𝑳𝒂 𝒑𝒂𝒖𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒕𝒐𝒓𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂
“𝑬𝒍 𝒇𝒓𝒂𝒄𝒂𝒔𝒐 𝒆𝒔 𝒔𝒊𝒎𝒑𝒍𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒛𝒂𝒓 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐, 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒗𝒆𝒛 𝒎𝒂́𝒔 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒍𝒊𝒈𝒆𝒏𝒕𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆.” —𝑯𝒆𝒏𝒓𝒚 𝑭𝒐𝒓𝒅.
Andrómeda podía ser muy sensible cuando se trataba de Orión (no fue por obra del destino que su conversación con él haya provocado que ella quisiera desahogarse), así que verlo feliz porque volvía a tener a su mejor amigo al lado la ponía contenta y emocional al punto de casi ponerse a llorar.
Durante el tiempo que estuvieron en la gira su pequeño se encariñó con Valentín, ambos compartieron momentos inolvidables de risas, alegrías, juegos y demás cosas en las que eran cómplices, eran uña y carne. La que más recordaba era cuando el Argentino la llevó a cenar en el planetario y Orión fue su camarero de esa noche, la afinidad que había entre ellos era notable, Valentín le decía algún chiste y Orión le respondía con otro, y así era siempre, en cada momento, en cada lugar.
Muchos podrían pensar que Valentín lo hacía solamente para estar cerca de Andrómeda, que realmente no le importa mucho Orión, solo una relación con la madre del pequeño, pero era algo muy alejado de la realidad. Valentín amaba estar con Orión, le tenía un cariño inmenso y cuando Andrómeda se lo llevó de la gira sí que sintió un vacío, ya no estaban sus risas por el lugar, ya no lo veía corriendo de aquí para allá, ya no podía regalarle dulces a las espaldas de su madre, ya no podía contarle cuentos, ni enseñarle a tocar la batería... Todo se sentía tan sobrio para él cuando antes de la discusión todo era felicidad y colores.
Tal vez por esa razón él se sumergió en el alcohol en un intento de volver a sentir esa felicidad y aunque momentáneamente la sentía, no era nada comparada a la que aparecía cuando estaba con Andrómeda y Orión, sus sonrisas ya no eran tan amplias y sus risas pocas veces aparecían, parecía que iba caminando sin rumbo por la vida y claro que eso afectó en cierta manera a sus shows.
Valentín daba todo de si en el escenario, eso no cambió, no quiso que cambiara, pero en ocasiones, cuando cantaba ciertas canciones, se ponía muy triste al recordar a Andrómeda y no hace falta mencionar que cuando cantaba la canción que llevaba el mismo nombre de su ex novia se ponía aún peor. Eso la gente lo notaba y ahí pudieron confirmar que la pareja había terminado.
Pero ahora estaban los tres juntos de nuevo... Y Khea, el seguía ahí atento a la escena que estaba pasando justo frente a sus ojos. Aunque podría sonar a pura mentira si lo decía en voz, él estaba feliz de que aquella dupla se reencontrara nuevamente; Orión se divertía mucho en su compañía, le encantaba tener a su padre presente y notaba eso, pero el vacío que le dejó haberse alejado de Valentín no lo podía cerrar del todo, no importa a cuantos lugares divertidos lo llevará, ni cuantos dulces le compraba, Orión seguía teniendo esa pizca de tristeza cuando escuchaba la voz de Valentín en la radio cantando sus canciones o haciendo una entrevista.
Khea quería lo mejor para su hijo y lo quería ver feliz, así que estaba claro que aceptaba por completo la relación de amistad.
—Yo también te extrañé mucho, Orión, no sabés cuanto —Valentín lo abrazo con fuerza mientras se levantaba llevando al pequeño con él, sin soltarlo en ningún momento. —No tenía a nadie para comer brownies con helado y chispitas, tampoco para hacer bromas y salirme con la mía —ambos sueltan una risa ante eso.
—Vamos a hacer esas cosas otra vez y vamos a hacer muchas más —le contestó Orión entre lágrimas, pero con una sonrisa adornando su rostro. —Tengo muchos juguetes con los que podemos jugar, ¿Querés jugar? —se separó un poco de él para verlo.
Valentín lo que quería realmente era conversar más con Andrómeda, sobre ellos, sobre el futuro, tal vez hacer algún movimiento, pero no quería rechazar a Orión, también tenía muchas ganas de jugar con él y volver a crear ese lazo que habían perdido. Además, debía considerar que la misma Andrómeda le había dicho que tenían que ir poco a poco porque ella no estaba preparada para volver a embarcarse en una relación, al menos no por ahora.
—¡Claro que sí! Estoy ansioso, hace tiempo quería volver a meterme en el papel de un noble guerrero ninja —sonrió hacia él viendo como los ojos de Orión brillaron por el comentario. Luego se giró hacia Andrómeda quien los veía cariñosamente. —¿Puedo? —a causa de la emoción aún no le había pedido permiso a la dueña de la casa para andar por la misma sin ningún problema.
—Sí, sí, claro, estás en tu casa —le contestó haciendo un ademán hacia la escalera.
—¡Te va a encantar mi pista de carrera! —exclamó Orión con alegría mientras era llevado por Valentín al segundo piso dejando a Khea y a Andrómeda en la cocina.
El artista se acercó a la castaña y la rodeó con sus brazos de forma protectora dejando un beso en la coronilla de Andrómeda, ella por su parte solo lo rodeó con sus brazos descansando su cabeza en el pecho del más alto.
—¿Estas bien? —le preguntó en voz baja apretándola más hacia a él mientras acariciaba su espalda de arriba a abajo.
—Sí... un poco, no lo sé —soltó una risa débil. —Tuve mi momento de desahogo y justo cuando terminé la lloración Valentín tocó la puerta, no sé si eso lo debo de considerar una señal, no sé que tan bueno sea que esté aquí, no sé nada y eso me estresa —se separó un poco del chico haciendo un pequeño puchero con sus labios mientras alzaba su mirada para verlo.
—No deberías estresarte, está bien no saber cosas en ocasiones, ¿Viste? Esta bien que no sepas que hacer, tenés un montón de tiempo para pensar en que hacer con Valentín —sonrió un poco dejándole un pequeño toque en la nariz. —Sos increíble, Meda, solo tenés que darte un respiro, dejar de pensar tanto en las cosas y solo dejar que pasen —habló mirándola directamente a los ojos sin perder la sonrisa en su rostro.
Para nadie era un secreto que durante los dos meses que habían pasado luego de que Andrómeda dejara la gira ella y Khea se habían unido muchísimo más, se veían casi todo los días y sorpresivamente para la castaña el artista había tenido una actitud maravillosa en el nuevo punto de su vida como padre. Siempre estaba atento a Orión, cuando no podía ir a su casa por algún compromiso con la música llamaba al pequeño al menos por quince minutos, le preguntaba como le iba en la escuela, que le habían mandado de tarea y duraban un buen rato teniendo una conversación amena.
Esa atención no pasó desapercibida para Orión y por esa razón fue que empezó a sentirse mucho más cómodo al lado de Khea, notaba que por fin estaba teniendo al padre que nunca tuvo y lo disfrutaba mucho, tal vez no podía tener la familia unida, pero a él le bastaba con que su madre y su padre se llevarán bien. Gracias a ese detalle los tres podían salir a divertirse, podían jugar juntos y compartir muchos momentos en familia, Orión agradecía que los dos adultos jóvenes tuvieran ese nivel de madurez.
—¿Por qué tuviste que irte cuando estaba embarazada? —Andrómeda preguntó con una pequeña sonrisa triste. —Ahora trato de verte como algo más que un amigo y ese recuerdo me lo impide, me da rabia porque te has portado tan bien con nosotros y de verdad quiero sentir ese amor por ti... —hizo una mueca bajando la mirada.
—Meda, por favor, no es necesario que vos me pagués con amor lo que hago por vos y Orión, yo amo estar con ustedes y ser un buen padre, amo poder estar remediando lo que hice mal y me esfuerzo mucho porque sé que lo valen —con su mano tomó con suavidad el mentón de Andrómeda haciendo que alzara su rostro nuevamente. —Pero no por eso quiero que te obligués a amarme de esa manera solo porque soy una buena persona con ustedes, si alguna vez pasa quiero que sea... natural, sin ningún tipo de presión. Además, vos estás enamorada de Valentín, no quiero meterme ahí más de lo que ya estoy —sonrió con levedad y seguidamente la chica lo volvió a abrazar con fuerzas.
Volvía a reconocer a Ivo como aquel adolescente que conoció alguna vez, con la misma bondad y amabilidad que lo caracterizaba, la misma suavidad con las palabras que por alguna razón siempre la hacían sentir bien... Khea era un buen partido en todo su esplendor, si ella no tuviera el recuerdo tan vivido de que alguna vez el muchacho de comportó de una forma terrible con ella (por años) ahora estaría considerando la idea de darse una oportunidad con él, al fin y al cabo era el padre de su hijo.
Pero no, Ivo tenía razón cuando decía que ella aún estaba enamorada de Valentín, el mismo chico que se encontraba jugando con su hijo escaleras arriba, no podía quitarse un clavo metiendo otro a la fuerza, aunque quisiera olvidarse de Valentín, esa no era la manera.
—Te quiero, gracias por estar y ser tan bueno con nosotros —habló en voz baja la castaña aún hundida en el pecho de Ivo, quien sólo sonrió y la abrazó más fuerte.
—Y yo te quiero a vos, niña —contestó meciendo su cuerpo levemente mientras dejaba un pequeño beso en su mejilla.
Puede que en otra vida ellos hubieran encajado a la perfección, puede que en otra dimensión alterna Khea nunca se fue y en ese justo momento los tres serian una familia perfecta, pero en esta vida y está dimensión fue imposible que algo ocurriera entre ellos dos, estaban condenados a ser amigos y los dos estaban bien con eso.
Mientras Andrómeda e Ivo continuaban abrazados en la cocina en el piso de arriba estaban Orión y Valentín jugando con los pequeños autos de juguete que poseía el primero, ambos se encontraban sonrientes conversando de los acontecimientos que había pasado en los dos meses que no se habían visto.
Por obvias razones Valentín no le estaba contando ciertas cosas, como por ejemplo su activa vida sexual con chicas que apenas conocía, la regularidad con la que tomaba alcohol y la frecuencia con la que fumaba alguna que otra sustancia; sólo le estaba contaba sobre los conciertos, los lugares divertidos a donde habían ido, las anécdotas graciosas y demás temas que eran adecuados para la edad del niño.
—Estoy muy feliz de que estés acá —comentó Orión sin despegar la mirada de su auto. —En pocos días cumplo seis años y sería re piola si vinieras para la fiesta —en ese momento subió su mirada esperanzadora hacia Valentín esperando una respuesta afirmativa.
—¿Desde cuándo dices «piola»? —preguntó el mayor con un tono de diversión y con una sonrisa que denotaba la misma emoción.
—Una vez Ivo me llevó a su estudio de grabación para verlo trabajar y habían algunos amigos de él, cuando terminó de grabar una canción uno de ellos dijo «che, esto está re piola», desde ahí comenzaron a decirlo mucho y se me pegó —contestó simplemente encogiéndose de hombros. —Me gustó la palabra y ahora la digo mucho... Bueno, no me respondiste la invitación —volvió al tema de forma inteligente a lo que Valentín asintió mientras su mente trabajaba en una respuesta.
No sabía si iba a poder ir, en realidad no sabía si Andrómeda le iba a dejar ir, sí era cierto que habían arreglado un poco las cosas, pero aún así no sabía exactamente en donde estaban parados, no sabía si lo que hablaron hace menos de quince minutos era suficiente para poder compartir en la fiesta de Orión.
Por otra parte estaba el cumpleañero, se notaba demasiado que quería que él asistiera a su celebración, no quería desilucionarlo.
—Claro que voy a ir a tu fiesta, campeón, vas a cumplir seis años, es algo importante, te prometo que no voy a faltar —finalmente respondió con una sonrisa amable, a lo que el pequeño le regaló otra realmente emocionado.
—Va a ser una buena fiesta, mi mami siempre hace las mejores fiestas de cumpleaños —devolvió su mirada al carrito mientras lo chocaba levemente con el de Valentín, seguidamente ambos hicieron un sonido de explosión haciendo más dramática la escena del juego. —¿Y vos cómo estás? —le preguntó de forma distraída, pero con una curiosidad grande en su interior.
—¿Yo? Pues... bien, normal —su tono de voz no era muy seguro y eso captó la atención del perspicaz Orión.
—No luces como si estuvieras bien —respondió audazmente dejando el juguete a un lado para concentrarse en Valentín. —Extrañás a mi mamá, ¿Verdad? —ante esto el mayor soltó un suspiro sabiendo que ya comenzaba la charla que había estado evitando hasta ahora.
Aún no podía entender porqué Orión era como era, algunos niños están tan ocupados con sus cosas que nunca se fijan en lo que hacen los adultos, pero Orión siempre estaba atento, como si tuviera alguna clase de instinto que le hacía saber cuando alguien de su alrededor estaba triste. Y eso no era lo peor, cuando se daba cuenta te aislaba de los demás y comenzaba una charla profunda contigo sobre sus sentimientos, algo que tal vez un niño de diez años haría (y solo tal vez), pero Orión apenas y estaba apunto de cumplir seis, era como hablar con un adulto en el cuerpo de un niño.
—Ella también te extraña —añadió Orión haciendo una mueca. —Lo veo en sus ojitos, están así como los tuyos, apagaditos. A mí me pone muy triste porque no me gusta verla triste, me gustaría que ustedes volvieran a estar juntos... como antes, ahí sí eran felices —terminó con una pequeña sonrisa.
—Creí que querías una familia, ya la tenés Orión, acá está tu papá y al parecer se lleva muy bien con Meda, tal vez en un futuro cercano ellos puedan estar juntos... No sé —suspiró dejándose caer en la pared detrás suyo. Se sentía como en el psicólogo.
—Nah, ellos nunca volverán a estar juntos, lo sé —respondió con un tono de voz seguro. —Ivo quiere a mi mamá mucho y ella también lo quiere a él, tal vez a él le gusta ella, pero mi mamá te quiere es a vos, dudo mucho que trate de estar con él, la conozco —sonrió más ampliamente contagiándole la sonrisa a Valentín.
—¿Vos decís que si me lanzo a conquistarla otra vez podamos tener algo? —volvió a la posición de antes acercándose al pequeño con un aire de ilusión.
—No tenés que enamorarla de nuevo, ella ya lo está —aseguró sorprendiendo al mayor. —Solo tenés que devolverle las ganas de estar en una relación con vos y ya —habló mientras devolvía la mirada a su carrito.
Valentín pensaba que no iba a ser tan fácil como Orión lo pintaba, Andrómeda no parecía segura de volver con él o siquiera tener algo con alguien, parecía que lo que había pasado entre ellos había marcado un final para las relaciones de la chica, al menos por un tiempo.
Esa idea lo entristecía considerando el hecho de que él sí quería estar con ella en un plan más romántico, como antes de que todo lo malo pasará, cuando ellos eran felices... Cuando pensaba en ello y recordaba lo feliz que estaba Andrómeda junto a él una leve esperanza surgía, ella nunca fingió una alegría con él, Valentín tenía más que claro que fue un buen novio, tenía claro que es su momento la Venezolana fue extremadamente feliz con él, lo notaba en sus ojos brillantes y en la sonrisa que no escapaba de su rostro, lo notaba cada vez que lo besaba, cada vez que acariciaba su cabello en los viajes, cada vez que lo abrazaba con fuerza y le decía «mi amor». Tal vez y solo tal vez, podrían volver a eso.
—Me gustaría tener tu habilidad de ver las cosas tan fáciles —le respondió volviendo a tomar el carrito para seguir jugando con él.
Antes de que el pequeño contestará la puerta fue tocada dos veces y luego de que Orión dijera un pequeño «pase» entró Andrómeda a la habitación con una sonrisa que iluminó la misma.
—Orión, papá ya se va, ve a despedirlo —le indicó a lo que el niño asintió, se levantó del suelo y salió corriendo de la habitación. —¡No bajes corriendo las escaleras! —le gritó antes de que llegara a las mismas, no quería ningún accidente. Volteó de nuevo hacía Valentín quien sólo la miraba desde abajo. —¿Te estás divirtiendo? —sonrió levemente apoyándose en el marco de la puerta.
—Como hace mucho no lo hacía —respondió sinceramente con otra sonrisa enmarcando su rostro. —Me encanta poder, ya sabes, jugar con Orión otra vez, lo extrañaba mucho —se levantó de su lugar acercándose un poco más a la chica.
—Él también te extrañó mucho, no sabes cuanto —luego de decir eso Andrómeda se cruzó de brazos en un intento de no mostrar su nerviosísimo por la presencia del más alto.
—¿Y vos? ¿Vos me extrañaste mucho también? —a ese punto ya estaban bastante cerca, si Valentín daba un solo paso con sus largas piernas iba a llegar justo al frente de Andrómeda.
Aquella pregunta la dejó sin habla, sin poder responder, no sabía si decir la verdad y provocar que el joven se creará ilusiones con ella o decir una mentira provocando que se desilucionara.
La vida adulta apestaba.
Nuevo capítulo y nuevo acercamiento entre Khea y Andrómeda, aún no sé si meterles mambo en esta novela, aunque sí que lo deseo jajajajaja
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Hasta la próxima! 💜
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