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𝑬𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆





“𝒀 𝒂𝒔𝒊́ 𝒗𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒂𝒅𝒆𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆, 𝒃𝒐𝒕𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂𝒏𝒕𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒂𝒓𝒓𝒂𝒔𝒕𝒓𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒆𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐.” — 𝑭𝒓𝒂𝒏𝒄𝒊𝒔 𝑺𝒄𝒐𝒕𝒕 𝑭𝒊𝒕𝒛𝒈𝒆𝒓𝒂𝒍𝒅








Cuando la pareja volvió al mundo real eran cerca de las dos de la tarde, ambos estaban hambrientos, pero felices como nunca antes habían estado, tuvieron que llamar a sus amigos para averiguar dónde estaban porque la noche anterior para ellos fue como si el mundo se detuviera y ellos dos fueran los únicos que podían moverse, así que ahora estaban un poco perdidos en la actualidad. Sus amigos se encontraban en la piscina del hotel junto con Orión, así que decidieron pedir algo de comer y luego dirigirse hacia allá para estar con todos.

A pesar de que Andrómeda pasó una noche magnífica al lado de Valentín, la cual quiso que durará para siempre, ella aún quería ver a su hijo, lo cual era muy lógico. La chica era la clase de madre que no se despegaba mucho de su criatura, eran como dos gotas de agua que se movían a la misma sintonía y ambos amaban eso con locura por lo que estar separados era un poco raro para ambos, aún así a Orión poco le importó esta vez, el mismo con sus propios ojos vio lo que había preparado Valentín para su madre y de verdad quería que la mayor disfrutará porque él sabía muy bien que ella lo merecía.

Aunque era un niño, él era capaz de saber cuando su madre estaba triste o se sentía sola, pero también era capaz de ver cuando estaba muy feliz y las últimas semanas había visto una sonrisa permanente en su rostro, todo eso debido a Valentín. Él estaba muy agradecido con el mayor, había devuelto una clase de felicidad a la vida de su madre que él nunca iba a poder darle, además, en el proceso había ganado un amigo y hasta ese punto eran inseparables, él se sentía a gusto con Valentín, le gustaba para Andrómeda y quería que permaneciera en sus vidas por mucho tiempo, si era posible quería que se quedara para siempre.

Y el Argentino también quería lo mismo, luego de la noche maravillosa que pasó con Andrómeda estaba más que seguro que eso era lo que tanto había necesitado en su vida y nunca se había percatado de ello, una compañera incondicional. Veía a la Venezolana y a su vez veía un futuro con ella, un futuro con Orión, los tres juntos y sus dos perros como acompañantes; había pasado un montón de tiempo probando bocas esperando la indicada, esperando que una señal cayera del cielo y ni siquiera tuvo que probar la boca de Andrómeda para saber que era la indicada, solo bastó verla a los ojos y eso fue todo, cayó rendido ante sus encantos y no se resistió en ningún momento.

Ahora veía los frutos de haber tenido tanta paciencia, porque no fue nada fácil conseguir entrar en el corazón de la chica, pero lo logró y ahora no podía estar más feliz con eso.

—Miren quienes llegan, muy bonita la hora, eh, ¿Acaso podemos pensar en los niños? —exclamó Tadeo con exageración al ver a la pareja llegar a la zona de la piscina con un par de bolsas con recipientes de comida.

—¡Mami! —gritó el pequeño y como pudo salió del flotador para luego salir de la piscina, de inmediato los brazos de su madre lo recibieron con alegría. —¿Te divertiste anoche? —pregunto separándose de ella, pero manteniendo sus manos en los hombros de la muchachada.

—Sí, mi amor, me divertí muchísimo y el servicio de la cena estuvo excelente, el mesero fue diez de diez —al decir con una sonrisa visualizó como las mejillas del niño se tiñeron de un leve color rojizo.

—Me esforcé empujando el carrito —habló con orgullo recibiendo las risas de la pareja. Si que se esforzó con el carrito.

—No sé ustedes, pero yo estoy muriendo de hambre —intervino Valentín alzando las bolsas, de inmediato todos salieron de la piscina como una estampida de elefantes.

—Claro que vas a tener hambre, seguro que no desayunaste nada —Agustín soltó una con una sonrisa tomando una de las bolsas.

—Sí desayunamos, comimos manzanas —al decir eso Andrómeda volteo hacia sus amigas con una sonrisa divertida.

Al principio las tres quedaron confundidas ante lo que había dicho su amiga, pero cuando cayeron en cuenta las tres soltaron un grito de emoción al unísono que asustó a la mitad de las personas en el área.

—¡Pelotudas, me hicieron dejar caer la comida! La puta madre —soltó Mauro con frustración viendo la comida en el suelo.

—Perdón, amor, nos emocionamos —dijo la Mexicana ya un poco más calmada, pero ni así quitó la cara de enojado del artista. —Yo te doy de mi comida —siguió hablando y ahora sí el chico sonrió de oreja a oreja. Duki era muy fácil de alegrar.

Luego de eso todos se sentaron para comer y seguir conversando. En ese momento Andrómeda se detuvo a disfrutar de lo que vivía, no podía creer como su vida había cambiado tanto, había conocido a muchas personas buenas que ahora eran sus amigos y parte de su familia, había conocido por fin a un chico bueno que la aceptaba con todo y su hijo, sin ningún pretexto o pero en medio. Nada podía salir mal de ahora en adelante.
















—No puedo creer que habéis follado en verdad —soltó la Española con la boca ligeramente abierta de la impresión. —Creí que te ibas a poner muy nerviosa e ibas a salir corriendo en pánico —confesó con una risa.

El cuarteto de amigas se encontraban alejadas unos metros de los demás fingiendo tomar el sol, la única razón por la que fueron ahí era para hablar de lo que había sucedido la noche anterior entre Valentín y Andrómeda, las tres querían saber hasta el más mínimo detalle exceptuando el acto sexual, nadie quería saber que hicieron ahí, sería muy irrespetuoso.

—Aprecio mucho la confianza que tenían puesta en mi, chamas, son las mejores, de verdad —expresó con sarcasmo. —Pero sí, sucedió y todo fue tan romántico, él me trató como a una reina, fue tan cariñoso en todo momento, nunca me sentí así de... —se quedó callada sin saber exactamente qué decir.

—¿Así de amada? —preguntó Elisa con una sonrisa de ternura en su rostro. —Valentín está enamorado de ti y tu de él, Meda, ya deben de decirlo en voz alta —se encogió de hombros.

—Tal vez, no lo sé, chama, ustedes saben que para esas vainas yo soy como... no sé, un bicho raro —bufo escondiendo su rostro dentro del gran sombrero playero que tenía.

—Hasta el más bicho raro se enamora, Meda, ¿No viste a Jughead? Él era un bicho raro y se enamoró de Betty —acotó Victoria llevándose la atención de las otras tres haciéndola suspirar. —Al punto al que quiero llegar es que no importa si no tenés mucha experiencia en el amor, no importa si él tampoco, los dos se completan, los dos se hacen bien y eso sí que importa, se aman y merecen estar juntos por siempre —terminó con una sonrisa provocando otra en el rostro de la Venezolana.

—Tienen razón, nos... nos amamos —admitió en voz alta haciendo que sus amigas soltaron chillidos de emoción. —¡No puedo creer que dije eso! —soltó con una evidente emoción en su rostro.

Luego de eso el silencio reino en el grupo de amigas y eso significaba que se venía algo muy gracioso, muy malo o una pelea.

—¡Pido ser la madrina de su primer hijo! —soltó Elisa en un grito recibiendo de inmediato objeciones de las otras dos.

—No podés simplemente decirlo así y proclamarte sola, eso no es posible —contratacó la Argentina con el ceño fruncido.

—Sí es posible, lo acabo de hacer —presumió la de cabello oscuro como la noche con una sonrisa de seguridad en su rostro.

—Jooo, eso no se vale, tía, Meda, dile que no se vale —dijo Isabel mirando a la anteriormente nombrada seguida de las demás, pero ella solo está mirando a la nada con una sonrisa de completa enamorada en su rostro.

Sin embargo, no estaba solo mirando a la nada exactamente, estaba mirando hacia Valentín quien estaba junto a Orión, la sonrisa era porque el mayor le estaba enseñando al pequeño a nadar sin los flotadores en sus brazos. Pudo ver como el niño empezaba a desenvolverse cada vez más y cuando estaba apunto de hundirse el Argentino iba a su rescate, hasta que Orión pudo llegar sano y salvo hacia los brazos del Valentín provocando que el mayor lo alzara en sus brazos con emoción.

—¡Mami, mami! ¿Viste lo que hice? Nadé sin hundirme y sin los flotadores —exclamó con emoción el pequeño aún abrazando a Valentín quien lo sostenía con un brazo.

—Vi todo, mi amor, estoy muy orgullosa de ti, lo hiciste excelente —la chica aplaudió con la misma emoción ocasionando una risa tierna en su hijo.

—Yo te dije podías, ¿Viste? Y lo hiciste, campeón, nadaste como todo un ganador olímpico —halagó Valentín con un tono claro de orgullo en su voz.

—¿Vos creés que cuando sea grande como vos podré ser un campeón olímpico? —preguntó con ilusión el pequeño.

—Creo que si trabajás duro por lo que querés vas a conseguir todo lo que te propongas, nunca dudes de tus habilidades porque si ponés todo tu esfuerzo, todo tu amor en algo más temprano que tarde lo vas a conseguir —le respondió con una sonrisa cariñosa en su rostro.

Andrómeda ya no tenía ninguna duda de que Valentín era el chico que tanto había buscado para su vida, era una buena persona, cariñosa, amorosa, detallista y, además, era la perfecta figura paterna para Orión. Tenía al chico perfecto delante de ella y lo mejor es que cada día que pasaba con él lo confirmaba aún más, ahora tenía un hermoso sentimiento dentro de ella llamado amor y no pensaba renunciar a eso.

Ya tuvo varias experiencias en su vida que la orillaron a odiar el amor cuando en realidad debe de amarlo, cuando entendió eso es cuando pudo aceptar a Valentín a su vida por completo. Ahora ella ya estaba consciente de que sentía amor por el Argentino y eso le abría un montón de posibilidades hermosas a futuro, estaba segura que lo de ellos no era cosa de unos pocos meses, lo que quería era que fueran algo duradero y tampoco pensaba renunciar a eso.

—¡Si supiera que estarían disfrutando de esta manera me habría venido con ustedes! —la voz tan conocida de Joaco se hizo presente cerca de ella, tan pronto lo vieron las cuatro chicas se fueron hacia él para abrazarlo con fuerza. —Sí, sí, yo también las extrañé mucho y prometo que pronto nos vamos a poner al día, pero ahora necesito hablar rápidamente con vos, Meda, por favor, no te voy a quitar mucho tiempo —el rostro de la susodicha se tornó en confusión al no saber de que podrían hablar ellos que las otras no podían escuchar.

—Okey, vamos a sentarnos —aceptó con una sonrisa y se fueron hacia las sillas cerca de la piscina. —¿Qué pasa? ¿De qué quieres hablar? —preguntó con cierto interés plasmado en su voz.

—Quiero hablar del artista que me llamó porque quiere trabajar con vos —lo dijo sin anestesia alguna y directo al grano. —Me dijo que no se había podido comunicar con vos porque todo el tiempo le cortás la llamada, ¿Cómo querés que trabaje con nosotros si hacés eso? —la recriminó en voz baja.

—Te dije que ahora mismo no puedo aceptar ningún trabajo porque adivina qué, estoy en una gira y no la puedo dejar abandona así nada más —suelto un suspiro de cansancio al ver como Joaco no está convencido con la respuesta.

—¿No podés dejar abandonada la gira o no podés dejar abandonado a Wos? —preguntó arqueando una ceja dejando sin palabra alguna a la chica. —Mirá, sé que estás saliendo con él y me parece de puta madre verte feliz con alguien por fin, pero tenés que poder separar lo profesional con lo sentimental —antes de que Andrómeda pudiera hablar él siguió con su discurso. —Podés dejar a algunas de las chicas encargada e ir a hacer ese trabajo en Buenos Aires, solo son dos conciertos, Meda, ¿Por qué razón no podrías ausentarte por un par de días en la gira? —a esas alturas ya la voz de su jefe se encontraba desesperada.

¿Acaso le iba decir a su jefe que la razón por la cual no quería ir era porque el artista resulta ser su ex novio, quien la dejo sola con un bebé hace cinco años? No sabría si eso ayudaría en algo, pero debía de intentarlo, no quería nada que ver con aquel hombre, no cuando ya tenía su vida hecha con alguien más.

—La razón por la cual no quiero ir es porque ese artista es el padre de Orión —en cuanto dice eso el rostro de Joaco se descompone por completo. —Ese chamo fue el que me dejó sola y embarazada, es quien no puso ni un centavo para su hijo a pesar de ganar miles de dólares con su carrera, él en ningún momento le mandó mi siquiera una tarjeta de felicitación para su cumpleaños, ¿Entiendes eso? Ni una, desapareció de la faz de la tierra y no pienso trabajar con él porque no quiero que se acerque a Orión fingiendo que nada pasó porque sí pasó y pasó muchísimo, nojoda —terminó de hablar con un gran enojo en su voz.

—No sabía eso, Meda, perdóname, entiendo el porqué no querés ir, pero... —la Venezolana le envía una mirada feroz al decir eso que casi lo hizo callar del todo. —Pero tal vez solo quiere que le hagas el trabajo y ya —se encogió de hombros un tanto intimidado.

—Ay, por favor, Joaco, ¿En serio crees eso? Hay un montón de otras compañías como nosotros que hacen trabajos de puta madre y él justo viene a la nuestra pidiéndome exclusivamente a mi, ¿Me estas jodiendo? —soltó con una notable rabia, no dirigida hacia él sino a toda la situación en si. —Él está loco si piensa que puede acercarse a mi o a mi hijo, él perdió esa oportunidad hace años atrás cuando no respondió ninguno de mis malditos mensajes —bufó pasando una mano por su cabello en un intento de tranquilizarse.

—Me vas a odiar, Meda —empezó con un notable temblor en la voz. —Me vas a odiar, lo siento mucho, yo no sabía que él era tu ex, si lo hubiera sabido yo no... ¡Carajo! —se tapó su rostro en completa frustración.

—¿Qué hiciste, Joaco? —preguntó con cierto nerviosismo.

—Lo traje para acá, está en el hotel —al decir eso la muchacha se levanta por completo alterada. —Lo siento mucho, Meda, yo pensé que solo era un cliente muy insistente, no pensé que... mejor me callo —mordió su labio inferior.

—¡Hey, hey! ¿Qué pasa? —la voz de Valentín se hace presente abrazando de inmediato a su novia en un intento de tranquilizarla, rápidamente se le unieron los demás.

Aunque Andrómeda trataba de responder no podía hacerlo, sentía como en su garganta había un nudo que le impedía hablar del todo y solo temblaba como una hoja entre los brazos de su pareja. Cinco años que no veía al padre de su hijo, cinco años que no hablaba absolutamente nada con él y ahora estaban en el mismo lugar los tres, claro que se sentía morir y claro que sentía que se iba a desmayar en cualquier momento, ya no sentía sus piernas y estaba segura que si Valentín la soltaba iba a terminar en el suelo sin poder levantarse.

No estaba preparada para verlo, no lo estaba por nada del mundo, pensó que iba a poder pasar el resto de su vida sin verle la cara, tenía la esperanza de que nunca le interesara conocer a Orión y viceversa, esperaba que pudieran continuar su vida sin el chico que le hizo tanto daño hacen unos cuantos años atrás.

—Háblame, mi amor —Valentín tomó su rostro entre sus manos haciendo que sus ojos se conectarán y que Andrómeda empezará a calmarse de a poco por el simple contacto. —Eso es, lo hacés muy bien, beba, ahora decime, ¿Qué pasa? —preguntó con extrema dulzura acariciando sus mejillas con suavidad.

Ella iba a responder finalmente, pero una voz que hace mucho no escuchaba la interrumpió y heló su sangre.

—Che, ¿Se murió alguien? —preguntó con cierta gracia el cantante mirando a todos sin saber muy bien que pasaba.

Y ahí estaba parado el mismo chico que la abandonó, con un corte nuevo, con varios tatuajes adornando su rostro, pero con la misma sonrisa aniñada de siempre... Ahí estaba parado el padre de su hijo, Ivo Alfredo Thomas Serue, mejor conocido en la industria musical como Khea.

—Ostia puta —la expresión de asombro de Isabel fue lo único que se escuchó en el grupo.

Andrómeda coincidió, ostia puta...
















¡Se pudrió todo, genteeeeeee!

Dudé mucho en poner a Khea Young Flex como el papá de Orión, pensé en poner a alguien inventado y ya está, pero al final me decidí por Ivo bebito.

Este es el capítulo final del primer acto, lo que significa que se acabó el romanticismo, va a haber mucho drama este segundo acto, así que prepárense mentalmente jajaja.

En fin, mañana subiré el apartado del segundo acto y unos días después el primer capítulo del acto, toy emocionada.

Espero que les haya gustado, si es así comenten, voten y denle mucho amor 💜💜

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