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𝓐𝓷𝓽𝓮𝓼𝓲𝓼

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¡Es que no lo entiendo! - llorando, apretó fuertemente sus delicadas manos entre sus dedos - ¡¿Por qué no dijiste nada!? ¡Creí que ya habíamos quedado en que siempre te dejarías ayudar!

¡No pensé que fuera algo grave! - ella también lloraba desconsolada, cerrando sus ojos, derrumbándose una ves más en frente de él -


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Sus ojos se abrieron en demacia. Estaba asustado, sudando, respirando de manera irregular sobre su cama a altas horas de la madrugada.

– ¿Otra pesadilla? - su hermano gemelo, le pregunto con una expresión sería pero preocupada desde su propia cama - Te dije que dejaras de ver videos de terror, eres un miedoso.

– Lo último que ví fueron unos adorables gatitos acostándose uno encima del otro - murmuró tallando sus ojos, cansado -

– ¿Es esa extraña voz de nuevo? - volvió a cuestionar -

–... - el asintió, suspirando - No se quién es... Pero se siente tan real y tan... Triste... Es como si hubiera perdido algo muy valioso pero no sé exactamente que.

– ¿No serán más recuerdos bloqueados? - cruzando sus brazos, exhaló - Tenemos toda una nueva vida justo ahora, sin tristeza, sin demonios... ¿Qué será lo que no te deja tranquilo entonces?

– Creeme que si lo supiera sería grandioso - mirándolo solo un poco mal, respondió - Pero no lo sé, es estresante. Ya falta poco para que tengamos que ir a clases y estoy cansado. No lo hago a propósito.

– Esta bien, perdón - murmuró, cerrando sus ojos - Es que... Es muy raro. Ya recordaste hasta el rostro de ese demonio que te... Bueno eso. ¿Que más te falta recordar?

–... No lo sé pero... ¿Podrías dormir conmigo? Así quizás pueda descansar un poco al menos - sonriendo de manera somñolienta, le pidió -

– No sera frecuente - advirtió antes de levantarse de su cama y arruncharse junto a su hermano, abrazandolo con cariño -

– Gracias - cerrando sus ojos, lo abrazo de vuelta -

–... Descansa.

Cinco horas más tarde, los gemelos de mentolados cabellos y ojos del mismo tono, se encontraban en su rutina diaria del colegio.
Ambos cursaban en el mismo salón, siempre se los veía juntos a pesar de su notable diferencia de personalidad y rara vez se separaban en el transcurso de los días.

– Hola, Muichiro, Yuichiro - la linda chica de largos cabellos azabache con puntas naranjas los saludó - ¿Cómo están?

Era extraño verla sin un trozo de pan en la mañana.

– Nezuko - el gemelo menor le sonrió - Estamos bien ¿Cómo estás tú?

– ¿De casualidad también tendrás pesadillas como el bebé este de aquí? - burlonamente, cuestionó -

– Oye... No era necesario decirlo - lo golpeó levemente en el pecho, sacándole una risita socarrona al mayor -

– ¿Pesadillas? - Nezuko indagó, intrigada -

A diferencia de ellos, la fémina no contaba con sus recuerdos pasados. Es mejor así era lo que decía su hermano mayor y un amigo en común de ellos, Tanjiro.

– No le hagas caso, sabes que le encanta molestarme.

– Si tú lo dices, aún así debes siempre dormir bien - sentándose en el pupitre de enfrente, sonrió - No querrás que tus calificaciones perfectas bajen ¿Verdad?

– Si - el le sonrió de vuelta - Tienes razón.

Dando por terminada la conversación puesto que Sanemi, el profesor de matemáticas, había entrado al salón, Yuichiro codeo de manera juguetona a su gemelo.

– Ya pídele que sea tu novia ¿No?

– ¿Estas loco? - lo fulminó con sus mentolados ojos - Es como nuestra pequeña hermanita además, Zenitsu gusta de ella.

– Ese chamaco rubio es un fastidio, es mayor que nosotros por dos años y aún así es más estúpido - cruzó sus brazos de manera altanera - Nezuko jamás podría fijarse en alguien como él.

– No estés tan seguro - señalando un llavero amarillo en la mochila de su compañera, murmuró con una risita -

– No puede ser, el bastardo si se lo dió - sorprendido, exclamó en un susurro - Menuda sorpresa...

Tres suaves golpecitos contra la puerta del salón interrumpieron su conversación.

– Pase - terminando de escribir los ejercicios en el pizarron, el albino profesor le habló a quien tocaba -

— Buenos días, profesor Sanemi - entrando lentamente al salón, saludó - El profesor Giyu me pidió el favor de entregarle estos libros de álgebra.

Que linda es.
Muichiro no pudo evitar pensar al verla fijamente, deslumbrado, encontrandola muy encantadora con cada nuevo detalle que descubría.

– Vaya... Es el primera vez que puedo ver el vitíligo tan de cerca - la voz de su gemelo lo saco de sus pensamientos - Que curioso que sea rubia también.

– ¿Verdad que sí? - rio genuinamente maravillado - Es una combinación inusual pero linda.

– Epa - alzando una ceja, lo miró incrédulo - ¿Cómo que "linda"?

– ¿Qué? - inclinando levemente su rostro con curiosidad, cuestionó - ¿No te parece?

– Es la primera vez que te expresas asi de una chica que ni siquiera conoces - una sonrisita traviesa apareció en su rostro - Vaya vaya... El pequeño Mui está creciendo.

Ya había escuchado eso antes.

– Que pesado eres - se quejó, ignorando esa extraña sensación de déjà vu - Solo pienso que es linda, no debo ser el único.

– No estés tan seguro - devolviéndole sus palabras, Yuichiro señaló varios rostros disgustados entre compañeros que miraban a la chica - Ni siquiera lo disimulan...

El menor suspiro, indignado, ya no existían los demonios pero aún así los mismos humanos se encargaban de crear discordia entre ellos, que frustrante era eso para el joven estudiante.

– Aunque - nuevamente, su querido hermano interrumpió sus pensamientos - A ella no parece importarle.

Volviendo a ver a esa linda chica, el corazón de Muichiro quizo salirse de su pecho al cruzar miradas con ella, lo que lo hizo sonrojar solo un poco fue la adorable sonrisa que le dedicó la misma en respuesta.

— Hasta luego - se despidió cortésmente del profesor para salir del salón, no sin antes darle una última mirada al pequeño de mentoladas puntas -

– ¿Es mi idea o esa chica se te quedó viendo?

Alistandose para la hora del almuerzo, Yuichiro no pudo evitar cuestionarle.

– Tiene una sonrisa muy bonita - Nezuko se metió en la conversación - Mi hermano tenía razón.

– ¿Está en el mismo curso que Tanjiro? - indagó, cada vez más intrigado - ¿Hace cuánto? Jamás la había visto.

– Debe ser extranjera - dedujó el mayor - Quizás sea de los de intercambio de este año.

– Que inteligente, Yuichiro - la fémina rio - Sip, efectivamente ella es de intercambio. Aveces se junta con mi hermano y los chicos, quizás hoy tengamos suerte y podamos hablar con ella.

– ¿Qué estamos esperando entonces? - extrañamente alegre, agarró su almuerzo para salír disparado del salón de clases -

– ¿Y a este que le picó? - un poco malhumorado por no haberlo esperado, músito -

– Creo que realmente quiere conocer mejor a Azucena - la de mirada rosa, respondió -

– ¿"Azucena"? - cuestionó - ¿Cómo la flor?

Ahora que lo pienso... Muichiro suele murmurar cosas sobre flores entre sueños.

– ¡Si! Es un adorable nombre ¿No crees?

– Ciertamente es curioso.

– ¿Qué es curioso? - Genya, hermano menor del profesor de matemáticas y otro amigo en común de ellos, no pudo evitar cuestionar al entrar al salón con más libros de álgebra - ¿Y Muichiro?

El nombrado se encontraba caminando entre las infinitas mesas del comedor principal del colegio, buscando a esa cabellera burdea con insistencia.

– ¡Muichiro, aquí! - lo llamó desde atrás, sonriendole con la misma gentileza que en sus días de cazador -

– Tanjiro - saludó alegremente, acercándose a la mesa donde el se encontraba -

– ¡Animal! - un fuerte chillido se escuchó, era Zenistu - ¡Te digo que así te vas a atragantar!

– ¡Callate Monitsu! - embutiendose toda la bola de arroz de un solo mordisco, le respondió - ¡Así es más rápido!

– Inosuke - de manera sería, lo reprendió -

– Perdón - agachando su cabeza, trago la comida en silencio -

— Vaya... - Muichiro se sintió embelesado de poder escucharla más de cerca - Solo te hace caso a ti, Kanao. ¿Cómo lo haces?

La de cabellos amarrados se sonrojo ligeramente mientras que el de ojos esmeraldas desviaba la mirada, avergonzado.

– ¡Es tan injusto, Azucena! - de manera infantil, el rubio la abrazo por los hombros, aferrándose como un koala - ¡Por mi, yo dejaría que se ahogara! ¡No aprecian mi buena voluntad!

La fémina rio, incómoda pero ya acostumbrada, dándole palmadas en su espalda en señal de apoyo.

– Zenitsu... - el de aretes hanafuda lo miro con reproche -

– ¡No me mires así!

- Suéltala - sus mentolados ojos lo fulminaron con disimulo - La estás incomodando.

– ¡No es cierto! - casi que llorando, la apretó con fuerza - ¡Azucena es muy dulce, nunca la incómodo! ¿¡Verdad!?

— Cálmate... Me estás... - golpeando más fuerte su espalda, trató de alejarlo -

El menor del grupo lo agarro de los brazos, haciendo que soltará a la fémina para posteriormente empujárlo hacia atrás y ocupar su asiento. Quedando ahora él a su lado.

– ¿Azucena? - ignorando los fuertes gritos y quejidos del rubio, Muichiro le pregunto con una sonrisa - Ese es un lindo nombre.

La chica se sonrojo un poco, avergonzada, también ignorando el alboroto que estaba haciendo Zenistu detrás del menor.

— Gracias - murmuró, jugando con unos mechones rebeldes en su frente - Tú debes ser Muichiro... Eres muy popular aquí.

– Si... Bueno, solo un poco - balbuceó avergonzado por ello -

— No seas modesto, eres muy inteligente y atlético - rio suavemente, un poco más relajada - Eso sin mencionar que las chicas te encuentran muy atractivo.

– ¿Y que hay de ti? - acalorado, cuestionó sin pensarlo - ¿Tú me consideras atractivo?

Ambos se encontraban fuertemente sonrojados, en silencio, dando un buen espectáculo a el resto de integrantes en la mesa. Incluso Zenitsu había dejado de quejarse.

— Bu-bueno... - ella desvió su mirada marrón, rascando su nuca - No creo que esté bien que yo lo diga...

– ¿Por qué?

Esto también me resulta muy familiar.

— Tienes catorce años - afirmó, suspirando - Yo ya he cumplido los dieciséis. Estas chiquito.

– No soy tan pequeño... - frunció levemente sus cejas -

Sé sintió frustrado y ni siquiera sabía muy bien el porque.

– Además - Tanjiro se metió en la conversación, riendo levemente - Muy pronto cumplirá los quince.

– ¿Entonces si me dejas salir con Nezuko? - esperanzado, el de dorados ojos indagó -

– Ya te he dicho que no depende de mi, deja de molestar a las demás chicas y trata de conquistarla como se debe - le reprendió el de burdea mirada -

Azucena volvió a suspirar, mirando fijamente a la reencarnación del chico que la ayudo a apreciarse en su tormentosa vida pasada, optó por ser sincera.

— Si, si te considero atractivo - admitió rascando levemente su mejilla, avergonzada -

– ¿En serio? - él también la miraba fijamente, buscando algún indicio de burla, encontradose más ensimismado por su belleza natural en su lugar -

— Por supuesto que si - afirmó seriamente - Tienes rasgos masculinos y finos, cualquiera con sentido común te encontraría atractivo.

– Opino lo mismo de ti - le sonrió aún sonrojado -

Cómodos con la compañía contraria, ambos charlaron amistosamente mientras comían sus respectivos alimentos, los demás integrantes uniéndose después, siendo un almuerzo memorable para el de puntas mentoladas.

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¡No lo hice con intención! ¿¡En serio crees que sería capaz de preocuparte de a devis!? - ella bramó, alejándose de su agarre -

¡Estuviste tosiendo sangre por más de una semana! - zarandeandola por los hombros, él explotó - ¡Y SI YO NO LO HUBIERA NOTADO, TÚ NO HABRIAS DICHO NADA!


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Está vez despertó llorando, lleno de enojo y frustración, muy parecido a la vez que recordó como su hermano se había muerto desangrado frente a sus ojos.

No quiso volver a molestar al mismo que ya hacía durmiendo plácidamente en la otra cama, al otro extremo de la habitación que ambos compartían.
Privandose de volver a soñar por el enorme vacío y sufrimiento que estaba sintiendo.

— Te ves cansado... - nuevamente, esa dulce voz lo trajo de regreso - ¿Mala noche?

– ¿Cansado? Yo no estoy cansado - bostezó después de decir aquello -

— Oh vamos... Estas más apagado de lo usual - riendo suavemente, palmeó su hombro - ¿Que sucede?


Dudaba mucho en decirle de sus "sueños", si es que así podía llamarles. No quería espantarla o algo así.

– Desde varias semanas está teniendo pesadillas con una extraña vocesita - Yuichiro respondió mientras comía un pedazo de carne, ganándose una mala mirada del menor - ¿Qué? ¿Crees que no note lo mucho que estabas llorando?

— ¿Estuviste llorando? - preocupada, volvió a cuestionar -

– Se que es estúpido...

Ni siquiera se porque lloraba exactamente.

— No, no lo es - apretando su hombro con cariño, le sonrió - Demostrar tus sentimientos y emociones no significa debilidad, tenlo siempre en cuenta.

Linda.

– Está bien - sonriendole de vuelta, se sintió más tranquilo -

El gemelo mayor los miraba en silencio, analizando, notando la enorme felicidad que ellos emanaban estando juntos.
Le intrigaba demasiado el porque, no le parecía normal pero tampoco le parecía algo malo.
Era muy confuso.

– Muichiro, Yuichiro ¿Qué han pensado para su fiesta de cumpleaños? - animadamente, Tanjiro les pregunto al llegar a la mesa con el resto del grupo -

– Es cierto, hoy ya es primero de Agosto - Genya se sentó en frente de los gemelos - ¿Fiesta en su casa o..?

– No tenemos nada en mente aún - admitieron ambos -

– ¡No importa!¡Desde que haya comida, yo iré! - exclamó el autoproclamado rey de la montaña -

– Cerdo - murmuró el rubio, mirándolo mal -

– ¡¿Cómo me llamaste!?

– Podría ser en mi casa después de clases, algo tranquilo pero divertido - la tranquila voz de Kanae detuvo posible pelea - Ya saben que a mis hermanas no les molesta.

– ¡Eso sería estupendo! - Nezuko apoyó la idea - Nosotros podemos hacer el pastel ¿Verdad, hermano?

– ¡Por supuesto! - afirmó - Azucena ¿Te apuntas?

— Me encantaría - alegremente le respondió al mayor de los Kamado - Solo debo preguntarle a mis tutores si me dejan ir. Teniendo en cuenta que es entre semana.

Un agudo dolor se hizo presente en la cabeza de Muichiro, provocando que se quejara y agarrara la misma fuertemente entre sus manos.

– Oye, oye - notablemente preocupado, Yuichiro lo ayudo a levantarse de la silla - ¿Estas bien? ¿Es muy fuerte?

— ¿Qué le sucede? - rápidamente se levantó también, queriendo ayudar -

– Mareos - mintió mientras comenzaba a caminar con su hermanito hacia la enfermería, agradeciendo el silenció de sus amigos - Más tarde seguiremos con los detalles de la fiesta chicos, los vemos después.

Viendolos irse, la de manchitas negras se desparramó en el asiento, notablemente decepcionada y triste.

— Esos no eran simples mareos... ¿Verdad?

Tanjiro le dió una mirada clave a Zenitsu e Inosuke, ambos rápidamente se levantaron.

– Nezuko - la llamó suavemente, extendiendole la mano - ¿Quisieras algo dulce? Yo invito.

– ¡Yo también te compro algo!

– Pe-pero... - extrañada y un poco sonrojada, la fémina no pudo evitar tartamudear - ¿Por qué tan derepente?

– Escuché que hay unos nuevos dulces en la cafetería - Kanao también de levantó, entendiendo la idea - Deben ser deliciosos, vamos por unos.

– De acuerdo - finalmente acepto la mano de Zenitsu - No nos tardaremos, hermano.

Extrañada por esa repentina acción, Azucena miro al peliburdeo con una ceja alzada.

– ¿Recuerdas tu vida pasada? - preguntó al ya no ver cerca a su hermanita, seriamente -

Genya se atragantó con lo que estaba masticando.

—... Pensé que era la única - sorprendida, le respondió - Con que es eso... Lo sabía, no me recuerda.

Tanjiro palmeo su cabeza, en señal de apoyo.

– Ya decía yo que tu nombre se me hacía familiar - limpiándose la boca, el de azabaches cabellos musitó - Muichiro, el pilar, me habló sobre ti momentos antes de tener que pelear contra... Bueno, ese feo demonio.

– Es cierto - su burdea mirada reflejo melancolía pura - Le dolió tanto tu muerte que, para evitar bloquearla como lo hizo inconscientemente con su familia, hablaba sobre ti con frecuencia.

La chica sintió sus ojos picar.

– Dime Azu... ¿Por qué lo ocultaste? - mirándola fijamente a los ojos, cuestionó - Sabes lo mucho que él te quería y te cuidaba. ¿Por qué no dijiste nada?

– Tanjiro... - llamó suavemente, notando como la fémina comenzó a llorar en silencio - No creo que sea el momento.

– Lo siento - se apresuró en disculparse, aún luciendo serio -

— Nezuko... Nezuko no tiene sus recuerdos ¿Verdad? - limpiando sus lágrimas, indagó de vuelta - ¿Por eso les pediste que se la llevarán?

– Hay muchas cosas que no quiero que recuerde, a diferencia de mi... Ella tuvo que ver cómo nuestra familia moria - explicó, recuperando de a poco su habitual calma - Y si para ello no puede recordar nada de su vida pasada, entonces así será.

—... ¿Crees que su hermano me odie? Quizás ya intuyó que tengo algo que ver con sus... "Pesadillas" - murmuró cada vez más achantada - Es mucho más perspicaz que Muichiro...

– No te odia - aseguró el mayor de la mesa - Solo quiere proteger a su hermano menor, puede parecer muy tosco por fuera pero... Justo esa clase de personas son las más amables en el fondo.

Saludando a su hermano profesor desde lejos, sonrió.

– Genya tiene razón, como hermano mayor te puedo asegurar que siempre velo por el bienestar de mis pequeños - sonriendole, volvió a palmear su cabeza en señal de apoyo - Lamento mucho si te hice sentir mal, es que a Muichiro también lo veo como uno de mis hermanitos desde la vida pasada y no puedo evitar... No sé porqué le hiciste algo así.

— No lo hice a propósito - afirmó, entendiendo la preocupación contraria - Jamás quise lastimarlo.

– ¿Entonces?

—... Antes de comenzar a trabajar en la finca... Estar enferma o herida era el pan de cada día.

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Podía vomitar por semanas y después volver a comer como si nada, ellos nunca le daban importancia así que yo tampoco se la daba - suavemente, le explicó aún con lágrimas - Total, con un par de medicinas me curaba.

¿"Te curabas"? - no podía creerlo, a pesar de haberla sacado de ese terrible lugar y poder haberla hecho feliz, ella se estaba escapando otra vez de sus brazos - ¿Entonces porque no te estás curando ahora? ¿Por qué Shinobu dice que tus células se están muriendo lentamente? ¡¿Por qué te estás marchitando!?

Sus aguados párpados calleron, ocultando sus marrones ojos.

No lo sé, Muichiro... No lo sé.


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– Ya ya... Déjalo salir - sosteniendo los largos cabellos de su gemelo para evitar que se mancharan, Yuichiro susurró -

Jalando la cadena de la poceta, Muichiro finalmente termino de regurgitar.

– ¿Estas bien? - ayudándolo a limpiarse, volvió a cuestionar - No recuerdo esta clase de reacciones con los anteriores recuerdos...

– Estoy cansado - queriendo llorar, balbuceó - Primero me desveló y ahora ¿Esto? ¡No reencarne en una vida más tranquila para pasármela enfermo!

– Debe ser un recuerdo muy importante... - palmeando su espalda, trató de calmarlo - Uno que tu sistema se niega a dejar ir.

– Pues que terco es mi sistema - cruzandose de brazos, murmuró frustrado - Ya recorde lo importante. Mi familia, amigos, muerte ¿¡Qué me falta!?

– Girasoles.

– ¿Eh?

– Eso fue lo que te escuché balbusear en la noche - levantó sus hombros, no sabiendo que más decir - En general siempre dices cosas de flores ¿Tú sueño frustrado fue ser un florista?

– Ja ja, muy gracioso - fulminandolo, volvió a suspirar -

– Lo digo en serio - mirandolo a los ojos le dió a entender que era cierto - No dices nombres, ni lugares, ni siquiera hablas de demonios... Solo nombras flores y justo hoy dijiste "girasoles".

–...

Necesito ir al jardín de niños.
Despidiendose de su hermano a la salida del colegio, el menor se dirigió a la guardería donde sus padres los dejaban cuando eran más jóvenes.

Una enorme sonrisa apareció en su rostro al divisar esa enorme y robusta silueta, con ojos blancos y protuberantes cejas, en la entrada del jardín.

– Pequeño Muichiro - el hombre lo saludó con un fuerte y amistoso abrazo -

– ¡Himejima! - abrazandolo de regreso, no pudo evitar reír con la dicha remarcada en sus facciones -

– ¿Cómo has estado? - volviendolo a dejar en el suelo, cuestionó - ¿Qué te trae por aquí?

– He estado bien... Bueno no, verás... He vuelto a tener estos dolores de cabeza, ya sabes... Por los recuerdos - admitio no muy feliz -

– No has recordado todo - dedujó -

– Pero está vez es diferente... Hoy vomité en el colegio.

Su cuidador y también amigo desde la vida pasada, dejó ver una clara expresión de sorpresa aún con su ceguera sobresaliente.

– ¿Y todavía no puedes recordar?

– Esa es la cuestión. Mi hermano dice que, cuando duermo con esos recuerdos, balbuceó cosas sobre flores... Girasoles.

– Oh... - pareció entenderlo todo - Estas intentando recordar a esa niña que salvaste semanas antes de iniciar el entrenamiento pilar. Realmente la estimabas mucho.

¿Una niña?

– ¿Tú sabes quién es? - esperanzado de poder acabar con sus dolores y estrés, le preguntó -

– Bueno... Nunca la llegué a conocer bien - recostandose levemente en el marco de la puerta, respondió - Sin embargo, recuerdo como me la describiste después de su partida.

– ¿Partida?

– Su muerte te afectó mucho - Muichiro sintió un fuerte escalofrío - Me sigue sorprendiendo hasta en esta vida lo fuerte que fuiste... A pesar de estar triste, destrozado, nunca dejaste de luchar hasta el final. Que felicidad que puedas tener y gozar toda la felicidad que mereces ahora.

– Himejima... - volvió a sonreír - Tú también, también me alegra que estés viviendo tranquilo y feliz como lo mereces.

– Gracias joven Muichiro, todos fuimos capaces de tener una segunda oportunidad como fruto de nuestro sacrificio y esfuerzo - palpando la cabecita contraria, músito con su grave voz - Sin embargo, esos malestares no te están dejando tranquilo...

– Intento recordar, de verdad que si pero... No llego a nada.

– Te equivocas, el recuerdo ya está ahí. Ya lo tienes pero todavía lo estás bloqueando por alguna razón.

– ¿Cómo lo sabes?

– Los girasoles - rio suavemente - Tú siempre la comparabas con los girasoles. En realidad le tenías un mote relacionado con las flores, siempre admiraste lo mucho que a ella le gustaban, así que tú mismo decidiste honrar eso con el apodo que le pusiste.

– Apodo... Hmm... ¿De casualidad sabes cuál era?

– Era "florecilla", siempre lo decias con mucho cariño.

Florecilla...
Flores...
Flor...

– Sigo sin dar con esa niña... Es que... ¿"Florecilla"? ¿Por qué? Si yo siempre los comparaba a todos con animales... No tiene sentido.

– Una vez mencionaste que era como una linda vaquita - recordó, enternecido por la palpable inocencia del pequeño - Desafortunadamente nunca me dijiste su nombre así que... No creo poder ayudar más.

– Una vaquita... - inconscientemente carcajeó suavemente - Esta bien, Himejima. Muchas gracias por contarme esto, pronto sera mi cumpleaños y me encantaría que estuvieras allí.

– Fue todo un placer pequeño, tú solo avísame y allí estaré.

Obteniendo otra cálida caricia en su cabecita como despedida, Muichiro volvió a su casa.

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Aún así, no lo comprendo - sollozando, balbuceó dolido - Debiste decirme... Pudimos haber hecho algo...

Perdóname. La costumbre me jugó en contra yo... Yo soy muy feliz en este techo, ayudando en la finca, ayudándolos a ustedes cuando lo necesitan... Yo... - ella se escondió en su pecho - Yo no quiero dejarte, Mentita.


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– Te están saliendo ojeras, Muichiro.

–... Ah... ¿En serio?

— laEs lo que trató de decirle pero, según él está todo bien - cruzando sus brazos, la rubia dejo ver su descontento -

Que tierna es cuando se enoja.
Con una sonrisa socarrona, no pudo evitar pensar.

– Solo espero que puedas descansar bien hoy, mañana ya es martes, tu cumpleaños ¡Y por supuesto que Iguro y yo estaremos allí! - chilló emocionada, Mitsuri -

– Estaré bien - le resto importancia, notablemente cansado - ¿Que hay de ti, Azu? ¿Si puedes ir?

— Si - aún preocupada, respondió - Mis tutores me dejaron hasta las cinco de la tarde.

– Excelente.

– ¡Son tan adorables! - volvió a chillar la pelirosa - ¡Me alegra que sigan siendo así de adorables en esta nueva..!

— ¡Ah! - rápidamente, ella cubrió su boca - ¡Mitsuri, creo que tienes algo en tu uniforme! Vamos al baño a limpiarlo ¡Antes de que el profesor Giyu te regañe!

– Pe-pero...

— ¡Sin peros! - el único chico las miraba con duda - Tú sigue Mui, luego los alcanzamos.

– Si tú lo dices...

No lo supo en ese momento pero las palabras de Tanjiro habían calado muy profundo en la de manchitas negras.
Pensando que le estaba haciendo un mal si lo hacía volver a recordarla.
Optando por hacer como si nada y dejarlo continuar su vida tranquilo.

– Está será la última vez que dormiré contigo ¿Entendiste?

– Ni siquiera te lo estoy pidiendo...

– Necesito que estés descansado para mañana, tienes a todos preocupados... Me tienes a mi preocupado.

–... ¿He vuelto a decir algo entre sueños?

– Ahora empezaste a hablar de mariposas y vacas. Si sigues así, le diré a mamá y a papá que quieres ser granjero.

Ambos rieron antes de acostarse en la misma cama y abrazarse con cariño.

– En serio Mui... Si te duele tanto... Quizás lo mejor sea dejarlo pasar.

– Solo espero que mi cerebro lo deje pasar.

O tal vez no.

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Yo tampoco quiero que me dejes florecilla... - jadeando, la apretó fuertemente entre sus brazos - Por favor... No me dejes... No tú... No otra vez.

Por favor perdóname... - cerrando sus marrones ojos, ella murmuró - Perdóname por hacerte tan infeliz...

No... No lo has entendido... - acunando su rostro entre sus fuertes manos, le susurró con todo el cariño que sentía por ella - Desde que llegaste, tú me has hecho muy feliz. Me has hecho disfrutar de las pequeñas cosas que antes no les daba importancia, me devolviste mi genuina curiosidad por saber más de ti, me diste otro motivo por el cual luchar y jamás rendirme... Azu... Azucena... Tú me has hecho muy feliz con tu sola presencia aquí.

Mui... Muichiro... - su voz se quebraba con cada palabra - Por favor no dejes de seguir luchando. Vive feliz, vive por los dos... Porque tú también me has hecho muy feliz. Me devolviste mi libertad, me diste una razón más bonita y honrada para seguir viviendo... Tú me devolviste el amor propio que creí extinto. Así que, te lo ruego, no pares, no te ahogues en mi recuerdo. Vive, vive de manera feliz y orgullosa. Porque eso es lo que te mereces.
Eso es lo que necesitas después de tanta desdicha.

L-lo dices... Lo dices como si ya fueras a... a... - volvió a romper en llanto entre sus brazos -

No me queda mucho tiempo... Sabes que los cálculos de Shinobu nunca fallan - acariciando su espalda le susurró con pesar -

¡E-entonces me quedaré! ¡Me quedaré todo ese tiempo aquí contigo!

No puedes... Tienes que seguir entrenando a esos espadachines, tienes que cumplir tu deber como pilar.

¡No! ¡No quiero!

Muichiro...

¡Siempre puse mi deber antes que todo y mira lo que pasó! - la miro a los ojos, gritando con su voz ronca - No me iré. Y no me vas a obligar.

Nunca te obligaría... Después de todo... Yo también deseo pasar mis últimos momentos contigo, antes de que me olvides por completo.

– No te olvidare ¿Me oyes? ¡Jamás te olvidare! ¡JAMÁS!


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– ¡Muichiro! ¡Despierta! - la angustiada voz de su querido hermano lo hizo abrir sus aguados ojos -

Finalmente lo recordaba.
Azucena, la misma Azucena también fue parte de su vida pasada.
Estaba triste por haber recordado todo pero, también estaba feliz por haber recordado todo.

– Ahora todo tiene sentido... - limpiando sus lágrimas, carcajeó con alegría - Me hacía falta mi linda vaquita.

–... Voy a avisar al colegio, la fiesta se cancela. Estas muy mal.

– ¿Eh? ¡No, espera! ¡Yuichiro! ¡Déjame explicarte!

Después de una larga charla a las tres de la mañana, la rutina escolar comenzó, recibiendo a los cumpleañeros con sus casilleros llenos de detalles de sus fans, sus pupitres con regalitos de sus amigos y una que otra felicitación por parte de los maestros más cercanos.

– ¿Cómo que Azu no vino hoy? - notablemente desanimado, se desparramó en el asiento de la mesa - Y yo que por fin la he recordado...

– ¿¡La recordaste!? - Nezuko aplaudió encantada - ¡Que alegría!

Todos en la mesa la miraron con sorpresa, Tanjiro rio con vergüenza ante esto.

– Luego de tener esa conversación con Azu... Mi hermanita comenzó a recordar. Realmente yo no lo quería así pero...

– Pero esos recuerdos son parte de mi conciencia y de mi persona - sonriendo, afirmó - Tengo imágenes horribles en mi cabeza, lo se... Pero entre lo malo también existe lo bueno y yo no sé que habría hecho si no hubiese podido recordar todo lo que ustedes y mi hermano tuvieron que sacrificar para poder ponerle fin a esa cadena de sufrimiento.

Tanjiro abrazo fuertemente a su hermanita, llorando levemente, dándole a todos los presentes una paz y calidez con el ambiente formado.

– Un momento... - sus mentolados ojos destellaron - ¿"Esa conversación con Azu"? No me digas que...

– En efecto - Zenistu habló - Ella ya te recordaba, bueno, a todos.

– ¡Si! ¡Es verdad!

– A la mayoría... - carraspeó Genya -

– ¿¡Y por qué no me lo dijeron!?

– ¿Estas pendejo? - Yuichiro le dió un coscorron en la cabeza - Después de todo lo que sufriste para recodarla ¿Cómo preguntas eso?

– Ya ya... Perdón - murmuró sobandose -

– Aún así, es bueno saber que finalmente la recordaste - sus burdeos ojos brillaron de genuina felicidad - Ambos se quieren y se estiman mucho. Que fortuna que hayan tenido la oportunidad de volverse a encontrar.

Sus mejillas se colorearon fuertemente, asintiendo, se sintió extrañamente avergonzado pero contento.

– Ojalá si vaya a la fiesta - Kanao murmuró - Shinobu quiere verla.

Yo también deseo verla.

Las horas pasaron más lentas de lo normal para el joven estudiante, a pesar de que siguieron dejándole detalles y regalitos en el transcurso del día, se sentía muy triste y vacío por no poder compartir con la persona que más ansiaba ver en esos momentos.

Llegando a la casa Kocho, se resigno a no poder verla en su día especial.

– Cambia esa cara de aburrimiento - Yuichiro le reprendió - Y mira que es raro que te lo diga yo.

– Lo siento... Tienes razón, todos nuestros amigos se esforzaron para hacer de este día algo muy especial y aún así yo...

– Está bien - con una pequeña sonrisa, lo calmó - Con lo poco que me contaste está mañana, puedo entender el porque aprecias tanto a esa chica. Todavía no sé si lo apruebo pero, al menos ya se que no es una extranjera loquita como los de esos vídeos de asesinos seriales que vemos.

– Eres un exagerado - carcajeó suavemente -

– Es mi trabajo velar por tu seguridad y preocuparme por ti. Se que... Se que aveces soy muy serio y brusco pero... Pero yo... Yo quiero que... Quiero que sepas que en realidad... Yo...

– Lo sé - abrazandolo con el mismo cariño de siempre, quizás un poco más, murmuró - Yo también te quiero mucho, Yuichiro.

Correspondiendo el abrazo, el mayor decidió entrar a la casa luego de unos largos segundos de afecto fraternal, dejando solo al menor.

— ¿Qué pasa? - sonriendo enormemente al reconocer esa dulce y melodiosa voz, Muichiro se giró para verla - El cumpleañero perdiéndose de su propia fiesta... ¿Llegue muy tarde?

– No, en realidad, llegaste justo a tiempo - acercándose a ella, tomo una de sus manos para besar sus nudillos con cariño - Mi linda vaquita.

Las bolsas de regalo que estaba sosteniendo con la otra mano, calleron al suelo.

—... M-mui..?

– Si - sus ojitos mentolados se achicaron con dulzura - ¿Que sucede?

Ella enrolló sus hombros entre sus brazos, apretandolo con dicha y afecto, llorando de la emoción.

— ¡L-lo has recordado! ¿Te dolió mucho? ¡Debiste dejarlo pasar! - estaba tan sensible que sus palabras salieron atropelladas - ¡Pero lo recordaste! ¡Me recordaste!

– Perdón por tardarme - enrollandola de vuelta por su cintura, le susurró igual de contento - Te ves muy bonita en ese conjunto de mezclilla, bueno, siempre te ves bonita.

— Gracias... - volviendo a sentir esa inolvidable calidez, murmuró de regreso - Ese traje no te queda nada mal.

– ¿Tú crees? Siento que es demasiado... No sé cómo me deje convencer de Yuichiro.

— Yo pienso que es perfecto para la ocasión. Quinceañero.

Ambos rieron, sintiéndose tranquilos y contentos en los brazos del otro.

— Creo... - luego de varios minutos en un cómodo silencio, ella decidió romperlo - Creo que deberíamos entrar ya, me dijeron que iban a ordenar pizza y sería un completo fiasco si se enfría.

– La pizza puede esperar, déjame estar así un ratito más - le pidió suavemente - Así me compensas por no haber ido al colegio hoy en mi día especial.

— Ay pero que mimado salió el quinceañero.

Rieron suavemente de nuevo, mirándose fijamente a los ojos, compartiendo el dulce momento.

– ¡Muichiro, Azucena! - el grito de Shinobu los hizo brincar en su sitio, separandose del interminable abrazo - ¡Solo faltan ustedes para comenzar la fiesta!

– ¡Ya vamos! - gritó de vuelta, avergonzado -

— Bueno - recogiendo los regalos, ella comenzó a caminar hacia la puerta de mármol - Andando.

– Azucena.

La nombrada lo miró, expectante, curiosa por lo que diría a continuación.
El por otro lado, rio suavemente al volver a pensar que ella era adorable, se acercó para cargarla entre sus brazos, justo como la primera vez en sus vidas pasadas.

Mentita... - avergonzada, balbuceó - No tienes que hacer eso, aunque... Siempre es bueno saber que sigues siendo igual de fuerte.

Ambos rieron por tercera vez consecutiva. Realmente gozaban de poder estar hablando amenamente, sin amenazas, sin ninguna preocupación y sin ningún miedo externo que les pudiera arruinar el momento.
Eran solo ellos dos con sus vidas normales.
Justo como siempre debió ser.

– Ni que fueras tan pesada - sarcásticamente habló -

— Es bromita... - pegando sus frentes, como en los viejos tiempos, le susurró - En realidad soy feliz de que puedas estar con tu familia, con tu hermano y tus amigos de manera pacífica en esta nueva vida.

– Y a mi me hace muy feliz poder verte así de radiante y satisfecha contigo misma. Tambien con una vida tranquila, lejos de ese terrible pasado - susurró de vuelta, besando su mejilla con suavidad - Mi linda florecilla.

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