𝓡𝓪𝓲𝔃
~🌱~
–... ¿Cómo dices?
Le había dicho que se quedaría... ¿Por qué le mintió?
– Ella nunca volvió a la finca, Muichiro - repitió lo que dijo - ¿Estás seguro de que le dijiste qué...
– ¡Se lo hice prometer! - exclamó exaltado - ¡Ella prometió que si se quedaría! ¡Qué me esperaría!
Sus ojos volvieron a picar ¿Acaso las promesas no significaban nada para ella? Se sentía como un tonto.
–... ¿Por qué le hiciste prometer algo así? - inclinando su rostro, cuestionó con su voz tranquila -
– Porque ella sufre a donde sea que vaya cuando no está aquí ¡Me lo dijo!
– ¿Y sabes porqué sufre?
– ¡Se la pasa diciendo que es fea e impura cuando claramente no lo es! - apretando sus puños, Muichiro volvió a exclamar frustrado - Le dije que sus marcas solo eran prueba de lo fuerte que es, que no la hacían ver fea... Pero ella simplemente piensa que está rota y yo... Yo no lo entiendo.
Estaba cansado de no poder hacer nada al respecto, que, cada que parecía acercarse a ella en realidad solo estaba retrocediendo.
Estaba agobiado de no poder entender, de no poder entenderla.
– ¿Has visto las marcas? - Shinobu cuestionó -
– Si... Admito que no se ven como las heridas o cicatrices a las que estoy acostumbrado - la mueca en el rostro de la médica lo hizo reflexionar - ... Pero ella no pelea con demonios así que supongo que es normal ¿No?
–... ¿Alguna vez has visto... - dudaba pero igual preguntó - Marcas... ¿Marcas de mordidas?
– ¿Cómo cuando los demonios no se comen los cuerpos pero si los dejan despedazados con sus dientes? - el joven arrugó su frente - Shinobu... No es momento para recordar eso.
– No me refería a eso - rápidamente lo interrumpió - Antes de que la vieras, yo pude ver algunas de esas marcas a regañadientes... No fue muy placentero.
Sus ojos morados titilaron, Muichiro se alarmó.
– Lo sabes... - dedujó - Sabes que son esas marcas, que es lo que significan y de dónde provienen ¿Lo sabes, verdad?
– Si... Ya se todo eso - admitió no muy contenta con su propio hallazgo -
Apesar de esto, Muichiro se mostró efusivo.
– ¡Eso es genial! - sonriendo enormemente, afirmó - ¿Maltrato? ¿Alguna enfermedad? ¿Ambas? De cualquier forma ahora podrías tratarla y esas son excelentes noticias ¿Verdad?
– Claro que puedo tratar sus heridas, de hecho, lo intente ese mismo día... - suspiró profundamente antes de concluir - No me dejó hacerlo, no por completo.
–... ¿Cómo que no te dejó hacerlo? - otra vez cayó en la inquietud - ¿Y la dejaste ir? ¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste? La hubiera traído a la fuerza de ser necesario... ¿¡Por qué te fuiste!?
– Muichiro, tienes que calmarte.
– ¡Pudiste haberla curado! - no estaba midiendo sus palabras - Eres la médica aquí ¡Y la dejaste ir! Si la hubieras curado... Tal vez ella ya no se sentiría mal con ella misma ¡Pero la dejaste ir!
La fémina le sonrió con pesar, descolocando más al menor.
– Ella no quiso que viera más allá de sus manos, hombros y rostro - explicó - No quiso...
– A ti nunca te ha detenido la privacidad para hacer tus investigaciones y tratar heridas...
– Esto es diferente.
Otra vez con eso, estaba hartó de escuchar esa palabra.
– ¡¿Diferente en qué?! - bramó - Son heridas ¿No? ¡Tienen que sanar y listo!
– No es tan sencillo como eso, Muichiro.
– Ahora suenas como ella... Incluso peor. No lo entiendo - frotando los lados de su cabeza, quiso gritar - ¡No lo entiendo!
La de colorido y elegante haori, lo miró con pesadumbre. No sabía si explicarle sería lo correcto... Era muy joven como para tener ese tipo de charla y no quería ser ella quien se lo dijera.
– De verdad quiero entender... Ella es tan linda... Tan adorable... ¿Por qué no se deja ayudar? - quería llorar, se sentía tan frustrado - ¿Por qué se rehusa a quererse a si misma? Solo son marcas... Puede sanar...
– Las marcas de Azucena no solo son físicas, ella padece... Ella tiene un fuerte trauma digamos que... - no quería ser tan explícita - Con el contacto físico. Si, eso.
– ¿Contacto físico? - indagó - Pero... Ella me ha abrazado y he podido cargarla sin problema alguno... Bueno, ella dijo que era pesada - río levemente al recordarlo - Pero nada más, incluso... Incluso pude darle un beso en su mejilla...
Shinobu quería morderse la lengua y Muichiro noto su incomodidad.
–... No es eso ¿Verdad? - suspiró nuevamente frustrado - Sigo sin entender... Soy muy tonto. Lo siento.
– No es que seas tonto - palmeó su hombro - Lo que pasa es que son cosas de adultos.
– ¿Adultos? Pero... Azu no es una adulta...
– Exacto.
–... Sigo sin entender porque eso le impide quererse... Es decir... - dejo caer su espalda contra la pared, exhausto - Entiendo el porqué Giyu tenía ese mismo problema pero él ya está empezando a manejarlo, todos hemos pasado por situaciones traumáticas a una corta edad pero seguimos luchando a pesar de ello... ¿Por qué ella no puede hacer lo mismo?
– Porque ella siente que ya no tiene valor como persona... Como chica.
Sintió su corazón comprimirse. ¿En serio eso de la pureza la afectaba tanto?
– ¿Por qué? - lágrimas bajaron de sus mentolados ojos - Shinobu... Por favor dímelo... Explícame... Puedo manejarlo pero por favor... Necesito entender, quiero ayudarla.
Apesar de que a la final por fin pudo comprender y que agradecía infinitamente la sinceridad de Shinobu, una parte del joven pilar deseó nunca haber preguntado eso.
Saliendo de la finca, sintió sus piernas flaquear.
Ginko al verlo se preocupo demasiado.
- Maestro Muichiro... - apoyándose en su hombro como solía hacerlo, le llamó - Está usted...
El animal enmudecio al verlo vomitar sin remedio en el camino rocoso.
- ¡U-un médico! - chilló asustada mientras volaba rápidamente en búsqueda de alguna chica que pudiera ayudarle - ¡M-médico el maestro Muichiro requiere de un médico!
El joven pilar limpio sus labios, mareado, sintiendo náuseas por su reciente conocimiento adquirido.
Se sentía asqueado.
¿Como una persona en sus cinco sentidos podría hacerle algo tan horrible a alguien tan pequeña e indefensa?
De solo pensarlo, volvió a regurgitar lo poco que había comido en el transcurso del día.
— ¿Mui? - escuchar su suave voz le dió un escalofrío - Oh por dios ¡Mui! ¿¡Estás bien!?
Ni siquiera le importo limpiarse los restos de su vómito con las mangas de su ancho uniforme o la preocupación que ella mostró al aproximarse, él solo quería abrazarla y nunca dejarla volver a ese terrible lugar.
Y eso fue justamente lo que hizo.
— ¿¡Muichiro!? - no entendía nada, todavía estaba preocupada por haberlo visto en tan mal estado -
– Tú... - apretándola entre sus brazos, comenzando a llorar en su hombro, exclamó con su voz quebrada - ¡Tú eres pura!
Azucena no dijo nada, estaba en shock, ni siquiera le estaba correspondiendo el abrazo.
– ¡Eres muy pura! - volvió a exclamar - ¡Lo eres! ¡Siempre serás pura!
— N-no... Yo no...
– ¡Eres hermosa! - afianzando su agarre, volvió a sollozar - ¡Linda! ¡Adorable! ¡Fuerte! ¡Pura!
Los fuertes temblores e hipidos de la fémina solo hicieron que la apretara más fuerte entre sus fornidos brazos.
— M-mui... ¿Qué estás... - tratando de regular su respiración, finalmente lo abrazo de vuelta - ¿Qué pasa? ¿Te duele algo?
– Deja de preocuparte por mi... - susurró haciendo que la rubia volviera a temblar - ¿Estás bien? ¿Han vuelto a tocarte? Dímelo, por favor... Yo ya se lo que son esas marcas...
Sus ojos marrones destellaron pánico, trató de alejarse, trató de dejar de ensuciarlo, de dejar de mancharlo.
– No me alejes - manteniéndola en sus brazos, suplicó -
— N-no, te vas a ensuciar... - ambos sabían que no se refería a sus desgastadas prendas - Por favor sueltame... Yo... yo solo he venido a despedirme.
Al contrario de lo que pidió, Muichiro afianzó aún más su agarre en su cintura, sacándole un quejido a la contraria.
– ¿Despedirte? - negó con la cabeza, aún con sus párpados húmedos - ¿Es que acaso piensas volver allí? ¿Piensas que te lo permitiré?
— Ellos no quieren que siga alejándome tanto en mis tiempos "libres"... - le explicó, tratando de no llorar, tratando de aparentar calma - Si no los obedezco... Podrían venir y... Y yo... Y-yo no quiero eso... Todos ustedes han sido tan buenos y amables conmigo... Tengo que dejarlos en paz.
– ¿Dejarnos en paz? - no la soltaría, no de nuevo - ¡Ellos son los que deberían dejarte en paz a tí! Está decidido, te quedas aquí.
— Mui, no puedo - poco a poco se desmoronaba toda su seguridad - Ya les he causado muchas molestias... A Shinobu... A las chicas... A tí... No puedo dejar que se hundan conmigo.
– Pues yo no pienso dejar que ellos te vuelvan a poner un dedo encima - pronto, su tristeza se volvió rencor - No te dejare ir.
Apreto su cintura levemente entre sus brazos como advertencia de que iba muy enserio.
— ¿Por qué? - quería llorar, estaba a punto de volver a hacerlo en sus brazos, se sentía tan patética y débil -
Juntando sus frentes y mirándola a los ojos, el joven pilar pareció más determinado que nunca.
– Porque no pienso seguir mirando en silencio como te marchitas - suave pero seguro de sus palabras, murmuró - Azu... Eres muy buena y dulce, no dejes que ellos te hagan sentir menos porque para mí... Para mí eres como una pequeña y frágil flor.
El fuerte llanto que salió de sus labios no le impidió seguir abrazándola.
— ¿C-como puedes... - jadeó tratando de parar sus interminables lágrimas - ¿P-por qué me ves así...? Alguien tan atento y amable... No lo entiendo... Deberías tenerme asco...
Muichiro rio con pesar, acariciando sus dorados cabellos, colocó detrás de su oreja uno de sus mechones rebeldes con cariño para poder verla mejor.
– Eres muy linda... - volvió a halagar, sonriendo al notar sus mejillas rojas - Dejame protegerte... Déjame cuidarte, mereces ser capaz de amarte, de ver lo bueno que hay en tí así como tú le ves lo bueno a lo demas... Mereces eso y más, pequeña flor.
Con un pequeño y tierno beso en su frente, Azucena dejo de pelear.
— E-esta bien... - sollozó con su rostro sonrojado - Me quedaré... Me curare y le ayudaré a Shinobu y a las niñas en la finca. Quiero serles útil.
– Tú ya eres útil - acunando su rostro entre sus fuertes dedos, le afirmó - Deja de pensar en ti como un objeto, eres un hermoso ser humano. Tu sola presencia ya es importante.
Lagrimeando, asintió repetidas veces sin ser capaz de formular una respuesta coherente.
Aliviado de que por fin estuviera dispuesta a dejarse ayudar, Muichiro volvió a apretarla con cariño entre sus brazos.
Temiendo que cambiará de opinión, asegurandose de que eso no fuera solo una mala jugada de su cerebro.
—... - suspiro enternecida, sollozando en su hombro, apretandolo de vuelta - ... Gracias...
– No es nada... - murmuró - Todo lo que te dije ese día... Nada de eso es verdad. Dios... La cachetada, no sabes cuánto me arrepiento de eso... Por favor, perdóname.
— No necesitas disculparte... - separando su rostro para poder volver a mirar sus hermosos mentolados ojos, sonrió geniunamente feliz - Ambos empezamos con el pie izquierdo así que... Estamos a mano.
Al escucharla reír suavemente, el menor no pudo evitar reír también.
Era tan agradable estar así con ella... Si alguna vez se encontraba con esos horribles mounstros que osaron lastimarla, él mismo se encargaría de ellos.
— No me iré a ningún lado... - sacándolo de sus pensamientos, ella murmuró - Ya me puedes soltar.
– Eso me dijiste la última vez - frunciendo ligeramente sus cejas, recordó - Incluso me enoje con Shinobu... ¿Las promesas no significan nada para ti?
— Lo siento mucho - se apresuró en disculparse - Planeaba cumplir pero... Tu lindo cuervo me dijo que no te causará más problemas así que... Pensé que lo mejor era irme y no regresar.
– ¿Ginko? - ella asintió, sacandole una suave risita - Estoy seguro de que ella no se refería a eso, lo que pasa es que tú eres muy pesimista.
— Supongo que tienes razón... - avergonzada, balbuceó - Es la costumbre.
– Pues ya no más - alegremente él acaricio sus mejillas - Tienes que aprender a valorar tu vida y yo estoy más que dispuesto a ayudarte.
— ¿E-en serio?
– ¡Por supuesto!
La hermosa sonrisa que la rubia le brindo provocó que su corazón latiera contento.
- ¡Maestro Muichiro! - agitada, exclamó angustiada -
– ¿Pilar del viento? - sus rosados ojos parpadearon un poco ausente, era Kanao - ¿Señorita Azucena? Mi hermana Shinobu tuvo que salir y está pequeña no dejaba de picotearme... ¿Está todo bien?
— Qué linda... - murmuró, era la primera vez que la escuchaba hablar -
– Kanao - saludó cortésmente - Si, estamos bien.
- ¡Claro que no! - Ginko exclamó - ¡Vomitaste no hace mucho!
— ¡Es verdad! - ella rápidamente se levantó del césped para posteriormente ayudarlo a levantarse también - ¡Me distraje! ¿Estás bien? Deberías tomar un té o algo...
El único pilar del lugar carcajeó, sorprendiendo a las feminas a su alrededor.
— ¿Mui? - llamó angustiada todavia con sus manos entrelazadas - Me estás preocupando...
– ¿Lo ves? - apretando con sumo cuidado y cariño sus delicados dedos, le sonrió - A pesar de todo... Sigues siendo pura.
Justo como las flores a las que tanto admiras.
El adorable sonrojo que obtuvo como respuesta solo lo hizo sonreír más.
– Entonces... - no entendiendo la situación, la de amarrados cabellos carraspeó - ¿Le digo a Aoi que les prepare algo? Se está haciendo tarde.
– Eso sería genial, si - sin dejar de admirar a Azucena, le respondió -
— S-si no es mucha molestia... - murmuró apartando la vista de la mentolada -
Definitivamente no la dejaría volver a ese terrible lugar.
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