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-ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟛-

PALACIO WINTERFELL
—CORTE DE INVIERNO ❄️

Días después de la coronación de Shintaro hubo una especie de caos en el reino, la gente se refería a él como el usurpador y a su madre la tildaban de avariciosa, todos se preguntaban el por qué de la desaparición del príncipe Wakatoshi y nadie sabía su paradero. Lo único que reconfortaba al pueblo era la presencia de la única hija del Rey; era bien sabido que cuando el príncipe Wakatoshi asumiera el trono, la princesa ejercería el papel de Reina Madre. Todos hablaban de ella; una mujer Beta educada como un príncipe Alfa, la Dama de Invierno perfecta.

Nurbanu terminó de colocarse el vestido negro con ribetes de piel de oso en el cuello y a lo largo de su abdomen, las mangas colgaban a su lado como si fueran una chalina y dejaban sus brazos expuestos al simple movimiento, aún así cubrió sus manos con unos guantes de cuero.

—Luce tan hermosa como siempre, alteza —habló la anciana mujer.

—Gracias Janna. —La puerta se abrió lentamente y dejó ver al Alfa de metro ochenta que se acercó hasta las mujeres de la habitación—. ¿Qué opinas Imayoshi? ¿Estoy vestida para un funeral?

—Depende de quién sea el difunto, alteza —la Beta sonrió ante tal declaración.

—El funeral de mis enemigos —decretó superficialmente.

—En ese caso hacen falta joyas, su alteza —admitió el Alfa—. Debe recogerse el cabello y usar su mejor corona, recomiendo la de hojas de laurel de oro, resaltará en su cabello y más si deja unos rizos sueltos.

—Tienes buen gusto, Imayoshi —dijo burlón la mujer anciana.

— ¿Verdad que si? —Parecía que esos dos se llevarían bien. Nurbanu se mantenía sonriente ante la relación que tenían sus dos compañeros más cercanos—. Debemos ir a despedirnos de su majestad.

—No me hago a la idea de que mi padre no está aquí —admitió—. Imayoshi, ¿enviaste a los espías a vigilar a mi hermano?

—Por supuesto, he encomendado esa tarea al mejor Alfa que conozco —respondió tranquilo.

—Excelente, quiero que mi hermano esté a salvo, que nadie lo toque y no quiero involucrar a gente del palacio —respondió tranquila.

—Me temo que lo último será casi imposible —la Beta lo miró con el ceño fruncido—. Semi y Tendou fueron tras su hermano.

— ¡¿Qué demonios piensan esos idiotas?! ¿A qué fueron a buscarlo? —Preguntó alterada.

—A dejar provisiones y dinero para nuestro príncipe. Wakatoshi puede ser un formidable guerrero, pero el pueblo conoce su rostro.

—Debemos velar por su seguridad. —Susurró—. Es hora de partir, el funeral de mi padre debe estar por comenzar.

Winterfell era un lugar frío donde los vientos del norte avanzaban a todas horas, pero era un lugar respetuoso en cuanto a sus muertos. Los maestres tardaron en dictaminar que el Rey fue asesinado a sangre fría, pero ocultaron el hecho frente al pueblo y lo hicieron parecer que fu natural, aún así se hicieron expedientes con fotografías y estudios que ocultaron de la Reina Madre. Sin embargo los rumores se esparcieron, rumores que declaraban al primogénito del Rey como el responsable y por ello huyó del palacio.

La pira funeraria encendió sus llamas y el fuego abrasador consumió el cuerpo del difunto Rey. Toda la familia estaba reunida allí, grandes cambios se verían de ahora en adelante dentro los fríos muros del palacio.

Nurbanu observó el cielo cubierto de la pocas estrellas que empezaban a asomarse, las virutas de humo se elevaban al cielo y con ello llevaban el alma de su difunto padre y una ola de recuerdos le llegaban a ella.

—Nurbanu, ¿conoces nuestro lema? —Le preguntó una vez cuando era una niña.

—El invierno se acerca —respondió.

En invierno tenemos que protegernos entre nosotros, darnos calor mutuamente, unir las fuerzas. —Mencionó el Alfa adulto—. El verano es tiempo de altercados, tiempos de guerra se acercan, debes cuidar a tus hermanos.

—Pero yo soy la menor —alegó.

—Nurbanu, mi copito de nieve, mi aurora boreal. —El Alfa besó la frente de la pequeña y acarició sus mejillas—. Tu madre está muy enferma, si la Diosa Luna la llama debe partir al paraíso con ella, pero tú te quedarás y serás la Reina Madre de tu hermano, por eso debes cuidarlo. Cuida al reino, cuida a la dinastía.

Ahora sólo quedaban memorias.

En cuanto la pira funeraria empezaba a apagarse la gente pasó a dispersarse por el lugar, ella le pidió a su guardia caminar con ella por los límites del jardín. La albina empujaba rastros de nieve con sus pies, llegó al Árbol Sagrado y se dejó caer en las raíces de éste a observar el lago congelado frente a él.

—Éste es el único lugar que conserva una nieve que jamás se derrite, el lugar donde reina la gran magia —le dijo al Alfa—. También es el lugar donde Wakatoshi y yo pasamos mucho tiempo juntos.

—El amor qué hay entre ustedes no se ve todos los días, alteza, la familia suele ser traicionera —contestó Imayoshi.

— ¿Quién demonios está allí? —Interrumpió de repente la Beta. Un hombre moreno y alto de cabello negro se inclinó ante ella.

—Mil disculpas, su alteza —habló el Alfa—. Yo, ser Reon, he recibido noticias de los vigías y guardias del Harem.

Meršhik —musitó la princesa y su guardia se reprimió una risa—. ¿Qué información?

—Ha llegado una caravana extranjera con un Omega demasiado valioso, dicen que será la nueva Haseki —Nurbanu frunció el ceño ante tal declaración—. Vienen de un lugar lejano que ni siquiera aparece en el mapa, de la lejana y extraña Circe.

Most már szívesen látjuk* —dijo enojada. El moreno no comprendió lo que dijo—. ¡Mi madre fue de origen circense y durante mucho tiempo le dijeron que era impropia! ¡¿Ahora resulta que lo impropio era su falta de dinero, AH!?

—Su alteza, me temo que se está tomando esto demasiado personal —dijo Imayoshi y la albina lo miró mal.

— ¿Quién es el Omega? —Preguntó al moreno—. ¡¿Cuál es su maldito nombre?!

Kiyoomi Sakusa —susurró el Alfa.

—Así que la familia Sakusa... bien no permitiré que esa boda se lleve a cabo.


—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

Pertenecer al séquito de la Reina Handan tenía sus ventajas; no tenía que soportar a las estúpidas concubinas por gran parte de su día, sus tareas eran menos de lo pensado y su vestuario había cambiado aunque sea un poco, ahora llevaba una túnica blanca que se ajustaba a su cintura y de extraños tirantes, le recordaba a los vestuarios de las pinturas de los dioses.

Ese día le tocó una actividad un tanto estúpida desde su punto de vista; tuvo que ir al jardín a recoger flores para la Reina Handan, Kenma iba con él a supervisar que hiciera bien su trabajo.

— ¡Auch! —Se quejó el pelirrojo—. Me picó una espina.

—Te dije que a la Reina no le gustan las rosas, pero insistes en llevarle algunas —le reprochó el teñido.

—Las rosas son muy bonitas —contestó a la defensiva.

—Pero traicioneras —musitó Kenma—. Su majestad prefiere los tulipanes.

—Mi madre amaba mucho las rosas —comenzó a relatar—, teníamos un pequeño jardín con rosales rojos y rosas. Decía que eran las más bellas.

— ¿En serio? Yo las encuentro insípidas. —Insistió Kenma.

— ¿Por qué?

—Las rosas representaban a la dinastía Nigromante —lo dicho causó curiosidad en Hinata.

—Creí que el emblema de los Miyamoto era un sol atravesado por una lanza de oro.

—En realidad es un sol, una luna y una ola de mar. —Corrigió.

— ¿Y qué tienen que ver las rosas? —Preguntó.

—Las rosas representaban a las esposas y consortes de los emperadores, así se dividía a las gens.

—Hay cosas que los humanos no conocemos, me imagino que esto es uno de esos casos.

—Si quieres saciar tu curiosidad puedes ir a la biblioteca, encontrarás libros antiguos y pergaminos con la información necesaria.

— ¿Puedo hacerlo? —Preguntó y Kenma asintió—. Espero que la Reina Handan no se moleste.

—No lo hará, créeme que no —aseguró el rubio.


—PALACIO DORNE
CORTE DÍA ☀️

El hecho de salir tanto de viaje estaba pasándole factura al rubio, sentía que los días le duraban menos y la noche era eterna. Ese día en particular lo habían obligado a permanecer en los muros del castillo y evitar salir huyendo.

Desde el balcón de su habitación se podía observar las montañas desérticas de la corte, el sol resplandecía con toda su fuerza y hacía brillar la arena de un hermoso color rojo.

—Mi señor —sintió unos brazos rodeando su espalda—. Por favor vuelva a la cama.

—Lárgate, no quiero que te vean. —El Beta detrás de él suspiró molesto.

—Vaya, su alteza no quiere que vean su preferencia por los hombres, ni siquiera toca a las mujeres de su Har... —el príncipe no lo dejó terminar, tenía su mano aferrada a su cuello y sus ojos refulgían de un hermoso color dorado.

— ¿A quién crees que le hablas, esclavo? —preguntó el Alfa—. Soy el príncipe heredero de esta nación, nadie puede cuestionar mis decisiones.

—L- lo siento... alteza —el agarre comenzó a ejercer más presión en el cuello del Beta haciéndole difícil respirar.

—Vete del palacio ahora mismo, no quiero ver tu rostro o te mataré. —El Beta recogió sus ropas y se vistió rápidamente para salir huyendo en cuanto la puerta se abrió un castaño de ojos verdes entró por ella.

—Wow... parece que alguien se levantó de mal humor —el Beta miro al Alfa con repudio—. Adiós Väike prostituut*

No seas grosero con él —pidió el príncipe.

— ¿Lo dice el que casi lo mata? —Preguntó—. Atsumu, eres un idiota.

—Cállate Suna —respondió malhumorado—. Lo único bueno de los Beta es que no pueden quedar en cinta.

—Sólo si son hombres.

—Y es por eso que me acuesto con ellos —dijo irónicamente.

—Osamu quiere hablar contigo —cambió el tema radicalmente.

—Necesito hacer una nueva expedición. —Susurró.

—Tu padre no te lo permitirá —aseguró el castaño.

—Mi padre puede irse a la mierda.

—Si eso es lo que deseas —dijo burlón mientras se acercaba hasta un escritorio, las hojas de papel estaban desperdigadas en el mueble, restos de tinta y lápices casi sin punta, la causa; el dibujo de un hermoso joven—. ¿Quién es él?

—No te interesa —Atsumu se vistió con una camisa amarillo pastel con bordados en dorado y pantalón beige.

— ¿Donde lo conociste?

—Por última vez, no te interesa el nombre de ese Omega.

—Ah... ¿con que un Omega? Y bien ¿cómo es él? —Seguía insistiendo.

—Es brillante. —Susurró con una sonrisa.

—Debe ser inteligente, ¿no?

—No... bueno, no lo sé, pero me refiero a que es brillante, brilla con luz propia, como si tuvieras al sol en persona. Es perfecto para pertenecer a la Corte.

La sonrisa seguía plantada en el rostro del Alfa rubio, lo cierto es que desde que lo vio por primera vez no había podido olvidar su rostro y por ello se dedicó a dibujarlo todas las noches.

—Será mejor que nos vayamos de una vez, no quiero hacer molestar a mi viejo —dijo el rubio con burla.

Ambos Alfas salieron de la habitación y se encaminaron al comedor a la espera de ser reprendidos por el Rey dorniense; Haruka Miya era un hombre codicioso con sueños grandes y arrogantes, en su mente prevalecía la idea de convertirse en Emperador y ocupar el lugar del difunto Wolfgang Miyamoto. En su cabeza reinaba esa idea pues fue un Fae con su mismo nombre quién asesinó al Nigromante.

—Al fin llegas y tarde, como siempre. —El Rey tenía el cabello largo para un hombre de estado y de apariencia canosa, su piel blanca fue bronceándose con el intenso sol dorniense y sus ojos grises fueron perdiendo el brillo.

—No quería venir.

—No digas estupideces, Atsumu —regañó su padre—. Eres el príncipe de la corona, no puedes darte el lujo de ser un irresponsable.

—Lo que quiero es regresar a mi provincia en Chectras, Samu también quiere regresar a Glins. —El castaño oscuro se atragantó con lo que estaba comiendo al oír las quejas de su hermano.

—A mí no me metas en tus reclamos —lo regañó su gemelo y Atsumu lo miró con ojos entrecerrados.

—Traidor —susurró molesto.

—Cállate idiota.

—¡Basta, los dos! —La mujer Beta que acompañaba a su padre les habló—. ¡Son hermanos! Ustedes son el futuro de esta dinastía.

—Yuri —le habló el Alfa—. Guarda silencio, no eres su madre, no te corresponde educarlos.

—Perdón, su majestad —susurró.

—Yuri tiene razón en algo, ustedes son el futuro de la dinastía, uno de ustedes será el Emperador de Tír Nag Nóg.

—Sigues con esa idea —se quejó Atsumu en voz baja mientras vertía agua en una copa de cristal.

—A nosotros nos corresponde reformar el imperio y coronarnos.

—No, eso le correspondía a nuestro antecesor pero no lo tomó. Asunto cerrado —bebió la copa de golpe y la dejó caer en un gesto dramático—. No vamos a iniciar una guerra solo porque sí.

—No me importa esperar más tiempo para llevar a cabo mis planes —seguía insistiendo—. Los Miya gobernáremos el mundo entero.

—Se te olvida una cosa —habló Osamu—. No somos Nigromantes, se extinguieron hace años.

—No hace falta ser Nigromante para tomar un trono, descendemos del hombre que asesinó a su líder —mencionó orgulloso.

—Y gracias a eso nos llaman mata reyes, gracias al difunto tú, nos tildan de asesinos e idiotas.

—No tenemos ningún derecho al trono —continuó Atsumu lo que decía su hermano—. En dado caso son los Kageyama quienes pueden pelearlo, por eso los odias.

—Por eso les diste a mi Omega.

—Samu.

— ¡No voy a soportarlo! —Gritó dando un golpe a la mesa—. Los odias tanto que les regalaste mi Omega a esos estúpidos de la Corte Noche. Si tanto los odias, ¡¿por qué no me dejas iniciar una guerra para recuperarlo?!

—No iniciaremos una guerra abierta por un estúpido niño, puedes conseguir otro Omega, uno que si le convenga al reino. —Le dijo su padre.

—Eres un cobarde —admitió Osamu—. Jamás seremos como ellos. Te recuerdo que nosotros fuimos creados por un Nigromante... pero ellos ya estaban aquí.

—Eso es sólo un mito —se burló el Rey—. Todos fuimos humanos que se volvieron Faes, al menos los primeros de nosotros. Pero esos idiotas de los Kageyama creen haber sido los primeros en pisar esta tierra, imbeciles.

—No pienso participar en esta guerra —confesó Atsumu.

—No necesito que participes —le dijo su padre—. Aunque tú seas el heredero Osamu es mejor que tú en batalla, si no tomo el trono del imperio uno de ustedes morirá y ya no tengo dudas de quién será el muerto.

Los gemelos miraron a su padre con el odio plasmado en el rostro, no había dudas sobre el mal padre que era, además de ser un mal Rey y lo más repugnante hecho persona. Ambos hermanos odiaban el mundo en el que les tocó nacer, el motivo para vivir de Osamu era encontrarse al hermoso Omega de cabellos caramelo y poder estar junto a él, pero Atsumu no tenía un motivo claro, él quería gobernar, ser Rey y morir para dejar todo a su hermano.

Aunque de un tiempo para acá, el sol comenzó a brillar en su mirar.


—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

El sol estaba comenzando a ponerse y el atardecer se veía de un hermoso color rojizo anaranjado, los rayos de luz entraban por los ventanales de la biblioteca y se reflejaban en las hojas viejas de los libros de historia. A Hinata le gustaba mucho leer los libros de historia, pero no los libros que daban en la escuela de su pueblo, sino los libros verídicos que usaban en el mundo feérico.

Era un secreto a voces que la historia del imperio fue rota y reescribiéndose con los años, para mantener a los humanos en la ignorancia, los Faes conservaban la verdadera historia y es por eso que dedicó a buscarla. Tomó unos títulos que Kenma le recomendó, hablaban de cómo el mundo fue dividiéndose, las conquistas y como el gran imperio se convirtió en los seis reinos. Había tantas tierras que aún no se conocían y no se sabe qué clase de monstruos existen.

Se levantó del pequeño cojín del suelo con todos los libros y fue hasta los estantes correspondientes a dejarlos. Pronto se haría de noche y no podía escabullirse eternamente de sus labores como esclavo, pero quizás podía comenzar con un libro nuevo, Kenma le recomendó uno en específico para conocer la historia del gran imperio, y ese buscaría.

Según las palabras del Delta, debía buscar un libro grueso de pasta dura pintado de rosa y azul brillante, decorado con rosas y espinas negras. Parecía no encontrarse en los estantes bajos, quizás lo mantenían oculto, tuvo que buscar una escalera para poder llegar más alto, y es que con su escaso metro sesenta y cuatro no podía hacer mucho. Trepó hábilmente por los escalones y se sostuvo con la mano izquierda mientras la derecha buscaba en los lomos, tanteó un par de veces y bingo... encontró lo que buscaba pero estaba un poco lejos de alcanzarlo. Sinceramente odiaba la idea de bajar, mover la escalera y trepar nuevamente porque quería ahorrar energía, decidió estirar más su brazo e intentar separar uno de sus pies para tomar el libro.

—Maldita sea, ven aquí —susurró molesto como si el libro fuera capaz de volar hasta él. Sus uñas rasgaron el lomo unas tres veces hasta jalarlo hacía él y no alcanzó a tomarlo entre sus dedos y cerró los ojos a la espera de que cayera al suelo.

Y el libro jamás golpeó las baldosas.

—Me sorprende lo que tu flojera puede hacer —abrió los ojos y divisó la figura del azabache de metro con ochenta y ocho—. Lo ideal es bajar y ajustar la escalera donde se encuentra el libro que buscas.

—Lo siento su majestad, no lo vi —habló en un susurro mientras bajaba de la escalera.

El Jardín de las Rosas —leyó el título del libro—. ¿Te interesa la historia de los Nigromantes?

— Por supuesto que si —dijo con una ligera molestia—. Además, desdmisesd on jolt —el Fae frunció el ceño.

Teadmised on jõud —ahora fue turno del humano de lucir dubitativo—. El conocimiento es poder.

—Eso fue lo que dije —se quejó.

—No, tu frase fue un intento de hablar feérico y debo decir que lo hiciste terrible.

—Cómo si tú lo hablaras a la perfección.

—Soy un Fae, el feérico es mi lengua materna. —Mencionó haciendo sonrojar al pelirrojo de vergüenza que no dudó en ocultar su rostro entre sus manos.

«¿Podría ser más vergonzoso?» pensó en sus adentros el Omega.

— ¿Por qué te interesa aprender la historia Nigromante? —Preguntó.

—La Reina Handan me recomendó este libro —respondió—. Lo hizo porque le conté que solía leer los mitos de dicha raza, pero ahora quiero conocer la historia.

—Nunca escuché a un humano que le gustase aprender.

— ¿Cuantos humanos conoce, su majestad? —El pelinegro mostró un atisbo de sonrisa, en realidad él era el primero con el que intercambiaba más de dos palabras.

—Si tanto te interesa puedes quedártelo —el menor lo miró fijamente como si no creyera sus palabras.

— ¿De verdad? —Preguntó entusiasmado.

—Claro, hay tres libros restantes igual a ese, no hay problema si te quedas con uno. —Le dijo encogiéndose de hombros—. Sólo cuídalo bien, no dejes que lo dañen.

—Muchas gracias, majestad —hizo una pequeña reverencia por respeto al mayor como Kita le había enseñado—. ¿Puedo preguntar qué hace aquí?

—Ya lo preguntaste. —Y tenía que arruinar el momento, idiota—. Vine a buscar algo importante.

—Oh... claro, aquí debe haber cientos cosas importantes para la corte —el Alfa asintió nervioso ante la curiosidad del Omega, cosa que el contrario notó—. Yo... creo que debería irme.

—También lo creo —susurró el mayor. Shouyo salió huyendo prácticamente del lugar con el libro envuelto en brazos, le fue mejor de lo esperado, lo había conseguido y no solamente prestado sino que era de él, SUYO. Podía morir en paz.


El cielo le hizo honor al nombre de la corte, la luna se encontraba brillando en lo alto siendo acompañada de estrellas a su alrededor. El Rey observaba todo desde los ventanales de su despacho, adoraba la presentación del cielo a esas horas de la noche y la tranquilidad que emanaba a su tierra, desafortunadamente se vio frustrada por el sonido de la puerta al ser abierta.

—Lamento interrumpirlo, su majestad —le dijo el guardia—. Korai Hatun está en la puerta, desea verlo.

—Que entre —dijo en un suspiro. El guardia salió y un minuto después el Omega de cabellos blancos apareció por el umbral.

—Su majestad —saludó cantarín.

— ¿Qué sucede, Hoshiumi? —Preguntó.

—Sólo quería verlo, su majestad, ¿Tiene algo de malo?

—Estoy ocupado —respondió de mala gana.

—Pensé que podríamos cenar, hace mucho que no pasamos tiempo juntos —insistió.

—No lo estamos porque estás en cinta, debes cuidar a mi hijo, mis feromonas pueden ser pesadas para tu estado.

—En realidad podrían hacer falta —confesó—. La doctora dice que los aromas de los padres son importantes para la gestación del bebé, debe acostumbrarse a ellos.

—La doctora dijo que todo está bien con el bebé, eso es suficiente para mí —dijo de manera fría—. Retírate, no tengo ganas de cenar.

—Pero su majestad...

— ¿No me escuchaste, Hatun? Por favor retírate, tengo cosas que hacer.

—Como ordene, su majestad. —El Omega hizo una reverencia y salió del despacho del Alfa, no quería causarle problemas a su amado.

La realidad es que Tobio no quería verlo, no lo tenía en tan alta estima y mientras menos tiempo estuviera con él era mucho mejor.

La puerta volvió a abrirse y su amigo entró por ella de forma silenciosa.

—Korai Hatun se veía molesto —fue lo primero que dijo.

—No me interesa, siempre lo está —contestó sin ganas.

— ¿Estás bien? —Preguntó.

—Me duele la cabeza —admitió sobándose las sienes—. La situación en la frontera se está volviendo difícil, se han vuelto comunes los robos de mercancías y han aparecido cuerpos mutilados.

—Ninguno de esos cuerpos fueron habitantes de Shadowing —dijo Tsukishima.

— ¿Entonces por qué los abandonaron en mis territorios? Están causando pánico en el pueblo, la gente no se siente segura —dijo cabreado—. Y no sólo eso, Wakatoshi ha desaparecido.

— ¿Qué quieres decir?

—Me llegaron informes, hay rumores que lo señalan como el asesino del Rey, y su desaparición deja mucho que desear.

—No tardarán en llamarte, querrán que firmes una alianza con el nuevo Rey.

—La situación nos pone en desventaja, mi alianza era con Wakatoshi no con Shintaro.

—No dudarán en pedir más de lo acordado —se burló el Alfa rubio—. Estoy seguro que pedirá tu apoyo a su reclamo al trono, querrá que el ejército se una a su causa.

—No quiero apoyarlo.

—Claro que no, si lo apoyas y Wakatoshi es inocente se acaban nuestros acuerdos comerciales y perderíamos una buena cantidad de ingresos para el país, en unos años estaremos en una crisis.

—Shadowing no es una nación dependiente de otras —dijo Tobio.

—Por supuesto que no, pero se necesitan alianzas para mantener al reino de forma próspera.

— ¿Qué sugieres tú? —Le preguntó.

—Mantengámonos al margen, no tomemos ningún bando en esto, no es nuestro problema. —Tsukishima tenía razón, siempre la tenía y eso era lo que le generaba conflicto al azabache. Pero también era gracias a ello que siempre podía contar con un él para escucharlo y aconsejarlo.

—Gracias —susurró tranquilamente.

— ¿El Rey está agradecido que tenga razón?— Preguntó burlón—. No se moleste majestad, siempre la tengo, soy más inteligente que tú. —Ahora ambos se estaban riendo, Kei era el único que se atrevía a faltarle el respeto de forma educada... bueno él y ese Omega mal educado que se encontró en la biblioteca.


¡Holis! He regresado, espero hayan disfrutado del capítulo.

Most már szívesen látjuk se traduce como "Ahora si son bienvenidos." Voy a estar dejando frases traducidas en otros idiomas o inspiradas en traducciones, podrían toparse con frases o palabras alteradas, (si me leen en Cuando los Planetas se Alineen saben de que hablo) tengo la costumbre de hacer esto para representar una nueva lengua en mis historias.

A diferencia de la historia anterior en la que manejo y altero el alemán, en esta historia manejaré el húngaro y el estonio, lenguas que obviamente no domino pero uso el traductor, sin embargo no confío en él y por eso las altero jajaja.

Muchas gracias por leerme y nos vemos hasta la siguiente actualización, dudas y preguntas saben que estoy a su disposición, si me tienen en Facebook pueden ver los spoilers sin contexto de todas mis historias o reírse de las mensadas que publico.

Nos vemos ❤️✨

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