XIV
Bien, voy a ser tía. O, ¿era prima segunda?
Aish, ¿a quién le importaba eso? Im Nayeon estaba embarazada. ¡El mundo llegaba a su fin!
Pasé el resto de la mañana calmando sus nervios crispados. Me las arreglé para hacerla reír un par de veces, pero mayormente le entregué pañuelo tras pañuelo. Hablamos sobre su futuro, sobre lo que ella quería hacer con su situación y cómo iba a decírselo a sus padres y a Seohyun.
Creo que estaba más preocupada por decirle a su novio que a mis tíos.
—No es el adecuado, Sisi. Desde el principio supe que no íbamos a durar, Seohyun ni una sola vez me ha mirado de la forma en que Jungkook te mira a ti, y ustedes dos aparentemente son sólo amigos.
Enderecé los hombros. —¿Cómo me mira Jungkook?
Nayeon negó con la cabeza y suspiró con cansancio.
—Si no lo sabes, entonces no voy a decírtelo. Sigo pensando que debes mantenerte alejada, tienes menos futuro con él del que yo tengo con Seohyun. —Volvió a cubrirse el rostro con las manos—¡No puedo! Va a ponerse hecho una furia cuando le diga esto.
Estaba muy ocupada pensando en Jungkook para responder. ¿Cómo diablos me miraba?
—¡Ay, no! —Salté de mi sofá, recordando lo último que me dijo antes de marcharse—. La fiesta de HeeJin. Lo había olvidado. Comenzó hace cinco minutos. Lo siento, N. Tengo que irme.
Corrí a mi habitación y agarré el regalo.
—Pero... —Nayeon luchaba por levantarse, mirándose presa del pánico
—Vas a estar bien. Regresaré en pocas horas y podremos continuar donde lo dejamos. ¿De acuerdo?
Ella mordió su labio, pero asintió. —No te olvides de mí.
—Nunca. —Me alegré de que nuestra relación estuviera un poco restaurada desde la tarde que la atrapé acosando a Jungkook en la biblioteca. Le di un abrazo impulsivo y rápido—. Te quiero. Todo estará bien, confía en mí.
Luego me marché.
Demonios, ¿cómo pude olvidarme de Jeon HeeJin? Tenía que ser la peor niñera del mundo.
Bajé del taxi con la adrenalina rugiendo a través de mis venas por llegar lo más rápido posible a la fiesta de cumpleaños.
—Lamento tanto llegar tarde. —Sin aliento y mientras me quitaba los zapatos, pasé por la puerta principal sin llamar—. Perdí la noción del tiempo mientras escribía un ensayo para la escuela, pero ya estoy aquí. —Hice una pausa para sonreír y posar en un tipo de posición vivaz, porque la tensión en el aire casi me ahogó tan pronto como entré.
Entonces me volví hacia las tres chicas jóvenes que no reconocí. Revoloteaban en la estancia en manada al lado opuesto de la hermana de Jungkook.
—Hola, soy SiYeon— Por un momento estuve a punto de decir que era su niñera, pero no me gustaría que mi chica se sintiese humillada—...la mejor amiga de HeeJin
Horang, Hyeon y Haneul se presentaron, dándome unas sonrisas estiradas y lanzando miradas incomodas a Jungkook y HeeJin, quienes estaban apiñados en el sofá de dos plazas.
—Es un placer conocerlas chicas, estoy segura de que vamos a divertirnos. HeeJin es siempre el alma de la fiesta. Lo que me recuerda, tengo que darle a la cumpleañera un enorme abrazo ya mismo.
Salté hacia ella y me incliné para envolverla en mis brazos antes de que agitara su regalo delante de su rostro dejándola escuchar los elementos traquetear dentro.
—Creo que vas a amarlo. —Le sonreí tanto como pude, pero en mi intento de compartir miradas con Jungkook, fracasé.
HeeJin parecía absolutamente miserable, juraba que las lágrimas se reunieron en sus ojos y me impactó la ira que exudaba su hermano. Él no paraba de mirar fijamente a las compañeras de clases.
Aplaudí una vez para despabilarlos a ambos. —Entonces... ¿Dónde está la señora Kang?
Jungkook dirigió su ceño fruncido a mí. A través de la mandíbula apretada, dijo entre dientes: —Fue a recoger los bocadillos.
—Genial—Ignorando su desagradable mal humor, forcé una enorme sonrisa—. Me muero de hambre. Jungkook, quizá deberíamos servir bebidas. Ayúdame. —Tomando su brazo con el mío, lo arrastré a sus pies y di unas palmaditas en el hombro a HeeJin cuando pasé—. Estaremos de vuelta pronto, bonita. ¿Quieres jugo de manzana?
—Sí. —chilló.
Tan pronto como tuve a Jungkook en la cocina, le susurré—: ¿De qué me perdí?
—Brillante idea la tuya de invitar a sus compañeras de clase —murmuró—. Han estado ignorándola todo el tiempo, ni siquiera están en el mismo lado de la habitación que ella.
—Bueno, ¿qué esperabas si te cerniste sobre ella como un cabreado perro guardián? Lo juro, echabas espuma por la boca mientras mirabas a esas pobres niñas. Me sorprende que todavía no hayan salido corriendo y gritando de la casa.
—Pobres niñas mi culo. Invitamos a todas las de su clase y sólo se presentaron tres, las que abiertamente confesaron que estaban aquí porque sus padres las obligaron a venir. ¡Mi hermana está triste en su cumpleaños!
—Vamos a hacer algo para cambiar eso.
—Voy a sacar a esas mocosas de mi casa, eso es lo que voy a hacer.
—Jungkook, espera...
Nuestra conversación se detuvo abruptamente cuando su madre entró corriendo a la cocina con cuatro charolas. Jungkook se las recogió de inmediato.
—Gracias, cariño. —apresurada fue hasta el refrigerador de donde sacó dos botes de helado. —¿Alguien tiene idea de dónde puedo servir esto?
—Señora Kang —saludé—, se ve un poco agobiada. ¿Por qué no va con las chicas? Jungkook y yo podemos ocuparnos.
—Oh, Si Yeon, eres una santa. Gracias. He estado luchando durante toda la mañana para tener lista esta fiesta, será bueno para mis pies descansar por un rato.
En cuanto ella dejó la cocina el mal humor de Jungkook volvió—: Gracias por ofrecerme de voluntario.
—¡Oye! —me quejé, sorprendida por su amargura hacia mí. Quiero decir, hola, yo acababa de entrar por la maldita puerta—. ¿Por qué te comportas así? ¿Yo qué te hice?
—¿Dónde estabas?
—Te lo dije, estaba en casa escribiendo un ensayo. —Mentí. Lo había terminado anoche antes de que mi madre llamara. Pero no podía decirle sobre Nayeon.
Encontrando el ponche en una jarra en la nevera, lo tomé para verterlo en el cuenco mientras lo agitaba.
—¿Por qué no te creo?
—Piensa lo que quieras. Me he matado la cabeza haciéndolo, no puedo terminar de separar todos los datos que...
—No me interesa tu tarea. —Jungkook levantó las manos al aire—. Mi hermana está a punto de llorar. Quería que este fuera el mejor cumpleaños de su vida, pero ella lo odia.
Mi boca cayó abierta. —Ay, por favor. ¿Es tu momento del mes o qué? Dije que lo sentía. Honestamente perdí la noción del tiempo. Todavía podemos convertirla en la mejor fiesta de cumpleaños. Lo juro. Sólo tenemos que superar la primera etapa de incomodidad y todo estará bien. Confía en mí.
Pasando sus manos a través de su cabello, Jungkook me observó servir el helado en los vasos de cartón. Creo que nadie aquí tenía la más mínima idea de lo que una fiesta implicaba; quiero decir, incluso el pastel era liso, blanco y sin magia.
—Lo siento —cedió, inmediatamente, agarrando la parte posterior de la silla de la cocina e inclinándose hacia adelante para dejar escapar una bocanada de aire—. Es que... después de ese asunto con Nayeon esta mañana, no estaba seguro de si ibas a venir. Entonces te atrasaste, y creí...
—Oye. —Dejé la cuchara para helado a un lado y alcancé su mano, obligándolo a mirarme—. No te pongas mal ni te estreses, ¿de acuerdo? Hablamos. No irá a la policía. Te lo juro, no tienes que preocuparte por ella.
—Esa no era la parte que me preocupaba.
Fruncí el ceño, tratando de recordar qué otra parte sucedió. Entonces me di cuenta de que debió referirse a la parte donde Nayeon le dijo que no era lo suficientemente bueno para mí.
—¿Por qué le das tanta importancia a lo que dice? Sabes que no puedes deshacerte de mí tan fácil. Voy a ser esa amiga molesta que nunca te dejará tranquilo.
—¿Lo prometes?
Liberé su mano para golpear su hombro y le di un guiño. —Lo juro por mi vida.
Resopló ante mi broma, pero permaneció la tensión en sus hombros; por un microsegundo, de cualquier modo. Luego hizo un gesto avergonzado.
—Eso no es todo; mamá invitó a nuestra casera a la fiesta. Y dijo que sí.
—Espera, ¿es la misma casera que fue tu primera...—Me detuve mientras me fulminaba con una mirada amenazante. —De acuerdo, bien. Supongo que... esto será divertido.
No podía esperar para encontrarme de nuevo con la mujer mayor que lo desfloró. Sí, claro.
Jungkook giró para recorrer la cocina, de la misma forma que anoche había recorrido mi sala de estar. Inclusive pasó sus manos a través de su cabello, haciéndolo todo sexy y despeinado. No quería que esa mujer lo viera luciendo sexy y despeinado.
—Odio cuando viene por aquí —despotricó en voz baja—. Siempre se las arregla para encontrar una forma de acorralarme en algún lugar y hablar. Se me eriza la piel.
Agarrándole el brazo cuando pasaba, detuve mi tarea para acomodar su cabello en su lugar. De pie pasivamente delante de mí, me permitió acariciarlo mientras sus ojos recorrían mi rostro.
—¿Quieres que te proteja de la malvada anciana asalta cunas? —pregunté con simpatía.
Dejó caer su cabeza y se inclinó hacia mí como si quisiera descansar su rostro en mi hombro.
—Sí.
—Hecho. ¿Qué más? —Sonreí y me estiré por el sobrante de helado para empinarlo sobre mi boca.
Al verme sus labios se curvaron con diversión.
—Tienes un poco de... —Dando un paso más cerca, extendió el brazo y con suavidad frotó su pulgar lentamente, oh mi Dios, tan agonizante, deliciosamente lento, sobre la esquina de mi labio. Cuando retiró la mano, había una pizca de helado de fresa en su dedo.
Sintiéndome un poco sin aliento y aturdida, saqué la lengua hacia el lugar donde todavía podía sentir un eco de su toque. Estaba tentada a salpicarme de helado el rostro entero, de ese modo me tocaría de esa forma de nuevo. Pero era una buena chica. Inhalando una respiración temblorosa, lo observé llevarse el pulgar a su boca y lamer.
Santa Diosa de las chicas con amigos platónicos.
Mi sujetador de pronto se sentía hormigueante alrededor de mis demasiado-sensibles- partes femeninas. Nunca me había encendido tanto, cual totalmente excitada por simplemente mirar a un chico. Pero Jeon Jungkook tenía el particular talento de liberar algunas feromonas poderosas, de modo de que mi cuerpo las absorbía y rogaba por más.
Como si supiera lo que estaba provocando, sus ojos se encendieron y se balanceó hacia mí. Treinta centímetros de espacio entre nosotros se convirtieron en quince. Luego en siete.
Peligro. Peligro. Gritó mi corazón, golpeando contra mi caja torácica como si estuviera palpitando en la puerta hacia mi cabeza para llamar mi atención y devolverme la razón.
Conteniendo el aliento me volteé por la charola con vasos de helado y se la tendí, mi pulso temblando.
Jungkook sopló una risa vanidosa.
—Deja de perder el tiempo y reparte el helado, si alguien no quiere de fresa me avisas.
—Más les vale a esas invitadas comenzar a tratar mejor a mi hermana o pueden besar mi trasero.
No es justo. Si alguien iba a conseguir el honor de tocar su perfecto trasero, debería ser yo, no un montón de estiradas adolescentes que molestaban a su hermana. En serio.
—No te preocupes, tengo un plan. Todas estarán comiendo de la palma de Hee Jin antes del final del día.
Sacudió la cabeza. —Sonríes un poquito malévola en este momento. No sé si estar impresionado o atemorizado.
—Impresionado. Siempre impresionado.
Sonrió y se acercó de nueva cuenta. —Usualmente lo estoy.
Su reacción me hizo cosas traviesas. Cosas que me encantaban, pero en las que no podía pensar en este momento. Lo importante era que había calmado exitosamente todos sus nervios coléricos. Demonios, ¿era buena o qué?
Pero con Jungkook tranquilo, era hora de salvar a mi chica favorita.
Después de obligar a las tres mocosas a cantar feliz cumpleaños y repartir el pastel, me aseguré de que todo el mundo tuviese lo necesario para así poder Jungkook y yo servirnos un poco de todo y unirnos al grupo sentándonos juntos en el único mueble que quedaba disponible en la sala de estar. Parecía una broma tener que sentarme junto a él como si fuéramos una pareja.
Cuando las invitadas casi terminaban su pastel, le dije a Hee Jin—: ¿Por qué no abres tus regalos en lo que todos comemos?
—Esa es una buena idea. —Su mamá se levantó del reposapiés para recoger uno de los presentes que se hallaba en la mesa de café y se lo pasó a su hija.
—Bien pensado —murmuró mordazmente Jungkook después de inclinarse a mi oído, haciéndome cosquillas en la piel sensible del cuello con su cálido aliento—. Apresurar la tortura para que terminemos con esto lo antes posible.
Me gustó mucho que se me acercara tanto. Hasta me gustó el olor a nuez tostada en su aliento. Necesitando espacio antes de perder el control y avergonzarme frente a él, le di un codazo y susurré—: Compórtate.
Resopló, pero regresó a su lado del sofá, llevándose bruscamente un bocado de pastel a la boca.
Su hermana se zambulló con alegría en el momento de desenvolver regalos. Sus compañeras de clase deambulaban cerca al tiempo que abría el primero. Parecía tan emocionada que casi se cayó de la silla de ruedas cuando vio la nueva y brillante pulsera de parte de Jungkook.
—¡Gracias! Gracias, Jungkook, gracias —dijo muchas veces, con una gran sonrisa permanente.
Tomó unos minutos que Kang YuNa le colocara la pulsera alrededor de la muñeca, sin embargo, las tres chicas se asombraron cuando se escabulleron en dirección de a HeeJin para examinar la elegante pieza de joyería.
—Es muy bonita —murmuró Horang con la envidia brillando en su mirada—. Siempre he querido una pulsera con dijes.
Le sonreí a Jungkook y le di unas palmaditas en la rodilla, haciéndole saber que hizo un buen trabajo al comprar el brazalete. Me miró y se ruborizó casi con timidez.
Me sentí honrada de que la cumpleañera quisiera abrir mi regalo al final. En realidad le compré dos y los envolví en cajas separadas y luego las volví sólo uno. Ella parecía encantada de tener que desenvolver más una vez que terminó con la primera capa.
—¿Le compraste dos obsequios? —me siseó Jungkook al oído en tono acusador.
Con una sonrisa triunfal, sacudí mi cabello. —Por supuesto.
Entrecerró los ojos. —Aduladora.
—Supéralo. —Le golpeé la rodilla con la mía y le guiñé un ojo.
La señora Kang probablemente pensó que yo era el diablo cuando ayudó a su pequeña a abrir el primero. —Es... oh, Dios. —Me lanzó una mirada rápida y murmuró—: Un estuche de maquillaje.
Pude ver en su cara que de ninguna manera dejaría que lo usara fuera de casa, pero quizá de todos modos podría dejarnos jugar cuando la cuidara, que si fuera por mí, sería en unos treinta segundos.
La nota musical para su brazalete era para recordarle a HeeJin la primera noche que bailamos juntas, y al parecer, ese le gustó más a su mamá. Pero por los ojos de su hija, creo que se quedó con el maquillaje. Su rostro brillaba de felicidad y agradecimiento cuando me miró.
Mientras su madre le ayudaba a guardar todo, volví mi atención al chico tumbado a mi lado. —¿Hacemos un buen equipo o qué?
Levanté la mano en un puño para golpear la suya. Dándole una reluciente sonrisa, accedió. Casi chocábamos nuestros nudillos cuando se abrió la puerta principal.
—¡Increíble! Escuché que hoy había una fiesta de cumpleaños.
Una enorme caja, envuelta en papel de Mickey Mouse, llenó la entrada antes de revelar a la señora Yoon.
Mi sonrisa alegre tuvo una muerte trágica.
Esta era la primera vez que la veía a la luz del día. Esperaba algo totalmente diferente, tal vez cuero, piel arrugada, demasiado maquillaje aplicado llamativamente y faja apretada con estampado. Pero esta mujer tenía estilo. Era distinguida. Sus pantalones capri y blusa eran elegantes, conservadores y apropiados para su edad. Y, Dios mío, tenía un bolso de marca colgando del hombro, el mismo por el que había estado babeando en internet.
Ahora sí que la odiaba.
La pierna que Jungkook tenía pegada a la mía se puso tensa. Quería tomarle la mano y darle un apretón de apoyo, pero me sorprendió mpas el extraño que entró detrás de la señora Yoon.
Acercándome, le susurré—: ¿Quién es?
—No tengo idea. —Jungkook sacudió ligeramente la cabeza, con la mirada confundida puesta en el hombre.
La mujer apagó rápidamente nuestra curiosidad. Después de acomodar la caja en el piso frente a Jeon Hee Jin, lo presentó.
—Quiero que conozcan a mi prometido, Kim Joo Hwan. Querido, esta es Kang YuNa.
Cuando se lo presentó a la mamá de Jungkook, lo miré rápidamente. Me juré que no le haría daño si él parecía estar celoso de cualquier forma por el nuevo hombre de la casera. Pero, vaya, no se veía celoso. Para nada. Lo cierto es que sólo parecía muy sorprendido al observar boquiabierto al prometido de la señora Yoon.
Cuando se volvió hacia mí, le vi alivio y emoción en los ojos. Le apreté la pierna y sonreí. —Supongo que no necesitarás mis servicios de protección.
La vieja interrumpió nuestro momento.
—Y ella es Si Yeon. No tenía idea de que estarías aquí. Hola, de nuevo.
—Hola, señora Yoon.
Maldita sea, era una buena actriz, aunque en realidad no era tan difícil fingir la felicidad de verla cuando me sentía emocionada de que ya no volvería a jugar con Jungkook.
Tenía un novio. ¡Genial!
Luego de la reacción de HeeJin ante los regalos de Jungkook y míos, abrir el de la señora bruja fue decepcionante. Pero gentilmente le dio las gracias cuando Kang YuNa le sacó un enorme oso de peluche de la caja para que lo viera.
La mujer miró a su arrendataria y arrugó la cara. —¿Qué dijo?
Estrechando los ojos, me incliné hacia delante. —Dijo que gracias.
La casera me envió una mirada rápida y glacial, y podía jurar que en ese breve vistazo quiso sacarme los ojos. Pero después sus labios se fruncieron en una apretada y graciosa sonrisa. —Oh.
No se molestó en mirar a nuestra pequeña jovencita de nuevo. Dándome la espalda, cruzó su brazo con el de su prometido y se puso a conversar con la señora Kang.
HeeJin arrojó el oso a un lado y miró con añoranza su maquillaje, así que tomé esto como mi señal. Saltando del sofá, me acerqué a la silla de ruedas.
—Entonces, chicas —las llamé—. ¿Quieren ayudarme a maquillar a la cumpleañera? Creo que tengo la combinación perfecta de color para ella.
El maquillaje y las niñas de catorce años siempre serán una buena combinación, por lo que sus tres compañeras de clase aceptaron y me rodearon. Con su ayuda y la de Hee Jin, la maquillé lo justo. Incluso sus amigas miraban asombradas el resultado.
—Wow. Eres tan bonita —exclamó Haneul sonando genuinamente sorprendida por la belleza de la señorita Jeon.
Feliz por el cumplido, me pidió que las maquillara también. Cuando nadie se opuso, embellecí el rostro de las tres adolescentes. Sobre todo supervisé lo que ocurría y oí lo que dijeron sobre qué se le vería mejor a quien.
Justo cuando terminé de aplicar delineador en Hyeon, levanté el espejo para que se observara. Sonrió complacida y me dio las gracias. Entonces vio algo en el suelo junto a mí y gritó—: ¡Ah! ¡Una araña!
—¿Dónde? ¿Dónde? —Grité más fuerte. Cuando la vi, salté al sofá para escapar, las chicas me imitaron. —. ¡Jungkook! ¡Que alguien salve a HeeJin!
Afortunadamente Horang fue la valiente que jaló la silla de HeeJin poniéndola a salvo junto a nosotras, la araña nos lanzó una mirada de soslayo, era obvio que nos quería como cena.
—¿Qué demonios? —Jungkook se separó de la casera, que en algún momento robó el espacio vacío en el sofá y se sentó a su lado. Rayos, supongo que olvidé mis funciones como protectora. Atravesó la habitación para rescatarnos—. Es sólo una araña.
—No te pregunté qué es. ¡Mátala!
Se echó a reír. Sí, el hijo de puta se rio como si la araña asesina fuera una especie de broma. No tenía ni idea del peligro que corría su vida por reírse de mí. Honestamente, ¿alguna vez alguien se asustó tanto como para gritar y cometer un asesinato al mismo tiempo porque alguien pensó que su miedo era gracioso? Bueno, yo saltaba del trampolín más alto y nadaba en todo un tanque de ese tipo de locura.
Una risa más, y el señor Jeon podría ir eligiendo las flores que quería en su tumba.
—Es inofensiva —aseguró—. Por Dios, Si Yeon. Pensé que serías más valiente que esto.
—No cuando se trata de monstruos de ocho patas. Esa cosa es más grande que yo.
—No lo es.
Ahora negaba con la cabeza y se reía entre dientes por mi fobia. Me encontraba a nada de abalanzarme sobre él para saber cuál era el chiste en mi miedo cuando se movió la araña.
—¡Se mueve! Mátala, mátala.
Definitivamente sabía cómo dirigir una conmoción porque las chicas junto a Hee Jin empezaron a gritarle a Jungkook que exterminara la araña.
Él me lanzo una mirada irritada que decía: Mira lo que empezaste. No me importaba. La araña todavía vivía y eso no era bueno.
—¿Con qué se supone que voy a matarla? —preguntó,mirándonos con exasperación.
Con mi histeria creciendo en proporciones titánicas, grité—: ¡Con tu pie, idiota!
Jungkook se echó a reír. Sacudió la cabeza resignado y aplastó a la bestia, para tranquilizarnos nos mostró la gran mancha negra en el suelo.
—Asunto resuelto —informó con orgullo.
En serio no planeé lanzarme contra él, pero en un segundo me paré del sofá, demasiado aliviada como para pensar correctamente, y al siguiente me lancé en el aire, abrazando a mi mejor amigo.
Apenas me atrapó, dejó escapar un gruñido de sorpresa al dejarlo sin aliento. Nos tropezamos hacia atrás unos cuantos pasos antes de encontrar el equilibrio y sujetó un brazo alrededor de mi cintura estrechándome contra él. Agradecida, lo abracé con fuerza y enterré mi rostro en aquel pequeño rincón cómodo en la base de su cuello.
Él era sólido, real y caliente, y además olía increíble. Tan pronto como lo abracé, me di cuenta de la cantidad de problemas en las que yo sola me metí. Me gustó estar presionada en su contra. Demasiado. No quería soltarlo. Pero nos hallábamos parados en una habitación llena de gente, una de las cuales era su madre y la otra una señora que lo hostigó para que tuvieran sexo.
Me aclaré la garganta y me aparté lo suficiente como para sonreírle, pensando rápido para mantener la situación divertida en lugar de totalmente incómoda.
—Jeon Jungkook —suspiré en voz soñadora, dramatizando a propósito mis palabras mientras revoloteaba mis pestañas como una actriz de segunda—, eres mi héroe.
Colocando una mano en mi frente, me alejó. —Y tú una tonta.
Me encogí de hombros y por suerte no tuve que responder, porque todas las chicas que chillaron conmigo en el sofá, saltaron detrás de mí para también poder abrazar su cintura. Después de que aceptó sus cumplidos, se volvió hacia su hermana y se inclinó para abrazarla.
—Tú también... eres... mi... héroe —le dijo con su voz vacilante.
Parecía que él comenzaría a llorar. Ahuecando su mejilla, le sonrió y murmuró—: Para ti. Siempre.
Maldita sea. Ahora yo quería llorar.
La realidad me golpeó duro. Mientras lo miraba sostener lo más preciado que tenía en su vida, sin quererlo, sentí que esto era más que un mero enamoramiento inocente.
Honestamente creo que para ese punto yo ya me encontraba amando a este hombre.
Después de todo el drama de la araña, Jeon Hee Jin quería bailar.
Con el permiso de su mamá puse en mi teléfono el último álbum del grupo favorito de nuestra festejada. Las chicas amaron cómo movía la silla de ruedas y la hacía girar por el piso de la estancia. Todas querían tener un turno para hacerlo.
Jungkook nos siguió a la cocina y se paró justo en el marco de la puerta para mirar. Aunque cruzó los brazos sobre el pecho de la misma manera en que los tenía antes de que yo llegara a la fiesta de cumpleaños, ahora al menos parecía relajado, como si se divirtiera.
Cuando atrapé su mirada, le arrugué la nariz. Él me devolvió una sonrisa y rodó los ojos.
—Jungkook —llamó su hermana pequeña—, tu turno.
Era claro que él no le negaba nada, por lo que se alejó de la pared y caminó en nuestra dirección. Cuando comenzaron a "bailar" me aparté de la escena para que no se concurriera demasiado. Apoyé la espalda contra el marco de la puerta que Jungkook utilizó, dos segundos más tarde sentí una presencia a mi lado. Era la señora Yoon.
Incliné la cabeza tratando de lucir amable cuando sólo quería escapar de la mujer que convirtió a Jungkook en un prostituto.
—Si Yeon —murmuró con un asentimiento real hacia mí antes de volver su atención a Jungkook.
Me estremecí de asco cuando le vi un brillo depredador en la expresión, como si pensara que era su dueña.
Una fisura de miedo me atravesó la columna vertebral. Cuando presentó a su acompañante estaba segura de que se alejaría de Jungkook, pero por la forma en la que lo miraba ahora, sabía que no era así.
—Lindo...tu atuendo —dijo, con los ojos escaneando mi cuerpo entero.
Me aclaré la garganta y le seguí el juego.
—Gracias. Mi prima tiene un excelente gusto, ella es mi gurú. —Totalmente molesta de que no quitara sus ojos de Jungkook, alisé el frente de mis pantalones cortos—: ¿Sabe?, tiene el talle perfecto para usar uno de estos.
Finalmente, me miró de reojo y se rio. —Oh, cariño. Soy demasiado vieja para vestir algo tan...rosado.
Creo que trataba de reducirme y hacer que me sintiera inmadura por el tono de mi blusón, pero... no caí en sus tácticas de intimidación tan fácilmente. Además, me encantaba y abracé a mi inmadurez.
—¿En serio? —Sonando intrigada, jugué con una hebra de mi cabello—. No parece el tipo de mujer a la que una cosa tan pequeña como la edad le moleste.
Lancé una mirada a Jungkook, haciendo obvio mi comentario. Cuando me giré hacia ella, se quedó inmóvil y su rostro palideció. Un músculo de su mandíbula tembló y sus ojos se estrecharon, endureciendo la mirada.
Oh, a la bruja no le gustó que supiera su pequeño secreto. ¡Un punto para SiYeon "la aspirante"! ¡Oh, sí!
Se dio la vuelta regresando a la sala principal donde se encontraba su prometido.
Acabando el baile y besando la mejilla de Hee Jin, Jungkook caminó hacia mí.
—No sé lo que le dijiste para asustarla, pero creo que te amo por eso. —Sus ojos brillaron como un estaño caliente cuando me sonrió.
De la nada me encontré demasiado afectada como para responder. Sabía que bromeaba, pero esas palabras viniendo de él sonaban tan malditamente increíbles, que me provocaron un hormigueo que comenzó desde las puntas de los dedos del pie hasta la cabeza.
Aún sentía que podía desfallecer como una idiota enamorada cuando sus pantalones sonaron. Dio un paso hacia atrás para sacarse el celular del bolsillo. Cuando leyó el nombre en la pantalla, me lanzó una mirada incómoda.
Antes de alejarse rápidamente, murmuró—: Disculpa. —y corrió al baño para responder.
Ácido se arremolinó en mis venas. Sólo podía haber una razón por la cual no le gustaría que cualquiera escuchara su conversación.
Hablaba con una cliente.
Traté de que no me importase, pero honestamente no pude. Lo que le dijo a la Dra. Seo en la biblioteca el jueves seguro fue una mentira, porque no dejó de programar clientes en absoluto. Preparaba una reunión con una justo ahora. Y eso que anoche casi fue atrapado por un marido.
Una angustia agobiante llenó mi pecho. ¿Por qué seguía haciéndome esto a mí misma, dejando que la esperanza creciera como maleza a mí alrededor y asfixiara todo mi sentido común? Nunca podría ser nada más que una amiga para Jeon Jungkook.
Como ya empezaba a oscurecer, y me había asustado con la llamada de mi madre la noche anterior, lo tomé como mi señal de salida. Quería estar en casa antes que cayera el sol, con todas mis puertas y ventanas cerradas y mi arma de electrochoque en las dos manos.
Por otro lado, Nayeon podía todavía estar esperándome. Me necesitaba.
Jungkook obviamente no.
No esperé a que él terminara la llamada. Abracé y besé a HeeJin como despedida, les hice una seña amistosa de despedida a sus amigas y me deslicé por la puerta frontal corriendo por el callejón antes de que alguien pudiera pararme.
Capitulito largo porque les quiero mucho. ♥
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