𝓔𝓼𝓽𝓲𝓰𝓶𝓪
~🌾~
Tanjiro lo miraba caminar de un lado a otro, angustiado por su amigo, no sabiendo como calmarlo.
–... Ella volverá pronto.
– ¡No puedes estar tan seguro de eso! - bramó sentándose a su lado - Hubieras visto como temblaba al caminar... ¿Dueños? ¡Nadie es dueño de nadie!
– ¿Dueños? - una mueca se instaló en su acanelado rostro - ¿Ella tiene dueños?
– Eso fue lo último que me dijo antes de irse... - cerró sus ojos para luego frotar suavemente su cien - Siempre que se va me deja más dudas que respuestas, Tanjiro... Estoy preocupado.
El de haori a cuadros le dió un cálido abrazo, ambos estaban sentados en el suelo que da al exterior de la finca.
– Estoy tan orgulloso de ti, Muichiro... - el nombrado no supo que responder, sus ojos picaron al escuchar a Tanjiro - Tus buenas acciones siempre regresaran a ti, debes tener fe de que ella está bien.
– Pero... ¿Y si no lo está...? ¿Y si ya no vuelve...? - abrazandolo de vuelta, el joven pilar pareció flaquear - A decir verdad creo que solo empeore las cosas...
– ¿Por qué piensas eso?
– Porque... - su mentolada vista se nublo - A pesar de que le conté mi historia y trate de ser más abierto... Ella no quiso abrirse conmigo.
– ¿Estás seguro? - separandose ligeramente, el le dió una cálida sonrisa - Yo creo que lo hiciste muy bien, según lo que me cuentas, ella si se abrió contigo respecto a las flores.
– ¡Oh, si! - frotando un poco sus párpados, se sintió mejor - Ella se veía tan contenta y tranquila con ese girasol... Era como ver a una diosa del bosque o algo así...
– ¿Una diosa del bosque? - rio suavemente - Esa es una muy linda comparación.
El de mentoladas puntas se sintió avergonzado.
– La hubieras escuchado, Tanjiro... Realmente adora a las flores - meciendo sus piernas, murmuró recordando - Dijo cosas muy lindas sobre ellas... ¿Por qué alguien así pensaría que no es pura?
– ¿Pura? - el de aretes hanafuda de a poco entendía más la preocupación de su querido compañero - ¿Ella te dijo que no era pura?
– Si ¿Puedes creerlo? Después de sentarse en el césped, halagar a las flores como si realmente pudieran escucharla y luego... Disculparse por todo lo que me dijo... - lentamente la angustia volvía a acumularse en su pecho - No lo entiendo... Yo creo que es muy pura.
Tanjiro medito unos momentos, colocando una de sus manos en su barbilla, pensando el porqué alguien así de empático se expresaría tan mal de si mismo.
–... Hay algo que no te he contado aún - interrumpió sus pensamientos el menor - Sus... "Dueños"... Ella menciono que sus dueños la matarían si no volvía a tiempo.
– Por eso estás tan preocupado - finalmente lo comprendió - Eso... Eso está muy mal... ¿No te dijo quiénes eran estos "dueños"?
– ¡No! - volvió a mostrarse frustrado - Es lo que te digo, siempre se va dejándome más dudas en mi cabeza.
– Y tampoco te dió una forma de contactarla... ¿Verdad?
La negativa silenciosa le saco un suspiro al mayor.
– Azucena es fuerte... - palmeando su hombro, le volvió a sonreír - Ella estará bien y... Quizás cuando regrese, finalmente te diga todo lo que necesites saber.
– ¿Realmente lo creés? - en un hilo de voz, cuestionó queriendo mantener la esperanza de volverla a ver -
Tanjiro le sonrió con todo el cariño y gentileza que habitaba en su ser.
– Por supuesto que s...
– ¡Tanjiro!
Ambos dirigieron su vista hacia donde se escuchó el llamado, uno poniedose levemente rojo y el otro sonriendo ante tal escena.
– Giyu... - el de aretes hanafuda saludo con una risita nerviosa - ¿Qué te trae por aquí?
Muichiro lo saludó con un movimiento de mano, animandolo en silencio.
– Bueno... - saludando de regreso al más joven de los tres, él de marinos ojos perdió todo el coraje que había reunido - Yo... Quería... Yo quería saber si tú...
– ¿Si? - le ánimo sintiendo sus labios curvarse -
El pilar del agua soltó un fuerte suspiro, volviendo a reunir su valor.
– ¿Querrías ir conmigo a comer...? Después de entrenar claro está.
Tanjiro se sonrojo fuertemente mientras que Muichiro felicito en silencio al mayor con su dedo pulgar en alto.
– ¡M-me encantaría! - rápidamente aceptó sacándole una pequeña sonrisa a su mayor -
– Bien - mucho más calmado que cuando llegó, Giyu murmuró -
El joven pilar no pudo evitar suspirar de manera tranquila al verlos tan felices uno al lado del otro.
¿Yo también podría sentirme así de feliz con alguien? Su inocente cabecita no pudo evitar cuestionar.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando pudo notar a lo lejos como la enfermera espadachina se encontraba caminando con esa conocida silueta.
– ¡Ah! - dejando a sus mayores amigos solos, el pilar del viento corrió rápidamente hacia las féminas -
Shinobu lo notó, despidiéndose de la contraria con una afligida mirada y una suave sonrisa, regresó de manera ansiosa a la finca.
— Oh... - sus ojos marrones lo enfocaron acercándose de manera rápida hacia ella - Hola Mui ¿Cómo has esta...
– ¡Azu! - de un salto la tumbó sobre el césped, abrazándola fuertemente - ¡Me tenías preocupado! ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¡Estabas con Shinobu! ¿Pasó algo?
La nombrada sintió su garganta arder, abrazándolo de vuelta soltó un suave suspiro lastimero.
— Estoy bien... - balbuceó - Tuve un pequeño accidente y Shinobu me curo.
– ¿¡Accidente!? - rápidamente se levantó con ella en brazos - ¿En donde? Lamento haberte hecho caer ¿Te llevo adentro?
Sus mejillas ardieron y sus ojos destellaron. ¿Así de lindo se sentía que se preocuparan por ella?
— E-estoy bien... - trató de ignorar esa agradable sensación en el pecho - No te preocupes... He tenido peores heridas.
Rápidamente cubrió su boca con sus manos.
No debiste haber dicho eso.
–... Peores dices... - su voz tranquila se vio afectada por su notable inquietud - ¿Tus "dueños" son los que te maltratan? No fue un accidente... ¿Verdad?
—...
– Necesito que me digas... - dulcemente le pidió - Quiero ayudarte ¡Mereces vivir de una mejor manera!
— No puedes ayudarme, Mui - desviando su mirada, susurró - Ya has sufrido bastante como para arrastrarte a más problemas.
– ¿Arrastrarme? Por supuesto que no... - afianzando su agarre en sus piernas y su espalda, el pilar musitó - Dices que si no vuelves te matarán ¿Qué es lo que te obligan a hacer?
—... Ya no soy pura - musitó tratando de hacerle entrever que no quería entrar en detalles -
Pero el joven pilar no lo entendía.
– ¿Por qué? - quería comprender, necesitaba comprender - Para mí eres muy pura, eres dulce... Linda... Justo como una flor.
Los fuertes temblores que sintió del cuerpo de la chica lo dejaron todavía más confundido y angustiado.
Aún así, no dejo de cargarla suavemente entre sus fornidos brazos.
— No... - sus marrones ojos se humedecieron - No lo soy... No... Yo... Estoy sucia... Manchada... Rota.
Muichiro seguía sin entender. ¿Sucia? Es cierto que sus ropas no eran las mejores pero él no consideraba que fuera tan malo.
¿Manchada? Si su inusual tono de piel le parecía muy bonito.
¿Rota? ¿Se refería a las marcas?
– No entiendo porqué piensas eso... - caminando hacia el jardín, comenzó a mecerla como si fuera un bebe de porcelana - ¿Quieres tener nuevas ropas? Podría conseguir unas muy limpias y bonitas... ¿No te gustan tus manchitas negras? Te hacen ver como una vaquita y las vaquitas son lindas... ¿Te duelen tanto las marcas como para pensar que estás rota? Quedate aquí hasta que se curen y ya no duelan más...
Los suaves hipidos que salieron de los resecos labios de Azucena lo preocuparon.
– ¿Dije algo malo? Perdón...
— No... No dijiste nada malo - cubriendo su rostro con sus magulladas manos, murmuró sin dejar de llorar -
– ¿Entonces por qué lloras? ¿Qué es lo que te hace tan infeliz? - por cada pregunta, su voz de volvía más suave - ¿Por qué recibir halagos te hace sentir tan desdichada? No lo comprendo... Puedes demostrar afecto pero no dejas que los demás te lo demuestren a ti... ¿Por qué?
Un fuerte quejido lastimero salió en respuesta, lloraba tanto que el moquillo ya se asomaba por sus fosas nasales.
— Porque... ni con las más finas ropas... Ni la más suave y fina piel... Ni siquiera si mis heridas físicas se curasen por completo... Dejaré de estar rota.
– No lo entiendo... - se rehusaba a creer lo que ella afirmaba -
— Es mejor que no lo hagas.
– ¡Pero quiero hacerlo! ¡Quiero ayudarte! - se detuvo, ya habían pasado por el jardín hacia rato. Estaban muy lejos de la finca - Eres alguien muy delicada y frágil... Déjame entenderte, deseo entender.
— ¿Por qué? - ella tampoco entendía su insistencia - ¿Por qué querrías eso? Te debería seguir dando asco... ¿No?
– Por supuesto que no me das asco yo... - arrugó sus cejas en una profunda expresion de arrepentimiento - Eso lo dije porque estaba enojado y no sabía tus razones. No has sufrido por los demonios... Estás sufriendo por seres que no deberían ser conciderados humanos... Pero aún sigo sin comprender ¿Por qué no escapas?
— No puedo hacerlo... - sus ojos ardían, le dolía verlo tan preocupado por alguien tan insignificante como ella - Nadie escapa de ellos, Mui. Nos acojen desde muy pequeños para adoctrinarnos... Para no alejarnos de ellos... Siempre nos encuentran.
– ¿"Nos"? ¿Hay más gente pasando por lo mismo? - su miedo solo ahumentaba, ¿qué era lo que pasaba cuando ella se iba? - Pero ahora estás aquí... Te podrías quedar... Te podríamos proteger... Yo te puedo proteger.
— No - su voz salió firme a pesar de lo quebrada que sonaba - No puedes ¡No debes! Abandona esa idea.
– ¿Por qué? - el también sonaba firmé - Soy fuerte, se pelear. Voy a protegerte.
— No... No lo entiendes - negaba con su cabeza, no quería seguir escuchándolo - No puedes.
– Claro que puedo - su mentolada vista destello con determinación, estaba muy seguro de lo que decía - Entreno desde los once ¿Recuerdas? No deberías subestimarme.
— ¡Se qué eres fuerte, pero aún así no puedes! - ella sollozó desesperada, odiaba la idea de verlo afectado por tratar de si quiera "defenderla" -
– ¡¿Por qué?!
— ¡PORQUÉ ELLOS PODRIAN HACERTE EL MISMO DAÑO QUE ME HAN HECHO A MI! - desgarrando su voz, ella le gritó -
Apesar de ello, Muichiro río suavemente.
– ¿Daño? Azu, soy un pilar. Salir herido en las misiones es parte del trabajo no debes...
— ¡No son solo heridas físicas, Muichiro! - volvió a sollozar, quebrándose en sus brazos - ¡Son cosas peores!
–... ¿Peores?
¿Qué podría ser peor que el ardor de una herida recién hecha?
Quizás las heridas internas... Como una costilla rota tal vez... Pero en el fondo sentía que ella tampoco se refería a eso.
¿Entonces de que hablaba?
Quiere entender.
—... Ellos me han quitado mi pureza, Mui... También podrían quitartela a ti y no quiero eso.
– Nadie puede quitarte eso, Azu. Las heridas sanan, tú puedes sanar.
La rubia negó con su cabeza sacándole una mueca. ¿Por qué se empeñaba tanto en decir que no era pura? ¡Estaba llorando y preocupándose por él en sus brazos! ¿Pureza? Ella se veía muy pura a sus ojos.
— Son heridas diferentes... - acunando sus mejillas entre sus lastimados dedos, balbuceó - Tú, Muichiro Tokito, todavía conservas tu pureza. No te hundas en esto, sigue ejerciendo tu trabajo como cazador. No dejes de enorgullecer a tu familia que te cuida desde arriba. Vive tu vida de manera feliz y tranquila. Lo mereces.
– Pero... - su tacto en su rostro y sus palabras lo dejaron sin aliento - Pero tú también mereces vivir feliz y tranquila...
— Ya es muy tarde para mí - le sonrió con pesar -
– No lo es... - temiendo que ella se escapara de sus brazos, afianzó un poco su gentil agarré - Sigues aquí, con vida... Puedes ser feliz... Mereces ser feliz.
— No... - sintiendo sus párpados caerse, ella siguió llorando en silencio - No puedo ser feliz... No puedo brindarle felicidad a alguien... No puedo volver a brillar.
– Pero Azu... - juntando sus frentes, él también cerro sus ojos - Tú estás brillando justo ahora.
— Solo lo dices porque eres muy lindo conmigo... - murmuró un poco sonrojada - Estoy desgastada y llorando, soy horrible...
– ¿Desgastada? ¿Horrible? - sin despegar sus frentes, volvió a mecerla con cariño entre sus brazos - ¿Necesitas un espejo? Eres muy hermosa... Muy linda y dulce ¿Y qué si estás llorando? Eres fuerte por haber aguantado tanto, puedes llorar todo lo que quieras.
—... ¿P-por qué me dices todo eso...?
– Porque todavía no entiendo que es lo que te han hecho para que pienses todas esas cosas horribles de ti... - suavemente le susurró, dejando que su aliento acariciara su lastimado rostro - Ojalá pudieras verte como yo te veo a ti.
— No es necesario... - sintiendo su corazón querer salir de su pecho, susurró de vuelta - Solo has visto mi rostro y parte de mis manos... Si vieras el resto estoy segura de que cambiarias de opinión.
– ¿Por las marcas? Si te afecta tanto... Deberías saber que no te hacen ver fea, son la prueba de lo fuerte que eres - notando su poco convencido rostro, él sonrió - Yo también tengo cicatrices ¿Crees que soy feo por eso?
— ¡Por supuesto que no! - rápidamente negó - Eres un chico muy bonito. Tus ojos menta hacen juego con las puntas de tu sedoso cabello negro... Tienes una carita gentil y nariz perfecta. También eres muy fuerte y saludable... Eres sin dudas muy agradable a la vista, Mui.
¿Así fue como Tanjiro se sintió con Giyu? Avergonzado se cuestionó mentalmente antes de responderle.
– Si realmente piensas eso... Lo cuál agradezco... - aclaró su garganta todavía avergonzado - ¿Por qué no puedes pensar así de ti?
—... Nadie quiere un cuerpo desgastado... El mío ya lo está - el pilar seguía sin captar - Ha sido usado y manchado por tantas personas que ya he perdido la cuenta... Jamás podre volver a ser elegantemente bella como las hermosas flores...
– ¿Usado? ¿Manchado? - realmente se esforzaba por tratar de hallar el verdadero significado de esas dolorosas palabras pero no podía, no lo comprendía - Si te sientes mal con lo que te hacen, entonces no vuelvas. Quédate... Se que yo podría hablar con Oyakata-sama y el entendería... Podrías quedarte en la finca... O podrías ir conmigo.
Azucena suspiró enternecida, se sentía tan segura en sus brazos... Tan querida... Pero estaba mal. Ella no merecía sentir aprecio por alguien como él, no debía mancharlo.
— Mui... Sabes que no puedo...
– Si, si puedes - dando la vuelta, comenzó a caminar nuevamente hacia la finca con ella en brazos - Es más, lo harás justo ahora.
— Muichiro... - seriamente lo llamó - No.
– Muichiro si - canturreó feliz sin dejar de avanzar -
— Está bien, basta - palpó suavemente uno de sus hombros - Ya me has cargado lo suficiente... Bájame.
– No, no te dejare ir - afianzando su agarre, le respondió con voz cantarina - No soy tan tonto como para permitirlo una cuarta vez.
— Pero ya debes estar cansado ¿No? Se que soy un poco pesada... - con vergüenza, murmuró -
– ¿Bromeas? - le sonrió - Eres muy ligera, podría cargarte así todo el día sin cansarme.
— Por favor no lo hagas...
Ahora quería hacerlo.
Desafortunadamente apenas llegaron a la entrada principal de la finca, Ginko hizo su aparición para avisarle al pilar de una nueva misión.
Dándole a ese pequeño momento su fin.
– Prométeme que entraras y te quedarás - acariciando a su cuervo, le pidió con angustia en su voz - Ya has podido notar que todos son muy amables aquí. Por favor, quédate.
—... Está bien - ligeramente curveo sus labios, tranquilizando enormemente al cazador -
Ginko hiba a protestar, la última vez que vio a esa chica su maestro quería matarla y necesitaba saber que fue lo que le hizo en su ausencia para haberlo hecho cambiar de parecer.
Sin embargo, al notar la cálida expresión del pilar, decidió quedarse en silencio.
– Bien - abrazándola fuertemente, no pudo evitar sonreír - No tardaré, volverás a verme muy pronto.
— De acuerdo - devolviendo el abrazo, ella sonrió también - Por favor cuídate mucho... Mui.
Sus enormes ojos vieron con sorpresa esto, tal vez esa chica no era tan mala después de todo.
– Por supuesto que lo haré, Azu.
Dejándole un pequeño besito en su rojita mejilla, Muichiro finalmente partió.
-... No hagas preocupar de más al maestro Muichiro, niña - Ginko le habló cuando el mismo estuvo lo suficientemente lejos - Él es un muy buen chico y un excelente espadachín, no merece más desgracias en su vida ¿Entiendes?
— Tienes razón pequeña... Él no merece más problemas...
Asintiendo, voló rápidamente para alcanzar a su adorado dueño. Ignorando que sus palabras fueron mal interpretadas por la fémina de oscura mirada cafe.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro