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02

"Eres como una droga, me estás matando por dentro"

Después de aquel encuentro tan inesperado, cada quien se fue por su lado, aunque los dos con pensamientos llenos del contrario; JiMin intentando procesar el actual Min y la forma en que debería hablar con él para pedirle disculpas. Mientras que YoonGi por su parte se marcaba una nueva meta, en el pasado había intentado de buena manera ganarse el corazón de Park, pero ahora no le daría elección, le diría sí o sí y conseguiría todo lo que siempre quiso.

Cuando JiMin volvió a su mesa, escuchó sobre cómo el chef principal de Seesaw los había sorprendido con su belleza, el cómo era físicamente y no demoró en unir los hilos en su mente, Min YoonGi era el dueño del establecimiento donde se encontraba.

Tal vez por eso la torta de fresas que aún estaba en su plato le recordaba a la que le intentó regalar años atrás, cuando se le confesó, el betún rosado y la manera en que los frutos fueron acomodados eran la misma, no había duda alguna.

Con tan solo ver ese postre se sentía la peor persona del mundo y es que a pesar del tiempo nunca logró olvidar lo inmaduro que fue, el cómo por su culpa YoonGi recibió tanto bullying y lo peor de todo que fueron sus propios amigos los que se lo hacían.

JiMin había intentado pedir disculpas, enmendar sus errores, pero cuando se envalento a hacerlo, Min ya se había cambiado de escuela y desaparecido de su radar. Así que los años pasaron, él continuó con su vida a medias debido a las constantes pesadillas que sufría por la noche al recordar como YoonGi pedía ayuda o la forma en que gritaba cuando lo golpeaban.

No fue intencional, de verdad que no, pero a final de cuentas lo había lastimado también y sus acciones le dieron cabida a las de los demás. JiMin tenía miedo a las personas gordas, no era por discriminación sino por un trauma, el cual se retribuía a su obeso padrastro que solía abusar de él en la infancia.

Aun así, aquello no le daba el derecho de tratar mal a las personas solo por su físico y lo sabía, pero tenía miedo cada vez que alguien gordo se acercaba a él. Quizás por eso terminó en una carrera donde se rodeó de personas delgadas, como lo era el modelaje profesional y en una agencia sin sección de tallas extras.

Estéticamente hablando JiMin siempre fue apuesto, desde pequeño se esmeraba por cuidar su piel y mantener un peso estable porque le gustaba sentirse bonito. A medida que fue creciendo recibió amor debido a su manera "saludable" de vivir, siempre lo halagaron por pesar menos de lo debido, por tener piel suave y un cabello sedoso. Pero todas esas cosas conllevaban esfuerzo, mucha dedicación tanto física como mental, porque las rutinas en el gimnasio eran intensas y la autocrítica en el espejo era casi enfermiza.

Ahora JiMin siendo un adulto de veintiséis años era un famoso modelo de la marca Chanel, siempre se encontraba ocupado con pasarelas en otros países y pocas veces se encontraba en Corea. Esta vez por obra del destino terminó quedándose en su país natal para festejar su reciente éxito y cuando sus compañeros lo invitaron a cenar no se negó.

Haberse reencontrado con YoonGi le trajo todo al presente, se sentía nuevamente un monstruo, pero en este momento no debía ser difícil acercarse a él y pedirle disculpas. Después de todo, ya no era gordo como antes, debía aprovechar la ocasión para deshacerse de esa culpabilidad y la carga emocional que le había quedado.

JiMin decidió quedarse fuera del restaurante aun cuando sus amigos se fueron, también cuando todos los clientes se retiraron e incluso cuando los trabajadores se despidieron.

YoonGi fue consciente de su presencia a través de las cámaras de seguridad y mientras pasaban las horas fue maquinando una manera de aprovechar la ocasión a su favor.

Cuando Seesaw cerró sus puertas y Min salió por la puerta trasera del establecimiento, se encontró con JiMin recargado en la pared del callejón, claramente estaba esperándolo a él.

—Hola.

—Hola, ya cerramos ¿Se te quedó algo?— preguntó YoonGi, haciéndose el desentendido.

—Y-yo...

—¿Tú?

—Quería hablar contigo.— dijo JiMin armándose de valor —Sobre lo que pasó años atrás, lame-.

YoonGi le interrumpió —No.— contestó fríamente acercándose a él y encerrándolo contra el muro —Ni se te ocurra continuar, no pienso perdonarte ni ahora, ni nunca.— siseo entre dientes con furia pura.

JiMin se cohibió por sus repentinas y agresivas acciones, estaba totalmente atrapado y tenía el rostro de Min a escasos centímetros del suyo, la respiración del mayor golpeaba contra su nariz. Los gatunos ojos lo miraban de manera penetrante, casi como si quisiera asesinarlo y eso lo aterro, dejo de sentir la seguridad y valentía que minutos atrás tenía.

—Q-quiero arreglar mis errores.— tartamudeo el menor, intentando alejarlo.

YoonGi ni se inmutó, estaba ciego por el odio, lo apretó aún más contra su cuerpo y dirigió una de sus pálidas manos a su cuello para ahorcarlo y azotarlo contra la pared, solamente eso bastó para que Park cayera inconsciente. Sostuvo el delicado cuerpo antes de que golpeara contra el piso y lo cargó entre sus brazos para llevarlo hasta su coche, donde lo acomodo en los asientos traseros, a la vez que le enviaba un mensaje al encargado para avisarle que tomaría unos días de descanso.

No estaba preocupado de que alguien lo viera porque sabía de antemano que una vez cerraba nadie se quedaba alrededor y las cámaras de vigilancia las había apagado con antelación para poder llevarse a JiMin sin problema.

—Arreglarás tus errores, JiMin, pero a mi manera.— aseguró el peli azul, encendiendo el auto y manejando hacia su hogar.

YoonGi vivía en un área privada, su casa era de tres pisos y tenía varias habitaciones, pero aun así decidió llevar a Park directamente al sótano. Lo ató de manos y pies con unas cuerdas que tenía almacenadas y lo tumbó en el piso para colocársele encima.

JiMin lentamente debido al constante tacto fue despertando, su cabeza dolía sobremanera y sentía que un líquido le recorría el rostro, estaba sangrando. Apenas abrió los ojos se encontró con Min, miró a su alrededor un poco aturdido y parpadeo repetidamente intentando despertar.

—No estás soñando.— comentó con burla el mayor, tomándolo por la fina camisa que llevaba puesta y rompiéndola.

—D-detente ¿Qué haces?— preguntó asustado al verse medio desnudo.

—Te enseñaré un par de cosas, JiMin, entre ellas a cocinar, pero eso será mañana.— respondió con cinismo.

JiMin estaba por responder cuando YoonGi comenzó a devorarle la boca de manera desesperada, fue un beso brusco y posesivo que dejaba en claro que sus intenciones no eran para nada inocentes. Sus lenguas se encontraron, pelearon unos instantes y después de varias mordidas, separaciones y uniones, Min fue bajando por su cuello hasta sus clavículas.

—Mgh~ n-no p-para.— rogó el rubio al sentir como sus pezones eran pellizcados, mordidos y succionados al punto del dolor.

YoonGi ignoró sus súplicas, le rompió los pantalones que llevaba puestos y la ropa interior también. Todas sus acciones eran brutas, casi rozando lo agresivo, estaba ansioso por hacerlo suyo y romperlo de todas las maneras posibles.

—Si hubieses dicho que si en el pasado...— murmuró el mayor admirando su pequeño miembro ligeramente erguido —Dices no y aun así aquí abajo estás reaccionando muy bien ¿Acaso ahora te gusto, JiMin?

—No... No.— mintió porque ciertamente este YoonGi le atraía mucho.

—Haré como que te creo, de igual forma no pretendo detenerme.

Tras esa advertencia, YoonGi lo tomó por el cabello, lo obligó a girarse boca abajo y pegó su bonito rostro contra el piso. Se acomodó entre sus piernas, jugueteó con su trasero solo un poco y se deshizo de su cinturón para liberar su potente erección.

—¿Sientes esto, JiMin? — preguntó con picardía, adentrándose lentamente en su interior por la fuerza con toda la intención de lastimarlo.

JiMin sollozo al sentir sus paredes extendiéndose sin preparación alguna, mordió su labio inferior intentando mantener sus quejas para sí mismo y aun así gritó desgarradoramente cuando el mayor comenzó a penetrarlo sin piedad. YoonGi no fue suave en ningún momento, desde el inicio fue rudo, tanto que probablemente le había provocado un desgarre en el interior de su trasero.

—Y-Yoon.— gimoteo el rubio entre hipidos.

—Sí, dime, JiMin ¿Acaso no te llamaba yo de esta manera cuando me golpeaban tus amigos?— cuestionó, propinándole múltiples nalgadas.

—L-lo siento.

—Claro que lo sientes, te estoy follando.

—De verdad... perdón.— insistió JiMin sintiendo su próstata ser brutalmente maltratada con cada estocada.

Los ojos del menor ya ni siquiera podían mantenerse abiertos, el placer junto al dolor era desorbitante y se sentía tan bien que no lograba pensar correctamente. Estaba en el punto en que solo podía balbucear, rogar y gemir, su trasero dolía, pero su miembro estaba tan duro como nunca antes.

YoonGi estaba disfrutando el desastre en que lo había convertido, tras unos minutos de penetraciones constantes terminó en su interior. Su semen se deslizó por los muslos cuando sacó su pene del culo de JiMin, lo recolectó con el glande y lo llevó de regreso al ano.

—No lo desperdicies, JiMin, debes llenarte bien, estás muy delgado, pero no te preocupes... Yo me encargaré de que engordes un poco.— comentó, introduciéndose de nuevo y orinando en su interior.

JiMin sintió el chorro caliente dentro de sus paredes anales, jadeo y sintió una inmensa necesidad de también hacer del baño, pero YoonGi no salía de él. No fue hasta unos segundos después que Min lo giró boca arriba, le acarició el estómago inflamado y lo aplastó a la vez que sacaba su miembro.

—Hazlo, sácalo, JiMin.— ordenó YoonGi haciendo presión sobre su vientre.

—N-no, por favor...— suplico avergonzado —Déjame ir al baño, no hagas esto.

YoonGi se rio a la vez que negó, golpeó con su puño el estómago e inevitablemente JiMin expulso la orina, mientras que se corría por la satisfactoria sensación de ser obligado, humillado y maltratado.

—Eso, muy bien, tan obediente y bonito.— halago el peli azul, dándole unas palmaditas en las húmedas mejillas.

JiMin después de eso lo miró marcharse del sótano con la vista borrosa, se hizo bolita y se permitió llorar en la soledad. Estaba lleno de semen y orina, tenía todo el cuerpo lastimado, su culo ardía y no podía dejar de temblar.

—Lo siento, YoonGi.— murmuró en un hilo de voz —Me hubiese gustado decirte que sí aquella vez, pero tenía miedo de estar cercas de ti... Aun cuando también me gustabas.— finalizó, cayendo dormido por el dolor y agotamiento.

¿A qué sabe la desesperación y el miedo?

¿A qué sabe la locura y el poder?

"Amo tus mentiras, me las comeré"

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