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La Primera Salida

“𝑵𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒃𝒊𝒂 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒐 —𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒏𝒖𝒐. —𝑬𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐, 𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒓. 𝑺𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒉𝒂𝒃𝒊𝒂 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒔𝒊 𝒖𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒂 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒐 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏. 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒎𝒆 𝒕𝒆𝒎𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒐𝒅𝒓𝒊𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒛𝒄𝒐 𝒆𝒍 𝒕𝒖𝒚𝒐.” —𝑪𝒂𝒔𝒔𝒂𝒏𝒅𝒓𝒂 𝑪𝒍𝒂𝒓𝒆.

Había transcurrido exactamente una semana desde el último concierto de Valentín y ahora solo era cuestión de una semana y unos pocos días para que la gira empezara a viajar por Argentina. Andrómeda estaba sumamente emocionada por ello y no era la única pues Orión no había parado de hablar de lo maravilloso que había sido ir al concierto de su ídolo, todos los días sin falta se sentaba en la sala a ver los videos y fotos de esa mágica noche reviviendo aquella experiencia siempre que podía, además, ahora podía presumir que era amigo de Wos.

Tal como lo prometió Valentín no se alejó de la familia, se mantuvo en contacto con ellos a pesar de estar ocupado con los preparativos de la gira, siempre sacaba tiempo para hablar un rato con Orión y Andrómeda por videollamada, para enviarle un mensaje de buenos días y buenas noches a la chica, para recordarle en las largas jornadas de trabajo que tenía que comer y darse un descanso, para seguir enviándole fotos y audios contándole de su día. Habían pasado sólo siete días y aquellos dos se habían unido más que cualquier par en un año.

Ninguno de los dos lo veía extraño, ambos estaban conscientes de que ellos dos habían hecho click bastante rápido, sin embargo, no era el click de la película de Hotel Transilvania (o eso creían ellos), era la clásica conexión que tenías con ciertas personas de manera instantánea, por gustos, disgustos, humor y manera de pensar similares. Ellos consideraban que se estaba creando una linda amistad entre ellos, ninguno pensaba en la posibilidad de llegar a algo más, al menos Valentín había desechado esa idea cuando su cabeza tocó la almohada la última noche que se vieron y Andrómeda ya tenía ese pensamiento mucho antes de conocerlo a él.

Aunque al parecer ya no se veía ningún indicio que de que podía suceder algo romántico o sexual entre ellos, querían seguir manteniendo la amistad y querían que siguiera creciendo sin parar. Pocas veces conoces a una persona con la que conectas de forma perfecta y ellos dos ya habían conseguido a esa persona en el otro, no querían ni podían perder la oportunidad de conocerse aún más.

Por esa razón Valentín pensó que sería una grandiosa idea si llegaba al trabajo de Andrómeda de sorpresa para llevarla a comer y que así pudiera desestresarse por tanto trabajo que tenía encima. Eran muy pocas las veces en las que a la joven se le acumulaba trabajo porque ella siempre era bastante responsable y hacía todo muy rápido, pero había perdido dos días de trabajo porque Orión se había intoxicado por la comida que había ingerido en el jardín de infantes y no había parado de vomitar, incluso terminó llevándolo al hospital para que pudieran hidratarlo. No hacía falta aclarar que la sala de espera se llenó de gente famosa solo por Orión, quien duró solamente una hora y media en el lugar para luego recuperarse casi por completo las próximas horas, Andrómeda decía que se había recuperado tan rápido porque amaba la atención y ver a todos esos artistas estar ahí para él le había subido el ánimo.

Todos amaban a Orión y cada artista que había trabajo con Andrómeda lo conocía, era un niño muy vivaz, amable, divertido y carismático, se ganaba el cariño de todos los que conocía sin esfuerzo alguno.

Unos toques en la puerta de su oficina interrumpieron la concentración de Andrómeda en medio de la edición de un video, soltó un suspiro y estiró sus brazos hacia el cielo dándole un respiro a los músculos de sus miembros mientras musitaba un suave “pase”, tan pronto lo dijo la puerta se abrió y por la abertura se asomó la cabeza de Joaco con una sonrisa inmensa.

—Lamento interrumpir, pero tenés visitas allá abajo —terminó por entrar a la colorida oficina y rodeó el escritorio hasta llegar a la castaña levantándola de su asiento. —Primero vamos a guardar esto... —se sentó en la silla y rápidamente guardó lo que la chica ya había hecho del video mientras esta lo miraba con confusión. —Ahora sí, vamos —sin poder disimular la emoción tomó la mano de la chica y juntos salieron de la oficina para dirigirse hacia el ascensor, no sin antes tomar las cosas de la joven.

Andrómeda no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, pero aún así agradecía que alguien la estaba sacando de esas cuatro paredes que aunque eran lindas, ya la estaban enfermando de lo estresada que estaba. Sea quien sea que haya interrumpido su trabajo le iba a agradecer, necesitaba un descanso urgentemente.

Pero cuando llegaron al primer piso y vio a la persona quien había sido causante de la interrupción no sabía que decir porque no se esperaba que fuera él... Valentín Oliva con un ramo de sus flores favoritas, unos Lirios hermosos en blanco, rojo, rosado y amarillo, creando un contraste maravilloso de colores que le secaron la primera sonrisa luego de horas. Valentín había sido el superhéroe que llegó a sacarla del encierro del trabajo.

—Son hermosas, Valen —sonrió aún más ampliamente al aspirar el olor aromático de las flores. —Me encantan, gracias, ¿Cómo supiste que eran mis favoritas? No recuerdo habértelo dicho —Andrómeda no perdió la sonrisa en ningún momento mientras veía con ojos brillantes al muchacho frente a ella que solo la miraba con la misma sonrisa en el rostro.

—No hizo falta. Ayer cuando estábamos saliendo del hospital con Orión vi como te quedabas un buen rato mirando el jardín que tenían al frente, estaban llenos de Lirios y los mirabas con una sonrisa de oreja a oreja y tus ojitos lindos brillaban, solo lo deduje y al parecer no me equivoqué —ahora su sonrisa se había vuelto un tanto tímida junto a su postura, había metido una mano en el bolsillo delantero del jean y su otra mano estaba en su nuca.

La sonrisa de la castaña había pasado a una emocionada a una llena de ternura en solo segundos. Que alguien se diera cuenta de tus gustos con solo mirar como reaccionas a ciertas  situaciones o imágenes lo hacía mucho más especial y Andrómeda apreciaba el hecho de que Valentín sea tan observador cuando se trataba de ella, que haya sabido cuales eran sus flores favoritas con solo ver como observaba un jardín había sido simplemente mágico y tierno.

—Vaya, tu explicación hace mucho mejor este regalo, muchas gracias otra vez, Valen —se acercó y con su brazo libre rodeó el torso del más alto posando la cabeza en su pecho, a la vez Valentín la rodeó con sus brazos con cuidado de no estropear el ramo. —Y dime, ¿Viniste solo a darme esto o viniste para algo más? —preguntó la chica en voz baja con los ojos cerrados disfrutando del abrazo.

En ese momento Valentín quiso responderle con un “también vine a comerte toda la boca, gracias de antemano”, pero se detuvo a si mismo antes de cometer tal locura, se suponía que eran solo amigos.

—Vine a romper las cadenas que te retienen aquí, vamos a comer por ahí, ¿Qué decís? Podemos comer un helado o podemos comernos un asado, lo que vos quieras —se separó un poco soltando una risa para ver el rostro de Andrómeda, pero no dejó de rodearla con sus brazos.

—Aunque la idea del asado suena buenísima, creo que estaría mejor ir por un helado, almorcé hace muy poco —contestó fijando sus ojos en los de Valentín provocando que ambos se quedaran viendo con sonrisas tontas en sus rostros, ignorando por completo la gente alrededor.

—Uff, menos mal elegiste el helado porque yo también comí hace re poco y si me comía un asado no salía vivo, posta —habló unos segundos después luego de salir del hechizo creado por los ojos de su amiga. —Salir con vos debe de ser re piola, vení, comencemos nuestra travesía del día —llevó un brazo alrededor de su hombro y juntos se encaminaron hacia la salida del edificio.

—Boluda, te lo digo posta, le vomité todo encima cuando íbamos a chapar. No me perdono nunca —ambos volvieron a reír a carcajadas por la historia recién contada por Valentín.

Luego de haber salido del trabajo de Andrómeda fueron hacia un parque que quedaba a unas cuantas cuadras por lo que prefirieron caminar a pesar de que corrían el riesgo de que reconocieran a Valentín a pesar de que este portaba lentes oscuros, la cuales no le ayudaban para nada para pasar desapercibido, también intento ponerse un suéter, pero el intenso calor de Buenos Aires se lo impidió por completo. Él no era el tipo de artista que no le gustaba tomarse fotos con los fans, todo lo contrario, le encantaba conocerlos y siempre los trataba con suma amabilidad porque al fin y al cabo son personas que lo siguen por lo que él hace, nunca les daría mala cara, pero ese día en específico quería que todo fuera perfecto y tener una salida normal con su amiga sin interrupciones de personas desconocidas deseosas de alguna foto o algún autógrafo.

Claro está que no sucedió aquello, mientras caminaban hacia el parque lo pararon cerca de diez veces y aunque Valentín pensó que Andrómeda se molestaría, esta solo sonrió y estuvo dispuesta a tomar las fotos. Ella más que nadie entendía la vida de los artistas porque gracias a su trabajo convivía con grandes celebridades todas las semanas, ella nunca se enojaría por dos chicas acercándose a Valentín a punto de soltar lágrimas de emoción, ella entendía el amor que tenían por él, por ahí dicen que el amor que le tiene una fan a su ídolo es el más grande de todos y Andrómeda pensaba que eso era cien por ciento cierto.

Por otro lado a Valentín le sorprendió gratamente la amabilidad que tuvo su acompañante hacia sus seguidores a pesar de que en varias ocasiones le preguntaron ciertas cosas incómodas, por ejemplo, la mayoría de las preguntas eran sobre si eran pareja porque desde que se conocieron había existido bastante interacción en sus redes sociales y ella las respondió todas y cada una con una sonrisa de amabilidad negando cualquier relación amorosa entre ellos mientras él siempre se quedaba sin hablar, con la boca seca y con el nerviosismo atacando su cuerpo. ¿Quién pensaría que él en un pasado cercano quiso tener algo con Andrómeda? Cualquiera que tuviera dos dedos de frente porque era bastante obvio que aunque haya desistido en conquistarla, aún le producía cierta atracción que no podía alejar con nada... ni con nadie.

Esa semana la utilizó para tratar de entablar una mínima atracción con una amiga del medio, incluso se basaron, pero no logró absolutamente nada porque ese beso no pudo hacerle sentir ni la mitad de las cosas que sentía cuando Andrómeda lo miraba. ¿Estaba en problemas? Probablemente, se enfrentaba a una chica que no quería estar en ninguna relación y esa chica tenía un hijo, claro que estaba en un problema.

Pero a pesar de saber eso no quería alejarse de ella porque cada vez que escuchaba su risa, como justo en ese momento, sentía algo lindo en la boca del estómago que solo le producía ganas de quedarse para siempre a su lado para seguir haciéndola reír con sus historias raras y chistes malos. ¿Acaso tenía oportunidad de salir de la arena movediza? Lo dudaba mucho.

—¡Mira, esa se parece a un tren! —Andrómeda alzó su brazo señalando al cielo, específicamente a una nube. Ambos estaban acostados desde hace bastante tiempo en el suave pasto del parque el cual le producía algunas cosquillas en sus piernas desnudas mientras fumaban un cigarrillo. —Sí cálculo bien puedo hacer que le salga humo por el huequito, dale, acércate pa' que veas bien —tal cual lo pidió Valentín se acercó dejando sus cabezas juntas y como la chica prometió soltó el humo lentamente creando la ilusión desde sus ojos que el humo salía del tren. —¿¡Viste!? Es que yo definitivamente no tengo padrote, soy la mejor  —soltó una carcajada sin despegar los ojos del cielo.

Por otro lado, Valentín no podía despegar los ojos del perfil de Andrómeda, como su sonrisa estaba plasmada en su rostro casi de forma permanente, su nariz pequeña y respingada, sus pecas casi invisibles, sus ojos brillando, su cabello lacio esparcido por la grama con algunas hojas secas adornado el mismo y ni hablar de la forma espléndida en la que fumaba ante sus ojos. Nunca pensó que una chica como ella fumara, pero le daba un toque diferente que contrastaba con la dulzura de sus expresiones, moriría por verla fumar de esa manera tan relajada, pero no iba a tener esa suerte porque nunca fumaba por Orión, ese día solo había hecho la excepción porque estaba verdaderamente estresada.

—¿Por qué sos tan hermosa? —soltó la pregunta sin siquiera pensárselo dos veces provocando que ella volteara a verlo sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Mis papás me hicieron con cariño y  los tuyos también te hicieron con cariño, mira esa carita tan linda que tienes —subió la mano para tocar levemente su nariz provocando que el joven se sonrojada ligeramente.

—La verdad es que los Oliva tenemos unos genes de puta madre, somos muy facheros para este mundo —bromeó devolviendo la diversión y las risas al ambiente. —Te lo digo posta, y seguro que mi descendencia será igual de facherita, un bebé con estos ojazos será la sensación, boluda —soltó haciendo que las risas vuelvan.

—Seguro que así será... Dios, no te imagino con un hijo, tienes cara de esos chamos que dicen que son almas libres y que nadie los atrapará nunca —la chica se acomodó de lado usando su brazo como almohada para observar al de ojos azules con mayor comodidad y él rápidamente hizo lo mismo.

—Si te soy sincero, nunca pensé en ser papá, me encantan los niños, pero nunca me vi con uno, son una gran responsabilidad y yo no me levanto de la cama aunque tenga hambre porque me da pereza —soltó una pequeña risa devolviendo su mirada al cielo. —Pero últimamente, tal vez sea la edad, no me molesta la idea de tener un hijo, un mini yo corriendo por la casa, es una imagen linda —confesó provocando una sonrisa de ternura en la chica.

—Tener un hijo es hermoso y verlo crecer, velo forjar sus gustos, su personalidad, ver sus primeras veces es precioso, hasta la primera vez que aprende a usar el baño es maravilloso porque dejas de cambiar pañales —volvieron a reír. —El primer diente que se le cae, su primera palabra, cuando aprenden a gatear y caminar... Orión ha sido lo mejor que me ha pasado, es lo más preciado que tengo —en ese momento Valentín devuelve su mirada a ella. —He visto como actúas con él, serás un gran padre, Valentín, eso tenlo por seguro —ambos sonrieron y sin quererlo volvieron a quedar enganchados en los ojos del otro.

Tal vez Andrómeda tenía razón, tal vez sí que podía ser un buen padre después de creerse un alma libre que nunca sería atrapado, ahora ya no era así porque había quedado atrapado en su mirada café y no quería quedar libre.

—Aquí está sana y salva en la puerta de su departamento, señorita —Valentín se apoyó en la pared a un lado de la puerta con una sonrisa radiante en su rostro que no se había borrado en toda la salida, estaba seguro que luego le iban a doler las mejillas.

—Pues muchas gracias —hizo una leve reverencia siguiéndole el juego para luego quedarse viéndolo. —Emm, ¿Quieres pa...? —antes de que siguiera hablando la puerta se abrió solo un poco dejando a la vista la cabeza de su madre, padre y de su hijo, quien al ver a Valentín sin pensarlo salió a saludarlo siendo recibido por el mayor quien lo levanto para cargarlo.

Andrómeda miraba la escena un tanto confundida, se suponía que estaban en la casa de sus padres y que sería en la noche cuando traerían a Orión devuelta. Sin querer habían evitado que la salida de ellos dos siguiera pues la castaña planeaba invitarlo a pasar a su casa, ahora sería para otra ocasión.

—¿Le regalaste esas flores a mi mami? —preguntó Orión viendo el ramo entre las manos de Andrómeda, Valentín asintió solamente provocando que la sonrisa del pequeño creciera. —¿Tonce' ya son novios? —inocentemente los miro logrando que ambos soltaran risas nerviosas.

—Valen ya se tiene que ir a hacer algunas cosas y tú jovencito tienes que descansar, ven —el nombrado le pasó a Orión con cuidado luego de que le pasara el ramo a Lyra para que sea ella quien lo cargara. —Muchas gracias por la tarde de hoy, fue increíble, avísame cuando llegues, voy a estar pendiente —volvió a agradecerle acercándose para dejar un rápido beso en su mejilla.

De un momento a otro Valentín quedó solo en el pasillo con una sonrisa de bobo por el reciente beso de Andrómeda el cual aún quemaba ligeramente en su mejilla, no un ardor horrible e insoportable, era un ardor lindo y cálido. Se podía acostumbrar a eso, a una vida con Andrómeda y Orión en ella.

¡Buenaaaaas! Los niños se están acercando aún más y eso me encanta.

Alsooo, en este cap apareció alguien que causará problemas en el acto dos, aver si lo descubren 👀

Espero que les haya gustado, comenten y voten, muchas gracias por leer, Arrivederci! ❤️❤️

1. No tengo padrote: No tengo competencia.

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