiene nada que ver con mi relación actual.

—No fui yo el que dijo esas palabras —expresó con cinismo—. Fuiste tú el que lo mencionó.

— ¡¡Desgraciado!! —Osamu golpeó a su hermano y éste también no dudó en hacerlo de vuelta, era tan típico de ellos comportarse de ese modo siempre.

— ¡Basta los dos! —Un Alfa de piel morena tuvo que acercarse a separarlos.

—Déjalos que sigan peleando, son más fotos a mi colección —dijo el Alfa de ojos de verdes.

—Ustedes dos me tienen cansado —susurró molesto el moreno.

—Todo fue culpa de Osamu —se quejó Atsumu—. Él empezó.

—No me interesa quién empezó, saben bien que no deben pelear por estupideces, ¡Mi posición está en juego cada que discuten!

—Lo sentimos, Aran —susurraron los gemelos al mismo tiempo. Aran Ojiro fue el Alfa responsable de la crianza de los gemelos, les enseñó a usar una espada y a cabalgar, así como también los cuidó en su primera guerra, por ello fue condecorado y nombrado como Krahv*.

Había sido más padre que su padre real.

—Su majestad amenaza cada vez con quitarme mi título, mis tierras y mi dinero. Y aunque esa no es la razón principal por la que estoy aquí si me preocupa, una vez que sea un don nadie no podré protegerlos. Ustedes dos, mocosos irresponsables, son la razón por la que sigo sirviendo en el palacio, por eso no me he ido.

—Podemos dejar de ser sentimentales, hemos venido a dar malas noticias —el Alfa de ojos dormilones recordó molesto—. Su majestad quiere nombrar a Aomine como espada juramentada y capitán de la guardia real.

— ¡¿Qué demonios?! —Preguntó Atsumu.

— ¿Por qué nuestro padre nombraría a un mercenario como su principal protector?

—Especialmente a uno como la bestia de Aomine, ese hombre sólo le es leal al dinero, es tan fácil comprarlo.

—Quizás debamos pagarle para que se largue —sugirió Suna—. Su majestad quiere iniciar una guerra y planea enviar a Aomine a ganarla.

—Es un idiota.

—Di lo que quieras, Osamu, pero Aomine jamás ha perdido una batalla —mencionó Suna encogiéndose de hombros—. No por nada es temido por todos.

—Deben hablar con su majestad —pidió Aran—. Su padre los escuchará.

—Querrás decir a Osamu, si yo le propongo dicho plan podré despedirme de mi vida —atacó el rubio.

—Nuestro padre no te odia.

—No, sólo te prefiere a ti.

—No perdemos nada con intentar —insistió Osamu.

—Otra cosa —interrumpió Aran—. Interceptamos una carta enviada a la Corte Noche, parece que su majestad desea unir a uno de los dos en matrimonio.

— ¡¿Qué?!

—Shadowing tiene una única mujer soltera, y esa es la Princesa Miwa, quizás planea establecer alianzas.

—O apoderarse de un reino mediante el matrimonio —susurró Suna. Los tres Alfas restantes miraron mal a de ojos verdes—. ¿Qué? Es una idea fantástica si tienes como objetivo derrocar a un Rey.

—Te recuerdo que ese Rey no es un estúpido —mencionó Osamu.

—No, sólo es un santurrón —canturreo Atsumu—. No tiene madera ni experiencia para ser Rey.

—Tiene más que tú —se burló su hermano—. No por nada ya lo es, y tú no.

—Lo es porque su padre partió al más allá antes de tiempo, todos saben que cualquiera de sus hijos pudo ser mejor Rey que el actual.

—De cualquier manera debemos preparar el viaje —interrumpió Aran la pelea.

— ¿Cuál viaje? —Cuestionó el príncipe menor.

—El viaje para el cortejo. —El rostro de ambos Alfas perdió todo su color ante lo mencionado—. Al menos uno debe estar casado para obtener esta alianza, lo lamento.

—No funcionará —siseó Atsumu—. Tobio podrá ser estúpido, pero adora a su hermana por sobre todas las cosas, ella es su luna, no la dejará ir tan fácil.

—Y menos con alguno de ustedes —dijo el castaño—. No son dignos de alguien como Miwa.

—A su majestad le interesa tener el apoyo de las sis cortes —admitió Aran.

—Claro, de esa manera será sencillo traicionarlos y volverse Rey absoluto —dijo el rubio con burla—. Iré yo —se ofreció de repente.

— ¿Por qué? —Le cuestionó su hermano.

—Sencillo , Tobio me odia y a la espera de ello arruinará todo por la paz, no querrá tenerme como cuñado.

—Arruinarás al reino.

—Precisamente, eso buscaré. Además, intentaré traer a Himekawa de vuelta conmigo, se muy bien que está allí dentro.

— ¿Estás seguro, Tsumu?

—Nunca estuve tan seguro de nada como lo estoy ahora. —El rubio estaba decidido a recuperar al Omega de su hermano, quizás era un remplazo del amor que perdió hace mucho tiempo, aquel que le fue arrebatado sin siquiera despedirse y huyó con el Príncipe del Verano, pero si ese Omega le traía felicidad a su hermano lo recuperaría.

—Gracias —susurró con pesar el Alfa de ojos grises.

Había dos cosas Atsumu amaba más que a nada en el mundo; la primera era su reino pues sabía que mucha dependería de él en el futuro y la segunda era su hermano, quizás jamás lo admitiría, pero la mayor parte de su felicidad era tener a su hermano a su lado pues le hacía recordar que jamás estaría solo.


—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

La oscuridad pintó el cielo de negro y le quitó su esplendor al sol dejando a la luna en lo alto de éste para lucirse de forma esplendorosa como la diosa que llevaba su nombre, su luz bañó las ventanas del palacio y permitió que Yamaguchi entrara a hurtadillas a la habitación de Hinata. Sí, estaba prohibido que él pasara las noches allí dentro, pero eso era algo que ambos preferían ignorar.

Ambos Omegas se recostaron en el colchón, odiaban la idea de dormir solos y ésta era una compensación a esa soledad que se atrevía a marchitarlos.

— ¿No puedes dormir? —Preguntó Hinata.

—No, no puedo hacerlo desde que estoy aquí —respondió el pecoso.

—Yamaguchi —lo llamó el pelirrojo en voz baja—. ¿Naciste en la Corte de Verano?

—Claro que si —respondió.

—Pero fuiste capturado en Dorne, ¿qué hacías allí? —Yamaguchi suspiró pesadamente.

—Quería visitar a un viejo amigo, él era el dueño de una de las mansiones en las que fui esclavo antes de pertenecer al Harem del Verano... también forme parte del castillo dorniense.

—Espera —lo interrumpió Hinata—. ¿Conociste al príncipe de Himekawa?

—No se lo digas, por favor —suplicó—. Si lo conocí, aunque no sé de quién sea Omega.

— ¿Quieres decir qué hay más de uno? —Preguntó.

—Gemelos en realidad —asintió—. Yo tuve un pequeño romance con uno de ellos, era mozo de cuadra, el rey lo veía incorrecto estuvieron a punto de ejecutarme.

— ¿Y cómo es que sigues vivo? —Cuestionó con curiosidad.

—Una vez un hombre que ayudaba a alguien rico iba de visita al palacio, me ayudó a escapar en uno de los baúles de su equipaje —susurró muy bajito—. Por desgracia mi celo interrumpió cuando ya estábamos fuera a muchos kilómetros del palacio, tuvo que ayudarme a controlarlo, así que pasamos todo mi celo haciendo el amor en una de las playas lejanas.

— ¿Y tu Alfa sabe de éste hombre? —Preguntó confundido.

—Él era el hombre. —Hinata comenzó a reírse alegre de saber tal acción.

— ¿Puedes contarme más?

—Es una historia demasiado larga.

—Tengo demasiado tiempo —le dijo con un brillo resplandeciente en sus ojos.

—Está bien, te contaré como conocí a mi amado Tetsu.



¡¡POR FIN!! He regresado!!

Espero que hayan disfrutado el capítulo, la verdad no salió como tenía pensado y tuve que hacer modificaciones pero como pueden ver salió este fragmento, creo yo que quedó mejor.

Gracias por seguir leyendo y ser pacientes conmigo, aprovecharé que estoy de vacaciones para intentar avanzar con todas mis historias publicadas.

Como pueden ver, voy a narrar la historia del KuroYama en la siguiente entrega, será un especial como el que tuvo el DaiKita.

Dudas y preguntas ya saben que pueden decírmelas, perdón si se me va un error ortográfico.

Gracias por leer y nos vemos luego. ❤️✨

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