𝑳𝒂𝒔 𝒍𝒂́𝒈𝒓𝒊𝒎𝒂𝒔 𝒄𝒂𝒆𝒏 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒈𝒐𝒕𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒓𝒐𝒄𝒊́𝒐
“𝑪𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒉𝒂 𝒔𝒊𝒅𝒐 𝒅𝒊𝒄𝒉𝒐 𝒐 𝒉𝒆𝒄𝒉𝒐, 𝒆𝒍 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓 𝒆𝒔 𝒆𝒍 𝒑𝒓𝒆𝒄𝒊𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒈𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓” — 𝑬. 𝑨. 𝑩𝒖𝒄𝒄𝒉𝒊𝒂𝒏𝒆𝒓𝒊.
El último mes y medio Andrómeda había creado una buena amistad con Khea, y debía de admitir que se refugió un poco en él cuando pasó todo lo que pasó con Valentín. De igual forma eso no significa que hayan tenido algún tipo de relación amorosa o sexual en las semanas que llevaban hablando, para nada, solo habían construido un puente de comunicación increíble, al final es lo que debían hacer.
Ambos tenían un hijo en común, actualmente Orión era lo más importante para los dos y querían lo mejor para él, eso era tener a sus dos padres cerca suyo.
El pequeño también había formado una amistad con Khea, sin embargo, aún no le decía papá ni por equivocación, lo llamaba por su nombre real o el artístico, eso no le molestaba al mayor, así que lo aceptaba con total tranquilidad. La meta de Ivo era que Orión le tomara la confianza suficiente para ser amigos, para que le contara sus cosas, para que jugarán juntos y compartieran un vínculo real de padre e hijo, con mucho esfuerzo y dedicación lo consiguió.
Al principio fue difícil, claro está, Orión aún se encontraba muy afectado por oír de la boca de su ídolo y amigo cosas tan horrible, eso ocasionó que no quisiera abrirse con Khea temiendo que le vuelva a suceder lo mismo, afortunadamente seguía siendo un niño muy vivaz, muy alegre, muy entusiasta y solo bastaron dos semanas para que estuviera corriendo en el jardín trasero con Khea detrás de él persiguiéndolo. Decidió darle una oportunidad porque la idea era que el artista se quedará con ellos por mucho tiempo más, lo cierto al final del cuento es que Orión quería un padre, quería que su papá nunca se fuera de su lado y eso desencadenó más cosas con el tiempo
Primero le pidió a su madre que dejara que se quedara a cenar, luego que lo dejara contarle un cuento para dormir, luego que se quedará hasta que él se durmiera, después le pidió que se quedara a dormir a su lado, cuando Andrómeda menos se dio cuenta Khea pasaba casi todas las noches de la semana en su casa. Dormía en la habitación de huéspedes, nunca habían dormido juntos y quería que se quedara así, no quería confundir las cosas más de lo que ya estaban.
—Che, ¿Hay pan? —el Argentino le preguntó a la dueña de la casa quien asintió con una pequeña sonrisa. —Piola —asintió con otra para luego voltear a ver hacia Orión aún en sus brazos. —¿Qué te parece si me ayudas a creer un súper sanguche? —preguntó con un tono emocionado provocando que el niño gritara un «¡Sí!» con fuerzas mientras levantaba los brazos.
—¡No me ensucien la cocina! —gritó la castaña antes de que desaparecieran por la puerta. Luego se giró hacia sus amigas quienes aún la miraban con sorpresa. —¿Qué pasó? ¿Por qué me miren así? ¿Quieren una foto? Así les duro más —soltó una risa y se dirigió hacia uno de los sofás para sentarse.
—¿Volviste con Khea? —preguntó directamente Victoria sin querer darle vueltas al asunto mientras se sentaban en los sillones cercanos a Andrómeda.
—¡No! —soltó una risa cruzándose de piernas como si hubieran dicho una locura inimaginable.
—¿Entonces por qué bajó de esa escalera con pijama y recién despierto? —intervino está vez Elisa bajando la voz un poco para que el tema de conversación no las escuchara desde la cocina.
—Porque se quedó aquí —respondió ahora más calmada al darse cuenta que todo se veía bastante sospechoso para ellas. —Pero no somos nada, solos amigos. Ivo está aquí porque es el papá de Orión y no es mi culpa que él le haya agarrado cariño, son inseparables, es Orión a quien le gusta que este acá y a mi no me causa ningún problema —se encogió de hombros recostando su espalda en el sofá.
—¿Cómo no te va a causar problemas? Es decir, vosotros estáis separados, tía, está bien que estéis juntos un par de veces por Orión y entiendo que él quiera a su papá cerca, pero hasta ahí, debes de poner límites, Meda —dijo con firmeza Isabel haciendo que las otras dos amigas asintieran al unísono estando de acuerdo.
—Pero ¿Cómo le digo a Orión eso? No saben lo feliz que se pone cuando está con Khea y quiero que esté feliz. Él es un niño inteligente, sabe que su papá y yo estamos separados, además, Ivo también entiende que nosotros no estamos juntos —soltó un suspiro mirando hacia atrás rápidamente para revisar que ni Khea ni Orión estuvieran cerca, luego volvió a ver a sus amigas. —Orión tiene miedo de perder a otra figura paterna, ¿Entienden? No sé si se dieron cuenta, pero de esa manera veía a Valentín, como una figura paterna y luego lo escuchó decir que su comportamiento le hinchaba las pelotas, ahí se arruinó todo para él —para Andrómeda fue imposible decir aquello con la voz completamente firme, se notaba la tristeza en su voz. —Se sintió mal... Sé que muy dentro de él tiene miedo de que Khea también se vaya y lo deje solo, por eso le gusta tenerlo cerca, tenerlo ahí al otro lado del pasillo, desayunar juntos y que le lea un cuento antes de dormir, ¿Quién soy yo para negarle eso? No puedo... —en ese momento tuvo que parar de hablar porque ya sentía el nudo en su garganta crecer.
Era bien sabido que lo más importante para Andrómeda era Orión, deseaba con todas sus fuerzas que el niño estuviera bien, contento y feliz; tuvo que ver a su pequeño llorar a causa de las palabras de un hombre que adoraba, un hombre que veía con adoración, con amor, un hombre al que le tenía confianza y era su mejor amigo del crimen... No fue fácil para la chica, así que verlo así de feliz cuando está con Khea la hace sentir bien, la hace sentir tranquila y por eso dejaba que Ivo se quedara algún que otro día, todo por ver a Orión con una sonrisa de felicidad en su rostro, eso es lo que hace una madre.
—¿Puedo decir que fuiste una tonta en dejar a Valentín? —habló Isabel recibiendo la mirada de Andrómeda. —Quiero decir, fuiste muy repentina en dejarlo, sabes que él no sería capaz de hablar mal de ti o de Orión, la idea es simplemente ridícula —soltó una risa, pero Andrómeda solo la miro con una expresión seria haciendo que parara su risa. —Él te extraña mucho, te ama, deberían hablar —presionó un poco más.
—No quiero hablar de eso, no me interesa hablar de eso, así que les pido por favor que no mencionen su nombre, ni lo hagan ver como la víctima, como el que sufrió demasiado por mi perdida —negó con la cabeza y se levantó del sofá. —Tengo internet, ¿Saben? Tengo redes sociales y aunque ya no siga a Valentín sé lo que ha estado haciendo estás semanas, una chica nueva todos los días, se nota lo mucho que me extraña, sí, buena forma de demostrarlo —soltó una risa irónica en un intento de ocultar el dolor que le producían esas palabras. —Yo estoy bien sin él igual que él está bien con sus groupies —se encogió de hombros a la par de que Khea y Orión volvían a entrar a la sala.
Ambos detuvieron su andar al sentir el ambiente tenso que se había formado.
—¿Esta todo bien, mami? —preguntó Orión inclinando su cabeza levemente con una expresión de confusión.
—Sí, mi amor, todo está perfecto —se aclaró la garganta mirando al techo por unos segundos tratando de recomponerse. —¿Ayudaste a Khea a hacerse su super sanguche? —volteó a verlo con una sonrisa a lo que el pequeño asintió repetidamente volviendo a estar igual de feliz.
—Orión, ¿Por qué no le enseñas tu pieza a tus tías? —Ivo le preguntó a su hijo con intenciones de quedarse a solas con Andrómeda, él no era tan fácil de convencer como el pequeño.
—Ivo me compró una pista de carreras y es increíble —acotó Orión tomando de la mano a Elisa para subir al segundo piso, siendo seguido por la Argentina y la Española que no quitaron su mirada de la ex pareja hasta que les tocó fijarse en los escalones.
—¿Ahora sí vas a decir que no estás bien? —Ivo se acerco a ella hablando en un tono suave y ahí fue cuando Andrómeda se rompió provocando que el artista la abrazara con fuerza.
Ella entendía muy bien que no era usual que su ex novio se quedará tantos días en su casa, pero ella lo hacía por Orión y parecía que nadie entendía eso, todos la apuntaban con el dedo y no paraban de opinar aún cuando ella no necesitaba la opinión. Si a eso le sumamos al público que no la conoce de nada entonces es una combinación muy agotadora.
Aún le escribían preguntado que había pasado con Valentín, algunos le mandaban odio, mucho odio, porque la veían con Khea, así que pensaban que ella había terminado su relación con Wos para estar con Ivo y eso era por completo una locura, sin embargo, era lo que parecía, para los ojos del mundo ella era la que había hecho mal y Valentín solo estaba quemando su despecho con mujeres.
La realidad era que los dos habían hecho mal, habían dicho cosas hirientes que provocaron una gran pelea que a su vez provocó que terminara la corta relación que habían tenido.
Andrómeda pensaba firmemente que ninguno de los dos estaba preparado para entrar en una relación tan seria como la que ellos pretendían tener; por una parte estaba ella, una chica que nunca sanó correctamente sus heridas, alguien que saltaba de relación en relación esperando dejar de besar sapos y por fin encontrar a su príncipe, luego estaba Valentín, un chico que gran parte de su vida estuvo solo sin ningún tipo de compromiso que lo atara, él no saltaba de relación en relación, el saltaba de cama en cama con chicas diferentes y no buscaba ninguna princesa que llenara ese vacío de amor que tenía. Cuando empezaron a estar juntos pensaron que cualquier problema no iba a ser nada comparado al cariño que se tenían, no importaba que el Argentino no tuviera ni idea de como sobrellevar una situación difícil en la relación si acaso se presentara el momento, tampoco tenía experiencias con niños, pero tampoco importaba, Andrómeda tenía miedos e inseguridades que nunca había dicho en voz alta, pero eso no fue impedimento claro esta.
En resumidas cuentas, ninguno supo como manejar aquella discusión que destruyó todo porque en si ninguno estaba preparado para enfrascarse en el tipo de relación en donde hay niños entremedio.
—Tranquila, llorá todo lo que quieras, yo estoy acá y no te voy a dejar sola por nada en el mundo, ¿Okey? Para eso somos amigos —el joven acariciaba su espalda mientras Andrómeda descargaba las lágrimas en su pecho.
Sin embargo, en vez de calmarse se entristeció más al darse cuentas que las palabras anteriormente dichas por Khea tenían demasiada similitud a las palabras que le dijo Valentín cuando Ivo había aparecido de sorpresa en el hotel en busca de ella y de su hijo. Era realmente irónica la situación, estaba llorando por él mismo chico que prometió nunca dejarla, en definitiva la vida podía ser muy injusta en ocasiones.
El de ojos azules entró finalmente a su hogar después de meses de una gira agotadora, se sentía cansado y solo quería acostarse en su cama para dormir un mínimo de diez horas, pero su familia y amigos tenían otra cosa planeada.
Tan pronto puso un pie en la sala vio como todos ellos estaban ahí, sonrientes y emocionados de tenerlo de vuelta, la primera persona en ir hacia él fue su madre, su pelo blanquecino rebotaba con fervor con cada paso rápido que daba hacía su hijo; en cuanto lo tuvo en sus brazos sintió como Valentín la abrazó con fuerza como si buscara algún tipo de salvavidas que evitara que se hundiera y de alguna forma era así.
Valentín no había sido el mismo desde que Andrómeda se fue junto a Orión, ahora estaba mucho más desanimado y solo sonreía cuando estaba bajo los efectos del alcohol o alguna otra clase de sustancia, sin embargo, en más de una ocasión eso ni siquiera ocurría, aunque estuviera ahogándose en el alcohol el rostro sonriente de la Venezolana aparecía en su mente, incluso alguna que otra vez creía verla entre la multitud de la discoteca, sonriéndole a él mientras mantenía su brazo levantado esperando que tomara su mano, pero cuando se levantaba y caminaba hacia ella su imagen desaparecía dejándolo solo en la pista de baile, aunque hubieran cientos de rostros a su alrededor él se sentía solo.
Queriendo olvidarse de la chica comenzó de nuevo con su vida de Casanova, siempre que salía se llevaba a una nueva chica a su hotel, pero nada funcionaba y algunas veces terminaba con él gimiendo el nombre de Andrómeda, como era de esperarse acababa recibiendo insultos por ello y otra vez terminaba solo.
A pesar de que lo más lógico parecía llamar a la chica y tratar de solucionar las cosas, Valentín no lo hizo en ningún momento, aún así seguía pendiente de ella aunque ya no lo siguiera en ninguna red social, veía como Khea subía videos jugando con Orión y de fondo se escuchaba la risa de Andrómeda, eso lo hacía pensar que lo que había pensado era cierto. Su ex novia hizo ese escándalo para tener una excusa y así dejarlo, así podría estar con Ivo, eso es lo que su triste mente pensaba.
Valentín creía firmemente que Andrómeda estaba feliz sin él, que Orión ya no lo extrañaba y que no había caso en volver a sus vidas cuando ya no había espacio para él. Eso lo hacía sentir muy triste, un día lo tuvo todo y ahora no tenía a nada, sentía como si algo de él faltara y ni el alcohol ni las mujeres lo ayudarían a llenar ese vacío, sin embargo, él pensaba seguir intentando.
—Ay, hijo, no sabés cuanto te extrañé —se separó de él con una sonrisa colocando sus manos a cada lado del rostro del muchacho, estando de cerca rápidamente notó que estaba más flaco desde la última vez que lo vio, que tenía ojeras negras y profundas que se encontraban abajo de esos ojos azules brillantes que tuvo alguna vez, pero ahora solo estaban opacos, casi sin vida. Aquella imagen solo hizo que la sonrisa de la mujer decayera, no pensó que su hijo estaba tan mal hasta este momento.
Se separó con lentitud de él y dejó que los demás lo saludaran, desde su posición veía como Valentín forzaba una sonrisa, como fingía felicidad, en definitiva debía hablar con él cuanto antes.
La tarde de bienvenida siguió entre mucha conversación, sonrisas y risas, fue buena para la mayoría, pero no para Valentín, durante todas las horas que estuvo socializando y compartiendo lo único que realmente quería hacer era irse a su habitación, quería encerrarse ahí por un largo rato para que nadie lo moleste, para que nadie intente levantarle el ánimo con chistes malos y miradas de condolencia, él sabía muy bien que todos estaban enterados de su estado y estaban preocupados, pero aún así no quería esa clase de atención, no la necesitaba.
Lo que realmente necesitaba era a Andrómeda, pero ella no estaba ahí y tal parece que nunca iba a estar, ahora tenía la familia que siempre quiso y Valentín ya no encajaba ahí, o eso pensaba.
—Valen, ¿Crees que podemos hablar? —la voz de su madre se hizo presente en la soledad de su habitación, en donde solamente lo estaba acompañando Baco, quien sólo estaba acostado a su lado.
Esa era la clase de compañía que necesitaba, a su perro, él no hablaba, solo escuchaba y se quedaba a su lado haciéndole compañía, levantando su ánimo solo un poco por esa razón. Baco tenía un gran poder sobre Valentín, no necesitaba decirle nada porque ya su simple presencia lo tranquilizaba, lo calmaba. Aún con ese pensamiento de su mente no se atrevió a decirle a su madre que se fuera, así que solo asintió y le hizo un espacio en la cama sin alejarse por completo de su perro.
—No me gusta verte así, hijo, mirá como estás, no has comido bien, no has dormido bien, ¿Tanto te afectó aquella chica? Tan solo fueron dos meses de conocerse, Valen —la mayor tomó la mano al ver como la conversación ya estaba afectando a Valentín.
—¿Y eso qué tiene? Mi viejo me contó que solo le bastó dos semanas para enamorarse de vos, solo que ustedes sí tuvieron un final feliz —ante aquella declaración la mujer sonrió con nostalgia sabiendo que su hijo le había ganado un punto. —¿Por qué no me pudo pasar lo mismo a mi? —al termina de decir eso por su ojo cae una lágrima.
—¿Vos estás enamorado de ella? —preguntó con suavidad la mayor, a lo que el joven asintió provocando un suspiro en la mujer. —Déjame decirte algo, la historia de tu papá y yo no es tan perfecta, hubieron malos momentos, momentos en que soltamos la toalla momentáneamente, también lloramos y sufrimos como vos lo estás haciendo ahora, pero míranos, supimos superar eso, mi amor, porque cuando un amor es verdadero no te lo quita nadie, puede pasar de todo, pero si una persona es para vos así será, mi niño —sonrió apretando su mano levemente. — ¿Qué te hace pensar que tu historia con ella terminó? ¿Un par de rumores? ¿Un par de noches borracho? No, bebé, así no son las cosas, tenés que mantener una esperanza viva ahí, no sabés si al final esto es solo un pequeño obstáculo, pensá en positivo, dejá de dañarte de esta manera... Ven acá —lo jaló del brazo suavemente y lo abrazó como cuando era un niño y le temía a la oscuridad.
Al final el mejor consuelo viene de parte de los brazos de una madre.
Capítulo sad, chikis, los siguientes capítulos van a ser de ese tipo, así que hay que prepararse los pañuelos desde yaaaa
Otra vez el edit que está en Twittah es hecho por -tessauy. Vayan a seguirla y a darle mucho amor a su portafolio 💜
Por favor, me encantaría leer sus opiniones, así que comenten, voten y dejen mucho amor como siempre, nos leemos en la próxima 💜💜
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