𝑺𝒆𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒍𝒗𝒐 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔
“𝑫𝒖𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆𝒂𝒏 𝒇𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔, 𝒅𝒖𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒔𝒐𝒍 𝒔𝒆 𝒎𝒖𝒆𝒗𝒂, 𝒅𝒖𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅 𝒔𝒆𝒂 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒂, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒐 𝒅𝒖𝒅𝒆𝒔 𝒋𝒂𝒎𝒂́𝒔 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒂𝒎𝒐.” — 𝑾𝒊𝒍𝒍𝒊𝒂𝒎 𝑺𝒉𝒂𝒌𝒆𝒔𝒑𝒆𝒂𝒓𝒆
Aún se encontraban en Mendoza y Andrómeda no podía estar más feliz ahora que se había quitado el peso de los hombros llamado “la familia de Valentín”, ya no resultaba un estrés para ella, todo lo contrario, ahora podía conversar y reír con los Oliva como si fueran amigos de toda la vida y Valentín adoraba eso, ver a su familia junto a su novia era todo lo que siempre quiso y nunca experimentó ya que las pocas novias que tuvo nunca llegaron a conocer a su familia porque nunca se sintió con la necesidad de hacerlo, nunca gusto de ellas lo suficiente para dar ese paso, pero todo cambio cuando Andrómeda llegó a su vida.
Ella fue un flechazo directo a su corazón y de inmediato se dijo para si mismo: “la llevaré a casa con mamá”; puede que no la llevo a su casa directamente sino que trajo a su familia hacia ella, pero daba lo mismo, lo importante es que por fin había dado ese paso tan importante que pensó que nunca daría. Cuando eres alguien conocido públicamente no es nada fácil encontrar una chica que te guste y que sea fácil mantener una relación ella, algunas solo quieren sus cinco minutos de fama y otras quieren presumir que se acostaron con “el gran Wos”, las únicas chicas cerca de él eran sus amigas, nada más que eso.
Le alegraba pensar que por fin había conocido a, la que era para él, la chica ideal. Quería gritar a los cuatro vientos lo mucho que le gustaba Andrómeda, quería presumirla ante todos como la mujer perfecta ante sus ojos, esa que con solo una mirada y una sonrisa logró que se rindiera a sus pies, esa que con su risa logró que algo se moviera dentro del cuerpo del Argentino; él se sentía sumamente afortunado por ganar tanto con solo no rendirse, porque no solo consiguió a la chica sino que también consiguió a la familia.
¿Pensaba aumentar esa familia en un futuro? No lo sabía, pero se inclinaba más por el sí que por el no, al final él siempre quiso sus propios hijos y verlos crecer, enseñarle cosas, consentirlos y ser el mejor padre del mundo como su padre lo fue con él y su hermano. En ese momento no veía descabellada la idea de formar una familia en toda la regla junto a Andrómeda en un futuro bastante lejano, por ahora estaban bien con Orión y con como iban sus carreras, además, apenas estaban empezando a probar lo que era una relación entre ellos y querían ir lento, probando cómo era todo y si la vida los quería juntos iban a terminar compartiendo la misma por muchos años más.
—¿En qué piensas? —la voz de la dueña de sus pensamientos provocó que estos se interrumpieran por lo que volteó su mirada hacia ella. —¿Te estas arrepintiendo de venir? Mira que por ahí me dijeron que puedes llegar a ser mala copa a veces y yo no quiero pifiosos* conmigo, te agradezco que te controles —dijo con un notable tono de diversión en su voz.
En ese momento se encontraban caminando hacia una cata de vinos, solo estaban los mayores de edad del grupo claramente, Orión se había quedado con su maestra recibiendo sus debidas clases bajo la supervisión de Peter, el manager de Valentín. Andrómeda nunca había ido a probar vinos, pero sabiendo que Mendoza era la capital del vino no podía irse de ahí sin antes probar todos los vinos que hacían famosa a la ciudad.
Estaba disfrutando mucho eso de viajar a un montón de lugares y conocer nuevas cosas, experimentar situaciones divertidas, además, se enriquecía con cada cosa nueva que conocía y era realmente fantástico porque no todos tenían la oportunidad que ella tenía de viajar tanto, se sentía afortunada por ello.
Valentín, quien ya era experto en los modismos extraños que salían de la boca de su novia, solo río y apretó más su mano entrelazando sus dedos en el proceso.
—¿Posta te dijeron eso? —preguntó haciendo que la chica asintiera de forma rápida como si fuera una niña sacándole una sonrisa al mayor. —A veces sí me paso un poco con el escabio, pero lo normal, ¿Sabés? Tampoco soy un pibe que quiebra cada vez que bebe fernet o vino de caja, además, ¿Quién quiebra catando vinos? Nah, eso es de virgos —se encogió de hombros con una sonrisa confiada en su rostro.
—Ah bueno, si tú lo dices te voy a creer, pero si te emborrachas te voy a grabar y me voy a reír —contestó provocando que el Argentino soltara un “que buena novia tengo, joder” junto con una carcajada.
—¿Qué te está diciendo este boludo? Cuando salimos de joda termina vomitando todo el baño —acotó Tadeo, el mejor amigo del recién aludido, quien había llegado a la ciudad hace tan solo unas horas.
Algunos miembros de la crew de Valentín habían ido a verlo y se iban a mover durante unos cuantos días con la gira junto al equipo del cantante. Esto lo agradecía el joven porque siempre le iba bien tener a sus amigos más cercanos cerca de él, era como una recarga de energía para el artista y para él como persona.
—¿Y vos me vas a decir que nunca quebraste? No me mirés así, Meda, soy un humano —se defendió el de ojos azules antes de que la chica hiciese algún comentario.
—En realidad no suelo beber mucho, básicamente casi nunca tengo tiempo para ello, así que... —antes de que pudiera decir algo otra voz la interrumpió provocando que todo el grupo se detuviera.
—¿Valen? ¿Chicos? ¡Que coincidencia! —habló una chica con cabello castaño bastante largo con un par de personas se encontraban frente a ellos, todos con una gran sonrisa. La castaña pasó a saludar a los que conocía hasta llegar frente a Valentín. —Un montón de tiempo sin vernos vos y yo, te re olvidás de uno —comentó con un extraño tono que le llamó la atención a Andrómeda.
—Sí, bueno... Con todo esto de la gira he estado banda de ocupado, vos sabés como es el mambo —contestó encogiéndose de hombros restándole importancia al asunto. —¿Ya conocés a Andrómeda? Una de las mejores dentro del mundillo de hacer videos —la presentó cambiando por completo de tema.
—Sí, claro que la conozco, ¿Cómo estás? —preguntó con un tono amable, pero aunque a nuestra protagonista le pareciera conocida no lograba saber su nombre.
—Estoy muy bien, gracias, lamento si te ofendo, pero tu nombre no me llega a la cabeza, ¿Cuál es? —preguntó con cierta timidez provocando algunas risas en el grupo de amigos que intentaron disimular con poco éxito, al contrario de la otra chica quien se lo notó con un poco de rabia.
—Soy Ángela Torres, soy cantante —aclaró haciendo que Andrómeda soltara un “ahhh, claro, ya recuerdo” tratando de disimular el hecho de que aún no la reconocía del todo, tal vez la había visto en los likes de sus fotos, pero de resto no la terminaba de ubicar.
—Bueno... nosotros nos vamos, fue piola verte de nuevo —Valentín rompió el silencio y la guerra de miradas entre ambas mujeres, una incómoda y otra más rabiosa. —Nos vemos —se despidió de ella con una media sonrisa y jalo de la mano de su novia suavemente para continuar su camino dejando atrás a la Argentina con un sentimiento de rabia en su interior por ser ignorada de tal manera.
La Venezolana no era tonta, había sentido una extraña energía entre Valentín y Ángela, pero no era algo de lo que debía preocuparse, ella lo tenía muy claro, así que no pensaba que su novio y aquella chica tenían algo, para nada, pero igualmente reconocía que entre ellos había pasado algo, no consideraba que fuera algo serio, le creía a Valentín cuando decía que no había tenido una relación seria desde su adolescencia (y esa no fue tan seria), lo más probable es que haya sido algo pasajero.
Y Andrómeda no se equivocaba, cuando Valentín estuvo unos días intentando olvidarse de la Venezolana acudió a una de sus amigas y esa fue Ángela, ellos se conocían desde hace unos años y tenían una buena relación de amistad. Hace unas semanas atrás había salido un par de veces de fiesta con la Argentina y terminaron en la cama de ella entregándose en cuerpo, pero no en alma; aunque se escuche como un hijo de puta, la única intención de Valentín era olvidarse de Andrómeda, pero no lo consiguió ni un poco, solo se dio cuenta que le gustaba la chica más de lo creía.
Se sentía un poco mal porque él pensaba que Ángela sí que había desarrollado sentimientos por él antes o durante su pequeña aventura, lo que menos quería era hacerle mal, pero ahora tenía que entender que él estaba de novio con la chica que le gustaba después de muchos intentos, no iba a arriesgarse a perderla solo por seguirle el juego a Ángela. Solo esperaba que la chica se mantuviera con cierta distancia de ellos y respetara lo que eran ahora, solo amigos.
—Vení, vamos a mirar las estrellas —habló Valentín arrastrando un poco sus palabras por el nivel de alcohol que estaba en su cuerpo mientras que jalaba la mano de Andrómeda hasta el área verde del hotel.
La cata de vinos puso a todos bastante alegres y luego se dirigieron hacia un bar para beber algunas cervezas, así que la mayoría se pusieron mucho más que alegres, se pusieron borrachos a excepción de una persona, Andrómeda, quien había bebido un poco y ahora se encontraba, como ella misma lo describía, prendida.
Cuando llegaron al hotel lo primero que hizo fue revisar a Orión, pero el pequeño ya se encontraba profundamente dormido bajo el cuidado de los padres de Valentín, quienes se habían ido luego de que terminara la cata. Andrómeda les agradeció en silencio y de forma rápida antes de que su novio la jalara fuera de la habitación, le dejo un beso en la frente al pequeño para luego dirigirse en dirección al jardín del hotel en donde se encontraban.
Esa era su última noche en Mendoza y querían pasarla juntos bajo el manto de las estrellas, las que particularmente, lucían hermosas esa noche.
—Sos hermosa —Valentín rompió el silencio volteando su cabeza para mirarla mientras ambos estaban acostados en el césped, igual a como estaban en su primera cita. —¿Te lo he dicho antes? Es que, posta te lo digo, sos hermosísima y no me voy a cansar de decírtelo —a tientas buscó su mano para entrelazar sus dedos. —Te veo y mi alma explota como si tuviera dinamita —en ese momento sonrió ampliamente como si fuera hubiera encontrado la cura a alguna enfermedad. —Alma dinamita.... Ta' bueno el nombre pa' una canción, ¿No? —soltó su mano y atrajo a la chica hacia él.
—Alma dinamita es un nombre muy lindo, me gusta —contestó con una sonrisa descansando su cabeza en el pecho del muchacho. —Es increíble como te llegan las ideas a la cabeza tan rápido, parece que te inspiras de la nada, eso es fantástico. —la mano de Valentín subió su mano hacia su pecho para tomar de nuevo la mano de su novia.
—Vos sos mi inspiración, mi musa, las cosas me salen mejor cuando estás a mi lado —confesó ocasionando un sonrojo en las mejillas de Andrómeda.
—No puedes ser más dulce porque es imposible, ¿No? —preguntó con una sonrisa llena de ternura por los constantes halagos proporcionados por su acompañante. —El cielo está hermoso esta noche, ¿No te parece? Es muy raro ver las estrellas tan brillantes en la ciudad —habló con cierto aire de extrañeza.
—¿Desde aquí podemos ver tu constelación? —preguntó sin dejar de mirar al cielo arriba de ellos.
—Nop, creo que no, solo he visto la mía por un telescopio, casi siempre en Noviembre que es cuando se ve más. Es realmente linda —sonrió al recordar la primera vez que la vio, era una niña y pensó que ella venía de allá.
—¿Sabias que en la mitología casi fuiste devorada por Cetus? Un monstruo de mar gigante, pero llegó Perseus y te salvó, creo que yo era ese Perseus —comenzó a divagar. —Tal vez fuimos nosotros en otra vida porque yo creo que en eso, en las almas gemelas que se van reencontrando en todas las vidas para amarse por y para siempre —a este punto Andrómeda estaba apoyada en su codo para verlo desde arriba. —Yo creo que somos almas gemelas porque desde que te vi entrando en mi camerino estoy hasta las manos por vos y eso me hace pensar que te amé muchísimo en otra vida, ahora por fin nos reencontramos y por eso estamos tan enganchados el uno con el otro, ¿No lo crees? —ahora los ojos de Valentín se posaron en los de ella. —Porque yo sí lo creo, no creo que sea coincidencia todo lo que estamos sintiendo en tan poco tiempo y posta te lo digo, esto no me ha pasado con nadie y por lo que me has dicho vos tampoco has sentido algo así, pa' mi es una señal —terminó con una sonrisa boba al ver algunas lágrimas en los ojos de Andrómeda.
—Yo también pienso lo mismo, nuestro amor está grabado en las estrellas, estamos bendecidos para enamorarnos una y otra vez, ¿A que sí suena lindo, mi amor? —sonrió limpiándose las pocas lágrimas que habían caído por su rostro mientras veía al muchacho asentir con la misma sonrisa. —Y cuando muramos vamos a convertirnos en polvo de estrellas, vamos a esperar allá arriba hasta que sea nuestro tiempo para volver a la tierra donde nos volveremos a encontrar —determinó con un tono de voz seguro.
—Y nos vamos a volver a enamorar como dos adolescentes... —completó con ojos de soñador. —Me encanta la idea —subió una mano hasta la nuca de la chica acercándola así a su rostro para unir sus labios en un beso lleno de magia.
Tal vez los dos no estaban en su cinco sentidos esa noche, pero eso no disminuía el amor que brotaba por sus poros, el amor que querían conversar por mucho tiempo. No les importaba nadie más, ni las críticas y mucho menos las miradas llenas de reproche, no les importaba profesar el amor y el cariño que sentían por el otro, para ellos era tan natural, como si en verdad se hubieran amado en otra vida antes de la que estaban viviendo en ese momento.
No sabían si eso tenía lógica, pero el amor no necesita lógica, necesita pasión, compromiso y entrega, esas cosas le sobraban a los dos, así que estaban dispuestos a dejarse llevar sin mirar para los lados. Nada de eso podría salir mal.
—¿Posta me estás diciendo que es ella? ¿Estás seguro? Llevo años intentando contactarme con ella y siempre termina esquivándome —aquel chico misterioso miró a su amigo con cierto deje de nerviosismo en su mirada, voz y en su lenguaje corporal.
—Que sí, boludo, ahora mismo está en una gira con Wos, es la que hace los videos y así —aseguró por décima vez el amigo mirando con diversión como el Argentino no paraba de mover su pierna de arriba a abajo.
—Sí, sí, lo sé, mi nena siempre fue muy talentosa en esa vaina... —sonrió con cierta nostalgia al recordar a la muchacha grabando y tomando fotos de todo a su paso en sus interminables paseos. —¿Sabés dónde está? —preguntó ahora con la ansiedad posándose en su pecho.
—Ahora mismo están en Mendoza, pero vos sabés que andan en movimiento todo el tiempo, tenés que estar al corriente de las fechas del tour —el amigo se llevó el vaso de agua a la boca para refrescar su garganta, la cual ya estaba seca por hablar tanto con el moreno.
—Lo sé, sé muy bien como es estar en una gira, pelotudo —tomó uno de sus cojines y lo tiro directo al rostro de sí acompañante desatando un par de risas entre ambos.
—Bueno, bueno, perdóname... —soltó una última risa para luego ponerse serio. —¿Entonces que vas a hacer? —preguntó mirando con atención los ojos marrón oscuro del chico.
—¿Qué crees que voy a hacer? —preguntó con ironía soltando una risa sarcástica. —Creo que es obvio, voy a recuperar a mi wacha y a mi hijo, eso es lo que voy hacer —contestó con seguridad mientras sus ojos se iban a la mesa de noche al lado de su cama en donde se encontraba una foto de una Andrómeda de dieciséis años sonriente cargando a un Orión en sus primeros meses de edad. Estaba decido a recuperar lo que perdió por tonto.
1. Pifiosos: Personas que se ponen molestos cuando beben, fastidian y comúnmente empiezan peleas. También conocidos como malas copas.
¡Apa la papa, la vaina está caliente!
Seguro que no se esperaban ese finaaal. Cuando dije que disfrutarán de lo lindo porque luego iba a explotar todo, lo decía en serio, disfruten de lo lindo, luego no quiero quejas, jejeje.
Bueno, nos leemos en el próximo cap 👀💜
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