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𝑳𝒍𝒆́𝒗𝒂𝒎𝒆 𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔


“𝑫𝒐𝒏𝒅𝒆𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒗𝒂𝒚𝒂𝒔, 𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒗𝒊𝒗𝒂𝒔, 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓𝒂́𝒏 𝒊𝒈𝒖𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒍𝒐 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒐𝒏 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒖𝒗𝒊𝒎𝒐𝒔 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐𝒔.” — 𝑱𝒂𝒚𝒎𝒊𝒏 𝑷𝒂𝒏𝒄𝒉𝒂𝒔𝒂𝒓𝒂


Un viaje en carretera nunca es fácil si llevas contigo un gran dolor de cabeza debido a la resaca provocada por beber tanto la noche anterior y la gran mayoría de los jóvenes de la
gira de Valentín se encontraban en ese modo, incluso él, hace mucho no bebía de esa manera y ahora se notaba el resultado de eso, su cabeza palpitaba constantemente y la luz era extremadamente molesta para su ojos, se sentía terrible.

Por suerte tenía una novia dispuesta a brindarle caricias a su cabello para calmar el dolor de cabeza que sentía en ese momento, además, sus manos entrelazadas lo ayudaban a olvidarse del malestar para concentrarse en sus manos unidas y Orión también trataba de ayudar, claro esta, en vez de ver los videos en YouTube sin audífonos ahora estaba con ellos para no molestar a Valentín, no era mucho, pero la intención era lo que contaba y el Argentino agradecía el gesto del pequeño.

Habían dejado Mendoza hace dos horas en dirección a la provincia de San Luis y estaban a una hora de llegar, el viaje no estaba siendo tan cómodo para algunos, pero para Andrómeda estaba siendo genial, ella amaba los viajes de carretera, le fascinaba ver por la ventana y observar la naturaleza, los animales, las construcciones a lo lejos, todo le parecía interesante de apreciar e incluso más de una vez paraba a mitad del camino para tomar una fotografía del paisaje, por suerte nunca nadie se molestó por ello, entendían el amor que tenía la chica por los exteriores y lo apoyaban. Los viajes por avión son mucho más rápidos, pero ella seguía prefiriendo estar abajo en tierra firme, lo que veías ahí no lo podías ver en el aire.

Ella siempre había sentido una conexión muy estrecha con el aire libre porque desde pequeña su madre la llevaba mucho afuera, en Venezuela tenían un gran jardín y se quedaban por horas mirando las estrellas, acampaban ahí y en bosques pasando días enteros viviendo en la naturaleza, le gustaría volver a repetir eso en alguna ocasión, le ayudaba a pensar y a relajarse, ahora más que nunca necesitaba eso.

Esa mañana se había levantado con un mensaje de su jefe, Joaco, diciéndole que le había dado su número a un artista que quería trabajar con ella, primero lo regaño y le dijo que no podía aceptar más trabajos debido a los constantes viajes de la gira, luego de muchos lo siento Joaco le dijo a quien se lo había dado, se lo dio al padre de su hijo lo que ocasionó un extraño sentimiento de impresión en ella, ¿Por qué razón aparente el papá de su hijo quería contactarse con ella? Sabía que no tenía nada que ver con ningún trabajo, tenía claro que quería hablar con ella de otra cosa, pero ¿De qué?

Tal vez por primera vez en cuatro años quería saber sobre el estado de su hijo y no solo verlo en fotos que le mostraba la gente, porque claro, él no podía simplemente ir y buscarla por Instagram porque desde hace muchos años lo tenía completamente bloqueado de todas sus redes para evitar cualquier contacto con él y ella estaba bien con eso, no creía, bajo ninguna circunstancia, que sea justo que volviera cuando años atrás la había dejado completamente sola con un hijo en camino.

Sufrió mucho por él, tuvo que tragarse las lágrimas porque estar triste le hacía daño a su bebé y ahí no terminó porque desde que Orión nació ha tenido que ver los ojos de su ex novio en él todo el tiempo, eso nunca afecto su relación con su hijo, pero aún así era un recordatorio del infierno que le hizo pasar aquel chico con solo dejarla sola por miedo a arruinar su reciente carrera con un hijo, decidió pensar solo por él mismo y se fue.

Ella suponía que fue bueno para él dejarlos porque termino triunfando en la música como tanto quería, sacrificó la felicidad de su novia de la adolescencia para conseguir la fama, ahora no quería que volviera como si nada a sus vidas cuando ya estaban más que bien sin él, Orión ni siquiera lo conocía del todo, más de una vez tuvo que escuchar su voz en el departamento por alguna canción que le gustaba a su hijo y ese era la única conexión que había entre padre e hijo, eso era verdaderamente triste.

A pesar de que Orión más de una vez le pregunto sobre su padre, realmente nunca se preocupó mucho por ello porque toda su familia siempre lo llenó de mucho amor sin ninguna medida de por medio, nunca necesitó una figura paterna porque su madre, tío y abuelos eran lo único que él necesitaba para ser feliz, además, ver la cara de su mamá cuando preguntaba por su progenitor lo detuvo a seguir preguntando, siempre fue un niño inteligente y siempre supo que no era un tema del que su madre le gustaba hablar.

En resumidas cuentas, Andrómeda y Orión estaban muy bien sin la presencia del padre del último y ahora que tenían a Valentín con ellos estaban mucho mejor, no necesitaban a nadie más con ellos.

—Che, beba, ¿Tas' bien? —la voz de Valentín la sacó de sus profundos pensamientos haciendo que bajara su mirada hacia él. —Me dejaste de hacer mimitos —dijo con una voz aniñada haciendo un puchero que derritió el corazón de Andrómeda.

—Disculpa, me quedé tildada mirando afuera —sonrió y continuó sus caricias en el cabello del muchacho. —¿Me decías algo? —preguntó dulcemente provocando una sonrisa en su acompañante acostado a lo largo del asiento con su cabeza en sus piernas.

—Te decía que cuando lleguemos a San Luis podemos ir a cenar por ahí, a una cita, los dos solitos, podemos beber uno de esos vinitos ricos y luego podemos pasar la noche juntos... —al decir eso Andrómeda arqueo una de sus cejas con una expresión de diversión en su rostro ocasionando un sonrojo en las mejillas del chico. —O sea, podemos dormir juntos, no es necesario garchar o algo así si vos no querés porque lo importante es que vos quieras, vos sabés que... —antes de que Valentín siguiera su vómito de palabras Andrómeda bajo su rostro hasta unir sus labios con los de él para callarlo.

—Me parece una buena idea, deja de hablar tanto, lo que debe de suceder va a suceder —dijo con una sonrisa risueña volviendo a dejarle un beso en la boca.

Más de una vez ambos pensaron en dar ese paso esencial en una relación, más que todo en esas sesiones de besos que tanto duraban entre ellos y en las que a veces se emocionaban más de lo usual, Andrómeda no pensaba que deberían esperar, ya eran dos adultos que se gustaban mucho y era obvio que tenían una necesidad natural de mantener relaciones sexuales aún más cuando hay una gran atracción sexual entre ellos dos. Tal vez esa noche podría pasar lo que tanto añoraban o tal vez podría ser una noche como cualquier otra, ellos eran lo que iban a decidir eso.



—¿Y ya te depilaste? —preguntó la Española mirando a Andrómeda quien en ese momento se encontraba haciéndose un par de ondas en su cabello al frente del espejo. —Porque no sabemos si hoy será la noche en la que por fin follaras —tan pronto dijo eso soltó una carcajada por la mirada que le echó Andrómeda.

—Para tu información yo estoy bastante lista para lo que sea que pase esta noche, o sea, no estoy ni nerviosa, si pasa pasa sino pues no —se encogió de hombros fingiendo indiferencia, aunque claro, sus amigas la conocían mucho más que eso.

—Es normal que estés nerviosa Meda, hace mucho no coges con alguien que en verdad te gusta —la trato de tranquilizar Elisa con una sonrisa calmada, sin embargo no funcionó mucho.

—Elisa tiene razón, si Valentín tiene planeado que garchen hoy seguro que lo va a hacer ultra mega especial para vos y para él, lo van disfrutar mucho, pero ya sabes, usa condón, no queremos otro bebé pronto, tenemos suficiente con Orión —le recordó Victoria mirando como el pequeño corría alrededor de la habitación con una clara sobredosis de azúcar, Andrómeda agradecía no tener que cuidarlo por esa noche.

—Ya, tienen razón, me siento como si estuviera apunto de perder la virginidad otra vez, es muy gracioso en realidad —soltó una risa nerviosa mientras se levantaba alisando su vestido azul evitando cualquier tipo de arruga.

—Estás muy linda, mami —la elogió Orión en un momento de tranquilidad, se quedó quieto y la miro con una tierna sonrisa que ablandó el corazón de su madre.

—Gracias, mi amor, siempre cuento contigo para subir mi autoestima —se agachó a su altura para rodear su pequeño cuerpo entre sus brazos llenando su mejilla regordeta con muchos besos.

En ese momento la puerta sonó tres veces indicando que Valentín ya había llegado por ella, se incorporó nuevamente y se miró otra vez al espejo comprobando que todo estaba bien con ella, cuando terminó siguió su camino hacia la puerta para abrirla encontrando a su acompañante de la noche con un ramo de lirios rosados y blancos. Desde que Valentín le regalaba lirios los había empezado a amar mucho más.

—Estás... verdaderamente hermosa, Meda, deslumbrante... creo que es la primera vez que uso esa palabra —soltó una risa nerviosa rascando su nuca levemente. —Son para vos —extendió el ramo hacia a ella con una sonrisa.

—Gracias... por las flores y por el cumplido —tomó el ramo y lo llevó a su nariz para aspirar su aroma. —Tú también estás muy guapo, estoy completamente deslumbrada —confesó haciendo que el muchacho se tranquilizara enormemente. —¿Quieres pasar a saludar a Orión mientras las pongo en agua? —el joven asintió y juntos se adentraron en la habitación.

Andrómeda fue directamente a uno de los jarrones libres de la habitación para colocar las flores en el mientras Valentín iba directamente a Orión quien ya lo esperaba de brazos abiertos. Duraron algunos minutos ahí en donde Orión le recordaba a Valentín lo mucho que debía cuidar a su madre y que no tardaran en llegar, le había ordenado traerla antes de la media noche, el mayor aceptó con gusto, sin embargo, no tenía planes de traer a su novia temprano, en realidad tenía planeado que durmieran en su habitación.

Él no iba a forzar nada, claro esta, Valentín era feliz simplemente durmiendo al lado de Andrómeda, aunque si la situación daba para más él no se opondría en lo absoluto, teniendo a una chica como ella ¿Quién se opondría? Pensó. Hasta ahora lo único que tenía planeado era llevarla a cenar, caminar por ahí hasta que fuera suficiente y luego regresarían al hotel, ahí podrían comer un par de postres e irse a dormir después, si sucedía algo más iba a ser obra del destino y de las ganas que se tenían los dos.

—Orión está bastante activo, ¿No? —dijo Valentín con una sonrisa de diversión mientras bajaban del ascensor en el lobby.

—Sí, está de esa manera porque alguien, no diré quien, le dio una rebanada de tarta de chocolate rellena de chocolate y untada en más chocolate —lo miro con una ceja arqueada, era obvio que el causante de todo eso era él mismo.

—Pero ¿Qué querías que hiciera? Orión me miraba con ojitos de cachorrito y un pucherito, no le podía decir que no, lamento consentirlo tanto, no volverá a pasar... tal vez sí, pero prometo que no será muy seguido, además, algo me decía que tenía que estar activo está noche, por un par de horas —Andrómeda no entendió la razón de eso último, pero decidió dejarlo pasar.

—Tranquilo, te perdono. Hablando de otra cosa, ¿A dónde me piensas llevar a comer hoy? —preguntó mientras entraba en la parte de atrás de la camioneta encargada de llevarlos al sitio.

—A las estrellas —aseguró con una sonrisa cerrando la puerta del auto a sus espaldas mientras Andrómeda lo miraba con confusión. —A las estrellas te voy a llevar a comer hoy —completó ocasionando más confusión en su acompañante.

¿A dónde me piensa llevar Valentín? Pensó Andrómeda, sin saber en la especial sorpresa que le esperaba.



Andrómeda calculó que habían estado en la camioneta por unos treinta minutos aproximadamente, no lo sabía con exactitud porque se encontraba conversando alegremente con Valentín de cualquier cosa que veían por la ventana, entre ellos los temas de conversación nunca se acababan, siempre tenían algo para contar, sea del pasado, presente o futuro, hasta de los árboles podían sacar de que hablar.

—Ya estamos llegando, Valentín —el que conducía aviso con una sonrisa mirándolos por el retrovisor.

—Bien, desde aquí te tengo que vender los ojos porque quiero que sea una sorpresa —dijo Valentín mientras sacaba de su bolsillo un tela negra. —Prometo que no te voy a secuestrar ni nada parecido, solo quiero que te sorprendas —Andrómeda asintió con una sonrisa y se dio la vuelta para que el muchacho pudiera tapar sus ojos. —Hice uso de algunos favores que me debían y mi magia para encantar a las personas para lograr traerte aquí está noche —le explicó mientras salían del coche.

Andrómeda odiaba no ver por donde iba, pero aún así le emocionan las sorpresas y estaba segura que está iba a ser una gran sorpresa porque venía de Valentín, del chico más detallista y amoroso de todos. No sabía muy bien que esperar porque realmente nunca sabía que esperar de su novio, siempre buscaba alguna manera para hacerla feliz y lo mejor es que siempre lo conseguía.

—Pensé que íbamos a cenar —se aferró a las manos del Argentino para evitar caer en el terreno incierto. —Pensé que las sorpresas venían después del postre —soltó una pequeña risa procediendo a morder su labio inferior por los nervios crecientes en la boca de su estómago.

—Vamos a cenar, sí, pero no será en un restaurante —Andrómeda sintió como los dedos de Valentín recorrían sus brazos hasta quedar justo detrás de ella, ahora sus manos se encontraban en su cadera sin dejar de caminar en ningún momento. —¿No te dije que te iba a llevar a cenar a la estrellas? —susurro en su oído a la par de que le quitaba la tela de sus ojos.

Andrómeda de inmediato abrió sus ojos encontrándose con un lugar simplemente maravilloso, estaban literalmente en las estrellas, a su alrededor todo estaba oscuro como si estuvieran en el mismísimo espacio y eran iluminados por las luces que provenían de las constelaciones a su alrededor... Valentín la había llevado a un planetario.

—Alguna vez me contaste que tienes una gran fascinación por las estrellas de la galaxia, así que traje las estrellas a vos —dijo Valentín dejando un suave beso en su mejilla. —Allá está tu constelaciones y por allá la de Orión —señaló con su dedo provocando una sonrisa más grande en el rostro de Andrómeda. —Pensé que te gustaría —aún desde atrás posó su mentón en el hombre de la chica esperando alguna reacción de su parte.

Pero Andrómeda se había quedado sin palabras y solo sentía unas inmensas ganas de llorar, nadie nunca había hecho algo como eso por ella, tenía claro que todo esto era obra de un proyector, pero eso no lo hacía menos hermoso, a cualquier lugar que veía había una estrella y de vez en cuando de fondo podía ver estrellas fugaces pasar con gran velocidad. La cena la iban a tener en ese lugar, ya la mesa estaba en medio de tal maravilla esperando por ellos.

—Me encanta —logró decir con la voz pendiente de un hilo. —Gracias por esto, no sabes lo feliz que estoy ahora mismo, quiero llorar —le avisó sorbiendo levemente su nariz intentando retener las lágrimas.

—No, beba, no llorés —el chico se puso delante de ella tomando su rostro entre sus manos. —Hice esto para ver una sonrisa en tu rostro, es lo que quiero que pase —sonrió a medias dejando un corto beso en los labios de la chica. —No tengo los recursos para darte una verdadera cena en las estrellas de allá arriba, así que este mi mejor intento, prometo que la comida no será nada raro, les pedí educadamente a los aliens que no quería comida espacial, que solo me prestarán las estrellas por un rato —bromeó sacándole una risa a Andrómeda quien se secaba las pocas lágrimas que habían salido de sus ojos.

Era la primera vez que Valentín Oliva hacia algo como eso por una chica, él no era una persona de citas, pero ahora tenía novia y quería hacerla feliz, quería demostrarle lo mucho que le importaba y que en verdad iba en serio con todo lo que tenían. Para hacer esa cena tuvo que cobrar varios favores y pedir otros cuantos porque claramente el planetario no estaba abierto para cenas de ningún tipo, aún así valió la pena mover tanto hilos para ver la reacción de Andrómeda, al final ella era lo único que importaba, ya luego podría resolver lo demás.

—Ahora, señorita, ¿Está lista para su viaje privado por las estrellas? —el joven extendió su brazo con una sonrisa esperando que la Venezolana lo tomada.

—Completamente lista, caballero —le respondió haciendo una pequeña reverencia para luego tomar su brazo y dirigirse hacia la mesa que los esperaba.

En ese momento ya no pensaba en absolutamente nada, sin saberlo Valentín había borrado el incidente de esa mañana con el padre de su hijo, ¿Por qué debería de preocuparse? Tenía al mejor hombre del mundo junto a ella y solo debía de importarle él, nadie más que él.



¡Nuevo capítulo! Uno muy lindo, muy romántico. Les recomiendo imaginarse la escena detalladamente, todo un lugar lleno de estrellas es un imagen muy linda.

Esta vez no hay redes sociales porque no lo vi necesario, el próximo sí que tendrá, creo... No lo sé, jajaja.

En fin, espero que les haya gustado este capítulo, si es así dejen su voto, comentario y denle mucho amor a la novela, gracias por todo el apoyo 💜💜💜

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