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01

"Cariño te voy a acechar esta noche"

—Chef Min.— llamó el joven mesero sutilmente.

YoonGi al escucharlo apagó el fuego y sacó la sartén de Foie Gras con bastante rapidez, pues debía ser cuidadoso con la cocción. El hígado de pato en salsa de champiñones era un platillo delicado, proveniente de Francia, sumamente elegante y costoso.

—¿Qué ocurre?— cuestionó con semblante neutro, colocando la comida con dedicación en un plato grande y blanco, dándole así una imagen estética y limpia.

—En la mesa siete piden su presencia, al parecer quieren felicitarlo.— comentó el menor mirando como bañaba suavemente con salsa y colocaba un racimo de perejil encima.

YoonGi asintió —Está bien, gracias por avisarme y entrega esto en la mesa once por favor.— señaló, entregándole el plato para luego dirigirse a lavar sus manos antes de ir a donde sus clientes lo solicitaban.

Se encaminó con pasos lentos y firmes, por donde pasaba los clientes le sonreían e incluso algunas personas murmuraban sobre su hermoso tono pálido de piel y color azulado de cabello. Vislumbro a poca distancia su destino y pudo distinguir a cinco personas degustando su tarta de fresas especial, aquella que solía preparar con la receta secreta de su amada abuela.

—Buenas tardes.— habló logrando atraer su atención —Tengo entendido que buscaban al chef principal.

Los cinco presentes lo escanearon de pies a cabeza y la mujer en el centro de la mesa le sonrió con coquetería, a la cual él sutilmente correspondió torcidamente, ya que YoonGi no era fan de las personas que se iban por el físico.

—Sí, usted debe ser el famoso Min YoonGi. Me presento, soy la modelo Brigitte y vengo con mis compañeros de la agencia Chanel, solo quería comentarle lo exquisitos que son sus platillos.

YoonGi asintió al halago —Muchas gracias, pero veo que la tarta de fresas no le gusto a alguien.— comentó, observando un puesto en la mesa vacío, en el cual el postre yacía casi intacto, quizás solo habían dado una cucharada y abandonado sin más.

—Oh, ese debió ser mi compañero.— respondió uno de los modelos masculinos con algo de pena —JiMin siempre huye de las cosas dulces.

JiMin...

YoonGi al escuchar ese nombre sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal, negó intentando convencerse de que solamente era una casualidad y no se trataba del mismo JiMin que conoció.

—Ya veo, espero tengan una excelente noche y gracias por visitar Seesaw.— dijo dando por finalizado su encuentro y retirándose velozmente.

Forzadamente, se obligó a no mostrar debilidad, se dirigió a los sanitarios y al verse al espejo gruñó irritado. No debía recordar, pero cuando se trataba de Park... Simplemente todo volvía de golpe a él y no podía controlarlo.

Min YoonGi en la actualidad era dueño del famoso restaurante cinco estrellas Seesaw, a sus cortos veintisiete años había logrado todas sus metas y hasta era un chef de renombre mundial.

Desde la infancia YoonGi presentó sumo interés en la cocina, adoraba ver a su abuela YuMin preparar la comida y luego atiborrarse con ella, cosa que a la larga le provocó obesidad. No obstante, aumentar de peso no le importaba cuando podía degustar platillo tras platillo y deleitar su paladar con los miles de sabores hogareños de su abuela.

YoonGi quedó huérfano desde los cinco años, su abuela YuMin era su única familia y lo consentía en todo. Nunca se le negó una doble porción o su postre favorito, era el bebé consentido y procuraba darle todo lo que quisiera.

Lamentablemente, había estereotipos que arruinaron la infancia y adolescencia de YoonGi, al punto de volverlo un mártir en sus escuelas. No cumplía con los estándares de peso y estatura que Corea del Sur tenía. Debido a eso siempre fue el centro de burlas y sobrenombres indeseados.

YuMin solía consolarlo entre mimos mientras le decía al oído que la gente se centraba en cosas vanas, que lo importante se encontraba en el interior y que el exterior solo era una fachada.

El pequeño YoonGi en ese entonces no entendía mucho sus palabras, pero con el tiempo comprendió su significado y era horrible tener que vivir siendo señalado, juzgado y maltratado por el simple hecho de estar pasado de peso. Sin embargo, jamás desistió en hacer lo que le gustaba, continuó cocinando y comiendo sin importar su alrededor. Se centró en cumplir sus sueños y estaba seguro de que lo lograría junto a su amada abuela, que ambos alcanzarían el éxito algún día.

Desgraciadamente, todos esos anhelos se fueron a la mierda cuando a sus quince años conoció a Park JiMin, su nuevo compañero de salón y quien poco después se convertiría en su primer amor. Para muchos el enamorarse quizás sea un acto puro, algo hermoso, que debe recordarse y valorarse, pero para YoonGi fue lo peor que pudo haberle pasado.

JiMin muy a diferencia de YoonGi era un niño delgado, bello, amable y amado por todos, por lo cual el pequeño Min no pudo evitar enamorarse de él a primera vista. No solo fue su dulce aspecto, sino también la forma en que solía ver por los demás, lo cálido que era con sus amigos y la bonita sonrisa que formaba su rostro al llegar diariamente a clases.

YoonGi creía ciegamente que JiMin era buena persona porque jamás se burló de su aspecto y tampoco lo molesto como los demás, pero la realidad era muy distinta.

Tonto e incrédulo Min YoonGi.

En el presente, YoonGi aún recordaba cómo el catorce de febrero de años atrás se esmeró desde bien temprano en preparar con ayuda de su abuela una torta de fresas, con la cual planeaba declararse a JiMin y dársela como presente.

No podía olvidar cómo ese mismo día el postre que hizo con tanto amor y dedicación había terminado siendo pisoteado por JiMin después de darle un rotundo "No" y decirle que "Un cerdo como él jamás le gustaría".

Sí, bueno, tal vez eso había sido casi un trauma para YoonGi, pero lo que verdaderamente lo marcó fue que al volver a su refugio entre lágrimas e hipidos encontró a su abuela tirada en el suelo. YuMin había fallecido en la soledad, el doctor había confirmado que fue debido a un paro cardiaco, su corazón ya estaba débil desde hace varios años y solo era cuestión de tiempo.

Min el cerdo jamás pudo volver a comer los lonches que su abuela le solía preparar, siempre que compraba algo para comer había alguien que se lo tiraba o lo obligaba a comerlo después de llenarlo de lodo, tal como los cerdos. Además, se convirtió en el juguete de desquite, recibía palizas en los baños, los chicos eran crueles con él al punto de hacerlo sangrar y nadie parecía querer ayudarlo porque estaban asqueados con su obesidad, pensaban que lo merecía.

Desgracia tras desgracia, YoonGi pasó de crecer en un ambiente cálido y amoroso a uno problemático y violento.

Los años pasaron, fue adoptado por una familia, tuvo que cambiarse de escuela y al final, a pesar de todo, YoonGi logró brillar. Cumplió la mayoría de edad, pudo entrar a la carrera de gastronomía, se esmeró por conseguir dinero suficiente y comenzó su propio negocio.

Todo lo inició solo y desde cero, pero ahora tenía todo lo que siempre quiso, era famoso, codiciado, el mejor entre todos los chefs y poseía un restaurante valorado en cinco estrellas. Seguramente su abuela YuMin estaría muy orgullosa de él, si tan solo pudiera verlo.

Min YoonGi había pasado de ser el cerdo que nadie querría al príncipe que todas y todos soñarían, pero aun así no tenía una pareja porque después de Park JiMin jamás volvió a sentir nada por nadie.

El amor no era algo que YoonGi deseara volver a probar, aquella vez había bastado para entender que era algo demasiado amargo para su gusto.

YoonGi salió del trance en el que había entrado mientras observaba su reflejo, escucho a alguien vomitar en uno de los cubículos, decidió ignorar ese suceso y se mojó el rostro. Pese a eso, al alzar la vista distinguió a un chico rubio a su lado enjuagándose la boca, deseó que fuera mentira con todas sus fuerzas, aunque fue imposible porque Park JiMin se encontraba justo allí.

Si alguien le hubiera dicho a YoonGi que volvería a sentir su corazón acelerarse después de tantos años se hubiera burlado y dicho que eso sería imposible. Más ahora estaba sucediendo, había caído nuevamente y como si jamás hubiese pasado el tiempo se sintió aquel niño de quince años que se enamoró perdidamente de un gordofóbico.

JiMin escuchó a alguien suspirar muy cerca de él, dejó de limpiarse la boca y observó por el reflejo del espejo a la persona que se encontraba a su lado. Sus pequeños ojos avellanas se abrieron sobremanera al reconocer a Min YoonGi, aunque esta vez mayor, alto, delgado y con cabellos azules.

—Hola, JiMin.

Park quería llorar, si había algo de lo que se lamentó durante años fue no haber hecho algo por Min cuando lo maltrataban y por eso al ver la torta de fresas en su plato sintió la necesidad de vomitar.

—Y-YoonGi...— balbuceo en respuesta, temblando ligeramente al escuchar su ronca y gruesa voz, nada parecida a la del pasado.

¿A qué sabe el arrepentimiento y la culpa?

¿A qué sabe la obsesión y el deseo?

"Te voy a cazar y comer vivo"




Prepárense para lo que viene, empezamos recio.

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