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XX

Pasamos el mejor fin de semana en los brazos del otro.

Es increíble cómo el desinhibirte sexualmente con una persona en quien confías puede cambiar la naturalidad de su relación en un parpadeo.

Jungkook y yo nos amamos con locura y ternura hasta que nos dolió el cuerpo. Hicimos breves pausas para comer y holgazanear frente al televisor. También nos ocupamos de cosas importantes como su tarea de matemáticas y mi trabajo de virología; solo déjame decirte, nuestras sesiones de estudio en poca ropa son una pasada.

Pero como todas las lunas de miel que llegan a su fin, la nuestra también lo hizo. El domingo por la tarde, Jungkook miraba al techo mientras yo trazaba con mis dedos cada bordeo de tinta tatuada que encontré en su brazo.

—¿En qué piensas?

El brazo que me tenía rodeada me apretó con más fuerza. —Una parte de mí está esperando el momento en que esa puerta se abra y alguien, quien sea, me separe de ti.

—¿Y la otra?

—¿La otra parte de mí? —Asentí. Él resopló. —Esa...bueno, esa está temiendo que todo esto sea un sueño del cual estoy a punto de despertar.

—Jungkook, esto es real. Tú y yo, estamos pasando.

—No lo entiendes, Si Yeon, lo que siento va mucho más allá. No quiero perderte.

—No vas a hacerlo.

—¿Me lo prometes? —se medio incorporó apoyando todo su peso sobre el costado de su cuerpo.

—No iré a ningún lado.

—Júralo.

—Lo juro.

—¿Aunque toda la universidad se vuelva contra ti? —insistió.

—Sí.

—¿Aunque las cosas se pongan feas y tengamos que luchar contra ello?

—Sí

—¿Aunque te amenacen o me metan a prisión?

—Jungkook—esta vez fui yo la que se sentó en la cama—, ¿en qué rayos estás pensando?

—Nada. Es sólo que...—Jungkook le dio un repaso a la ventana frente a él como si quisiera ver más allá. —SonHa me amenazó con denunciarme a la policía. Sé que podría salir limpio, siempre fui muy cuidadoso, pero podría suceder.

—Si lo hace, abogaré por ti —me eché el cabello hacia atrás sintiéndome de repente demasiado ansiosa acerca de todo. —. Mostraré tu historial académico, comprobaremos tus recibos del Cosmo Club, desmentiremos el rumor de que trabajaste en ello. Nadie testificará en tu contra, a esas mujeres les importa más su reputación que cualquier otra cosa.

—Hey—acarició mi cabello—hey, tranquila. Sólo puse la idea en la canasta. Sé que serías capaz de hasta lo imposible para defenderme, y te lo agradezco, pero si algo parecido llegase a suceder, tienes que prometerme que no harás nada que te ponga en peligro.

—Oh, vamos. No exageres...

—Hablo en serio—pude escuchar la sentencia en su tono grave—. Me volvería loco si algo te sucediera por mi culpa y no estoy ahí para protegerte.

—Jungkook, tú eres el que está "sobre-pensando" todo. Sólo nos hicimos novios, no somos los Romeo y Julieta de la mafia.

Parecía que había contenido el aliento, sin embargo, por la forma en que me miró, comprendí que se trataba de algo mucho más importante lo que no fue capaz de decirme.

Pueden llamarme cobarde, pero no quise preguntar.

A los pocos minutos su madre lo llamó por teléfono pidiéndole/medio exigiéndole que volviera a casa y que no se olvidara de traer consigo la medicina de Hee Jin. Esa fue la llamada de vuelta a la realidad que tanto habíamos estado retrasando.

—Bien. —suspiró dramáticamente desahuciado dejándose caer sobre mí —Supongo que es hora de irme.

—Así es. —pasé mis dedos por su cabello una y otra vez hasta que sus párpados comenzaron a luchar por mantenerse abiertos. —Oye— me incliné a besarle la oreja—, tienes que ir por la medicina.

Jungkook refunfuñó contra mi cadera. —¿Qué tan difícil es ir a la farmacia? Lo digo enserio, mi madre tiene que aprender a resolver estas cosas sola, ya no es agradable.

—¿Cuándo lo fue?

—Nunca, pero era mi labor como el hombre de la casa. A veces ella...—gruñó apartando las sábanas para salir de la cama. —Olvídalo. Iré a darme una ducha rápida.

Él sonrió y se estiró para darme un beso de despedida.

Estoy bastante segura de que él quería que fuera un beso rápido pero no pude evitarlo, hundí los dedos en su pelo porque ahora podía tocarle. ¡Aaaaaah!

Gimiendo, Jungkook se arrastró de vuelta a la cama. No le tomó mucho inmovilizarme contra el colchón. Sus ojos brillaron luego de romper nuestro beso para poder sonreír.

—Tramposa.

—No puedes culparme—batí mis pestañas.

Tardamos diez minutos más haciéndonos bromas hasta que finalmente salió de la cama otra vez. —No te muevas —advirtió una última vez antes de desaparecer en el cuarto de baño.

—¡Hay toallas limpias en la gaveta!

—Vaya, señorita Park—gritó desde el interior—, usted tiene muchas cosas rosadas. La última vez que estuve aquí todo era amarillo.

—¡Quizá el próximo mes lo cambie a morado!

— ¡Tienes demasiado tiempo libre! ¡Debemos hacer algo al respecto! — bromeó. Acto seguido, se escuchó el agua de la regadera correr.

Y sí, caí en el cliché y suspiré, sintiéndome un poco perdida sin su cercanía.

Fue triste de verdad. No tenía idea de que una chica pudiera llegar a ser tan adicta, completamente, y de manera tan rápida. Con Lee Jae Wook...

¿Por qué sigo comparando? No había comparación. Punto.

Sintiéndome agotada y agradablemente dolorida en todos los lugares correctos, me estiré lánguidamente bajo las sábanas cuando un pitido vino de la mesita de noche. Provenía del teléfono de Jungkook. Preocupada de que pudiera ser su madre intentando comunicarse con él de nuevo, comprobé quien era. Cuando vi que la persona que llamaba era la casera, se me heló la sangre. Me sentí culpable por abrirlo y leer su mensaje privado. Pero, nah, no estaba totalmente arrepentida de hacerlo.

"Tengo el número de Lee Jae Wook. Te quiero esta noche a las diez, o de lo contrario voy a enviarle el paradero de esa zorra"

Con un grito ahogado se me cayó el teléfono de Jungkook.

¡Esa...puta!

Debería haber sabido que había seguido intentando utilizarme como cebo para chantajearlo hasta que se acostara con ella. Quiero decir, ¿por qué nadie en el mundo sospechaba de su maldad? ¡Esa maldita desgraciada casera asalta cunas! ¿Cómo se atreve? ¿Cómo se atreve a herirle con eso?

Conocía a Jungkook. Y cada visita que pasó en su habitación le hizo daño. Desnudó una parte de él y lo transformó en alguien que despreciaba. Bueno, esa mierda acababa hoy. Nadie le hará daño a mi hombre y se saldrá con la suya. Jungkook no era el juguete de ninguna mujer. No por más tiempo. Y definitivamente era tampoco el único que podía sacrificarse para proteger a la gente que quería.

Fue ahí cuando más o menos perdí la cabeza por completo: Se me ocurrió un plan. Sería arriesgado, poniendo en peligro mi propia seguridad. Sería algo ilegal, pero diablos, siempre había querido saber que se sentía al quebrantar la ley.

Posiblemente el plan me podría estallar en la cara, pero para liberar a Jungkook de esa mujer para siempre, tenía que intentarlo. Y no tuve ni un ápice de arrepentimiento de la manera en que lo hice en mi mente.

Puse en marcha el primer paso de la Operación Salvar a Jungkook.

"Estaré allí"

Después de que "Jungkook" enviara la respuesta, borré los últimos dos mensajes de su teléfono. Para el momento en que Jungkook reapareció en la escena, yo ya me había vestido y trasladado a una de las sillas de mi mesa para dos. Después de ese texto no había sido capaz de relajarme ni un segundo más.

Sabía que algo andaba mal en cuanto me vio. Su rostro parecía lleno de inquietud. —¿Qué ha pasado?

No quería mentirle, pero de cualquier manera no podía decirle la verdad, o habría parado mis planes antes de que los empezara. Entonces decidí a ir con la táctica que él había usado con su madre.

—Una de tus clientas te envió un mensaje. Lo leí. Después lo borré.

¿Lo ves? La verdad total.

Se me quedó mirando un momento antes de venir hacia mí.

—Bien. Me alegro de que lo hayas borrado —Sentándose del lado contrario, hizo a un lado el plato servido para coger mis manos—, salvo que no me gusta la expresión de tu cara. ¿Qué sucede? Dime.

Negué con la cabeza sin saber qué decir. Estaba todavía muy inquieta por el mensaje y por los planes que había hecho. Demasiado inquieta por todo.

Lamiendo mis labios, lo intenté. —¿C-on qué frecuencia te mandan mensajes como esos?

Hizo una mueca y bajó la mirada hacia nuestros dedos entrelazados. —Llevará algo de tiempo que se divulgue "la noticia".

—¿Y cuánto tiempo vas a necesitar para convencer a todas tus clientas de que esta vez vas en serio?

No sé de dónde vinieron estas palabras, o por qué usé un tono tan mordaz al pronunciarlas. No quería pelear con Jungkook, quería abrazarle y decirle que me encantaría protegerle siempre. Pero la idea de que recibiera mensajes durante semanas, quizá meses, de mujeres con ganas de sexo, me molestaba. Así que las palabras seguían arrojándose de mi boca:

—¿Hasta cuándo van a seguir deslizándote sus tarjetas de presentación y decirte que las llames tan pronto como las cosas entre tú y yo se pongan un poco difícil? O, ¿hasta qué punto voy a tener que vigilar lo que digo? Es probable que ante la primera muestra de molestia tu quieras retroceder, o no sé, nosotros...

—Ya basta —exigió bruscamente y me dio un tirón para darme un fuerte abrazo—. No voy a traicionarte, Si Yeon. Nunca voy a hacer eso. He probado el otro lado. No me gustó. No voy a volver. Sólo te quiero a ti —Un temblor le agitó e hizo eco en mí—. No rompas conmigo, sólo ha pasado un día. No es suficiente, ni de lejos es suficiente. Por favor, no te des por vencida con nosotros.

—No lo hago —gemí frustrada—. Lo siento. No sé por qué sigo diciendo estas cosas. Sólo te quiero a ti también, Jungkook. No quiero romper contigo. No quiero perderte en absoluto.

—Esto va a ser un caos, pero vamos a estar bien. Sé que tiene que ser casi imposible para cualquier mujer lidiar con un novio que tiene una historia tan reciente como la mía —admitió—, y no es justo pedirte que lo hagas, pero necesito que seas fuerte. Si alguien puede superar lo que fui, esa eres tú.

Todo lo que pude hacer fue asentir con la máxima confianza. No me importaba lo difícil que sería, sabía que iba a superar sus antecedentes, porque la alternativa -perderle para siempre- sería insoportable.

Jungkook esnifó y me besó, no noté nada de pasión. Este beso era desesperado e interesado; necesitaba la seguridad de que no iba a dejarlo. Devolviéndole el beso, puse mi corazón en él, y eso pareció calmarlo.

Lucía como un perrito al llegar la hora de acompañarlo hasta la puerta, pero no me rogó para quedarse. Menudo hombre, supongo que no quería parecer machacado o cualquier cosa de ese tipo. Puse un poco de empuje extra en mi beso de despedida, intentando convencerlo de lo mucho que lo quería. Aun así, toda la angustia detrás de la mirada que me envió antes de bajar por las escaleras y se acercarse a su auto, me golpeó en el pecho. Quería contarle la verdad acerca de la vieja y mi plan maestro. Sorpresa, sorpresa. Por supuesto que no lo hice. Lo miré desde las alturas montarse en el coche y desaparecer por la calle.

Luego dejé escapar un suspiro, me puse mis bragas de chica grande, y me puse a trabajar en la operación Salvar a Jungkook.

Me vestí de negro. Hábitos que ganas viendo series de espías y chicas empoderadas, ya sabes.

Sin un minuto que perder, caminé hacia mi destino.

Pensé que la puerta que separa el patio de Jungkook con el de la señora Yoon estaría abierta para permitirle la entrada a su cita de diez en punto. Y tenía razón. Mi corazón latió desbocado cuando vi que la puerta corrediza también se había dejado abierta para él.

Medio asustada en mi mente, y aun así emocionada porque era el momento de ejecutar mi loca idea, deslicé la mampara con mucho sigilo esperando que no me hubiese oído entrar.

Música sonaba desde algún lugar en el segundo piso. Hice una pausa, escuchando la melodía de jazz amortiguado que apenas podía oír por encima de mi propia respiración. No podía creer que estaba dentro de la guarida del diablo. El aire era cálido y pegajoso, y me hizo sentir un poco sofocada en mi ropa oscura.

Con mi mente en marcha, miré a mí alrededor, sin estar segura en dónde empezar mi búsqueda.

Vamos, Si Yeon, piensa. Si fueras el ordenador de una asalta cunas de mediana edad a la que le gusta chantajear a su vecino para tener relaciones sexuales con ella, ¿en dónde te esconderías todo el día?

Mi primera conjetura sería el dormitorio, obviamente, pero ella probablemente estaba allí justo ahora preparándose. Para Jungkook.

Me atraganté con el pensamiento.

Él no estaría en cualquier posición cercana a esto de nuevo.

Motivada por la idea di un paso adelante y miré con cautela a través del umbral de la parte trasera del cuarto de lavado; Nada. Decidí adentrarme más, hacia la elegante cocina débilmente iluminada. Casi me desmayé cuando vi un portátil colocado en su bar.

De ninguna manera. No podía tener tanta suerte.

Me lancé a la cocina y senté mi trasero en un taburete frente a su Dell. Después de tronar mis nudillos y rodar mis hombros como si fuera a estallar mi cuello, contuve mi respiración y alcé la tapa.

No sonó ninguna alarma. Ninguna barra de metal destelló a mí alrededor. No se abrió algún tipo de trampa escondida en el suelo y me dejó caer en su calabozo. Me encontraba en la computadora de la bruja. Y la bruja idiota ni siquiera había puesto una contraseña. ¡Punto para mí!

Miré sin ver la pantalla un buen minuto, escuchando y prácticamente a la espera de los pasos de cierta señora Yoon que llegaría y me asesinaría. Pero el primer piso de la casa permaneció en silencio. Finalmente, exhalando un suspiro me centré en el paso tres de la Operación Salvar a Jungkook.

Al hacer clic en el ícono de correo electrónico, rodé los ojos cuando me envió directamente a su bandeja de entrada. Ay, por favor, ¿la mujer no protegía nada con contraseña? Se podría pensar que era un poco más paranoica dado que ella misma era tan sombría.

Me encogí de hombros otra vez. Su pérdida. Mi ganancia.

Redactando una nueva carta, en el destinatario tecleé el correo de Lee Jae Wook: [email protected]

En la línea de asunto, coloqué: ¿En busca de Park Jung Hyun?

Y en el cuerpo del mensaje, escribí mi nuevo nombre y dirección postal. Ingresaba los datos de mi distrito y mi universidad cuando escuché el sonido de tacones en las escaleras. Mis venas se sacudieron con una oleada de adrenalina. Enserio, esto era muy impresionante, no podría haber programado mejor su llegada si le hubiera mandado un itinerario.

(Introduzca a una casera guarra a la izquierda del escenario.)

Justo estaba especificando mi horario de clases cuando ella entró en la cocina llevando una copa de vino vacía y usando una sensual camisola verde. La cual Jungkook nunca volvería a verla usando.

Se detuvo en seco cuando me vio, sus tacones haciéndola tropezar. Fue cómico, así que sonreí abiertamente cuando saludé con la mano de la manera más amable posible.

—Hola, lindo camisón. Victoria's Secret, ¿me equivoco?

Entonces me reí mientras deliberadamente presionaba el botón enviar justo enfrente de ella.

—¿Qué demonios estás haciendo? —Irrumpió hacia delante tirando su portátil de mis manos y girándolo para ver lo que había hecho.

—Vine a hacerle saber que Jungkook no será capaz de venir esta noche. Intercepté el texto que le envió esta tarde —Arrugando la nariz, le envié una disculpa encogiéndome—. Lo siento, él nunca lo vio.

—Qué... —La señora Yoon estaba muy ocupada mirando fijamente su pantalla y demasiado confundida para escucharme—. ¿Qué hiciste en mi computadora?

—Le envié un correo a Jae Wook diciéndole dónde encontrarme. ¿No era esa la amenaza si Jungkook no seguía sirviéndole?    

La señora Yoon hizo clic en su historial de envío y su boca cayó abierta mientras leía el mensaje que acababa de enviar.

—¿Qué... qué...? — Sacudió la cabeza sin saber qué decir. —¿Estás loca? ¿Por qué... por qué le dirías dónde estás? Deberías estar aterrada de este psicópata.

—Oh, créame, lo estoy; pero ¿loca? Qué término tan subjetivo, ¿sabe? Lo que una persona podría considerar totalmente normal... como, no sé... obligar a su joven y reacio vecino a tener sexo con ella en varias ocasiones, otra podría pensar que es completamente repugnante. Así que, desde su punto de vista, sí, probablemente es muy loco sacrificar mi propia seguridad por salvar al hombre que amo de ser chantajeado por una vieja enferma.

La mandíbula de la señora Yoon se tensó. —Espero que él venga por ti. Has sido una molestia desde el principio.

—Mis padres siguen tratando de enviarme con un terapeuta. Por la parte loca, claro, no la molesta. Y creo que puedo ver por qué. Me refiero a, ser clavada en una pared con un cuchillo en la garganta por alguien que pensé que me amaba, hizo un lio en mi cabeza por un tiempo, pero ¿sabe qué? Estoy contenta de haberle enviado el correo... oh, espere —Me tapé la boca y reí—, ha sido usted quien le dijo dónde estoy. Honestamente estaba cansada de siempre tener miedo, de estar todo el tiempo mirando por encima del hombro y esperar que salga de entre cada sombra —Dejé escapar un suspiro renovado—. Me alegro de que esto esté casi terminado. Y oiga, si él me mata, a usted la van a acusar de cómplice por darle mi paradero.

Vibrando con furia, siseó—: Fuera de mi casa.

—Con mucho gusto. —De un brinco, me deslicé fuera de su taburete del bar—. Ah, una cosa más. —Levanté la mano y le di una bofetada tan fuerte como pude, descargando su cara a un lado con la fuerza de mi golpe—. Nunca vuelva a tocar a Jungkook. O le juro por mi madre que ésta loca acabará con usted.

Se enderezó y se limpió la cara justo debajo de la nariz con una mano temblorosa. Cuando vi la mancha escarlata en sus dedos, me quedé boquiabierta.

Santas palmas temblorosas, Batman; le había sacado sangre.

Genial.

—Espero que Lee te mate lentamente —gruñó, sus ojos brillando con odio.

—Buenas noches. —Salí de su casa con la cabeza en alto.

La señora Yoon me había decepcionado un poco. ¿Dejarme ir sin luchar? Mmm. Gallina. Yo quería pelea; golpearla había sido glorioso.

Volví a casa sintiéndome verdaderamente poderosa por primera vez en mucho tiempo. Todas esas mujeres le habían quitado un pedazo de control a Jungkook y lo habían hecho sentir tanto barato como usado. Lee Jae Wook me había quitado lo mismo.

Luchar y tomar el control de nuevo se sentía bien. Se sentía genial. Me sentí como si de alguna manera tuviera que celebrar.

Al parecer seguía siendo mi día de suerte, pues un familiar auto se hallaba estacionado calle abajo. Cuando vi al guapo propietario sentado en el escalón más alto frente a mi estudio, esperándome, sonreí.

—¡Jungkook! ¿Qué haces aquí? —Corrí hacia él y envolví los brazos a su alrededor. Lo besé antes de que pudiera responder, tomando el control de su boca de la misma manera que acababa de tomar el control de la señora Yoon. Les mostré quién era la jefa.

Oh, sí, lo hice.

Al cabo de unos segundos rompió nuestro beso y de la mano nos llevó hacia mi puerta.

—Tenía que volver. No podía dejar las cosas como estaban. Llevo rato esperándote, ¿dónde demonios has estado?

—Te explicaré luego.

Parecía estar bien con eso, nos cambiamos los zapatos y tan pronto como cerró la puerta nos atacamos el uno al otro con manos y bocas.

Creo que necesitaba liberar algo de la adrenalina que todavía zumbaba en mi sistema después de mi primera y única temporada de allanamiento de morada tanto como él necesitaba la seguridad de que yo no seguía asustada por el mensaje que había leído antes.

—Vaya —dije tan pronto como mi lengua me permitió decir palabras inteligibles de nuevo—. No tenía idea de que romper la ley podría volver a una chica tan locamente cachonda.

Fui cayendo por la superficie de la puerta hasta que me senté en el escalón de bienvenida, gratamente aturdida por lo increíble que resultó la noche.

Jungkook se dejó caer a mi lado. —¿Romper la ley? Tienes que explicarme a qué te refieres con eso.

Sonreí. Y le conté to-do.

Su boca se abrió. —¿Hiciste qué? ¡Si Yeon! ¿cómo pudiste enviarle tu nueva identidad? ¿Estás loca?

Sonaba un poco demasiado parecido a su casera, así que alimenté su tranquilidad.

—Eso me recuerda, tengo que revisar esa nueva cuenta que creé.

Me arrastré hasta mi bolso que se me había caído al lado de la zapatera y hurgué en el interior hasta que encontré mi celular.

—La he creado bajo el nombre de Jae Wook. Necesito comprobar si tengo algún mensaje nuevo —Cuando hice clic en mi bandeja de entrada, le guiñé un ojo a Jungkook—. Así es.

Di vuelta a la pantalla para mostrarle el correo electrónico de Yoon Son Ha.

Abrió la boca antes de darme una mirada atónita. —La engañaste.

Tiré de mi pelo paveneándome. —Sip. Ahora, ¿cómo respondería Lee Jae Wook a esta información? —Tocando mi barbilla, lo contemplé—. Si fueras un ex novio acosador psicópata, ¿qué le dirías?

—¿Gracias? — sugirió.

—Perfecto. —Le besé la mejilla, luego me aparté, me mordí el labio y empecé a escribir.

Gracias. Te debo una.

—Listo —Pulsé enviar y miré hacia arriba—. Voy a eliminar la cuenta más tarde para asegurarme que no responda.

Jungkook parecía asustado.

—Esto fue peligroso, Si Yeon. No puedo creer que te arriesgaras tanto sólo para librarme de ella.

—Oye. —Tomando su rostro en mis manos, admití—: Me arriesgaría una y mil veces para ayudarte en cualquier cosa que pueda.

Presionó su frente contra la mía. —Todavía no te merezco.

—Pero estoy aquí —bromeé, inclinando mi rostro para poder aletear las pestañas en su mejilla como un beso mariposa—. ¿Qué es lo que harás ahora conmigo?

Acercándome más, selló mi cuerpo contra el suyo y apartó el pelo de mi cara. —Supongo que tendré que amarte con cada aliento que tengo.

Ese, era le mejor plan de todos los tiempos.

Personitas bellas, me parece que es momento de informar que estamos a nada del final. No sé cómo sentirme al respecto, creo que hay mucho por decir, pero dejaremos que SiYeon y Jungkook lo digan en mi lugar. 

Nos leemos mañana. Les quiero. 💜

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