𝑴𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒑𝒂𝒛 𝒚 𝒄𝒂𝒍𝒎𝒂
"𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒑𝒆𝒏𝒂 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒎𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒃𝒐𝒏𝒅𝒂𝒅 𝒚 𝒓𝒆𝒄𝒐𝒏𝒄𝒊𝒍𝒊𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏, 𝒊𝒏𝒄𝒍𝒖𝒔𝒐 𝒔𝒊 𝒍𝒂 𝒔𝒆𝒑𝒂𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒕𝒂𝒓𝒅𝒆 𝒐 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒓𝒂𝒏𝒐." - 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒓𝒐.
Luego de la conversación con su hijo Andrómeda llamó a Khea para que lo sacará de la casa con la excusa de pasar tiempo padre e hijo, le dio permiso de llevarlo a donde quisiera con tal de que sea dentro Buenos Aires (básicamente lo decía porque hace algunas semanas atrás Ivo se había llevado a Orión a una playa en Mar de Plata sin antes avisarle a Andrómeda). Tal cual le había dicho Orión ella necesitaba con urgencia desahogarse, llorar lo que tenía llorar, gritar lo que debía gritar para sacar todo ese dolor dentro de ella, toda esa inconformidad que sentía.
Tan pronto Orión se fue con Khea cerró la puerta de la casa, se fue a la cocina y se hizo un chocolate caliente con algunas galletas, mientras eso se estaba haciendo pidió helado, mucho helado y comida chatarra, oficialmente estaba empezando el día que ella llamaba _«el desahogo de un alma rota_». No llamó a ninguna de sus amigas, por primera vez deseaba estar sola, deseaba llorar y que nadie le dijera que dejara de hacerlo, necesitaba quejarse en voz alta sin escuchar la respuesta de absolutamente nadie.
Apagó su teléfono, se sentó en el sofá y comenzó a llorar con todas las armas mortales para el colesterol alrededor de ella, lloró hasta que no hubo ninguna lágrima dentro de ella, habló consigo misma en un intento de desahogarse y le funcionó, comió hasta reventar mientras seguía llorando. Lo mejor es que ella no solo lloraba por lo que le había pasado con Valentín, ella lloraba por todos esos desamores y decepciones que no lloró en su momento.
Desde tiempo inmemoriales Andrómeda guardó todo dentro de ella pensando que no le hacía falta llorar por cosas que parecían mínimas para ella, ¿Por qué iba a llorar porqué otro hombre se fue al saber que tenía un hijo? ¿Por qué iba a llorar porqué un hombre le había dado su número mal para evitar hablar con ella? En su momento pensó que era inútil, algo que le pasaba a todo el mundo al menos una vez en su vida. Pero ese fue su error, no llorar en su momento, no llorar cuando la herida era reciente para así poder sanarla con las lágrimas que caían de sus ojos.
No sabía con exactitud cuantas horas pasó llorando, solo sabía que lloró mucho, le dolían los ojos y su nariz estaba llena de esa sustancia verde y pegajosa llamada mocos, quienes estaban deseosos de salir.
Eran las tres de la tarde cuando finalmente se levantó del sofá y fue al baño para lavarse la cara, cuando fijo su mirada en el espejo casi se asusta al verse, tenía la cara roja e hinchada al igual que sus ojos demostrando que tuvo una buena jornada de lágrimas. Soltó un suspiro y abrió la llave del agua dejándola fluir, seguidamente puso sus manos abajo hasta llenarlas de agua y luego llevó las mismas hasta su cara.
Duró poco tiempo lavando su rostro ya que el sonido de la puerta le hizo saber que alguien había llegado a su morada, soltó un bufido de frustración y trató de ignorar aquel sonido, si fingía que no estaba entonces se irían tarde o temprano. Sin embargo, la persona que estaba detrás de la puerta parecía que no tenía ninguna intención de marcharse hasta que ella abriera porque no paró, en ningún momento, de tocar el timbre, para Andrómeda era abrirle o soportar un dolor de cabeza por el molesto sonido.
Secó su cara con una pequeña toalla y luego se dirigió hacia la puerta abriendo está sin ver por la mirilla, esperaba recibir a la persona rápidamente y decirle que no estaba disponible para hablar con nadie, que tenía mucho trabajo o alguna otra excusa, pero en cuanto vio a la persona que estuvo apunto de romper su timbre no lo podía creer, se quedó mirándolo con ojos de sorpresa y con la mandíbula casi pegada al piso (metafóricamente, claro está).
Valentín estaba ahí, igual o peor que ella, pudo observar como tenía largas y oscuras ojeras debajo de sus ojos, los mismos que antes eran un mar azul brillante que ella adoraba, pero que ahora solo eran un mar enfrentando una tormenta, opaco y gris, lo notaba más flaco que antes lo que le hacía saber que no había comido bien. ¿Qué había pasado con el Valentín que ella amaba? Ahora estaba irreconocible... igual que ella.
Valentín la analizó en pocos segundos, en definitiva no se veía como ella quería que los demás la observarán en las redes, notó que claramente había estado llorando y mucho, ¿Acaso lloraba por lo de ellos o en cambio lloraba por alguna pelea con Khea? Quiso preguntar, pero Andrómeda no lo dejó.
Fundida en el pánico cerró la puerta con fuerza apoyando su espalda en la misma mientras trataba de procesar que estaba pasando exactamente, Valentín estaba en su casa, justo detrás de la puerta, lo había visto luego de meses sin saber nada de él más que las cosas que veía por internet, las cuales no eran nada bonitas.
—Meda, por favor, abrime —el muchacho tocó la puerta con suficiente fuerza para sacar a la chica brevemente de su estado de pánico, sin embargo, escuchar su voz nuevamente solo provocó que la muchacha se encogiera más en su lugar.
Escuchar su voz rasposa luego de tanto se sentía tan raro, pero a la vez tan bien... Lo único cierto que tenía en ese momento es que lo había extrañado, lo había extrañado muchísimo y solo quería saltarle encima para abrazarlo.
Se dió la vuelta lentamente abriendo la puerta solo un poco dejando ver solo su ojo izquierdo, aunque quisiera evitarlo, eso provocó cierta ternura en el muchacho.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes que vivo aquí? —le preguntó en voz baja, pero lo suficientemente alta para que Valentín la escuchara.
—Isa me mandó la dirección —le respondió haciendo que la chica maldijera por debajo, ella era la que la había llamado tonta por haber dejado a Valentín, así que no le sorprendía que hubiera ayudado en esta emboscada.
Con lentitud terminó de abrir la puerta dejándole paso al interior de la casa, el joven entró finalmente mirando a su alrededor, de verdad que la casa era muy linda, amplia y luminosa, tal cual alguna vez ella misma le dijo que la quería, le alegraba que hubiera cumplido esa meta.
Mientras Valentín se encargaba de analizar la casa Andrómeda se apresuró a recoger el desorden que tenía en el área del salón, había basura de comida y muchos pañuelos usados, claro que esto no pasó desapercibido para el muchacho quien de inmediato la empezó a ayudar.
—Que pena, me hubieras avisado antes que venías y no sé, habría ordenado más, me habría cambiado o siquiera bañado —hizo una mueca con algo de vergüenza yendo en dirección a la cocina para botar todo lo que había en sus brazos, siendo seguida de cerca por Valentín. —Soy una pésima anfitriona, ¿Quieres algo de tomar? ¿Agua, jugo, chocolate caliente? —le pregunta aún sin hacer contacto visual con él mientras depositaba toda la basura en sus contenedores de reciclaje.
—¿Posta tenés chocolate caliente? —sonrió recostándose un poco en la isla de la cocina mirando fijamente a la que alguna vez fue su chica.
Al contrario de Andrómeda, quien apenas podía mirarlo más de cinco segundos, Valentín no había quitado la mirada de ella en ningún momento desde que había llegado a la casa. Aún cuando estaba en pijama, con el cabello mal amarrado y con sus pantuflas de conejitos le seguía pareciendo la chica más hermosa del planeta; no podía ocultar el amor que salía por sus ojos a borbotones, apesar de todo él aún la seguía queriendo igual o más que la última vez que la vio, aunque esto no acabará en una posible reconciliación, él estaría feliz de poder haberla visto una vez más.
—Sí, sí, lo que pasa es que quise tener un día para mí sola, ¿Sabes? Ordene mucha comida chatarra y me hice chocolate caliente con malvaviscos —mientras le explicaba eso se dio la vuelta para comenzar a servirle la bebida humeante a su invitado.
—Lamento interrumpir tu día, Meda —se terminó de sentar en uno de los bancos apoyando sus antebrazos en la superficie dura del mármol. —Solo que, bueno, quería hablar con vos, quería volver a saber de vos, volver a verte —expresó con algo de vergüenza quitando su mirada de ella para posarla en sus propias manos. —Aunque dije hace solo unos segundos que lamento haber interrumpido, en realidad no lo lamento, me alegra poder hablar con vos a solas —confesó a la par de que la chica se daba vuelta dejando la taza de chocolate y malvaviscos frente a él.
Andrómeda no podía ocultar la alegría que le provocaba escuchar a Valentín decir esas cosas, aunque en parte hubiera llorado por él hace menos de veinte minutos, le alegraba tenerlo ahí al frente de ella, le hacía saber que no era una la única que tenía las ganas de verlo aún palpables en su interior, Valentín también había querido verla y por eso se encontraba ahí.
—¿Y de qué querías hablar? —se sentó al otro lado de la isla justo en frente de él. A pesar de su emoción interna, Andrómeda aún se veía relativamente calmada en el exterior, no quería demostrar demasiado entusiasmo porque aún no sabía con exactitud porqué Valentín estaba ahí.
—De lo que pasó, la discusión y eso —suspiró fijando su mirada en los malvaviscos que flotaban en el chocolate, pero segundos después devolvió su mirada hacia la chica. —Lo siento mucho por haber insinuado que me terminabas por Khea. No sé cual es su relación actual y realmente no deseo saberlo, solo quiero disculparme por haberte acusado de eso, fui un boludo —hizo un mueca mientras su pierna se movía de arriba a abajo con rapidez denotando su nerviosismo.
—Perdón por actuar como lo hice. No fue la manera correcta y me precipite a terminar todo sin antes escucharte, perdón —esta vez habló Andrómeda y Valentín no pudo ocultar su expresión de sorpresa al escucharla, no se imaginaba que ella se iba a disculpar con él. —Me dejé llevar por el dolor momentáneo, te traté muy mal y te pido perdón por eso —la castaña sonrió levemente.
—Yo... no sé que decir, Meda, los dos reaccionamos muy mal, manejamos demasiado mal la situación. Lo único que quiero es arreglar las cosas y no, no te estoy pidiendo volver a estar juntos —aclaró de forma rápida al ver a la chica con intenciones de hablar. —Mirá, te voy a ser sincero, te extraño, a vos y a Orión, no tenés idea de cuanto, quiero volver a estar con ustedes, volver a construir la amistad que teníamos al principio y luego... bueno, no sé, lo que venga —se encogió de hombros en un intento de ocultar lo nervioso que estaba.
—No lo sé, Valentín, no sé si es conveniente, no me siento lista para hacer eso sí te soy sincera, no me siento preparada para verte como un amigo y tampoco estoy segura si Orión lo está —respondió Andrómeda volviendo a evitar la mirada azulada de su ex pareja quien parecía estar leyéndola a la perfección.
Andrómeda tenía miedo de volver a caer ante los encantos del Argentino, ella aún lo quería muchísimo, pero no quería volver con él, tenía un conflicto de emociones dentro de ella que no terminaron de arreglarse con la sesión de lágrimas que tuvo hace unas horas.
—Lo entiendo, Meda, pero por favor, entiéndeme a mi, yo me siendo perdido y muy mal ahora que no los tengo conmigo o siquiera cerca de mi. Solo quiero formar parte de sus vidas, por favor, no me alejés de tu lado —pidió con la esperanza de que Andrómeda la diera esa oportunidad.
No pedía mucho, solo mantenerse cerca de ellos porque en los meses que estuvieron juntos nunca se sintió tan feliz, descubrió un nuevo nivel de felicidad y deseaba volver a sentirlo aunque solo sea la mitad, porque él tenía claro que no iba a experimentar otra vez esa felicidad hasta que no estuviera de nuevo con Andrómeda como pareja. Pero había que ir con pasos lentos y cuidadosos, como si estuviera caminando en una fina capa de hielo, lo último que quería era hacer o decir algo incorrecto y que todo terminara igual de peor que antes.
—Esta bien —aceptó Andrómeda finalmente haciendo que el rostro de Valentín se iluminara con la primera sonrisa verdadera en semanas. —Pero hay que ir poco a poco, no pienses que ay, mañana mismo vamos a salir por ahí a charlar, a comernos un helado porque ajá, es una vaina que tiene que ir creciendo de a poco —el chico asentía con cada una de las condiciones de la chica, él estaba feliz con solo estar ahí. —Y si te advierto que la cosa con Orión pues tienes que manejarla muy bien, a él le afectó mucho lo que pasó, porque ajá, ¿Me entiendes? Y pues ahorita está muy unido con su papá —Andrómeda notó que ese comentario había lastimado un poco a Valentín por lo que optó por arreglarlo. —Igual tú sabe', él te quiere mucho y estoy segura que ese cariño no se ha ido, solo tienes que ir... pues así, calmadito, ya te dije pues —la chica soltó una pequeña risa ante su propio enredo de palabras.
Aunque no era sobre un tema que a él le agradaba, seguía disfrutando de ver como Andrómeda divagaba mientras hablaba, la castaña movía sus manos para explicarse mejor y decía mucho «ajá» para tratar de dar respuestas que no tenía en ese momento, le parecía muy tierna y en el tiempo en el que estuvieron juntos siempre se lo mencionaba, ahora solo tuvo que morderse la lengua para evitar decir algo.
—Entiendo, una de las mayores cosas que quiero es volver a tener una buena relación con él, vos sabés que éramos inseparables, lo extraño mucho —asintió un par de veces haciendo una mueca. —Pero me alegra que se esté llevando bien con Khea, creo que es importante que tengan una buena relación, son padre e hijo, me pone muy feliz que él haya tomado la responsabilidad y.... ¿Vos y él están juntos? —finalmente preguntó lo que hace mucho quería preguntar de la forma más sutil que encontró, sin embargo, no fue nada sutil para Andrómeda.
La Venezolana estaba un poco cansada de tener que responder aquella pregunta, tanto para sus cercanos como para las personas que solo la conocían através de una pantalla, usualmente no le molestaba que la gente quisiera saber de ella, pero aún así le causaba un poco de conflicto que ella haya aclarado en un numerosas ocasiones que no tenía nada con él y aún así todos seguían preguntando.
—No, no somos novios, solo somos amigos, obviamente estamos juntos casi todo el tiempo por Orión, como te dije, ellos son muy unidos. Igual entiendo que aún sigan preguntándose eso porque nadie sabe que Orión es su hijo —sonrió un poco y se levantó para tomar la taza vacía que se encontraba al frente de Valentín, para luego ir hacia el lavavajillas.
—¿Por qué no lo han dicho? —preguntó con cierto interés en su voz. Le parecía raro.
—Aún no se siente preparado de que lo empiezan a ver como Khea, el papá y lo entiendo, yo tampoco estoy preparada para que todos lo sepan, ¿Sabes? Es algo que quiero hacer paulatinamente, igual he visto un par de teorías... ya sabes, las locas que hacen los seguidores y tal, pero ninguno tiene planeado revelar nada aún, tampoco es como si fuera urgente, realmente ni siquiera es estrictamente necesario, pero bueno —se encogió de hombros restándole importancia para luego volver a sentarse, está vez más cerca de Valentín.
Antes de que el muchacho pudiera responder la puerta de la casa se abre y se empiezan a escuchar risas junto con las veces de padre e hijo.
—¡Mami, ya llegamos! —la voz de Orión se escuchó bastante cerca de la cocina y en pocos segundos ya se encontraban ahí, pero al entrar se llevó la sorpresa de que ahí estaba nada más ni nada menos que Valentín.
El niño quedó paralizado sin saber que hacer o decir, realmente todos en la habitación estaban en la misma, nadie sabía si hablar o seguir callados, Valentín fue el que decidió acercarse al pequeño quien aún lo veía con sorpresa. El de ojos azules caminó hacia él y se agachó justo al frente.
—Hola, Orión —saludó con una pequeña sonrisa. —Vine a verte a vos y a tu mami, a saludar, a disculparme... Yo nunca podría hablar mal de un nene como vos, sos la persona más tierna del mundo, la más amable, bondadosa e inteligente. Todo lo que dije fue por pura rabia dirigida hacia una persona, pero no lo decía en serio, posta que no —finalizó con un tono nervioso sin saber como iba a reaccionar Orión.
El niño subió la mirada hacia su mamá y cuando conectaron sus ojos ella asintió con una sonrisa, eso fue lo que lo impulsó para acercarse y abrazar a Valentín con fuerza mientras sus ojos marrones se llenaban levemente de lágrimas.
—Te extrañé —murmuró Orión sobre el hombro de Valentín sin dejar de abrazarlo ni un segundo.
Tal vez las cosas sí que podrían ir bien, tal vez la tormenta había pasado y solo quedaba disfrutar de un sol brillante, tal vez y solo tal vez...
Un capítulo bonito, tuvieron su merecida charla, pero aún tengo guardado un poco más de drama para la people, así que no se confíen jajaja.
Por favor, si les gustó voten mucho que eso me motiva demasiado, comenten sus partes favoritas y dejen mucho amor como siempre 💜
Gracias por leer, hasta la próxima ✨
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