“𝑻𝒆 𝒂𝒎𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒆𝒍 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒊𝒏𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒖𝒑𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒗𝒆𝒏𝒊́𝒂𝒔 𝒆𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐, 𝒕𝒆 𝒂𝒎𝒆́ 𝒎𝒂́𝒔 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒄𝒖𝒄𝒉𝒆́ 𝒍𝒂𝒕𝒊𝒓 𝒕𝒖 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐́𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓𝒂 𝒗𝒆𝒛, 𝒕𝒆 𝒂𝒎𝒆́ 𝒅𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒆𝒍 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝒎𝒊𝒏𝒖𝒕𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒄𝒊𝒔𝒕𝒆. 𝑪𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒗𝒊 𝒕𝒖 𝒄𝒂𝒓𝒊𝒕𝒂 𝒚 𝒕𝒐𝒎𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒎𝒊 𝒎𝒂𝒏𝒐, 𝒆𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔 𝒔𝒖𝒑𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒊𝒏𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆, 𝒚𝒐 𝒅𝒂𝒓𝒊́𝒂 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊.” — 𝑫𝒆𝒔𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒅𝒐.
Valentín entendía que el amor era un terreno difícil de caminar, un terreno en el que debías pisar con cuidado pues en cualquier descuido podrías tropezar y caer, pero hubo un instante en el que pensó que todo era mera exageración porque sus días con Andrómeda se sentían tan fáciles de sobrellevar, no había nada que pudiera significar una alerta roja de peligro.
Tal vez en un principio sí que la hubo, fin y al cabo terminaron una vez porque claramente no estaban listos para afrontar la relación que estaban construyendo. Sin embargo, luego de eso no hubo nada parecido, cuando volvieron a estar juntos todo parecía un jardín de rosas sin ninguna espina, todos esos meses la habían pasado como dos enamorados en luna de miel... ¿Por qué ahora todo eso se tenía que arruinar?
Sabía que debía de estar feliz por Andrómeda, ella estaba cumpliendo su sueño, estaba brillando como profesional, tenía la oportunidad de trabajar en lo que más le gustaba hacer, no habían muchas personas que pudieran decir eso, aún así se mentiría a si mismo si dijera que no le dolía el pensamiento de despedirse de su familia por dos años.
Él más que nadie sabía lo mucho que podría cambiar la vida en solo dos años, así fue su ascendencia a la fama, quedó subcampeón de la Red Bull internacional y al siguiente año quedó campeón contra ese mismo contrincante que parecía imposible de ganar, de ahí solo fue cuestión de tiempo para comenzar su vida como artista. Así que sí, Valentín tenía más que claro que todo podía cambiar en ese lapso de tiempo, ¿Qué pasaría si Andrómeda lo superaba con un gringo estando allá?
¿Qué pasaría si simplemente se acaba el amor? De tan solo pensar en eso el dolor aumentaba en su pecho considerablemente, no quería renunciar a lo que tenían, pero tampoco quería ser un obstáculo en la vida de la persona que más amaba, debía dejarla ir quisiera o no.
—¿En qué piensas? —dijo Andrómeda en voz baja fijando su mirada en el de ojos azules, quien tenía su vista puesta en el techo de la habitación sin dejar de acariciar la espalda de la chica sobre su pecho.
—En el buen gusto que tuviste para esta habitación, la decoraste muy piola —contestó unos segundos después sacándole una risa a su acompañante que ocasionó una sonrisa en su propia cara.
—Hablo en serio —dijo entre risas atrayendo la mirada de Valentín hacia ella, aún con todas las preocupaciones que tenía el muchacho era capaz de verla con puros ojos de amor.
—Estaba pensando que soy muy afortunado de tenerte, que nunca pensé que podría durar más de una año con alguna mina... gracias por aguantarme tanto —agachó su cabeza y dejó un beso en la punta de la nariz de Andrómeda. —Feliz aniversario, por cierto —sonrió de oreja a oreja separándose de ella para inclinarse hacia la mesa de noche a un lado de la cama, abrió el cajón y de ahí saco una pequeña caja alargada para luego volver a la posición de antes.
Andrómeda lo miró con una sonrisa, pero no dijo nada, se sentó en la cama y tomó la caja para abrir la misma, lo encontró la hizo abrir los ojos con sorpresa y seguidamente su boca hizo lo mismo.
—¿Son reales? —preguntó rozando con sus dedos los pequeños diamantes que adornaban el corazón que colgaba del collar.
—Claro que son reales, me costó un ojo de la cara, pero valió la pena, ¿No lo crees? Está re lindo —respondió como si no fuera gran cosa, pero con una sonrisa al ver lo sorprendida que estaba Andrómeda.
—Esto es muy caro, amor, sabes que no me gusta que gastes plata en mi —hizo una mueca sin dejar de mirar la joya, la cual brillaba con hermosura gracias a los rayos de luz que se filtraban através de las cortinas.
—A mi no me importa gastar plata en vos o en Orión —se incorporó quedando sentado justo al frente de ella. —Vos también gastas plata en mi, ¿Cuánto te costaron las zapas que me regalaste el mes pasado? —ante esa pregunta Andrómeda no pudo responder, sí habían sido costosas. —¿Ves? Vos gastas plata en mi y yo gasto plata en vos, es equitativo, compramos cosas que hacen lucir facheros al otro. Además, ¿Quién sabe? Tal vez cuando estés allá en gringolandia vayas a un lugar super costoso con gente super elegante y ahí puedas utilizar ese collar, serías la envidia de todas las mujeres con tu hermosura, eso te lo aseguro —subió una mano a su mejilla en donde dejó una suave caricia.
Andrómeda sonrió ligeramente y sin decir nada aún se inclinó hacia adelante para capturar sus labios en un beso que duró lo que debía durar, fue largo y sin prisa alguna.
—Aún puedo no firmar, rechazar la oferta... —antes de que pudiera seguir hablando Valentín la interrumpió con un simple movimiento de cabeza en negación a lo que decía.
—Ya lo hablamos, Meda, no puedo ser un egoísta y obligarte a quedarte acá conmigo sabiendo que estás renunciando a lo que siempre quisiste lograr, no puedo, no podría con la culpa —dijo aún cerca de sus labios. —¿Vos no odias a Ross por esa razón? ¿Por ser un egoísta que nunca pensó en los sueños de Rachel? —preguntó con una sonrisa burlona que ocasionó una risa en la castaña.
—Ya, pero ahora entiendo mucho más a Rachel, no es fácil dejar a la persona que amas aún cuando lo estás haciendo por seguir tus sueños —soltó un suspiro apoyando su frente contra la de Valentín. —No quiero dejarte —susurró con la voz entrecortada rompiendo el corazón de Valentín.
—No me vas a dejar, ¿Quién está diciendo eso? Solo nos vamos a dar un tiempo y te juro que no lo tomaré como Ross lo tomó con la mina de la fotocopiadora —después de decir eso volvió a unir sus labios con los Andrómeda brevemente. —Te voy a esperar pacientemente, sé que en algún momento volverás y seremos felices los tres, pero si te digo algo, cuando vuelvas a estar entre mis brazos no te voy a soltar nunca más, ¿Cuchate'? —tomó el rostro de la chica entre sus manos viendo como esta asentía con una sonrisa. —Te amo —dijo con dulzura, con todo el amor que tenía por ella.
—Te amo mucho más —sonrió con alegría llevando sus brazos alrededor del cuello del chico. —Y yo también te tengo un regalo —se levantó de la cama y saltó hacia el piso en dirección al armario.
Valentín sabía que era muy poco probable que encontrara el anillo de compromiso ahí adentro puesto que el lugar tenía bastante espacio y él lo había escondido entre su ropa, no había forma de que lo descubriese, pero aún así no pudo evitar sentir nervios al verla acercarse a ese lugar.
Ahora que ya sabían que ella se iba a ir, que al día siguiente iba a firmar el contrato que los separaría por un largo tiempo, no quería por nada del mundo que Andrómeda viera ese anillo, ¿Cuál era el punto? Ella se iba a ir y si veía aquella sortija no iba a querer separarse de él, Valentín estaba muy consciente de ello, querría quedarse para casarse y vivir una vida en familia. No podía ni quería retenerla, todo lo contrario, quería que fuese libre para elegir lo que quisiera y ya había tomado la decisión correcta.
Andrómeda salió pocos segundos después con una gran caja en sus brazos y una gran sonrisa en su rostro que levantó la curiosidad de su pareja.
—¿Qué traes ahi, señorita? —sonrió con emoción a la vez de que Andrómeda se subió a la cama.
—Traigo tu regalo de aniversario, te va a encantar, lo sé, no tengo duda alguna —respondió dejando la caja en el regazo de Valentín.
El muchacho la vio con una sonrisa por última vez y luego se dedicó a romper el papel con emoción, al ya tener todo el papel fuera lo único que vio fue la imagen de una cafetera en la caja.
—¿Me compraste una cafetera? —preguntó con extrañeza mirando la caja con cierta decepción. —Gracias, mi amor, me gusta el café, así que en definitiva voy a utilizarla seguido —aunque no era lo que esperaba, no tenía pensado poner triste a Andrómeda, al fin y al cabo es un regalo, no iba a despreciarlo.
—Ábrelo, cariño —dijo con una sonrisa de emoción. En definitiva lo que estaba adentro no era una cafetera, pero eso Valentín no lo sabía.
El chico abrió la caja de una vez y lo encontró lo dejo boquiabierto, la emoción ingresó en su cuerpo y no pudo evitar soltar un grito de alegría.
—No, amor, no lo hiciste —expresó con incredulidad sin borrar la sonrisa de su rostro. —Sos la mejor novia de todo el universo, ¿Sabés eso? Y vos diciéndome que el collar estaba muy caro, esto también es carísimo, pero no me importa, los dos vamos a disfrutar de esto —dejó la caja a un lado y se acercó a abrazar a la chica con fuerza.
Andrómeda no había pensado dos veces en regalarle la play 5 a su novio, y ahora agradecía haber elegido ese regalo porque era casi igual de costoso que el collar que él le había regalado, pero aún así no le costó comprarlo, sabía que iba a hacer feliz a Valentín con ese regalo... Y claro que ella también podía utilizarla y disfrutar de ella, así que todos ganaron con aquel presente.
—Oh, ya están despiertos —la voz de Orión se escuchó en la habitación, los dos adultos lo voltearon a ver encontrándolo con su mano en la manija de la puerta y una sonrisa en su rostro. —¿Por qué están despiertos? —preguntó casi de forma acusatoria acercándose a ellos.
—Buenos días a ti también —le respondió su madre con una sonrisa divertida. —¿Por qué no hemos recibido tu saludo habitual? —lo ayudó a subir a la cama y lo acercó hasta sentarlo en sus piernas.
—Adivinen quien los extrañó mientras dormía —dijo con una pequeña sonrisa creciendo en su rostro.
—Déjame pensar... —habló Valentín mirando al techo como si buscará la respuesta. —¿Vos? —le devolvió la mirada con una sonrisa a lo que Orión asintió rápidamente hasta que su atención se desvió hacia la caja que había en la cama.
—¿Qué es esto? —tomó la caja entre sus manos y sus ojos se dirigieron hacia el interior de la misma. —¿Esto es lo que creo que es? —preguntó casi en un susurro para luego responderse a sí mismo con un “¡Sí!” lleno de emoción, segundos después ya estaba saltando en la cama con alegría.
Andrómeda sabía que no iba a tener estos momentos en Estados Unidos, así que en definitiva estaba disfrutando cada segundo que pasaban los tres juntos como familia. Iba a extrañar estos momentos domésticos, los iba a extrañar demasiado, pero Valentía tenía razón, debía seguir sus sueños, ya habría tiempo para disfrutar del amor.
—Así que te vas... —le habló Ivo a su derecha mientras miraban a las personas reír y charlar frente a ellos.
Valentín y Andrómeda decidieron celebrar su aniversario con todos sus amigos y familiares, al fin y al cabo siempre estaban buscando una excusa para reunirse y hacer una fiesta, ¿Por qué no convertir su aniversario en una excusa para alguna fiesta grupal?
—Sé que tuve que consultarte antes respecto a Orión, al fin y al cabo es tu hijo también, créeme que me duele separarlo de ti, pero... no creo que pueda sobrevivir allá sin él —hizo una mueca observando como Orión corría detrás de Valentín con su espada de espuma.
—Lo sé, Meda, tampoco pensaba decirte que lo dejaras conmigo, acá yo tengo a mi familia y amigos, pero allá vas a estar prácticamente sola... —la volteó a ver pasando un brazo alrededor de sus hombros. —Además, Orión ha estado con vos toda la vida, son inseparables, donde vos vayas él irá y viceversa —sonrió ligeramente. —¿Ya le contaste? —preguntó con cierto tono de preocupación.
No, Andrómeda aún no había sido capaz de sentarse con su hijo a explicarle el porqué se iban a ir del país, el porqué debían dejar a Valentín atrás, a su familia, amigos y básicamente todo lo que conocía el pequeño. Sí, eran solo dos años, pero al final era un niño en pleno crecimiento el cual no dominaba el idioma que se hablaba en donde se dirigía, que tenía toda su vida viviendo en el mismo lugar, viendo a las mismas personas, jugando con los mismos niños, claro que había la posibilidad de dejarlo acá con su papá, sus abuelos, Valentín... pero Andrómeda era muy egoísta para hacer eso.
Toda su vida giraba en torno a su hijo, todo por lo que había luchado era por y para él, había sido su motor más potente desde que lo tuvo por primera en sus brazos y esté la miró con esos ojos grandes que tenía, desde ese momento de convirtió en su pilar más importante. Sabía que si lo dejaba en Argentina se iba a arrepentir, sabía que podía dejar atrás a Valentín por esos dos años, pero no iba a poder hacer lo mismo con Orión, no podría dejarlo atrás, no había forma de que pudiera separarse de su hijo por tanto tiempo.
—No, pienso hacerlo esta noche... —soltó un suspiro recargando su cabeza en el hombro del Argentino. —Me da miedo que reaccione mal, que me odie por alejarlo de aquí, no quiero que mi hijo me odie —confesó sintiendo el nudo subir por su garganta, al oír su tono de voz Khea reaccionó rápido.
—Hey, no, no —posó ambas manos en sus hombros para que sus miradas chocaran. —Primero, no podés llorar porque estás en tu fiesta de aniversario y debés estar feliz, ¿Okey? —la chica asintió con una pequeña sonrisa. —Segundo, estamos hablando de nuestro hijo acá, el nene más tierno, dulce y amable que existe en el mundo entero, el que aún me perdonó luego de la gran cagada que me mandé, el que me mira con ojos de amor aún después de eso... Orión es un gran niño, Meda, y él te ama, sos lo más valioso que tiene, todo el mundo lo sabe, es imposible que te odie —aseguró con una sonrisa tranquilizadora. —Puede que se ponga triste, pero lo entenderá, entenderá porqué se están yendo y te apoyará porque verá que para vos tampoco es fácil todo esto. Él no es el único que está dejando cosas atrás, vos también lo estás haciendo y estoy seguro que algo lindo te va a decir para hacerte sonreír porque así es él, así es nuestro nene, ¿Okey? —Andrómeda volvió a sonreír con más calma, pero aún así no pudo evitar soltar una lágrima por las bellas palabras de Ivo. —No me llorés, boluda, Vicky me va a odiar si esas lágrimas arruinan el maquillaje tan lindo que te hizo —ambos soltaron una risa mientras el joven la atria a su pecho para un abrazo que ella no dudó en corresponder.
Si hace dos años le hubieran dicho que ahora estaría abrazada con su ex mientras hablan del hijo que tenían en común con tanto cariño probablemente se habría reído en sus caras, les habría dicho que eso no tenía sentido alguno y es que en ese tiempo no lo tenía; ¿Ahora? Ahora era completamente distinto, los dos habían creado una amistad bastante sólido y amaban poder tener la oportunidad de criar a Orión juntos sin ninguna pelea de por medio, sin ninguna confusión de sentimientos o pensamientos, el pasado ya había quedado atrás y no había razón alguna para alborotar el mismo.
—Gracias, Ivo, eso era exactamente lo que debía escuchar para calmarme. Ni siquiera sé porqué pensé que Orión alguna vez podría odiarme, mucho menos por esta situación, puede que sea un niño, pero es inteligente, lo entenderá —asintió con convicción separándose del abrazo para regalarle una sonrisa de oreja a oreja a su acompañante. —No pensé que podría decir esto, pero... Agradezco estar compartiendo la crianza contigo —tomó sus manos y les dio un leve apretón.
—Y yo con vos, sos la mejor mamá existente, Orión simplemente ganó la lotería con vos... ¿Y sabés quién más la ganó? Un pibe que justamente ya está mirando mucho para acá, aunque seguramente piensa que lo está haciendo disimuladamente —Andrómeda soltó una risa, ni siquiera le hacía falta voltear a ver para saber de quien se trataba. —Creo que es momento de que vuelvas con tu wacho, andá, yo juego con el nene un rato —sonrió y le dejó un rápido beso en la frente antes de alejarse a buscar a Orión.
Con una sonrisa de oreja a oreja la Venezolana volvió a donde estaba Valentín, tan pronto estuvo cerca de él posó una mano sobre su nuca y lo acercó para unir sus labios en un beso. En definitiva estaba siendo un día maravilloso para todos, ya habría tiempo para preocuparse.
¡Nuevo capítulo!
¿Qué les pareció? ¿Les gustó? ¿Creen que si Andrómeda consigue el anillo elegirá quedarse en vez de irse? ¡Quiero leer sus comentarios!
Voten, comenten y dejen mucho amor, hasta la próximaaaa ❤️❤️❤️
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