La Boda
“𝑬𝒔𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒕𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒖𝒏 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒓𝒂𝒓𝒐𝒔. 𝒀 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒓𝒂𝒓𝒂. 𝒀 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒏𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒚𝒂 𝒓𝒂𝒓𝒆𝒛𝒂 𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒕𝒊𝒃𝒍𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂, 𝒏𝒐𝒔 𝒖𝒏𝒊𝒎𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆́𝒍 𝒚 𝒄𝒂𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒕𝒖𝒂 𝒚 𝒔𝒂𝒕𝒊𝒔𝒇𝒂𝒄𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒓𝒂𝒓𝒆𝒛𝒂, 𝒚 𝒍𝒐 𝒍𝒍𝒂𝒎𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒂𝒎𝒐𝒓, 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅𝒆𝒓𝒐.” —𝑹𝒐𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑭𝒖𝒍𝒈𝒉𝒖𝒎
Habían llegado a Mar De Plata hace tan solo unas cuantas horas y por ahora no habían hecho más que organizar sus cosas en cada una de las habitaciones y organizar los horarios para que todos estén listos a la misma hora para el show de esa misma noche, eran muchas personas involucradas y necesitaban un orden estricto para que nada se saliera de control. Básicamente todos estaban un poco estresados menos Orión, él solo quería ir a la playa.
—No entiendo porque no podemos ir a la playa, mami, queda cerquitita —se volvió a quejar el pequeño mientras todas las chicas iban y venían organizando cámaras y demás.
—Mi amor, estoy segura que antes de que nos vayamos de aquí vamos a poder ir, pero ahora todos estamos muy ocupados —le respondió con la vista fija en la cámara calibrando las luces y el enfoque.
—¿Ustedes creen que Agustín va a querer acercarse a mi? Porque posta que no quiero verlo ni en figurita —Victoria volvió a preguntar con cierto nerviosismo en su voz.
—Chama, ya te hemos respondido trescientas mil veces, tan pronto el raperito pise este hotel va a venir para acá a pedirte perdón, otra vez —respondió sin presentar mucha atención. —Yo creo que deberías hablar con él, te montó los cachos, sí, pero no sabía que ustedes estaban en algo serio porque nunca hablaron de ello. Tú solita pensaste eso —siguió hablando recibiendo el asentimiento de todas, incluso de Orión quien no entendía de que hablaban.
—Así me paso con Mauro, o sea, empezamos a solo comer manzana, pero luego lo hablamos y somos, pues, algo, aún no somos pareja, pero estamos en el proceso —habló Elisa mientras jugaba con Orión a los carritos solo para entretenerlo y que no se aburriera de los chismes.
—Mateo y yo ya estamos a nada de ser pareja, pero yo le ando dando largas porque, ya saben, lo de la fama y sus fanáticas me estresa —acotó la Española provocando que esta vez Andrómeda prestara más atención a la conversación. —Cuando salieron unas fotos de nosotros dos todo el mundo se alteró, y ni siquiera estábamos haciendo algo, solo conversando, algunas chavalas me empezaron a insultar como si Mateo fuese suyo, están locas —soltó un bufido con un semblante enojado.
Eso es lo que temía Andrómeda al estar con Valentín, no sabía si iba a poder aguantar todo eso si alguna vez pasaba, ¿Acaso insultarían a Orión solo porqué ella estaba involucrada sentimentalmente con Valentín? Lo poco que había visto de las Wosistas es que eran chicas normales que apoyaban a alguien, nunca había visto que tuvieran alguna actitud tóxica ante su aparición, tampoco sabía si llegaría a tener algo con el Argentino, pero en definitiva era algo que le preocupaba significativamente.
—Puede que yo haya tenido un mal momento con Agustín, pero evitar estar con alguien solo por su fama es ridículo, es mucho más difícil que salir con alguien que no la tiene, sí, pero aún así vale la pena si el pibe te gusta —en cuando su amiga Victoria dijo aquello su mirada fue a parar a ella. —Lo único que importa es que quiera tener algo lindo con vos, que te cuide, que te ame mucho y que te lo demuestre todos los días, lo demás se puede superar, cuando dos personas se quieren no importa que se les ponga en frente siempre van a salir adelante —terminó su discurso sentenciando un silencio en la habitación, al final todas aquellas chicas estaban relacionadas con alguien famoso.
Andrómeda podía entender lo que decía la Argentina, a pesar de sus horribles experiencias ella aún seguía creyendo en el amor aunque le diera miedo la sola idea de intentarlo con alguien, ahora tenía la oportunidad de comenzar algo con Valentín y aunque ella hubiera aceptado dejar fluir cualquier sentimiento que tuviera por aquel chico, aún sentía el miedo correr por cada poro de su piel. Temía dejarlo entrar y que luego se fuera porque no soportaba la vida que tenía con ella, porque no eran sólo ellos ya que también estaba Orión, ella veía difícil que un chico de casi veintidós años se comprometa a ser una figura paterna para un pequeño de cinco, la vida en pareja ya de por sí es difícil, pero la vida parental lo es aún más.
—¿Segura que no podemos ir a la playa? —preguntó Orión rompiendo el silencio que había entre las cuatro chicas. Cuando su madre por décima vez le iba a decir que no podían, la puerta sonó por lo que se calló y solo se levantó para abrir la misma.
Lo que se encontró al otro lado le sacó una pequeña carcajada. Valentín tenía un pequeño flotador para niños sobre su cabeza en forma de pato con muchos juguetes de playa en sus manos, y no estaba solo, atrás de él se encontraban Mateo, Mauro y Agustín, todos con juguetes y cosas de playa.
—Pensé que a Orión le gustaría ir a la playa —habló con una radiante sonrisa. Tan pronto el nombrado oyó la voz de su nuevo amigo se bajo de la cama para ir hacia la puerta a su encuentro mientras le agradecía con dramatismo por salvarlo del encierro.
—Bueno, supongo que nos vamos a la playa —Andrómeda sonrió dándose la vuelta viendo las diferentes expresiones de sus amigas, Elisa e Isabel estaban con rostros de entusiasmo y alegría al ver a los trapperos mientras Victoria estaba con una expresión enojada que no combinaba para nada con la de arrepentimiento que portaba Agustín.
Hoy sería un día lleno de emociones para todos.
La mirada de Andrómeda se encontraba posada en la conmovedora escena que estaba presenciado en ese momento. Valentín estaba jugando a la orilla de la playa con Orión ayudándolo a hacer un castillo de arena, ambos estaban con grandes sonrisas en el rostro completamente llenos de arena con pequeñas gotas de agua salada cayendo por sus frentes, reían y conversaban como si fueran amigos de toda la vida.
Cuando presenciaba esos momentos en donde Valentín se portaba de una manera tan amable con su hijo pensaba que no hacía mal en intentar algo con él, se veía a simple vista que tenía potencial para ser un padre amoroso a pesar de lo movida que es su vida. Un claro ejemplo es lo que pasó ese día, se suponía que tenían que estar organizando miles de cosas para el concierto de esa noche, pero Valentín busco un espacio para dedicárselo por completo al pequeño Orión.
Y es que a Valentín no le importaba, él adoraba estar cerca de Orión, ya eran completamente unidos, tanto así que podía ver cosas de él mismo reflejadas en el pequeño. Por ejemplo, descubrió que le gustaba tocar la batería aunque no lo hacía con mucha coordinación todavía, ese instrumento fue el primero que Valentín tocó con maestría cuando era un niño, no hace falta decir que le prometió ayudarlo a mejorar su habilidad con la batería, ambos compartían gustos y pensamientos, para los dos eso era completamente genial.
Ya no solo quería acercarse a Orión para que Andrómeda viera que podía ser bueno para ella, ahora quería acercarse porque el niño le caía muy bien, lo hacía volver a su niñez cuando no tenía ninguna responsabilidad más que jugar y jugar. Estaba más que claro que así era cuando ese día había decidido olvidar el gran show de esa noche para pasar un buen tiempo con Orión y Andrómeda, y no se arrepentía para nada.
—¿Sabes que le falta a este castillo, mi Lord? —preguntó el cantante al pequeño sin borrar la sonrisa de su rostro. Orión negó aún concentrado en la punta de la construcción de arena. —Una princesa —tan pronto dijo aquello el de ojos cafés subió la mirada con una gran sonrisa.
—Yo sé quien puede ser una gran princesa —respondió para luego pararse e ir corriendo hacia su madre quien estaba convenciendo a su amiga de que hablara con Agustín. —¡Mami! Necesito una princesa para mi castillo y vos serías la mejor princesa del mundo para el príncipe Valentín, pero tendrían que casarse para que los dos reinos vivan en paz —sentenció con aires de grandeza mientras jalaba de la mano a su madre para que se levantara de la toalla.
Para la Venezolana no era un secreto que Orión estaba haciendo hasta lo imposible para juntarla con Valentín de cualquier forma, siempre intentaba dejarlos solos o soltar comentarios referentes a ellos como pareja, nunca se enojaba por ello, le parecía tierno que su hijo la quiera ver feliz con alguien.
—Sería un gran honor ser la princesa de su reino, mi alteza —le respondió con una sonrisa haciendo una pequeña reverencia en cuando estuvo de pie, el pequeño solo soltó una pequeña risa traviesa y la llevó hacia donde estaba aún Valentín sentado.
—Ella será tu princesa, ahora cásense —tomó la mano de Valentín para unirla con la de su madre mientras ella se sentaba junto a ellos. Ambos no pudieron evitar reír ante la orden del pequeño.
—Princesa Andrómeda García, dueña de las estrellas y las constelaciones, de todo lo bonito que hay en el mundo y de mi corazón —comenzó su pequeño discurso provocando un leve sonrojo en las mejillas de la joven que se podía camuflar por su bronceado, aún así el teñido lo notó y no pudo evitar sonreír. —Prometo amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe... Se que se dicen más cosas, pero no me acuerdo —confesó haciendo que la chica soltara una carcajada. —No hay anillos... ¡Sí los hay, mirá vos! Que rápido sos —miró como Orión tenía en sus pequeñas manos dos pequeñas algas unidas por un pequeño nudo dándole la forma de un anillo. Valentín tomó uno de ellos y lo puso en el dedo anular de Andrómeda.
—Príncipe Valentín Oliva, dueño de los mares, océanos y lagos, de todo lo hermoso que hay en el mundo y de mi corazón —lo siguió la chica provocando que el joven soltara una pequeña risa nerviosa, la combinación de aquellas palabras junto con el suave tacto de la mano de Andrómeda que tomaba la suya con suma delicadeza, era una combinación peligrosa para él. —Prometo amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe... Tampoco diré algo más porque yo tampoco sé que más se dice —le habló en voz baja haciendo que ambos soltaran pequeñas risas. Tomó el anillo de alga con su mano y lo puso en el dedo anular de Valentín.
—Yo los declaró marido y mujer, puede besar a la novia —Orión terminó por decir eso soltando un pequeño chillido de emoción.
En ese momento ambos se quedaron sin habla por completo al no saber que decir o hacer, se miraban con cierta timidez como si nunca antes hubieran besado a alguien, ambos volvieron a ser adolescentes en ese preciso momento, los mismos nervios, el mismo sudor en las manos, la misma resequedad en sus bocas, la misma piel erizada.
Aunque Valentín quería besarla por horas y horas no quería que su primer beso fuera delante de Orión, sería raro, él quería besarla en un lugar privado en el que pudiera tener todo el tiempo del mundo para hacerlo y disfrutar cada momento de ello, pero a su vez no iba a perder la oportunidad de tener ese acercamiento con ella. Así que se acercó para dejar un diminuto beso en sus labios, fue apenas un roce mínimo que se sintió eterno, provocando un caos de emociones dentro de ambos que no sabían manejar muy bien, solo querían seguir besándose.
Aún cuando Orión salió corriendo gritando que se habían besado ellos siguieron mirándose a los ojos con una sonrisa boba en sus rostros, estaban tan cerca que podían apreciar cada pequeño detalle del rostro del otro. Valentín podía jurar que veía una constelación en las pecas de Andrómeda y ella podía jurar que veía el mar azul moviéndose en los ojos de él, aunque no quisieran admitirlo, ambos estaban cayendo muy lentamente por el otro y sin paracaídas incluido.
—Así que te comiste a Wos —la voz de Elisa se hizo presente al lado de la Venezolana, aún sin verla sabía que tenía una sonrisa traviesa en su rostro. —Ya te habías tardado —soltó una risa al ver el gesto de molestia de su amiga.
—Solo fue un piquito, chama, de esos piquitos que te das cuando estás en la escuela, súper inocente —le respondió con su mirada en la cámara grabando el abrazo grupal en el que estaba Valentín con su crew.
—De un piquito a un chape con lengua hay solo un paso —acotó la Argentina dándole un pequeño empujón con el hombro. —Además, se nota que Wos te tiene re ganas, boluda, nomás tenés que ver como te mira —su mirada estaba puesta en Valentín quien miraba hacia ellas con una sonrisa boba.
—¿Podemos hablar de lo emocionado que está Orión por lo de vosotros dos? —preguntó Isabel con una sonrisa de ternura en su rostro. —Se la pasó gritando que os habéis besado y que además os habéis casado, estás casada con Wos —siguió con la broma.
—Solo fue una boda falsa auspiciada por mi hijo, nada más, no significó nada —respondió de inmediato bajando la cámara para mirar a sus amigas con seriedad, un claro “paren ya.”
—¿Y por qué si fue solo una boda falsa que no significó nada sigues usando el anillo de alga? —preguntó la Mexicana esta vez con un tono más suave y amable dejando sin habla ni respuesta a la joven.
Ella estaba consciente que estaba mintiendo descaradamente, aquel pequeño roce de labios había provocado un sentimiento muy lindo dentro de ella, aún reproducía en su mente la escena de la playa que habían compartido, reproducía todo en un bucle que no terminaba nunca y que tampoco quería que terminará, ella era feliz recordando eso, era feliz aún teniendo la sensación de los labios de Valentín en los suyos. Sí así estaba con solo un pequeño beso no se imaginaba como se pondría cuando se dieran un beso bien.
Valentín estaba igual, parecía que estaba en las nubes con una sonrisa inmensa en sus rostros, sus ojos brillaban más de lo común, y en su mente estaba el momento exacto en donde sus labios hicieron contacto con los de Andrómeda. No pensaba que su primer beso iba a ser tan inocente como había sido pero no se arrepentía, solo era la entrada para el plato fuerte y planeaba comer ese plato más temprano que tarde.
—¿Me permiten un momento con su amiga? —preguntó el ojiazul mirando al grupo de amigas refiriéndose a Andrómeda, de inmediato todas se fueron dejándolos solos. —¿Me escucharé muy virgo si digo que no puedo dejar de pensar en el beso que nos dimos? —se apoyó en la pared a un lado de ella rozando sus brazos.
—No, yo tampoco puedo dejar de pensar en eso —respondió sin mirarlo con una sonrisa fijando sus ojos en la interacción que tenían sus amigas con sus chicos, dos de ellas estaban riendo e intercambiando besos, mientras que la otra estaba no con una muy buena cara escuchando a su acompañante. No hace falta decir quien era quien.
—Ay, boluda, no me digás eso que me ilusiono posta —el joven volteó hacia la chica con una sonrisa boba en su rostro para luego bajar su mirada hacia la mano izquierda de ella visualizando el anillo ahí. —Aún tenés el anillo —murmuró sorprendido lo suficientemente alto para que ella lo escuchara. —Yo también —le enseña su mano. —Parecemos dos nenes —ambos soltaron una risa ante el comentario.
—Eso no es algo malo —la joven volteó hacia él conectando sus miradas. —Los nenes sienten y ofrecen el amor más puro de todos, en este caso no me molesta ser una nena —su mano buscó a tientas la de Valentín entrelazando sus dedos.
Valentín no pudo estar más de acuerdo con lo que decía, lo de ellos estaba siendo muy bonito, más de lo que él pensaba que sería en un principio, estaban yendo en buen camino para lo que sería una relación a futuro, todo estaba yendo tan bien entre ellos, todo fluía de una manera tan natural como nunca antes había experimentado.
—A mi tampoco me molesta serlo, Meda —llevo la mano de la joven a sus labios para dejar un suave beso en el dorso de la misma con una pequeña sonrisa de ternura.
Iban a pasos de bebé tortuga y ambos estaban muy bien con eso, en ese momento no importaba nada más que ella, Orión y él, nada más.
Creo que hasta ahora es mi capítulo favorito por muchoooo, espero que les haya gustado tanto como a mí ✨✨
Gracias por pasarse, voten, comenten denle mucho amor 💜💜
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