Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVIII

Debería haberme ido. Debería haber ido a casa, hacerme un ovillo en mi cama y llorar el resto de la noche.

Pero no pude.

Me escabullí hacia la casa de Jungkook; sintiéndome entumecida hasta la médula, entré por la puerta de atrás directo a colapsar en una silla de la cocina. Ahí fue donde empecé mi fiesta de sollozos, temblando sin control aferrándome a mis brazos como si mi vida dependiera de ello. Es probable que un pedazo de mi alma se saliera de mi pecho porque lloré tan fuerte que me dolía físicamente en el centro del esternón.

Habrá pasado poco más de una hora, quizá menos, pero se había sentido como una eternidad cuando en medio de mis hiperventilaciones y ojos cansados, la puerta trasera se abrió y Jungkook entró luciendo extremadamente agotado. En cuanto me vio, se detuvo a un lado de la puerta. La expresión en su mirada era frívola, como si quisiera correr.

—Te...—lo juro, quería morir ahí mismo. Y al parecer, él también — ¿terminaste?

Culpa y devastación rezumbaron de sus ojos. —¿Qué estás haciendo aquí?

—Has hecho esa regunta demasiadas veces ya esta noche. Tu hermana estaba sola en casa.

Pero ambos sabíamos que no era por eso que había venido aquí.

—Creí que...—aire se atascó en su garganta mientras se frotaba el pecho con la palma de su mano. —Nada. No importa.

En el momento en que pasó de mí de largo, sentí que cada fragmento de mi alma se rompió cual cristal.

—Sí, no importa.

—¿Te molesta si te pago el Lunes? No sé dónde he dejado la billetera.

—¿De verdad lo hiciste? —pregunté justo cuando él daba vuelta en el pasillo.

—Si Yeon. —Se cubrió la cara con las manos y un gemido ronco de agonía salió de él. Tropecé hacia adelante, necesitando sostenerlo, necesitando que él me sostuviera. Debió escucharme hacerlo porque dijo —: No lo hagas. No estoy limpio.

Ahí lo supe. Lo había hecho. Pude haberme tirado al piso y seguir con mi drama de llanto, pero no lo hice. Seguí caminando hacia él.

Jungkook levantó las manos y siseó—: Detente. Si Yeon, por favor. Ésta es la razón por la que deberíamos ser sólo amigos. Ésta es la razón... ¡Maldita sea! —Tocó mi cara y me miró, desde mis llorosos ojos hinchados hasta mi nariz roja. Luego puso su palma contra mi pecho agitado como si pudiera calmar mi respiración irregular con su toque—. Mira lo que te hice. Esto es exactamente lo que quería evitar. Nunca quise herirte. Daría cualquier cosa por evitarte esto.

Empuñé el dobladillo de su camiseta. —Entonces déjame ayudarte.

—¿Cómo? —Mi pobre corazón. Él sonaba tan roto y desanimado.

Compartíamos un dolor mutuo, y la única manera que podía pensar para ayudarme, era ayudarlo dándole lo que más necesitaba. Tomando una respiración profunda, me erguí frente a él.

—¿Quieres estar limpio?

Me miró, sus ojos abrumados pero llenos de esperanza. —Sí.

—Entonces te limpiaré.

Cuando alcancé su mano, me dejó entrelazar nuestros dedos. Lo guie al baño, me siguió sin resistirse.

Apenas entramos se quedó parado ahí, mirando hacia la nada, casi pareciendo en coma. Cerré la puerta detrás de nosotros y enganché la papelera de alambre que su madre había puesto junto a la cómoda debajo del pomo, manteniéndola cerrada.

—Que buena idea —dijo Jungkook detrás de mí, su voz aturdida—. ¿Por qué nunca pensé en hacer eso?

Me giré hacia él para enviarle una sonrisa suave. —Porque me necesitas cerca para mostrarte el camino correcto.

Se estremeció.

—Debí haberte escuchado. No debí haber ido allí. No debí...

—Shh —Tomé el borde de su camiseta y la jalé hacia arriba—. Lo hecho, hecho está, y no vamos a pensar en eso de nuevo.

Levantó los brazos para ayudarme a sacar su prenda, pero preguntó—: ¿Qué estás haciendo?

—Te voy a dar un baño. Dije que iba a limpiarte.

Las palabras se ahogaron en mi garganta cuando vi el chupetón rojo brillante en la parte superior de su pecho.

Viendo mi reacción, frunció el ceño. —¿Qué?

Cuando miró hacia abajo y vio la marca, puso su mano sobre ella cubriéndola. Su rostro tuvo un espasmo y abrió la boca. Vi la disculpa en su expresión. Luego llegó el miedo y la repulsión.

Creo que ganó la repulsión. Se apartó de mí, cayó sobre sus rodillas y golpeó el asiento del inodoro. Mientras vomitaba, me di vuelta y cubrí mi boca. Más lágrimas cayeron. Con manos temblorosas, tomé el vaso del lavamanos y lo llené con agua.

Apenas terminó, ya me encontraba sentada en el suelo a su lado con un vaso de agua y un cepillo de dientes lleno de pasta.

—Gracias. —Primero tomó el agua, la movió dentro de su boca y escupió. Después de unas cuantas rondas de eso, empezó a frotar sus dientes con fuerza. Mientras tanto, mantenía el brazo sobre su pecho, escondiendo la marca que ella le había dejado.

—Voy a calentar el agua —ofrecí, empujando mis pies y sintiéndome robótica mientras trabajaba.

—¿En verdad vas a estar aquí mientras me baño? —No sonaba como si quisiera que me fuera, sólo parecía perplejo ante la idea.

—Dije que iba a limpiarte.

Desplazando la cortina traslucida de la ducha, abrí el grifo sin importarme las gotas que cayeron por mis brazos. Sostuve mis nudillos bajo el chorro hasta que tuvo la temperatura correcta para Jungkook. Él se incorporó detrás de mí, en cuanto sus pantalones tocaron el suelo, salté.

El mes pasado habría echado un vistazo. Es más, antes de hoy habría mirado. Pero ahora no quería hacerlo y no porque sintiera repulsión por el hecho de que había tenido su pene dentro de otra mujer sólo unos minutos atrás. Simplemente no podía violar su privacidad. Había sido violado lo suficiente por una noche.

Me obligué a aterrizar mi vista en su rostro. —Supongo que puedo dejar que hagas esta parte solo.

Sus ojos parecían más oscuros que el propio vacío. Se centraron en mí, buscando mi cara. Con un asentimiento silencioso, caminó más allá de mí y se escondió dentro de la ducha.

Saliendo brevemente para buscar ropa limpia para que usara, tiré su uniforme del Cosmo Club en la ropa sucia y volví al baño vaporoso. Juro que se enjabonó todo tres veces. Pero eso me parecía bien. Lo que sea que tuviera que hacer para sentirse limpio de nuevo, estaba bien.

Al cerrar el grifo, yo me encontraba ahí con una toalla.

Parecía sorprendido cuando abrió la puerta y me vio. Con otro silencioso y humilde agradecimiento, tomó la tela y se secó antes de envolverla alrededor de su cintura.

—Me siento como si yo fuera la que hizo eso con ella, como si derribara la parte más básica de mí y dejara el resto abusado y maltratado. Me siento inútil y barata, y... y usada.

Asintió una vez mientras deslizaba su bóxer por debajo de la toalla. —Eso cubre más o menos lo que te hace.

—¿Y estás de acuerdo con eso?

Se sentó de cuclillas frente a mí. —Si Yeon, — susurró un sonido ahogado—, lo sien...

—¿Por qué te disculpas? —sollocé— ¡Yo te hice esto! Es mi culpa que pasaras por eso esta noche.

—No. Dios, no. No lo hiciste. No fue tu culpa.

Contra mi voluntad miré su pecho sólo para ver que había reemplazado el chupetón por una gran roncha roja donde había tratado de borrarlo. Me pidió perdón con los ojos y luego se abalanzó hacia su camisa.

Una vez que se la puso me incliné hacia él. Jeon Jungkook me rodeó con los brazos sosteniéndome sobre su regazo en el suelo del baño.

—Está bien —seguía murmurando—. Te lo juro, Si Yeon. No fue tan malo. Ni siquiera terminé. Tan pronto como ella llegó al orgasmo yo...

—¡No quiero detalles! —grité horrorizada.

Pero odié a la señora Yoon. No sólo lo había manipulado para que hiciera lo que quisiera, se metió con su cabeza, jugó con su cuerpo y le impidió la única gratificación que podría haber conseguido de esta noche.

—Lo siento. —Su rostro se puso pálido. Cuando trató de alejarse enrollé los dedos en su suave camisa de algodón para abrazarlo con más fuerza. —No puedo decirte cuan arrepentido estoy. No puedo... no puedo... ¿Por qué demonios te quedaste? No deberías haber visto esto.

—No lo sé. No pude irme —sorbí—. No me hagas irme.

—Nunca —Trazó sus dedos por mi mejilla—. Dime qué hacer. Lo haré. Lo juro. Sólo dime cómo mejorar esto.

—Ya está hecho. —Descansé en él derrotada y sin energía. Lo único que quedaba por hacer era ajustarme y aceptar. Dado que no hacerlo no parecía ser una opción sin perderlo por completo, cerré los ojos y me apreté contra él.

Me había quedado para mantenerlo tranquilo, pero aquí estábamos, y él era el único evitando que me cayera a pedazos. La ironía no pasó desapercibida para mí. Metió la cara en mi cabello y sollozó.

—Pensé que te amaba lo suficiente como para que mis sentimientos te protegieran. Pensé que podría evitarte el dolor. Estaba tan seguro de que podría escupir en su cara y terminarlo para bien. Fui tan estúpido y arrogante. Y saliste herida por eso.

—No —Pasé la mano por su brazo—. Me protegiste. Le impediste ponerse en contacto con Jae Wook. Me salvaste.

Sollozó de nuevo besando mi cabello. —Vamos. —Abrazándome fuerte, se levantó y me llevó desde el baño a su dormitorio. Me dejó en el centro del colchón y sacó la sábana para cubrirme con ella. Después de un rápido beso en mi frente, se acurrucó a mi lado.

Nos miramos el uno al otro en el colchón sin tocarnos. Él no había encendido la lámpara, pero podía ver su cara gracias a la luz proveniente del pasillo.

—No siempre fue tan malo —murmuró mirando el techo—. Cuando recién empecé era algo genial. Todas esas hermosas, ricas y elegantes mujeres me prestaban atención ofreciendo grandes cantidades. Tenderme en esas camas tres o cuatro veces a la semana me dio una confianza que nunca tuve. Pero se volvió monótono muy rápido y cuando me di cuenta de que ninguna me respetaba, de que ni siquiera era una persona para ellas, fue demasiado tarde. Tenía una reputación, era su muñeco, estaba atrapado; sin embargo, no lo puedo lamentar. Si no hubiera aceptado su oferta aquella tarde hace años, nunca habría hecho suficiente dinero para sentir que podía estudiar. Y nunca te hubiera conocido.

Gemí. —No creo que yo lo valga.

—Créeme. Lo vales; y mucho. — Con un beso en mi nariz, suspiró—. De acuerdo, te derramé mi alma. Tu turno.

No sabía que decir. Mi alma se sentía vacía de historias.

Los dedos de Jungkook trazaron suavemente la cicatriz en mi nuca. —¿Me dirás acerca de esto?

Con un estremecimiento, cerré los ojos. —Ella lo cubrió casi todo. No hay mucho más que decir.

—Quiero escucharlo de todas maneras. Quiero escucharlo de ti.

Así que le dije, todo. Absolutamente todo. Y después me acercó a él.

—Haré lo que sea para mantenerlo alejado de ti.

—Lo sé. —Es lo que más temía.

Apoyé la mejilla en su pecho agradecida de estar a su lado y doblemente agradecida de que no me hubiera llamado estúpida por dejar que Lee Jae Wook me maltratara por tanto tiempo. Me quedé dormida en sus brazos.

Kang YuNa nos despertó cuando llegó a casa, jadeando ruidosamente al momento en que vio a la niñera en la cama con su hijo.

Jungkook y yo nos erguimos mientras nos despertábamos.

—¡Mamá! Me diste un ataque al corazón.

—Lo siento mucho —dijo entre dientes, lanzando rayos láser en mi dirección—. No esperaba encontrarte en la cama con...con Si Yeon.

La frente de Jungkook se arrugó con incredulidad. —¿Todavía me chequeas en la noche?

—¡Claro! Soy tu madre. Ahora, ¿vas a explicar lo que haces en la cama con la niñera o no?

—Oh —Se sentó y me miró—. Mamá, no pasó nada. Mira: Tenemos la ropa puesta.

La señora Kang arqueó una ceja obviamente sin estar impresionada. Me acerqué un poco más a Jungkook. Él encontró mi mano bajo la sábana y la apretó.

—Hee Jin... tuvo un ataque —explicó—, y Si Yeon enloqueció. Trató de llamarte primero, pero no sé, quizá marcó el número equivocado. No podía hablar contigo, por lo que me llamó a mí. Después de ponerla a dormir, Si Yeon como que se desmoronó y empezó a llorar. No sabía qué hacer para ayudarla. Por lo que la hice tenderse y se desahogó un poco. Luego nos quedamos dormidos y volviste, y ahí es dónde estamos ahora.

—¿Tuvo un ataque? ¿Está bien?

—Está bien —aseguró su hijo—. Parecía lucida y alerta cuando terminó. Le leí antes de que se fuera a la cama.

La señora YuNa asintió y se frotó la frente. —Bien. Gracias por estar aquí, Si Yeon — Me vio con un gesto de preocupación—. Pobrecita, todavía te ves conmocionada. Tus ojos están hinchados.

Miré hacia abajo sin saber cómo mentir tan bien como Jungkook lo hacía. Él pasó un brazo alrededor de mi hombro y me apretó contra su costado.

—Voy a llevarla a casa.

Para nuestra suerte, su madre estuvo de acuerdo y abandonó la habitación antes de darse cuenta de que su hijo sólo había estado usando bóxer bajo las sábanas.

—No puedo creer que le hayas mentido —dije entre dientes tan pronto como se fue.

Me frunció el ceño, diciéndome que mantuviera la voz baja. —No mentí. Hee Jin tuvo un ataque y después te calmé. Sólo que no esta noche.

Resoplé y rodé los ojos, pero terminé sonriendo. Él también sonrió y me cogió la mano besando mis nudillos.

Por ese breve momento, todo parecía casi normal.

Kang YuNa se servía un vaso de agua cuando pasamos por la cocina hacia la salida principal. Impresionada por su comportamiento de cada día como si nada fuera de lo común hubiera sucedido esta noche, quería odiarla por hacer que Jungkook se sintiera como si tuviera que sacrificarse durante los últimos años. Pero me detuve. Si pasas tu vida buscando fallas en todo el mundo, las encontrarás todas y cada una de las veces. Y siempre, sin importar qué, te sentirás decepcionada.

Así que la cosa era ésta: Por muy abrumada o enfadada que yo estuviese, no quería sentirme decepcionada de aquella mujer; ella había criado a dos de mis personas favoritas en la tierra.

Era una madre que como la tuya y la mía, aún estaba aprendiendo cómo serlo.

Chicxs, ¿están bien?

Abro oficialmente el buzón 💌 de abrazos y palabras bonitas para SiYeon y Jungkook. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro