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-ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙-

—PALACIO AUTUMNAL.
CORTE DE OTOÑO 🍁

La noche estaba en su máximo esplendor, la luna estaba en su punto más alto y las estrellas brillaban sobre las torres del castillo. Las cortinas bailaban al son del viento y dejaban ver un  hermoso vaivén en la habitación, sin embargo la noche no correría en paz.

En los pasillos del palacio se escuchaba el taconeo de una mujer de hermosa piel blanca y corto cabello castaño al igual que sus ojos chocolates. Llegó hasta a la habitación que deseaba visitar, los guardias estaban a cada lado de la puerta y esa era un clara señal de lo que pasaba.

—Abran la puerta, debo entrar.— pidió a ambos hombres.

—Me temo que es imposible, mi señora.— le respondió.

—¿Mi señora?— preguntó—. Yo soy la madre del príncipe de la corona, soy la Reina y exijo ver a mi marido.

—Su majestad pidió no ser molestado, ni siquiera por usted, mi señora.— la castaña refunfuñó molesta, ya se imaginaba lo que pasaba dentro.

(...)

En la habitación se aspiraba el aroma de dos personas y las feromonas que llenaban el aire, hacían que éste se sintiera cargado.

El castaño de piel morena mantenía sus manos aferradas a las caderas de su pareja, dejaba sus dedos marcados en la piel blanquecina del contrario. Amaba cada extensión de su cuerpo; su marcada espalda, sus piernas bien torneadas, pero sobre todo su aroma. Todo en ese Omega era maravilloso.

—Eres tan perfecto.— le habló cerca de su cuello haciendo que su piel se erizara—. ¿Cómo es que eres tan hermoso?

—No lo sé.— dijo sonriente. El castaño no dejaba de besar su nuca y sus mejillas sonrojadas.

Mi Omega.— susurró en su oído mientras el peli gris gemía gustoso.

Mi Alfa. Por favor déjame montarte, quiero que veas mi rostro.— el de ojos marrones salió del interior de su pareja y se recostó en la cama.

El peli gris subió y besó las facciones de su amado, se acercó hasta su cuello pasando los dientes cuidadosamente para después dejar pequeñas marcas rojas. Colocó su trasero cerca de su pelvis y comenzó a moverse en círculos, amaba los gruñidos que brotaban de la garganta del Alfa, amaba ser el único capaz de hacer sentir algo a ese hombre. Lo amaba demasiado a él.

El moreno se deleitó en cuanto vio a su Omega bajar lentamente por su longitud, los gemidos que emitía eran música para sus oídos. Decidió que no podía aguantar más, así que lo tomó por las caderas y lo ayudó a entrar con sólo una estocada haciéndole sentirse lleno, el Omega cerró sus ojos ámbar, su rostro estaba sonrojado y su cabello gris con puntas negras se pegaba a su frente por el sudor. Como amaba a ese hombre.

—Vamos amor.— le dijo el Alfa—. No seas cuidadoso.— el Omega hizo caso a su petición y comenzó a saltar logrando hacer gemir a su amado, el moreno le apretaba la cintura dejándole sus dedos marcados. ¿Qué importaba? Era suyo, solamente de él.

—Mmh... amor... me haces sentir bien.— decía entrecortado.

—Te amo.— dijo para después invadir sus labios.

—Te amo más.— les respondió entre jadeos.

—¡SU MAJESTAD!— gritó la mujer minutos después de entrar a la habitación. No le hizo gracia lo que encontró. El padre de su hijo estaba acostándose con alguien más.

—Yui, ¿qué haces aquí?— le preguntó el Rey.

—Debo preguntar lo mismo, ¡¿qué hace él aquí?! Dije que no lo quería en el palacio.

—Creo que debería irme, regresaré al Harem.— mencionó el de cabello gris.

—Largo de aquí— vociferó la mujer.

—¡Basta Michimiya!— alzó la voz el Rey del Otoño—. Shinsuke, espérame fuera por favor.— el Omega estaba colocándose una yukata cuando su majestad lo llamó por su nombre.

—Por supuesto, Daichi.— el castaño lo tomó del mentón besándolo con devoción y después llevó sus labios a su cuello. El de cabellos grises se levantó y abandonó la habitación.

—¿Qué deseas Michimiya?— preguntó una vez que el Omega estuvo fuera de esas cuatro paredes.

—Es noche de jueves, Daichi.— dijo molesta.

—¿Y?

—¿Qué hacías con Kita?

—Pasar la noche de jueves.

—¡La noche de jueves es sagrada!— gritó molesta—. Se supone que debes pasarlo con tu esposa.

—Tú no eres mi esposa, Michimiya. La noche de jueves se considera sagrada para nosotros, la solemos pasar con la persona que amamos, para mí esa persona es Shinsuke.— la de ojos chocolate se sintió menospreciada ante tal declaración.

—Soy la madre de tu hijo.— susurró con voz entrecortada—. Daichi, yo soy tu favorita, tienes un Harem de mujeres y aún así estas con un hombre.

—¿Y eso es lo que te molesta? ¿Qué este con un hombre? ¿O es qué te molesta que sea un Omega?

—Soy una Beta, para mí fue muy difícil darte un hijo, un príncipe. Me siento como basura al verte con él.— las lágrimas ya empezaban a recorrer las mejillas de la chica.

—No se supone que nos veas juntos.— esto era el colmo de los colmos—. Michimiya, cuando te preguntaron si querías formar parte del Harem sabías las reglas de lo que significa ser parte de el. Me diste un hijo, eso te convierte en Kadin, pero eso no es impedimento para que yo esté con alguien más del Harem.

—¿Y tiene que ser él?— preguntó entre hipidos.

—No dejaré a Shinsuke por nada del mundo. Sabes mis sentimientos hacía él.

—¡Es un esclavo!

—¡También lo eres tú!— gritó exasperado—. Ahora retírate, déjame dormir lo que queda de la noche con el hombre que amo.

Yui salió de la habitación con el rostro hecho un desastre. Era cierto, cada cosa que le dijo era verdad, jamás podría igualar al Omega y menos a uno tan hermoso como Shinsuke.

—No sabes cómo te odio.— le dijo al de cabello gris en cuanto lo vio.

—En cambio yo no lo hago.— la Beta lo miró con extrañeza—. No siento nada por ti, ni lastima, ni odio, mucho menos envidia.

—Me quitaste al hombre que amo.

—No puedes amar alguien sino te amas a ti misma antes.— la mirada de Shinsuke estaba fija en la de Yui, sin siquiera mostrar un ápice de piedad—. Mereces a alguien mejor, apártate de Daichi, él jamás va a corresponderte.— Yui no midió su coraje y se dio cuenta de lo que hizo en cuanto golpeó el rostro blanquecino del Omega.

—¡Michimiya!— y para colmo de sus males, Daichi salió de la habitación puesto que su Omega estaba tardando demasiado en entrar—. ¿Estás bien, amor?— Kita tenía su rostro deformado en una mueca extraña, no había rastros de dolor, sólo estaba asombrado.

—Si, estoy bien, no tienes que preocuparte.— respondió sobándose su mejilla herida.

—¡¿Como osas a tocar al Omega del Rey?!— Yui estaba asustada, Daichi jamás le había levantado la voz—. ¡¿Quién te crees que eres Michimiya?!

—Y- yo... perdóneme su majestad.— rogó hincándose de rodillas—. No volverá a pasar.

—Por supuesto que no, yo me encargaré de eso.— el rostro de Daichi estaba colérico, habían dañado a lo más preciado para él.

Ambos entraron a la habitación y Daichi pidió a uno de los sirvientes que trajeran al médico para valorar su amado.

—Estoy bien.— le dijo Kita.

—Se atrevió a golpearte, Shinsuke.

—No soy una damisela en apuros, Daichi. No por ser Omega seré alguien delicado.— el Alfa sonrió orgulloso y lo besó como llevaba haciéndolo toda la noche.

Una vez estuvo valorado el Omega sólo fue necesario untarle cremas a la herida, no hubo nada más allá de un daño superficial. Y así la pareja volvió a dormir sin interrupciones.

—PALACIO DE SHADOWING
CORTE NOCHE 🌑

Tobio Kageyama entró con pasos lentos a los aposentos del Rey y encontró la habitación en un silencio sepulcral, la cama se encontraba vacía y su madre estaba en el balcón admirando como el cielo comenzaba a teñirse de rojo.

—¿Sucede algo, madre?— preguntó en cuanto llegó a su lado.

—Mi amado hijo.— habló lentamente—. Desafortunadamente nuestra majestad, mi amado esposo; tu padre, el Rey Kuroko ha fallecido, nos ha dejado y a partido hacia el reino eterno.— la expresión en el rostro del príncipe se terminó por desfigurar, ¿así qué esa era la razón por la que su corazón latía demasiado a prisa?

—¿Dónde está su cuerpo?— preguntó al ver la cama vacía.

—Con el gran maestre, debemos realizar la investigación de su causa de muerte.— Tobio asintió y fijó su mirada en el cielo donde el sol empezaba a salir—. Tu amanecer comienza ahora, este es tu día. De ahora en adelante el bendito trono de Shadowing te pertenece a ti, Rey Tobio— la mujer bajó su mirada y realizó una reverencia frente a su ahora rey, los sirvientes que estaban presentes siguieron el ejemplo de la Reina y mostraron su respeto ante su joven Rey.

No había duda, los amaneceres apenas comenzaban.

—¡Vamos, muévanse!— los gritos de la mujer no dejaban dormir a las demás—. ¡Levántense ahora!

—Señorita Yachi, ¿sucede algo?— preguntó una de las jovencitas—. ¿Por qué hay tanto escándalo en el Harem?

—¿Cómo es que aún no lo saben?— preguntó la rubia—. Su majestad, el Rey Kuroko ha fallecido.— todas las mujeres presentes en el pequeño palacio se alarmaron ante lo que escucharon.

—¡¿Nos van a botar?!— preguntó una.

—Por supuesto que si, el Rey Tobio ya tiene su propio Harem.— respondió otra.

—¡Cállense todas!— habló fuerte y claro la rubia sobándose las sienes y acomodándose sus lentes que usaba para leer—. Es bien sabido que el ahora Rey posee un Harem en el Palacio de la Noche, y si, dicho Harem se mudará ahora a este palacio.

—¡No es justo!

—¡No pueden echarnos! Al menos no a mí, ¡yo soy la favorita del Rey!

—¡La favorita del antiguo Rey!— gritó la Omega de ojos marrones—. Su majestad el Rey pidió que trasladaran sus cosas a su nuevo palacio, estarán aquí en dos días. Es todo.— la rubia dio la espalda a las mujeres que no dejaban de gritar molestas y salió de las habitaciones y fue directo a su destino.

Avanzó hasta uno de los pasillos y pudo ocultarse, sacó el pequeño Koushman; un circulo de oro con una piedra de apariencia acuosa en el centro haciéndolo parecer un espejo, del artefacto salió un resplandor y proyectó la imagen de un hombre de cabello rubio y ojos ambarinos detrás de unos lentes.

—Yachi, ¿sucede algo?— preguntó el rubio.

—Sucedió todo, Tsukishima— dijo la rubia—. El Harem está vuelto un caos, están molestas porque no podrán quedarse más.

—Era de esperarse— suspiró—, es una tradición cambiar de Harem una vez que un nuevo rey se alza, especialmente ahora.

—¿A qué te refieres?

—Kageyama no estará cómodo con tener un Harem. No es dado a socializar con nadie, ya lo sabes.

—Pero aún así, su majestad la Reina pidió que sea trasladado el Harem, también pidió nuevas criadas.— habló cabizbaja.

—Yo me encargaré de ello.— el rubio estaba cansado, se le veía en su cara—. Por favor llama a los demás Reyes, que se esparza la noticia;esta noche se ha levantando un nuevo Rey de Shadowing.

—Por supuesto.— susurró.

—¿Algo más?— preguntó.

—Por favor, vuelve pronto.— el rubio sonrió ante las palabras de la Omega.

—Por supuesto, Hitoka.— dijo haciendo sonreír a la rubia.

Esa noche las cartas comenzaron a ser escritas, y el pueblo se vistió de luto en medio de su dormir. Un rey había caído y uno nuevo se levantaba, esperaban seguir teniendo la misma suerte de antes y que no fuera uno tan malo como los demás Reyes de las cortes.

¡Ya era hora de actualizar!

Dejaré este primer capítulo como una prueba de lo que tratará la historia. Recuerden que le daré prioridad a mis dos obras anteriores y esta será la tercera en orden de actualización, así que no hay que sorprenderse si de repente no llegan las notificaciones de esta historia.

Puede que este inicio sea un poco flojo, pero como dije esta historia también será larga y tendrá un contenido más fuerte y sensible. Aún necesito práctica en lo explicito así que una disculpa si no está bien narrado.

Gracias por leer y nos vemos luego.❤️

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