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02

YoonGi observó la mesa forrada por un mantel liso de color anaranjado y acto seguido fijó sus ojos en el chico que cocinaba a unos pasos de él, JiMin, su novio, un chico normal y sumamente hermoso. No hacía mucho se habían conocido en este mismo lugar por casualidad y en un momento para nada adecuado porque al parecer sus jefes no le habían informado que había un escondite malversando billetes sobre su trabajo.

Sus hombres habían encontrado el paradero de este restaurante en medio de Busan, un punto intermedio para muchas pandillas que estaban trabajando a escondidas de su mando y que estaba dispuesto a extinguir. Odiaba la pura idea de que todavía hubiera leales al anterior jefe, Wang, pero era algo inevitable y que se encargaría de cambiar de la misma manera en que obtuvo su reinado.

—El sitio se llama Haegeum, es un sitio de comida coreana rápida y hay solo dos meseros aparte de los dueños. A simple vista no parece nada relevante, pero el piso de arriba está extendido entre los negocios y es el punto del lavado.— señaló HoSeok a su lado, quien era el mano derecha en su poder.

Confiaba plenamente en sus palabras, por lo que no dudó en ponerse de pie para ir hacia esa dirección. Cuando llegaron, pasaron por el mercadillo de la calle y justo delante se encontraba el letrero del restaurante, brillando en color azul y dentro algunos clientes comiendo. El primer movimiento fue entrar con normalidad, aunque eso era un intento muy irónico a tomar cuando YoonGi iba acompañado de HoSeok, JungKook y TaeHyung a sus espaldas, ninguno parecía una persona normal.

Los dueños les dieron la bienvenida con un grito alegre, tal vez acostumbrados a ver ese tipo de personas y los meseros parecieron quedarse helados por un breve instante, en el cual uno tuvo que obligarse a atenderlos. Para bien o para mal, fue JiMin quien se acercó al particular grupo de hombres y les tomó el pedido como a cualquier otro cliente, evitando las miradas sobre su persona.

—Entonces serían cuatro pedidos de ramen, 2 extra picantes y 2 originales, 2 kimbap con bulgogi y 4 soju.— enumero JiMin, revisando la lista en sus temblorosas manos, ya que de alguna forma no podía evitar sentirse intimidado.

—Exacto~.— canturreo TaeHyung con alegría, dando unos aplausos y se abrazó a su novio para besarlo, adoraba la idea de una cita antes de una misión.

—Tae...— JungKook murmuró avergonzado, mordiendo ligeramente el labio inferior.

HoSeok golpeó la mesa y miró a ambos con una mirada helada, reprobatoria en totalidad por llamar la atención en el sitio. Luego dirigió sus ojos hacia JiMin y le sonrió extensamente, como si no acabase de actuar como el mismo diablo.

—Lo lamento tanto.

YoonGi negó ante la miserable disculpa de su mano derecha y noto con desgano que el mesero estaba temblando, pues no quería asustarlo. Desde que llegaron al sitio, había llamado su atención, pero no lo miraba para evitar involucrarlo en lo que estaban por hacer. Era un demonio andante, muchos le decían que no tenía alma y su corazón estaba vacío, pero aún había un poco de cordura en su tanta locura.

JiMin no dijo nada al respecto, prefiriendo dirigirse hacia la cocina para empezar el pedido y traerles las bebidas, dio una reverencia antes de retirarse. Entonces noto que los dueños no estaban tras las puertas y la comida estaba con las llamas apagadas. Su compañero estaba igual de confundido que él y ambos prepararon las órdenes para no provocar problemas. Se imaginaron que algún imprevisto debió surgir para que los señores Eu se fueran sin decirles nada y les llamarían al terminar esto para asegurarse.

—¿Crees que su hijo está bien?— preguntó Kai con un ligero sonrojo en sus mejillas, acomodando los rámenes en una bandeja.

—¿Soobin?— dudo JiMin con una sonrisa extensa, a sabiendas del flechazo que tenía su compañero con el hijo de los jefes —Dudo que esté mal, puedes buscarlo si te preocupa demasiado, casi no hay clientes y a esta hora no suele haberlos.— aseguró, señalando la puerta de salida al final de la cocina, ya que la escuela del chico estaba cerca y realmente no tenía problema con quedarse a cargo.

Kai lo abrazo —Gracias, hyung, volveré rápido y traeré unos mochis de los que tanto te gustan como agradecimiento.— dijo, quitándose el mandil para irse.

JiMin cargo la bandeja repleta del pedido y salió de la cocina para dirigirse hacia la mesa de los hombres extraños, dejando cada cosa frente a ellos para limpiar la que acababan de dejar los penúltimos clientes. Era normal que de pronto nadie quisiera entrar, considerando que había un grupo tan extravagante comiendo dentro y solo sonrió para sí mismo por nerviosismo mientras se agachaba para pasar el trapo.

—Gracias.— alguien susurró a sus espaldas y el aliento caliente golpeó su cuello, provocando que se quedara inmóvil en la misma posición en que limpiaba.

No escucho a nadie acercarse, mucho menos pararse y eso lo tenía sosegado por el pánico de las grandes manos en sus caderas. Podía sentir la calidez de un cuerpo a sus espaldas, a un roce del suyo y hubo una tensión eléctrica en su espina dorsal.

Luego de un jadeo sofocado ya no sintió absolutamente nada y tardó un poco para girarse a ver la mesa que quedaba de clientes. Todos estaban sentados en su lugar, como si nada, así que no quiso hacer nada al respecto.

YoonGi podía sentir la mirada inocente en su nuca y sonrió mientras tomaba el par de palillos rojos en su ramen para ponerse de pie con un sonido estruendoso al tirar el banquillo en el que estaba sentado. Sus acompañantes lo miraron y hubo un asentimiento hacia las escaleras que se veían al fondo de la derecha, justo en medio del baño y un dibujo de comidas coreanas.

—C-clientes, no está permitido subir.— balbuceo JiMin, abriendo sus ojos en grande y trato de detenerlos, pero fue imposible considerando que el miedo se lo impidió.

HoSeok se adelantó, escabulléndose a las primeras habitaciones y con veloces movimientos descarto a dos hombres completamente tatuados. TaeHyung escogió el lado izquierdo y JungKook el derecho, el sonido de gritos fue el rastro de su trabajo bien hecho. Finalmente, YoonGi caminó entre los cuerpos y charcos de sangre para llegar al final del pasillo, no había hecho nada más que jugar con los palillos en sus manos mientras reía tiernamente.

—Era lindo.— mencionó de la nada, recordando al mesero y pateó las puertas que lo separaban de su misión.

Alrededor de quince hombres se encontraban reunidos, unos acomodando billetes, otros contándolos y unos más pasándolos por las máquinas. Todos los presentes se quedaron en su lugar unos segundos de reconocimiento, estaban delante del gran jefe y sabían que esto sería una masacre.

TaeHyung silbo, sacando a todos de su trance y JungKook tronó sus huesos mientras HoSeok sonreía, los tres sin moverse para observar al tranquilo de Suga actuar. Min YoonGi era conocido bajo ese sobrenombre para evitar las mierdas de que alguien intentara rebuscar en su pasado, algo tonto que sus aliados de confianza habían dicho en broma y se quedó.

—¿No van a venir por mi cabeza?— dudo YoonGi, ladeando el rostro.

Y pronto tuvo a varios saltando sobre él para asesinarlo, pero estaba armado, los palillos del ramen estaban en sus manos y estaba tan jodido de la cabeza que eso era suficiente para matarlos. En tan solo un par de segundos no había ni un solo hombre enemigo de pie, cada uno yacía en el piso con heridas de muerte mientras se desangraban lentamente y YoonGi se encontraba en medio del crudo cuadro.

—¿Me lo quedaré?— se preguntó y suspiro, girando ligeramente su cabeza para ver hacia sus espaldas.

JiMin se encontraba de pie observándolo con terror y hermosas lágrimas en sus ojos, eso fue suficiente para setenciarlo a vivir. Se veía como una flor de loto en medio del lodo; tan precioso y blanco entre la suciedad del mar rojizo que era.

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