𝓣𝓪𝓵𝓵𝓸
~🪵~
Era de noche.
Él joven pilar hacia patrullaje cerca de la finca mariposa ya que Shinobu se encontraba en una misión junto con Kanao, otra cazadora de menor rango, no podían dejar desprotegidas ni a las niñas ni al laboratorio.
– Creo que he escuchado algo cerca del jardín - Giyu Tomioka, el pilar del agua, le informó con su usual voz átona -
Aveces se le olvidaba lo silencioso que era su compañero.
– Quizás sea ella de nuevo... - no pudo evitar suspirar en respuesta -
– ¿"Ella"? - un poco curioso, él de ojos azules como el mar cuestionó - ¿Una amiga?
– No es mi amiga - se apresuró en responder, un poco ofendido - Además... ¿A tí que te importa?
Él mayor desvío la mirada, notablemente mal por su comentario.
Muichiro lo notó enseguida.
– Lo siento... - se disculpó de manera sincera - Es solo que... No sueles hablar mucho y parece que todo te da igual...
– No te disculpes - sintiendo una pequeña calidez en su pecho, Giyu murmuró - Es mi culpa... Todos piensan que me creo la gran cosa pero en realidad es todo lo contrario...
Él menor se sorprendió de escucharlo, sintiéndose culpable de haberlo hecho sentir mal.
Palmeando ligeramente su hombro, decidió alargar la conversación.
– ¿No te crees la gran cosa? - cuestionó suavemente - ¿Por qué? Eres un pilar, deberías sentirte orgulloso... ¿No?
– No se suponía que yo pasará el examen... - un poco sorprendido por la iniciativa contraria, decidió ser sincero - A decir verdad, quería que Tanjiro ocupará mi puesto...
– Pero Tanjiro utiliza el aliento solar - recordó - En todo caso... ¿Pensabas dejar tu puesto así como así?
– Si... Fue estúpido lo sé - suspirando, su voz sonó levemente afligida - Pero es que... todos ustedes llegaron de manera noble y justa al puesto... Yo no hice nada para merecerlo...
– Oyakata-sama no lo ve así - objetó, mirándolo a los ojos, tratando de sonar lo más reconfortante posible como Tanjiro solía hacerlo - Y si el patrón vió el valor en ti, entonces tú también deberías poder verlo... ¿No es así?
Giyu no supo que responder, avergonzado por su actitud, volvió a desviar la mirada.
– Te hemos juzgado mal... Lamento mucho saber que todo este tiempo te sentiste así y jamás haberlo notado - se inclinó levemente en señal de disculpa -
Él de amarrados cabellos rápidamente lo hizo detenerse, un poco incómodo.
– No tienes que hacer eso... Es extraño...
Déjà vu pensó Muichiro, riendo un poco ante la ironía del momento.
– Esta bien - se irguió dándole una sincera sonrisa a su mayor - Deberías tratar de ser más abierto, no eres una mala persona...
– Si... Tanjiro suele decirlo también... - un pequeño sonrojo apareció en sus pálidas mejillas al nombrarlo -
Muichiro pareció entender, justo cuando iba a comentar al respecto de manera juguetona y amistosa, nuevamente unos crujidos se escucharon a lo lejos.
– Es en el jardín... Deberíamos...
– Yo iré a ver - rápidamente, el más joven le interrumpió - ¿Podrías quedarte aquí mientras vuelvo?
– Está bien... - aceptó muy feliz al escucharlo ser tan amable con él aunque no lo demostró abiertamente -
– Gracias Giyu - volvió a sonreírle - Trataré de no demorar
–... Muichiro... Ten cuidado - sonando paternal y genuinamente preocupado, le respondió -
– ¡Si!
Sintiéndose feliz de haber podido hablar amenamente con Giyu, Muichiro se dirigió hacia el jardín. Agarrando firmemente la empuñadura de su espada, atento a cualquier movimiento.
Cruzando los matorrales, volvió a encontrarse con esa ya inconfundible cara recostada en el césped y rodeada de flores.
Inhalando y exhalando, se acercó de manera silenciosa, notando que de sus ojos cerrados salían lágrimas.
– ¿Otra vez llorando? - a pesar de haberse mentalizado el ser amable, no pudo evitar sonar irritado -
La chica brincó en su sitio, abriendo sus ojos, dejando notar unas visibles ojeras adornando su sucio rostro.
Okay, estaba un poco preocupado ahora.
—... ¿Que estás haciendo aquí? - tallando sus ojos, la de rubia melena se levantó del césped -
– Mi trabajo - a paso firme, se paró en frente de ella - ¿Prisa? No me digas... ¿Crees que podrás seguir viniendo y saliendo cuando se te de la gana?
— Estuve viniendo casi que todas las últimas noches así que si... Creo que si - limpiando sus lágrimas, Muichiro pudo notar pequeñas heridas en sus mejillas y frente -
Ahora que la veía mejor, notó que estaba totalmente cubierta de pies a cabeza con diferentes harapos.
– De seguro Shinobu te ha dejado hacerlo... - musitó, un poco inquieto por esas marcas en su rostro - Es muy amable con todo el mundo.
— ¿Te refieres a la chica mariposa de cabellos morados? - él asintió - Oh si... Ella es... Ciertamente muy linda...
Se suponía que era un halago ¿Entonces porqué sonaba tan triste cuando lo decía?
El joven no entendía.
— Muichiro... - ella lo sacó de sus pensamientos - Quería disculparme... Fuí muy grosera contigo la última vez que nos vimos. Lo siento mucho.
–... ¿Lo dices enserio? ¿O solo estás jugando conmigo? - después de todo lo que le dijó, todavía estaba reacio a confiar en ella -
— Lo digo enserio - frotando sus manos entre si, afirmó seriamente -
–... - él suspiró - ¿Tienes frío? No es de extrañar... Esa... Esa ropa está llena de agujeros a pesar de que te estés cubriendo hasta las manos.
— Estoy bien - mintió notablemente antes de sentir un escalofrío y temblar, una tormenta se avecinaba -
– ¿Podrías dejar de mentir solo por cinco minutos? - chasqueando la lengua, murmuró fastidiado - Entra a la finca, te vas a resfriar si sigues aquí afuera... Pronto lloverá.
— No no... - su voz salió muy suave - Ya me iba a ir de todas formas.
– ¿A sí? - cruzó sus brazos - ¿A dónde?
— A la aldea.
Un tic en su ojo izquierdo apareció, se estaba estresando ante su terquedad.
– Si sabes... Que la aldea más cercana... Está como a una o dos horas de aquí... ¿Verdad? - respirando profundamente, se aguantó de meterla adentro a la fuerza - Deja de ser terca y entra.
— No puedo, Shinobu no está. No sería correcto - volvió a negar con su voz pausada -
– ¿Puedes entrar al jardín pero no a la finca? ¿Que mierda de lógica es esa? - lentamente comenzaba a perder la paciencia - Está claro que ya has hablado con ella así que no me hagas repetirlo, e-n-t-r-a.
— No lo haré, tú no me das órdenes - ofuscada, lo rodeo para comenzar a caminar hacia la salida -
– No tan rápido, niña - igual que la primera vez, el pilar la sostuvo fuertemente de la muñeca sin llegar a lastimarla - Estoy harto... Dices no ser tan pequeña ¡Pero no dejas de actuar como una mocosa! Déjate ayudar, entra.
— Déjame en paz - murmuró con una voz ligeramente quebrada -
Algo pareció encenderse en la cabeza de Muichiro.
– Lo haré... Cuando entres a la finca y me digas porqué te gusta andar llorando rodeada de flores - ligeramente afianzó más el agarre -
—... No te voy a decir nada - bruscamente intento zafarse de sus dedos -
Mala idea, el agarre de Muichiro solo se volvió más fuerte arrancándole un quejido.
– ¿Oh? ¿Te duele? - ya no sabía sí la odiaba o se preocupaba por ella, solo tenía claro que sintió un poco de satisfacción al verla quejarse - Que pena... Porque no pienso dejar de apretar hasta que me respondas.
— No es de tu incumbencia - rudamente, volvió a responderle -
– No me estás dejando otra opción... - murmuró apretando más su muñeca entre su fuerte y ancha mano -
Azucena volvió a quejarse, cerrando los ojos, rehusandose a responder.
–... Muy bien. Seré sincero contigo y te diré que es tu silencio lo que tanto me intriga. Tengo curiosidad por saber por qué estás tan decidida a no responderme, Azu. Por eso, voy a cambiar lo que dije antes y volveré a pedirte la respuesta a mi primera pregunta - respirando profundamente, la miro a los ojos - ¿Por qué estabas llorando?
— Te lo diré todas las veces que quieras. No es de tu incumbencia - toscamente, afirmó - Y no me llames así, solo Nezuko puede hacerlo.
–... Parece que quieres hacer esto más difícil de lo que tiene que ser ¿no? - habló con tono severo para luego de sonreír con prepotencia - Azu.
Otro jadeo salió de sus labios, el dolor en su muñeca ya se estaba haciendo muy evidente.
Aún así, ella permaneció en silencio.
El agarre del pilar se hizo aún más fuerte, pero a pesar de que disfrutaba un poco el dolor ajeno y de que claramente él lo estaba causando, ya no parecía realmente odiar a Azucena... De hecho, parecía estar muy intrigado de alguna manera.
–... Dime, Azu... ¿te duele algo? - susurró suavemente, aún levemente irritado -
Quejándose en silencio, ella siguió sin decir nada.
–... Voy a apretarte aún más si no hablas, Azu. - advirtió nuevamente - Tengo curiosidad de saber por qué lloras así.
Ella río de manera burlona, confundiendo cada vez más sus pensamientos.
— Lo que digas.
Se mantuvo en silencio, mientras apretaba aún más su agarre, provocando que el dolor de Azucena se agudizara.
–... ¿Tienes miedo de que te haga daño, Azu? - notando como su expresión se contorsionaba más y más, Muichiro siguió apretando -
—... No, no te tengo miedo - apretando su propio puño, ella murmuró sin dejar su mueca de dolor -
–... En ese caso ¿De qué tienes miedo? - genuinamente curioso, volvió a cuestionar -
— No es de tu incumbencia, parece que no entiendes esas simples palabras - volvió a rezongar de manera grosera -
Sus dedos siguieron apretándola aún más mientras hablaba en un tono tranquilo, pero nuevamente molesto.
– Soy muy consciente de que no es asunto mío, Azu... - sus dedos siguieron apretándola aún más mientras hablaba en el mismo tono - Pero aún así tienes que responder.
— ¿Quieres romper mi hueso? ¡Adelante, no me importa!
Muichiro finalmente aflojó su agarre, volviendo a sentirse lúcido y frustrado.
– No voy a romperte el hueso... ¿Qué es lo que sucede contigo? - sintiendose asqueado de si mismo, cuestionó -
Esto era lo opuesto a lo que le había prometido a Tanjiro.
Aprovechando su descuido, la de mirada marrón salió fácilmente de su agarre, sin embargo, en un rápido reflejó, los dedos de Muichiro apretaron sus harapos.
Al momento de ambos tirar hacia la dirección contraria, él pilar desgarró la maltratada tela dejando al descubierto su brazo derecho y parte de su espalda.
–... Que... ¿Qué son todas esas marcas? - su mentolada vista delineó con horror a la fémina -
— ¡No las veas! - dejándose caer de rodillas al suelo, la chica se cubrió a duras penas - Vete... ¡Vete!
– Azu... - dejando ir la tela de sus dedos, dió unos cuantos pasos hacía ella -
— ¡Vete! ¡Alejate de mí!
El distinguido sonido de un trueno dió paso a la fría lluvia, mojandolos sin darles tiempo de nada.
– ¡Muichiro! - él de marina vista apareció entre los matorrales - ¿¡Qué sucede!?
— ¡NO SE ME ACERQUEN! - los pilares se estremecieron, la manera en la que gritó les hizo recordar a ambos sus propios eventos traumaticos - ¡VAYANSE!
–... Vamos a la finca, está lloviendo muy fuerte - lentamente volvió a acercarse - Por favor, Az...
— ¡NO! ALEJATE ¡ALEJATE!
Sintió su garganta arder y sus ojos picar, apunto de llorar Giyu lo sorprendió cuando la noqueó con un golpe certero en su cuello.
– ¡Giyu! ¿¡Qué haces!? - alarmado, vio a la chica ser cargada como costal de papas por el mayor -
– ¿¡Tenías una mejor idea!? - comenzando a caminar hacia la finca con ella en brazos, él mayor cuestionó - ¡No sé lo que pasó pero puedo decirte con certeza que no se veía con ánimos de querer cooperar!
Su mentolada vista se aguó, no entendía nada, todo esto era tan nuevo para su pequeño corazón.
–... Vamos para adentro, está por amanecer así que no hay problema por ahora - ofreciéndole su mano, con un tono más tranquilo le habló -
Asintiendo, Muichiro limpió sus lágrimas antes de aceptar su mano y caminar bajo la lluvia cuál niño regañado.
¿Qué fué lo que hizo?
– Ella estara bien... Está en buenas manos - un poco dubitativo, Giyu trató de animarlo -
– Lo sé...
Extrañaba la calidez de su madre en esos momentos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro