𝑳𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅 𝒔𝒆𝒂 𝒅𝒊𝒄𝒉𝒂
“𝑬𝒏 𝒐𝒄𝒂𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒆𝒔 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒔𝒆𝒓 𝒔𝒊𝒏𝒄𝒆𝒓𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒖𝒏𝒐 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒚 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒎𝒂́𝒔, 𝒂𝒔𝒊́ 𝒕𝒂𝒍 𝒗𝒆𝒛 𝒑𝒐𝒅𝒓𝒊́𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒂𝒓 𝒎𝒂𝒍𝒐𝒔 𝒓𝒂𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒍𝒂́𝒈𝒓𝒊𝒎𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒓𝒓𝒂𝒎𝒂𝒅𝒂𝒔.” — 𝑺𝒐𝒇𝒕𝒘𝒐𝒔.
La situación en la que estaba Andrómeda la agobiaba de sobremanera, en su interior habían dos pensamientos y decisiones que peleaban entre si como fieras salvajes, una de ellas quería volver con Valentín, el mismo chico que estaba de pie delante de ella en ese momento, la otra solo quería alejarse de cualquier cosa que se le pareciera al amor, quería estar sola y seguir así por un largo tiempo... Hasta ahora ninguna estaba ganando.
La chica no podía negar que el poco tiempo que pasó de novia con Valentín le fue muy bien, había disfrutado mucho de su compañía, de lo bien que se sentía estando con él, de lo feliz que se sentía, ese era el más importante de los puntos. Ella nunca se sintió triste al lado del muchacho, él siempre se encargó de hacerla reír o sacarle una sonrisa, podía hacer el ridículo por ello y no le importaba; eso siempre fue notado por la chica y en su momento se sintió la mujer más afortunada del mundo por tener a ese hombre a su lado.
Era alguien que la respetaba, que la quería genuinamente, que aceptó su pasado y su presente con brazos abiertos, que entendió sus defectos y los convirtió en virtudes, que estuvo para ella siempre que lo necesito, y sabiendo lo difícil que era encontrar un chico de esa magnitud se sentía afortunada. A diario veía relaciones muy malas, llenas de cosas horribles y las cuales algunas de ellas terminaban de una manera catastrófica, así que tener a un buen chico en su vida como lo era Valentín era increíble.
Aún así, ella entendía muy en el fondo que no podía volver con él solo por eso, que no podía tampoco celebrarlo y darle un premio porque es algo que naturalmente tienen que hacer todos, respetar, amar y cuidar a la persona que quieren como su pareja oficial, también entendía que lo mejor para ella hasta que todo se solucionara en su mente era seguir como amigos con Valentín. En definitiva no estaba preparada para entrar en una relación nuevamente, si lo hacía lo más probable es que terminara dañando a Valentín y nunca se perdonaría eso.
—Yo también te extrañé, sí —admitió Andrómeda provocando una sonrisa en el rostro de Valentín. —Te extrañé mucho, de hecho antes de que vinieras aún te seguía extrañando —en ese momento el chico dio el último paso que faltaba para quedar realmente cerca de ella, sin embargo antes de poder lograrlo Andrómeda posó su mano en el pecho del más alto deteniendo su paso. —Eso no significa que quiero volver contigo —al escuchar eso el de ojos azules volvió a dar el paso atrás con una mirada de desilusión.
—Perdóname, soy un boludo por haber pensado que, bueno... que podríamos intentarlo otra vez, me ilusione solo, perdóname —logró decir Valentín con una notable expresión de tristeza en su rostro.
—No tienes que disculparte, Valen —Andrómeda avanzó para tomar su mano y dirigirlo hacia la cama de Orión, seguidamente ambos se sentaron en la cama. —Mira, desde que Ivo me dejó hace casi seis años yo nunca he aprendido a estar sola, he querido desesperadamente encontrar a una persona que llenara el vacío que él dejó, por eso salía a un montón de citas que terminaban mal, por eso aceptaba a cualquier chamo que me tratara medianamente bien y cuando terminábamos pues buscaba a alguien más —soltó un suspiro fijando su mirada en el suelo. —Igual no estoy orgullosa, realmente no sé porqué lo hice, es claro que yo puedo estar sola, todos pueden estar sin una pareja al lado, pero yo no podía en ese tiempo. No sé como es estar sola, estar sin salir a citas, sin estar en una relación y por un tiempo lo logré... Hasta que llegaste tú —lo volteó a ver en ese momento conectando ambas miradas. —Por eso te di tantas largas, por eso te decía que no a cada rato, quería seguir experimentado como era estar sola, seguir aprendiendo de ello, pero no pude porque fuiste tan bueno conmigo que no pude resistirme —sonrió levemente.
Aún recordaba con claridad las veces que ella lo rechazaba gentilmente y él seguía intentando, siendo perseverante. Esos recuerdos los guardaba con mucho cariño.
—Luego llegó el problema de que no sé como es estar en una relación fija, no sé como manejar las discusiones y por eso reaccioné así cuando discutimos. Y no es una excusa, no estoy tratando de excusar mi comportamiento, solo te estoy diciendo la verdad, nunca aprendí a estar sin una pareja y nunca aprendí a estar con una —hizo una pausa mientras una mueca se instalaba en su rostro. —Necesito aprender, necesito estar bien con mi soledad, necesito reconciliarme con ella, necesito sanar lo que no sane en su tiempo, necesito saber como es Andrómeda sin una pareja, quiero conocerme... Tú eres increíble, Valentín, eres el mejor chamo que a pasado por mi vida y sin duda te elegiría a ti una y otra vez sin pensarlo —sonrió tomando su mano para entrelazar sus dedos. —Pero para estar bien contigo, para ser una buena mujer para ti, necesito primero estar bien conmigo, ser una buena mujer para mi. Y si cuando yo ya esté bien tú me sigues queriendo igual entonces te prometo que yo misma te buscaré, te abrazaré, te besaré y seremos la pareja que siempre quisimos ser —se acercó a él y lo abrazó con todas las fuerzas que tenía, de inmediato los brazos de Valentín la rodearon correspondiendo el abrazo. —Quiero lo mejor para ti y lo mejor para ti no soy yo en este momento —se separó un poco quedando a poca distancia de él y en vez de dejarle un beso en la boca, decidió ir a por la mejilla.
Aunque Valentín entendía el punto de Andrómeda y lo respetaba, aún le seguía doliendo no poder estar con ella, se supone que cuando ambas personas se quieren todo se puede, es lo que él siempre había creído y pensado, pero ahora se daba cuenta que para que una relación funcionara no solo bastaba el amor, también había otras cosas que eran necesarias y estaba claro que aunque se quisieran mucho no podían simplemente volver a intentarlo cuando lo más probable es que terminaran mal de nuevo.
—Lo entiendo —habló finalmente Valentín con una pequeña sonrisa. —¿Te puedo hacer una pregunta? —Andrómeda asintió ante esto por lo que el joven prosiguió. —¿Vos me amás? —tan pronto soltó esa pregunta los nervios aumentaron de sobremanera.
Él tenía claro que sí estaba enamorado de ella, dos meses pasaron y no pudo olvidarla, a pesar de haberlo intentado de todas las maneras posibles no pudo, la tenía marcada en su mente y en su piel, como si fuera un tatuaje que no podía borrar o tapar. Aún así no sabía si para ella era lo mismo, pero lo sabría muy pronto.
—Sí, claro que te amo, creí que era bastante obvio —admitió la chica con una pequeña sonrisa en su rostro junto con un leve tono rojizo en sus mejillas.
Aquellas simples palabras hicieron que las esperanzas de Valentín volvieran a surgir como pétalos en primavera, ahora sabía que no era tan descabellado la idea de que en un futuro podían volver a estar juntos.
—Yo también te amo —ambos sonrieron ampliamente ante esa respuesta del Argentino. —Y por eso te voy a esperar, no importa cuanto tardes en reconciliarte con vos misma, estoy seguro que lo que siento por vos no se va a ir a ningún lado —sonrió confiado haciendo soltar una pequeña risa a la chica.
—No sé cuanto voy a durar en este proceso, no quiero que te estanques, o sea, si viene una chama que te gusta tienes total derecho de salir con ella... como vienes haciendo desde hace bastante —soltó con un tono de incomodidad palpable.
Andrómeda había visto muchas cosas en las redes, lo más destacable era ver a Valentín con chicas diferentes todo el tiempo, a veces solo se les veía bailando, otra veces besándose y otras casi en pleno coito. Por esa razón la muchacha se alejó de las redes por algún tiempo, no necesitaba ver a su ex novio, el cual aún amaba, en esas clases de andadas, la ponía mal.
—Sí, sobre eso... —cuando Valentín se iba a comenzar a explicar la puerta se abrió y por ella entró el menor de la casa con una gran sonrisa junto con un sándwich en su mano.
—Ivo me hizo un sanguchito antes de irse —habló con emoción mostrándoles el mismo. —Me dijo que te dijera que lo llamés más tarde cuando puedas —le dijo a Andrómeda en forma casi robótica, como si se hubiera tomado el trabajo de memorizarlo correctamente.
—Okey, gracias por el mensaje, mi amor —Andrómeda le habló con cariño mientras se levantaba de la cama. —Voy a dejarlos solos para que sigan jugando, ¿Quieres algo, Valen? —le preguntó al mayor desde la puerta apunto de cerrar la misma.
—No, no, gracias —respondió, a lo que ella solo asintió y se fue de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.
—¿Avanzaste con mi mami? —preguntó el pequeño para luego darle un mordisco al sándwich.
Valentín optó por solo soltar una risa y negar con la cabeza. Aún no avanzaba y probablemente no lo iba a hacer pronto, pero aún así tenía claro que iba a esperar por Andrómeda hasta donde hiciera falta, no quería perderla y mucho menos cuando ya sabía que ella sentía lo mismo que él, solo debía de ser paciente.
El sol ya se cernía sobre la casa de los García, el pequeño cumpleañero se encontraba profundamente dormido en su cama ignorando el hecho de que sus padres y su mascota se encontraban subiendo las escaleras con sumo cuidado de no despertarlo.
Ya era dieciséis de mayo, lo que significaba que Orión García cumplía seis años de edad. Andrómeda le había organizado una fiesta increíble, el jardín ya se encontraba adornado de la temática principal, Harry Potter; el niño había querido adornar todo como si fuera el mundo mágico, incluso había insistido de que todos debían ir disfrazados de algún personaje o de algún estudiante del colegio, la comida era basada en el menú de Hogwarts, pastel y empanadas de calabaza, tarta de melaza, también habían diferentes dulces como la varita de regaliz, las grageas de sabores, las ranas de chocolate y obviamente no podía faltar a cerveza de mantequilla, todo eso lo había hecho Andrómeda con ayuda de su madre, amigas y de Maia.
Sí, la mamá de Valentín se acercó a ayudar en cuanto supo lo que estaba preparando la chica. Luego de la charla que habían tenido los ex novios habían seguido en contacto y Andrómeda le contó todo lo que debía preparar, de inmediato el chico empezó a buscar ayuda, mientras él se encargaba de las bebidas con Tadeo y su padre, su mamá ayudaba a su ex.
Era una fiesta que llevaba muchos pequeños detalles, así que Andrómeda agradecía las numerosas manos que la ayudaron a preparar todo. Ahora veía el resultado y todo quedó hermoso, Orión iba a amar su fiesta.
—No me pises la capa, Ivo —se quejó en voz baja la chica mientras trataba de guardar silencio y a su vez intentaba que el pequeño pastel no se cayera de sus manos.
—Pero caminá más rápido, boluda —le respondió con el mismo tono, pero sin dejar de lado la emoción que le provocaba todo esto.
Era el primer cumpleaños que iba a pasar con su hijo y eso lo emocionaba de sobremanera, luego de haber soñado por mucho tiempo este momento vivirlo era increíble para el cantante. Además, Ivo había sido el encargado de decorar todo el jardín, claro que recibió ayuda, pero él había sido el causante de que todo quedará perfecto.
Khea abrió con cuidado la puerta de la habitación dejando pasar a la chica primero y por supuesto a Sirius también, los siguió de cerca y en cuanto estuvieron al lado de la cama encendió la pequeña vela que portaba el número seis en ella, cuando ya tenían todo listo comenzaron a cantar al unísono el tema de feliz cumpleaños.
De a poco Orión comenzó a abrir sus ojos levemente confundido por la interrupción a su sueño, pero pocos segundos después se dio cuenta de lo que pasaba, ya era el día de su cumpleaños y por primera vez tenía a sus dos padres a su lado, por primera vez no solo era su mamá quien lo despertaba, ahora también estaba su papá. Ambos lo veían sonrientes mientras seguían cantando, tanto fue su emoción que no pudo aguantar las lágrimas de la felicidad que tenía, de inmediato los dos adultos jóvenes pararon de cantar.
—Hey, hey, ¿Qué pasa? —Ivo se apresuró a preguntar mientras se sentaba a su lado y seguidamente lo abrazaba contra su pecho. —No podés llorar, es tu cumple, tenés que estar feliz, sonriendo, no así —lo meció levemente en sus brazos a la vez que Andrómeda dejaba el pastel en la mesa de noche y se sentaba al otro lado de Orión.
—No estoy triste, estoy feliz, muy feliz —aclaró el pequeño separándose del abrazo para limpiar sus lágrimas. —Estoy feliz porque vos estás acá —le dijo al muchacho mirándolo directamente. —Nunca tuve ningún cumpleaños con vos y por eso estoy feliz, feliz de que los dos estén conmigo —finalizó con una pequeña sonrisa que encendió de amor los corazones de sus padres.
—Te aseguro que voy a estar acá en todos tus cumpleaños hasta que seas mayor de edad y prefieras pasarlo con tus amigos en algún boliche —respondió con gracia queriendo evitar llorar delante de Orión, por suerte el pequeño soltó una risa ante el comentario.
—Nunca voy a elegir a mis amigos sobre ustedes, voy a celebrar mi cumpleaños con los dos y ya luego con ellos, lo prometo —aseguró mientras sus dos padres lo abrazaban.
Siempre pensó que la compañía era lo más importante en un cumpleaños, durante las fiestas que él recordaba solo estaban sus amigos del jardín, sus abuelos, sus tíos, su mamá y sus tías, pero siempre quiso, muy en el fondo, tener a su papá con él y por fin estaba cumpliendo aquel deseo.
—Tienes que soplar la velita, mi amor —Andrómeda tomó el pastel y lo puso frente al pequeño, él de inmediato sopló la llama dejando solo el rastro de humo por el aire.
—Quiero que me hagas la cicatriz en la frente como Harry, mamá —habló de nuevo el pequeño volviendo a separarse del abrazo para ahora abrazar a su perro.
—Primero hay que desayunar, bañarse, vestirse y todo eso —le respondió la chica levantándose de la cama. —Así que vamos a bajar para comer, aún falta para que comience la fiesta, ven —tomó la mano de su hijo y juntos salieron de la habitación dando pequeños saltitos.
Khea aprovecho la soledad para soltar un par de lágrimas que tenía retenidas gracias al comentario de Orión. Nunca se imaginó que ese año por fin iba a poder compartir con su hijo fechas tan maravillosas como era un cumpleaños y esperaba, de todo corazón, poder estar en todos los cumpleaños de Orión hasta que la vida le dijera basta, quería seguir viendo su carita de felicidad y sus ojos brillosos de alegría.
Cada día se daba cuenta que la decisión de volver a la vida de Andrómeda había sido la mejor que pudo haber tomado jamás, aquella decisión le dio la oportunidad de remediar todo lo que alguna estropeó, estaba recuperando de a poco todo lo que tuvo que ser de él desde un principio. Ahora estaba recuperando todo el tiempo perdido y lo estaba haciendo de la forma correcta, no podía estar más feliz.
Soltó un suspiro y se secó las lágrimas para luego tomar el pastel entre sus manos, seguidamente salió de la habitación y bajó hacia el primer piso para comenzar el desayuno en familia.
—Hoy como es tu cumpleaños también vamos a comer torta para el desayuno —habló el muchacho entrando al comedor, colocó el plato en el medio y se sentó mientras Andrómeda llegaba con tres platos llenos de comida.
—Hoy es el mejor cumpleaños de todos —expresó Orión con alegría aceptando el plato que le extendía su madre.
—Y eso que no ha comenzado la fiesta, te va a encantar, cariño —le respondió Andrómeda con una gran sonrisa, Orión solo grito un «¡Sí!» con pura felicidad en su voz.
Justo en ese momento Ivo se sintió como el hombre más afortunado del mundo, ya nada le faltaba y se sentía plenamente feliz... Tal vez lo único que lo podía poner aún más feliz era escuchar a Orión llamarlo papá, pero todo a su tiempo, confiaba en que pronto lo haría.
Cada día amo más a Khea y más ganas me dan de hacer algo de él, agárrenme que me vuelvo loca ah.
Este capítulo ha sido uno de mis favoritos por la primera parte en donde Andrómeda y Valentín hablan, probablemente me odien porque no están juntos y parece que no va a ser pronta su reconciliación, pero Meda necesita sanar muchas cosas.
Es algo que a veces olvidamos, no necesitamos a ninguna pareja para ser felices, no necesitamos llenar un vacío con más vacío, primero hay que saber abrazar los momentos de soledad, amarse a sí mismas y estar bien con lo que somos. Todo llega a su tiempo y cuando estemos por completo bien llegará esa persona especial, ahí es cuando podremos darle todo el amor que merece sin guardar ningún miedo.
Bueno, me puse filosófica, pero ajá, espero que a alguna le haya servido si acaso está pasando por esa situación.
Si les gustó el capítulo voten, comenten y dejen mucho amor como siempre, hasta la próxima!! 💜💜
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