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La Oportunidad



“𝑬𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒆𝒔 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒎𝒖𝒚 𝒓𝒆𝒂𝒍 𝒂𝒖𝒏𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒐𝒍𝒊́𝒂 𝒏𝒆𝒈𝒂𝒓𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒎𝒊 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒛𝒂 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒈𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒉𝒂𝒃𝒍𝒂𝒃𝒂 𝒅𝒆 𝒂𝒍𝒎𝒂𝒔 𝒈𝒆𝒎𝒆𝒍𝒂𝒔. 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒎𝒊́ 𝒆𝒓𝒂𝒏 𝒑𝒐𝒃𝒓𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏̃𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒂𝒇𝒆𝒓𝒓𝒂́𝒏𝒅𝒐𝒔𝒆 𝒂 𝒖𝒏𝒂 𝒊𝒅𝒆𝒂 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆𝒏𝒂𝒕𝒖𝒓𝒂𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒐𝒏𝒂𝒃𝒂 𝒃𝒐𝒏𝒊𝒕𝒐 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒑𝒐𝒆𝒔𝒊́𝒂. 𝑬𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔, 𝒏𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒎𝒐𝒔, 𝒚 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒄𝒂𝒎𝒃𝒊𝒐́, 𝒆𝒍 𝒄𝒊́𝒏𝒊𝒄𝒐 𝒔𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒊𝒓𝒕𝒊𝒐́ 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊𝒅𝒐, 𝒆𝒍 𝒆𝒔𝒄𝒆́𝒑𝒕𝒊𝒄𝒐, 𝒖𝒏 𝒇𝒆𝒓𝒗𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒇𝒂𝒏𝒂́𝒕𝒊𝒄𝒐.” —𝑬.𝑨. 𝑩𝒖𝒄𝒄𝒉𝒊𝒂𝒏𝒆𝒓𝒊




Cuando Andrómeda aceptó el trabajo con el equipo de Valentín nunca pensó en el hecho de que tenía que acompañarlos a cualquier parte del mundo porque de eso se trataba una gira, tenía que dejar su departamento por semanas completas, lo que significaba que no iba a poder ver a Sirius y mucho menos a su pequeño Orión.

Ella nunca tuvo que pasar por esta incertidumbre de no saber como equilibrar su vida como madre y como profesional porque nunca antes siguió a un artista en su gira, ella tenía claro que ningún trabajo iba a ser más importante que su hijo, no importa si es el mejor trabajo del mundo entero, para ella Orión siempre iba a estar primero en su lista de prioridades no importa que.

Pensar en dejarlo por tanto tiempo le producía escalofríos, el pequeño era muy apegado a su madre y eso no era un secreto para nadie, a veces cuando tenía que viajar a otra provincia del país tenía que dejarlo con sus abuelos y eran días difíciles para ambos. Andrómeda se imaginaba mil escenarios horribles que le podrían ocurrir a su hijo mientras ella no estaba y Orión solo pensaba que extrañaba mucho a su mejor amiga, ninguno de los dos podía estar separado por mucho tiempo del otro.

También tenía que considerar que esa oferta de trabajo no era fácil de rechazar, iba a tener un ingreso fijo de dinero y eso significaba que ella y su pequeña familia iban a vivir mejor, podría comprarle un montón de paquetes de lego a Orión para que siga con su sueño de ser arquitecto y un montón de juguetes a Sirius para que siga destruyéndolos sin piedad alguna, tal vez hasta podrían comprar una linda casa que tuviera un patio extenso en el que el canino pudiera correr hasta cansarse, o un auto para poder desplazarse con mayor facilidad. Podría tener una vida mejor con lo que le estaban ofreciendo en el contrato.

Pero aún el fantasma de dejar a Orión por tal vez meses la seguía acechando muy de cerca, era la primera vez que sentía que estaba perdiendo el control y no sabía que podría hacer para tenerlo todo a la vez.

—Creo que le gustás a Valu, mami —la dulce voz de su hijo la sacó de sus pensamientos haciendo que posara su entera atención en él. —Te miraba mucho y además te miraba con una sonrisa de bobo —el castaño la miraba con una sonrisa de ternura subiéndose al sofá donde estaba sentada.

—¿Quién es Valu? —es lo primero que pregunta al no enterarse de quien era el nuevo amigo de Orión, a veces él le contaba que algún que otro compañero suyo la miraba con ojos de amor, cosas de niños al ver a alguien bonito.

—Wos —contestó como si nada, como si lo conociera desde hace mucho. —Es que escuché que todos lo llamaban por su nombre y yo también quise, pero por accidente le dije Valu, pensé que se iba a molestar, pero solo se rió y me dijo que lo podía llamar así —explicó rápidamente ante la mirada confundida de su madre. —Podés salir con él, te doy permiso —siguió hablando para luego soltar una risa ante la expresión de sorpresa de la mayor, su boca se encontraba abierta y sus cejas levantadas.

—¿Tú me das permiso? ¿Desde cuándo tú eres el que da los permisos aquí, ah? —preguntó acercándose a él lentamente con intenciones de atacarlo mediante cosquillas, el menor al ver esto intentó escapar, pero ya era demasiado tarde porque su madre ya estaba arriba de él atacando su pequeño estómago provocando infinidad de risas de su parte mientras intentaba escapar de los dedos escurridizos de Andrómeda.

El teléfono móvil de la castaña fue el que interrumpió el ataque pues Orión aprovechó que la mayor se volteó a buscar con la mirada el aparato y saltó del sofá para ir corriendo hacía el origen del sonido exclamando que él contestaba, se puso de puntas estirando su brazo par alcanzar el teléfono y en cuanto lo tuvo contestó de inmediato.

—Hola, yo acá, ¿Quién allá? —habló manteniéndose lejos de su madre para evitar que le quitara el teléfono, por alguna razón le encantaba hablar por el aparato.

—Orión, hola, es Valu, ¿Cómo estás? —una sonrisa adornó el rostro de Valentín en cuanto escuchó la aniñada voz del pequeño, al otro lado de la línea sucedió lo mismo pero en Orión.

—¡Hola, Valu! —exclamó con alegría fijando sus ojos marrones en su madre quien ya lo miraba con una sonrisa de ternura. —Estaba hablando con mi mami de vos —confesó provocando que la mayor lo mirara con ojos de advertencia.

—¿Ah, sí? Espero que sólo hayan hablado cosas buenas —dijo mientras sentía la ilusión crecer en su interior, sabía que no debía pero le era imposible no sentirse de esa manera.

—Le dije que creo que vos gustás de ella, y le di permiso para que saliera con vos —habló ignorando los gestos de Andrómeda indicando que no dijera nada, al pequeño le era imposible no ser sincero.

—Ah, mirá vos, ¿Y ella que dijo? —preguntó jugando con el piercing en su ceja intentando echar los nervios que residían en su interior en ese momento por querer saber la respuesta.

—No me respondió, pero creo que ella también está interesada —respondió en voz baja esperando que Andrómeda no escuchase, pero para su desgracia si llegó a escuchar haciendo que el teléfono desapareciera de su oreja pasando a la de su madre.

—No lo escuches, comió mucha azúcar —se excusó la joven recibiendo una de las características risas que tanto le encantaban de Valentín, era como "mejejejeje", era diferente y eso le gustaba.

—Tuve la esperanza de que la parte en que querías salir conmigo era posta —confesó aún con la misma sonrisa en su rostro, la que siempre aparecía cuando escuchaba la voz de Andrómeda. —Te estoy llamando porque hace unos días abrieron un restaurante de niños, o sea, uno para niños, no para comer niños, eso es horrendo, estoy totalmente en contra del canibalismo y el maltrato infantil, Meda —corrigió lo más rápido que pudo con un tono nervioso al darse cuenta de mala elección de palabras que tuvo.

—Entiendo, Valen, tranquilo, sé que estás en contra de todo eso —la castaña no pudo contener la carcajada que salió de su boca ante lo que había dicho el Argentino. —¿Qué pasa con aquel restaurante? —preguntó sentándose en el sofá nuevamente viendo como Orión la miraba con una sonrisa traviesa.

—Pensé que podríamos ir los tres a comer ahí, vos, Orión y yo, dicen que sirven unas ricas hamburguesas y tienen un lugar para que los nenes jueguen y así, ¿Qué decís? ¿Te gusta la idea? —Valentín sabía que se arriesgaba invitándola a salir, pero se quería arriesgar con esta invitación, por ahí dicen: ”si no arriesgas, no ganas.”

Una sensación de ternura se extendió por el pecho de Andrómeda en cuanto escuchó aquella invitación, que Valentín esté intentando entrar en su vida y en la de Orión era algo que nunca pensó que pasaría, porque sí, ella estaba consciente que existía cierta atracción entre ellos, pero no pensó que luego de que Orión apareciera en la ecuación esa atracción iba a seguir ahí, o tal vez ella estaba mal interpretando la invitación y solo quería salir como amigos, de cualquier forma estaba emocionada y feliz por salir con el cantante luego de una semana sin verse.

—Creo que hablo por Orión en decir que ambos estamos encantados de ir a ese restaurante contigo, será lindo —aceptó provocando que al mismo tiempo, pero en diferentes lugares, Orión y Valentín dieran un pequeño salto de emoción.

La llamada no duró mucho tiempo más, ambos organizaron un día en el que estuvieran libres, a una hora que les fuera bien y cortaron la llamada.

—Te dije que le gustabas —habló Orión soltando una pequeña risa de diversión y para su sorpresa la mayor no lo retó, ella solo tenía una sonrisa boba en su rostro que provocó que él sonriera con felicidad.

Aunque tenía cinco años no era tonto, tenía un leve conocimiento sobre el amor gracias a las películas y a los libros que le leía Andrómeda, sabía de la existencia de las parejas que se amaban, se cuidaban, se protegían, entre otros términos lindos. Sabía que su madre no tenía a nadie a su lado a quien amar de una manera romántica y él quería que su madre fuera feliz con alguien que la amara de una manera hermosa, pensaba que ahora mismo la mejor persona para hacer eso era Valentín.

—Te ves linda sonriendo de esa manera —volvió a hablar ahora acercándose a ella para sentarse en su regazo. —Si Valu te hace sonreír de esa manera quiero que siga cerca de nosotros —confesó con una pequeña sonrisa haciendo que la mayor lo mirara con un leve puchero en sus labios y una repentinas ganas de llorar, pasó sus brazos alrededor de Orión acercándolo para un abrazo.

Tal vez dejar que Valentín entrara a sus vidas por completo no era tan malo como ella pensaba.



Madre e hijo bajaron del Uber tomados de la mano para comenzar a caminar hacia el interior del local y tan pronto entraron se consiguieron con el bullicio típico que indicaba que había un montón de niños en el lugar, y no era para menos, había niños corriendo por el lugar y jugando en la gran estructura llena de pasadizos, lugares para escalar, para trepar, para deslizarse y demás, típico lugar de niños definitivamente.

Cualquiera que tuviera niños estaría acostumbrado a este lugar, pero existían personas como Valentín que apenas había convivido con sus primas pequeñas y que apenas escuchaba un llanto de bebé salía corriendo para no encargarse de ello. Miraba hacia los lados buscando a Andrómeda y a Orión mientras de a poco el dolor de cabeza crecía mientras los gritos continuaban, él no sabía lo que le esperaba cuando pensó que era buena idea venir a un lugar como ese.

Pero en cuanto vio a la castaña y a su hijo acercarse a la mesa donde estaba, ambos con una sonrisa radiante, entendió porque lo había hecho. Quería entrar en la vida de ambos de la mejor manera posible, hacerle saber a la joven que entendía y aceptaba que ellos dos venían en combo, no puedes tener a uno sin tener al otro y él en verdad quería a ambos en su vida.

—He de admitir que me sorprendió la invitación —comenzó la conversación Andrómeda viendo con una sonrisa como Orión saltaba a los brazos abiertos de Valentín fundiéndose en un abrazo fuerte que duró unos segundos eternos.

—¿Por qué? Somos amigos, los amigos salen juntos, ya lo hicimos la otra vez ¿No? —respondió Valentín con una sonrisa inocente incorporándose sobre sus pies a su altura normal para abrazar esta vez a la joven.

—Claro, es lo que los amigos hacen —recalcó con notoriedad la Venezolana la palabra “amigos provocando una risa de Orión, quien a su vez recibió una mala mirada de Valentín que lo decía todo, “ayúdame con tu madre y te compro los dulces que quieras.

A Orión le pareció un trato justo, no perdía nada y ganaba mucho dulces junto con la felicidad de su madre.

—Mami, voy a ir a jugar —avisó tratando de dejarlos solos sin éxito alguno porque la mayor tomó su mano antes de que se fuera corriendo a los juegos, los cuales por suerte estaban justo al lado de la mesa permitiendo vigilarlo.

—¿Más o menos para dónde vas tú? —sin soltar la mano del menor se sentó en una de las sillas de la mesa para luego sentar al pequeño en otra. —Si no has almorzado, te pones a saltar por ahí y te da una pálida, ¿Ahí quién te va a socorrer? Porque yo no, te lo digo de una vez —le dijo con cierta severidad en su voz provocando que el niño dejara caer su cabeza en la mesa soltando un bufido de resignación.

Debía de admitir que le encantaba hacer las mismas técnicas que algunas vez sus padres hicieron con ella, amenazas pequeñas e inofensivas para que el niño se quedara quieto, obediente y no hiciera desorden. Para su suerte Orión era un niño muy tranquilo que siempre obedecía, él decía que sentía mucha vergüenza cuando veía a niños llorando y haciendo berrinche, decidió que no seria de esos niños.

Valentín por su parte miraba a la dupla con una sonrisa de diversión pura, pera él era increíble como Andrómeda podría parecer una chica tranquila, una madre muy relajada debido a su edad, pero luego veía estos momentos en donde se observaba la firmeza en sus ojos y se escuchaba la severidad en su voz y para él no era extraño que Orión fuera tan educado y amable con una madre que lo criaba de esa manera, lo mejor de todo es que aún podías apreciar lo mucho que la joven amaba a su hijo, era una extraña combinación de firmeza con mucho amor.

Luego de aquel pequeño acto de madre llamaron a uno de los mesoneros para hacer su pedido, Andrómeda le hizo caso a Valentín y pidió una hamburguesa para ella y otra más pequeña para Orión, la última la pidió sin cebolla porque el pequeño era alérgico a la misma, Valentín anotó aquello en su mente para futuras salidas.

Mientras esperaban las hamburguesas Valentín inició una conversación en la que también incluía a Orión para que no estuviera aburrido, Andrómeda agradeció ese gesto considerando que la mayoría de personas ignoraban a los niños en las conversaciones o los trataban como tontos. El Argentino no era para nada de esa manera, en todo momento trató a Orión como uno más, prestándole suma atención cuando esté le contaba algo aún cuando las hamburguesas vinieron y estaban comiendo, a la chica le gustó eso.

—Eres alguien especial, Valentín —comentó la castaña mirando como Orión corría hacia la gran estructura al lado de ellos luego de terminar de comer.

—¿Especial en el buen sentido de la palabra? —preguntó con cierto nerviosismo esperando que la respuesta fuese positiva.

—Sí, en el mejor sentido de la palabra —respondió volteando su mirada café hacía él con una sonrisa en su rostro que de inmediato le contagió a Valentín. —¿Estás consciente de lo bien que tratas a Orión? No sé si lo haces porque pretendes llegar a algo más conmigo o... —dejó la frase al aire esperando que él siguiera hablando.

—Trato a Orión de esa manera porque soy un buen pibe al que le cae bien tu hijo, Orión es realmente un angelito y me encanta hablar con él, posta —contestó posando sus antebrazos en la mesa inclinándose hacia adelante sólo un poco. —Al principio sí que te quería chamuyar y puede que aún quiera hacerlo, pero no voy a hacer esa sucia jugada de caerle bien a tu hijo solo para llegar a vos, tengo otras maneras de hacerlo —terminó con un tono más confiado y una sonrisa que irradiaba pura seguridad, para él eso último fue un buen chamuyo.

—Pues me halagas, Valentín, pero no busco ninguna relación —cortó el momento desde la raíz con una sonrisa divertida. —Te dije que quiero ser tu amiga, es lo que estoy siendo, tengo muchas cosas en la cabeza como para enfocarme en una relación y mucho menos con alguien como tú —confesó provocando una gran confusión en su compañero.

—¿Cómo yo? ¿Qué tengo que lo demás no? —preguntó frunciendo el ceño. Él no se consideraba feo, ni mala persona, ¿Qué la detenía?

—Fama —contestó con simpleza sin perder la sonrisa. —¿Te imaginas? “Él famoso rapero Wos enredado con una chica con un hijo que no es de él”, luego vendrían los insultos y no es algo que me apetezca, prefiero mantener a Orión fuera de las miradas inquisitorias de la multitud —se encogió de hombros ante la atenta mirada del joven.

No era la primera vez que Valentín perdía la oportunidad con una chica debido a su fama, a nadie le gustaba estar en la punta de mira para insultos solo por ser la novia de alguien conocido. Él nunca ha tenido una novia pública, pero quería pensar que sus seguidoras no eran tóxicas, quería pensar que ellas tratarían bien a su novia si él llegase a tener una, pero luego estaban los medios, ellos siempre intentaban buscar cualquier pequeño escándalo para hacerlo mayor de lo que es, entendía por completo que Andrómeda tuviera miedo de eso, mayormente por Orión.

—Comprendo —asintió tomándose el atrevimiento de tomar la mano de la chica para jugar con sus dedos. —Tampoco te estoy pidiendo que seamos algo ahora mismo, ninguno de los dos queremos eso cuando sólo hay una mera atracción entre nosotros, pero... —soltó una risa ante la mirada de diversión que se posó en los ojos de Andrómeda ante su insistencia. —Sigamos conociéndonos, sigamos en la vida del otro y si sale algo me tenés que prometer que no te lo vas a guardar porque te aseguro que yo no lo haré —terminó tomando una gran bocanada de aire ante el silencio de su acompañante.

Había pasado una semana desde la última vez que se vieron, una semana llena de llamadas, mensajes y audios, una semana en la que ambos ya estaban más que conscientes que había un extraño sentimiento entre ambos, que aunque no era nada cerca del amor al menos era algo, no iban a entablar una relación ahora porque es algo que ninguno busca por el momento, lo único que quería Valentín era que no le cerrara la puerta en la cara cuando aún no le había mostrado ni un poquito de como era él en realidad, solo estaba pidiendo permanecer juntos y ver que pasa, solo eso.

Ahora la pregunta era, ¿Andrómeda mantendría esa puerta abierta o no?



¡Nuevo capítulo! He de confesar que es uno de los capítulos que más disfruté escribiendo, me encanta escribir a Orión y hacerlo un niño hermosamente tierno.

Espero que les haya gustado igual que a mí, voten, comenten y dejen mucho amor, muchas gracias por leer, Arrivederci! 💜💜💜

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