XIII
Desperté a la mañana siguiente cómodamente envuelta en una bola de calor humano y no mucho más. Parte del brazo de Jungkook aún descansaba sobre mi cadera; su piel se sentía tan agradable que inconscientemente di un pequeño suspiro de placer. Al darme cuenta de ello de inmediato abrí los ojos y parpadeé hacia la pared que tenía a solamente unos dos centímetros de mi cara.
El joven Jeon había acaparado gran parte de la cama, me tenía casi inmovilizada contra la plancha de yeso y todas las mantas estaban envueltas a su alrededor. Probablemente hubiese tenido frío si no fuera por el hecho de que él se prestó como mi manta personal.
Sumergiéndome en la experiencia de despertar en la cama con él, yací allí por más tiempo del que debería. A pesar de todo, estar tumbada con él se sentía increíble. Me podría haber quedado aquí todo el día, pero mi vejiga no estaba tan impresionada por su tierna calidez o su olor embriagador. La cosa egoísta exigía atención. Pronto. Gimiendo cuando desenrollé su brazo de alrededor de mi cintura, bordeé a mi compañero de cama y corrí al baño.
Como ya estaba allí, seguí adelante y me di una ducha, luego me di cuenta demasiado tarde de que me había olvidado de traer ropa limpia conmigo para cambiarme. Cuando me escabullí por la puerta abierta, esperaba que estuviera levantado y alerta. Pero seguía muerto para el mundo y momificado entre mis sábanas. Salté por el suelo hasta mi armario.
Jungkook ni siquiera se movió.
Cuando me asaltó un toque travieso de inspiración, no pude detenerme con el pensamiento. Él se hallaba ahí, boca abajo en la cama, la cima de su cabeza vuelta hacia mí; ¿Qué pasaría si yo simplemente dejara caer la toalla al suelo? Estaba dormido, no tendría ni idea de qué tipo de espectáculo ponía ante él. Oh, bueno. Probablemente lo mejor sería que no se despertara y ¡ups!... me atrapara cambiándome.
Además, una cosa era imaginarlo y otra realmente llevarlo a cabo. ¿Qué tan desesperada me haría ver eso? De inmediato deseché la idea arrepintiéndome por haberla confabulado.
Me vestí detrás del biombo a toda velocidad. Cuando me asomé a la alacena buscando algo para desayunar y volví, él había rodado sobre su espalda en mi ausencia. Las sábanas se habían desplazado hasta la parte inferior de su caja torácica y su camiseta subido en dirección contraria dejando al descubierto una gran parte de piel.
Lo miré en toda su gloria. Y no sé si se debía a que era la primera vez que alguien dormía en mi cama, pero no pude quitarle el ojo de encima. Me parecía tan irreal y maravilloso -por no decir majestuoso- tenerlo frente a mí tan pacíficamente inmóvil, que miré y miré. Y miré.
Ya me había acostumbrado a los tatuajes en su brazo que lo hacían verse más poderoso, pero ahí estaba uno nuevo que no había visto jamás. Entre el borde de sus pantalones y la zona de piel descubierta, resaltó ante mis ojos una gruesa, tosca y muy burda escritura. Había sido diseñada para llamar la atención. O eso fue lo que pensé.
Entonces, como un choque de corriente eléctrica, surgió de mí la desbordante necesidad de saber de qué se trataba. Cuando llegué a los inicios de su tatuaje, me animé a seguir avanzando; tiré de la sábana y tan sólo un poco más de su pantalón. El cuerpo de Jungkook se tensó inmediatamente contrayéndose en una especie de ovillo para su propia protección.
Di un brinco hacia atrás. No puede ser. Reconocí esa acción de desesperante autodefensa; lo que significaba, lo que implicaba. Era parte de mí también.
Mi corazón se rompió en mil pedazos por él. Quería...vaya, quería tantas cosas. Quería abrazarlo y consolarlo, y escuchar todo lo que tenía que decir; luego volver a abrazarlo y rezar porque pudiera intentar superar ese infierno. ¿Qué tanto le había hecho esa maldita señora Yoon? Y todas esas mujeres con las que había estado, ¿qué tanto lo forzaron a hacer? Di un grito ahogado tan solo de imaginarlo.
Al cabo de unos segundos, -cuando pienso, debió dejar de sentirse en peligro-, su cuerpo se relajó contra mi colchón una vez más. Decidí que lo mejor que podía hacer era volver a cubrirlo con la sábana; me encontraba haciéndolo de la manera más respetuosa posible, cuando de nueva cuenta la agresiva tinta tatuada llamó mi atención.
"Oblígame"
Oblígame. Eso decía. Sentí como si alguien estuviera pisando en medio de mi pecho. Después de anoche, esa palabra tomaba mucho sentido. Pude verlo sintiéndose atrapado y rebelde, viviendo una vida en la que las mujeres le dijeron exactamente qué hacer para complacerlas y pensando que esta era su única forma de mostrarles el dedo medio.
Quería liberarse y vivir su propia vida. Quería el control sobre sí mismo. De repente comprendí por qué siempre me había sentido conectada a él.
Éramos almas similares a las que les habían hecho sentirse reprimidas. Después de años de que Lee Jae Wook me dijera cómo llevar mi cabello, qué tipo de ropa comprar, qué tipo de comida comer, yo había adoptado la misma actitud rebelde de "oblígame".
Lo triste era que, Jungkook, aunque todavía vivía bajo su supresión y tuviese la intención de liberarse, simplemente no lo haría. No dejaría esa profesión hasta que supiera sin lugar a dudas que su madre y su hermana iban a estar bien.
Sorpresa, sorpresa: Jungkook, ya te han obligado.
Su tatuaje también me recordó que me comportaba como cualquier otra mujer, tratándolo como un objeto sexual por echarle un vistazo robado. Estaba a punto de cubrirlo de nuevo, de devolverle su dignidad, pero en el último segundo extendí la mano y toqué la tinta seca incrustada en su piel, pidiendo disculpas silenciosamente por mi parte en esto.
Contuvo el aliento ante mi toque y rodó sobre su estómago hacia mí, en donde hizo una mueca y enterró la cara en mi almohada.
Retirándome un poco, me sequé las mejillas y conseguí poner la sonrisa más honesta que pude. Estiré la mano hacia su hombro. —Arriba, Bello Durmiente.
Siempre fui una buena actriz, la vida me enseñó a cómo serlo. Por mi tono de voz alegre, uno jamás imaginaría que acababa de estar al borde de ponerme a llorar a moco tendido. Un segundo más tarde, Jungkook sacó la cabeza de la almohada.
—¿Qué demonios? —Su voz era ronca y confusa mientras miraba alrededor hasta que me vio. Con los ojos muy abiertos, se quedó sin aliento—. ¿SiYeon?
—Buenos días. Preparé un poco de avena instantánea para desayunar. Hay manzanas y rosquillas de ayer en la sala. —Cuando me miró, rodé los ojos—. Lo sé, lo sé, "Si Yeon, eres tan increíble y maravillosa. Gracias por pensar en mí. No tenías por qué." Pero en realidad no hay problema. Lo que sea por mi amigo. Así que... de nada.
Parpadeó y se pasó la lengua por los labios, golpeándolos juntos un par de veces, probablemente para humedecerse la boca seca. Al mirar lentamente alrededor de la habitación, hizo una mueca cuando llegó a la ventana y la luz del sol de la mañana lo cegó, apuesto que haciendo maravillas con su resaca.
—Ésta es tu habitación.
Abrí la boca para soltar algo sarcástico y malicioso, pero parecía como si estuviera sintiendo dolor ante la idea.
—Síp.
Asintió y dirigió sus ojos inyectados en sangre en mi dirección. —¿Qué estoy haciendo en tu cama?
—Dijiste que el sofá era demasiado pequeño.
Entrecerró los ojos como si estuviera tratando de recordarse diciendo tal cosa. Centrándose en mí otra vez, su rostro palideció cuando me preguntó—: Entonces, ¿nosotros hicimos...?
Esta vez no pude contenerme. Tenía que torturarlo un poco. Oigan, no juzguen.
—¿En serio, Jungkook? —Di un grito ahogado de fingida indignación—¿Cómo pudiste olvidar la mágica noche que compartimos? —Apreté mi palma contra mi corazón como si sintiera un dolor sincero —. Fue... fue hermoso.
Él ahogó un sonido de suplicio. —Ay, no. No lo hicimos.
—¡Oye! Al menos podrías fingir que la idea de acostarte conmigo no te repugna por completo. Agh. Pensé que al menos te interesaba un poco. Quiero decir, ¿qué pasa con tus estúpidos impulsos de chico cachondo y ese regalo que dijiste que podía tener con sólo decir la palabra?
—Lo siento. No quise decir eso. Es que yo... mierda. Esto no era algo que me gustaría olvidar. —Angustiado se pasó una mano por su cabello despeinado—. Umm... ¿al menos... fue bueno para ti?
—¡No puede ser! ¡De verdad no lo recuerdas!
Hizo una mueca y la devastación total ruborizó sus mejillas. —No, en absoluto.
—Bueno, relájate, Casanova. No pasó nada.
En todo caso, pareció aún más decepcionado. —¿No pasó nada?
—Nop.
No parecía para nada convencido. —¿Estás diciendo que vine aquí, me metí en la cama contigo y no me acerque a ti en absoluto? Porque me parece imposible de creer.
Probablemente porque así era, así que, esta vez, tuve que mentir. Me encogí de hombros.
—Estabas derrumbado. Simplemente llegaste a tropezones a mi cama, te acurrucaste a mi lado y te desmayaste. ¡Oh! Y entonces monopolizaste tres cuartas partes del colchón y todas las sábanas. Que es algo en lo que necesitas trabajar de verdad, amigo, porque si piensas casarte algún día, ninguna mujer va a aguantarlo.
Sus labios se curvaron con diversión. —Lo tendré en mente. —Me estudió un segundo más, pareciendo como si tuviera que decir algo más. Pero en cambio, tragó saliva y se levantó—. ¿Baño?
Señalé. —Por allá.
—Gracias.
Salí del apartamento para darle un poco de privacidad, ya que era un poco extraño escucharlo orinar a través de la puerta del baño en este sitio sin paredes donde todo sonido traspasaba.
El sol brillante me recibió con los brazos abiertos. Estiré cada extremidad en mí para despabilarme de todo lo que había sucedido en las última al menos ocho horas. Acababa de golpearme ambas mejillas cuando unos apresurados pasos se escucharon subiendo por las escaleras. Por alguna razón me recordó la llamada telefónica de mi madre de anoche.
¿Y si era Jae Wook? ¿Y si ya me había encontrado? Mierda, ¿Jungkook habrá dejado abierto el portón de abajo? Había estado tan consternada y maravillada con su repentina visita que me olvidé por completo de la amenaza añadida.
Conforme los pasos se aproximaban me asunté y eché un vistazo a mi alrededor buscando frenéticamente algo que sirviera de arma. Si mi exnovio encontraba a Jungkook aquí, lo mataría.
Al ver la silla de lazo, no se me ocurrió otra cosa más que echársela en la cabeza al psicópata ese, pero Nayeon comenzó a farfullar en cuanto irrumpió en la azotea.
—¡Si Yeon! Tenemos que hablar. Ahora mismo.
Me quedé mirando boquiabierta a mi prima, alarmada por lo cerca que había estado de golpearla. Se fijó en mi expresión congelada y me envió una mirada divertida.
—¿Qué?
—Pensé que eras... ayer llamó...olvidé...
Antes de que pudiera escupir una frase comprensible, la puerta de mi "casa" se abrió y Jungkook salió, todavía en el proceso de abrocharse el pantalón.
—Te robé una pastilla para la resaca —dijo. Cuando nos vio a Nayeon y a mí se detuvo en seco. Su mirada se congeló en mi prima antes de que se volviera hacia mí con una leve mueca de disculpa.
Me aclaré la garganta. —Umm... está bien. Estoy segura de que la cabeza está matándote.
Abrió la boca y parecía como si quisiera decir algo importante, pero lo que salió fue—: Me voy.
—Sí.
Ambos teníamos expresiones tensas en el rostro, pero la suya era particularmente rígida. Su sonrisa era tensa cuando tomó sus zapatos y se apresuró a meter los pies dentro de ellos.
—Gracias. —Ignoró deliberadamente a Nayeon, y se centró en mí—. Te veré a las dos, ¿ok?
—¿A las dos? —pregunté confundida.
—La fiesta de cumpleaños de Hee Jin es hoy. No puedes faltar.
—¡Oh, sí! —Me golpeé la frente—. Me había olvidado por completo. Claro, estaré ahí.
—Tienes un regalo para ella, ¿verdad? Ha estado preguntándose toda la semana qué tipo de sorpresa le tienes preparada. Dijiste que tenías una.
—Por supuesto que tengo algo. —Con una sonrisa diabólica, me puse una mano en la cadera—. Y odio decírtelo, amigo, pero mi regalo es tan genial que va machacar a tu regalito.
Por primera vez desde que se despertó esta mañana, me dedicó una sonrisa sincera.
— Ya lo veremos. —Su mirada se fijó en la botella de zumo de naranja que mi prima llevaba consigo, de inmediato su estómago gruñó.— Mencionaste algo sobre comida.
Puse los ojos en blanco. No importaba cómo de rara o incómoda fuera la situación, siempre podía contar con que Jungkook comiera. —Tu avena está en mi tocador y las donas sobre la mesa. Puedes llevártelas.
Su sonrisa creció y sus ojos se calentaron. —Eres la mejor.
Desapareciendo muy brevemente como para que Nayeon no dijera nada, excepto: "Oh, no, no lo hiciste". Regresó sorbiendo a toda velocidad el contenido del tazón y la caja de donas en la otra mano.
Cuando se terminó la avena se limpió la barbilla con el cuello de su camiseta. Luego estiró el brazo para despeinarme.
—Gracias. Por todo.
Mientras mi cuero cabelludo hormigueaba en donde sus dedos habían acariciado, Jungkook se volvió hacia la escalera de concreto, pero se detuvo al momento en que Nayeon cruzó los brazos sobre su pecho y lo miró, negándose a apartarse de la salida.
Alzando una ceja, soltó un brusco—: Permiso.
—Eso no va a suceder. No después de lo que le hiciste a mi prima.
—Nayeon, déjalo en paz. No sabes de lo que hablas. —Cuando ella me cortó con una mirada incrédula, murmuré—: No ocurrió nada. Se quedó dormido en el sofá.
No había ninguna razón para mencionar que no se quedó allí.
—¿Sabes qué? —espetó ella—. No importa si los dos permanecieron despiertos toda la noche sentados en extremos opuestos de la sala leyendo la biblia juntos. Mi novio vio su auto de segunda mano estacionado fuera de mi casa cuando me trajo anoche. Sabes que va a decírselo a todos.
Suspiré. —En verdad no importa a quién se lo diga Seohyun. No voy a dejar de ser amiga de Jungkook sólo porque algunas personas ignorantes y estúpidas ahora piensen que soy una mujerzuela barata.
—Espera, ¿qué? —interrumpió Jungkook y se giró hacia mi prima luciendo asustado—¿La gente de verdad está diciendo eso de ella?
—Es mi amigo —arremetí—. Anoche Jungkook necesitaba un amigo. No es fácil para él.
—Oh. No, tienes razón, Siyeon. No me puedo imaginar lo horrible que debe de ser su vida. Es decir, las mujeres ricas y ostentosas acuden a él metiendo billetes en sus pantalones diariamente. Sí, eso suena taaaan horrible.
—Eres una prejuiciosa egoísta. No sabes nada. Hace eso para pagar las facturas médicas y no depender de los míseros sueldos de los trabajos de mierda de su madre.
—Mira, ya he oído acerca de su vida en casa. Conozco toda la historia de su triste y deprimente infancia. Pero también sé que un montón de gente lo tiene difícil. Un montón de gente atraviesa casi tanta mierda -si no más- y no están vendiendo su cuerpo por dinero.
—Sólo estás celosa —murmuré, dándome la vuelta.
—¿Celosa? —Se echó a reír con una carcajada sorprendida—. ¿De qué?
Balanceándome hacia atrás, señalé a Jungkook y grité—: ¡Por el hecho de que no quiere tener nada que ver contigo, y en cambio se haya convertido en mi amigo!
—¿Amigo? —soltó otra risa áspera—. Él no quiere ser tu amigo.
—De hecho... —comenzó Jungkook, pero ella le cortó.
—Y la única razón por la que fui a él ese día en la biblioteca era porque sabía que mirabas. Quería mostrarte lo poco que se podía confiar en él.
—Lástima que tu gesto considerado explotó en tu cara.
Como si hubiera perdido la esperanza de ganar cualquier discusión contra mí, Nayeon se volvió hacia Jungkook.
—Tú —se burló—, aléjate de Si Yeon. Está tan fuera de tu liga que no estás ni en condiciones de lamer sus zapatos. De hecho, si te acercas a ella de nuevo, iré directamente a la estación de policía a decirles lo que eres.
El rostro de él palideció. Sus ojos ya estaban inyectados en sangre, pero parecieron ponerse más húmedos mientras me miraba impotente.
—¡Es suficiente! — le advertí, entonces me giré hacia Jungkook tomándole del antebrazo—. No le hagas caso. No va a decirle nada a la policía.
—Yo...
Negué con la cabeza guiándolo pasiva-agresivamente hacia la escalera.
—Tú y yo somos amigos, y vamos a seguir siendo amigos. —Excusándolo silenciosamente, di un paso atrás para dejar que se fuera mientras le miraba a los ojos y murmuraba—: Te veré a las dos.
Cuando me devolvió la mirada, tuve que contener el impulso de abrazarlo. Se veía devastado.
Incapaz de evitarlo, me acerqué, me puse puntillas y le di un rápido beso en la mejilla. Volvió su rostro lo suficiente como para hacer que nuestro roce de piel se alargara un segundo más de lo necesario, haciendo que el calor y el afecto rugieran a través de mí.
Ninguno de los dos habló mientras retrocedí. Nos miramos el uno al otro un momento, luego asintió y marchó escaleras abajo. Después de escucharlo cerrar la reja, me volví hacia Nayeon despacio dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger a Jungkook.
—Lo juro por mi madre, si haces algo para lastimarlo...
—¡Cierra la boca! No voy a hacerle nada a tu precioso perro. — Mi prima rompió a llorar.
Enterrando la cara entre sus manos, se sentó en la misma silla que estuve a punto de arrojarle y empezó a mecerse hacia atrás y adelante.
—Oye, ¿qué pasa? No es para que te pongas así. ¿Qué sucede?
—¡Eres una tonta!
—¿Yo?
—¡Estoy preocupada por ti! Quería advertirte para que te alejaras de él, pero dije tonterías. Es sólo que no quiero que te pase nada. Todavía hay esperanza para ti.
Un poco confundida por las lágrimas, ya que Nayeon no fue nunca una sentimental, me acerqué lentamente, insegura de qué pensar sobre su arrebato de carácter demasiado dramático.
Con dedos vacilantes, extendí la mano y le toqué el pelo. —¿Unnie?
Levantó la vista. No creo que se hubiera lavado el maquillaje todavía porque enormes rastros negros de máscara de pestañas se deslizaban por su cara.
—Lo eché a perder —sollozó—. Lo eché a perder a lo grande. No quiero que te suceda lo mismo. Ten cuidado con él. Prométemelo.
Agachándome a su lado, la jalé a mis brazos. —¿Cómo lo echaste a perder? ¿De qué estás hablando?
De verdad, si confesaba que había tenido relaciones sexuales con Jungkook, iba a perder la compostura.
—Yo estaba... —Hizo una pausa para sorber y limpiar sus lágrimas—. Pensaba hablar contigo anoche y advertirte acerca de él de todas maneras, pero vi su auto y decidí esperar hasta que se fuera. Entonces... entonces me desperté y mientras buscaba una pastilla para las náuseas en mi botiquín, encontré mi paquete de tampones nuevo. Sin abrir. Ahí me di cuenta de que... —Hundió la cara en mi hombro y lloró de nuevo.
— ¿Te diste cuenta de qué?
—Tengo un retraso.
Mis dedos se congelaron entre sus cabellos sedosos.
—¿Qué? —Con la misma rapidez, le pregunté—: ¿De quién? —Por favor, no de Jungkook. Que no sea de Jungkook—. ¿Seohyun?
Se incorporó para mirarme. — ¡Sí, de Seohyun! No soy una zorra tan grande.
Gracias al cielo.
Me cubrí la boca. — ¿Estás segura?
—¡Por supuesto que no estoy segura! ¡Te lo dije!, sólo vi mi caja de tampones, me di cuenta de que tengo un retraso y me asusté. Vine corriendo directamente a ti y me olvidé del gigoló hasta que salió pavoneándose de tu cuarto. Siento haberlo atacado de nuevo, ¿de acuerdo? Sé que todavía estás enojada después de la última vez, y juré que iba a ignorarlo por completo de aquí en adelante, así me perdonarías. Pero entonces lo vi y me pareció más fácil atacar que confesar.
—Está bien, está bien. Sólo... mantén la calma. Creo que lo primero que tenemos que hacer es cerciorarnos. —Palmeé su espalda— Vayamos a la farmacia a comprarte una prueba de embarazo, mamita.
El rostro de Nayeon palideció y se cubrió el vientre con ambas manos. —¡No me llames así! ¡No estoy lista para eso!
Qué forma de empezar el día.
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