XII
Ese fin de semana comenzó agradablemente aburrido. Rechacé una invitación de Nayeon para ir de club en club con ella y su tripulación, y no sólo porque su escenita en la biblioteca aún me tuviera enojada, sino porque no tenía ganas de salir de mi nido. Quería un poco de soledad pacífica.
Después de que ella me dijera que era una aguafiestas y me colgara, me encogí de hombros, me acurruqué en mi sofá con algunas tareas y palomitas de maíz, y comencé un maratón de mis películas favoritas.
Cuando sonó mi celular un poco antes de las once, empezaba a tener sueño. Me imaginé que era Nayeon de nuevo, llamándome borracha, pidiéndome que me uniera a ella. Así que fui perezosa para alcanzar el auricular.
Sin embargo, al ver Mamá en el identificador de llamadas, de repente quería gritar. Casi ataqué el teléfono, desesperada por oír su voz. En verdad extrañaba a mis padres. Y a mi molesta hermana mayor. También a pez dorado y, oh, a mi habitación. Los extrañaba muchísimo.
—Hola, mamá. No te preocupes. Estoy bien. La escuela está bien. Y no, Nayeon todavía no me ha llevado al lado oscuro.
—Cariño —La voz de mi madre me llegó al oído, y era como si estuviera sentada en la mesa de la cocina de nuevo bebiendo chocolate caliente con un montón de malvaviscos mientras jugábamos a las cartas y hablábamos de nuestro día—. No quiero alarmarte, pero...
El pelo en mi nuca se erizó de inmediato. Pasé de cero a cien en la escala de estado de alarma.
—¿Qué?
No debe haber habido alguna manera para que ella amortiguara el golpe, porque fue directa y dijo—: El padre de Jae Wook encontró una manera de conseguir que le retiraran los cargos. No irá a prisión.
Mi visión se nubló. Si no hubiera estado en el sofá, me habría derrumbado al suelo. Oh, Dios mío. ¿Eso significaba que me iba a quedar atrapada como Park Si Yeon para el resto de mi vida? Siempre vigilando por encima del hombro, sin nunca sentirme, sin poder establecerme. ¿Con el temor de ser perseguida por un loco maníaco?
—¿Cuándo?
—El jueves, pero escucha... No es razón para preocuparse. No quiero que...
—¿El jueves? —casi grité—. Pero... ¡Mamá! ¿por qué no me llamaste de inmediato? Él intentó asesinarme. ¿Cómo pueden dejarlo libre?
—Cariño, su padre es un abogado muy bueno, y muy influyente.
—Mamá —gemí sintiéndome mareada. Tenía que buscarme un chico rico, malcriado e hijo de un abogado para tenerlo como ex novio psicópata, ¿no es así?
Súper. Definitivamente sabía cómo elegirlos.
—Y aunque hayan irrumpido esta noche, yo creo que lo mejor será...
—Espera, ¿qué? ¿Quién irrumpió dónde?
—En nuestra casa, pero...
Me erguí sobre mis pies. —¡¿QUÉ?!
—Esto no significa necesariamente que fuera él.
—¡Por supuesto que fue él! ¡Mamá, por favor! —¡Despierta, mujer! — . ¿Quién más podría ser?
—Está bien, está bien. —Curiosamente su voz sonaba demasiado tranquila y aplacada para mi gusto—. Tienes razón. Hay una buena posibilidad de que fuera él. Sin embargo, no se llevaron nada. Sólo un par de papeles en la oficina estaban... revueltos.
—Me está buscando —dije en voz baja, mirando alrededor de la habitación como si lo pudiera encontrar al acecho en una de las esquinas. Se encontraba libre y limpio de todas las acusaciones legales, por lo que ahora me buscaba. Por venganza.
—No va a encontrarte —me aseguró—. No tenemos nada en la casa que conecte a Park Si Yeon contigo. La única forma en que posiblemente podría encontrarte ahora es por tu número de seguro social, y juro que tenemos todos los documentos con la información encerrados en una caja de depósito de seguridad en el banco. Sin embargo, sólo para estar seguros, mañana papá te va a cambiar tu número de celular. Vamos a llamar y hacerles saber a tus tíos cuál es el nuevo número. ¿De acuerdo?
Cuando no respondí lo suficientemente pronto, porque mi cerebro estaba demasiado ocupado dando vueltas con pensamientos, mamá repitió mi nombre. —¿Junghyun?
—Está bien —sacudí la cabeza, no muy segura de lo que aceptaba. Pero pareció tranquilizarla.
—¿Ves? —puedo jurar que había una sonrisa en su rostro—, todo está bien. No vamos a dejar que se acerque a ti. Ahora estás a salvo.
Un largo suspiro de alivio dejó mis pulmones. Había salido de casa para mantenerme lo más segura posible. Pero ahora que el peligro irrumpía en las casas para encontrarme, me sentí como si hubiera dejado el único lugar en el que podría estar protegida.
Me encontraba a kilómetros de casa. Sola.
—Te amo, Junghyun. —murmuró mamá en mi oído.
Cuando cerré los ojos con fuerza, una sola lágrima se deslizó por mi mejilla. Conocía la situación, pero eso no borraba el hecho de que se sentía bien haber escuchado mi nombre de nacimiento en voz alta. Había pasado demasiado tiempo, y empezaba a olvidar quién era yo realmente.
—También te quiero, mamá.
Después de colgar, hice un recorrido exhaustivo de todo el piso, encendiendo todas las luces y comprobando cada ventana y cada espacio. Debajo de la cama. Detrás de la cortina de la ducha. Luego volví a la sala de estar, ya no soñolienta en lo más mínimo.
Mirando sin ver la pantalla de la televisión, salté ante cada crujido y gemido que escuchaba hacer eco a través de mi pequeño apartamento. Tuve la tentación de llamar a Nayeon y obligarla a que volviera a casa para estar conmigo, pero probablemente estaba tan borracha que traería a su pandilla de fiesta con ella. Desde luego no quería que una horda de extraños merodeara por mi desván.
Cuando alguien llamó a mi puerta grité. La almohada que había estado aferrando a mi pecho salió volando.
Salté del sofá y corrí lejos del golpe en lugar de hacia éste. Agarrando mi bolso lancé los contenidos en la mesa y busqué entre mi polvera y mi cartera antes de encontrar mi spray y arma de electrochoque.
—¿Quién es? —pregunté mientras me arrastraba hacia la puerta
—Jungkook.
¿Qué?
Sin creer en la ahogada voz masculina en lo más mínimo —porque ¿por qué en el mundo vendría Jungkook a verme a las once de la noche del sábado?— me asomé a través de las persianas cerradas y me quedé boquiabierta al verlo de pie fuera de mi puerta.
¿Qué demonios?
Feliz de ver a alguien que no fuera Lee Jae Wook, y aún más encantada de que "alguien" terminó siendo Jungkook, dejé caer el spray y el arma de electrochoque a mis pies y me puse manos a la obra, abriendo las tres cerraduras que mantenían mi puerta sellada contra los intrusos.
Para el momento en que la abrí, estaba dispuesta a arrojarme en sus brazos y abrazarlo por estar aquí. Me sentía tan aliviada de no tener que sufrir el resto de la noche sola.
—Jungkook —jadeé.
En cuanto levantó el rostro supe que algo andaba mal. Su mirada se arremolinaba con tormento.
—¿Estás ocupada? — Empecé a abrir la puerta un poco más, pero eso pareció intimidarlo. Se escabulló un paso atrás. —Si es un mal momento, puedo irme.
—Jungkook, espera. —sobre accioné lanzando mi mano hacia afuera para sujetarlo del brazo. De inmediato se tensó. —¿Qué sucede?
Rechinó los dientes—. Es que... necesito hablar con alguien.
Aún con su mirada asustadiza y sin soltarlo, lo metí en mi apartamento. Luego de asegurarme de bloquear las cerraduras, me volví hacia él, lo vi correr sus manos por el pelo y suspirar en repetidas ocasiones. Estaba tan distraído que ni siquiera se dio cuenta cuando recogí mi pistola eléctrica y el spray del piso para guardarlos de nuevo. Luego fui a sentarme al brazo del sillón y doblé las manos en mi regazo.
—¿Vas a decirme qué pasa?
Se tiró en el sofá, dejando caer la cabeza hacia atrás contra el respaldo. Después de soltar un gemido bajo, confesó—: Casi fui atrapado esta noche.
Oh, mierda.
Había estado tan segura de que le dijo a la Dra. Seo que no aceptaría más clientes. Pensé que iba a dejar ese estilo de vida por la chica, por mí. Pensé que todo nuestro coqueteo por mensajes de texto y casi beso significaba que nos acercábamos. Así que, ¿cómo podrían casi haberlo atrapado? ¿La advertencia de Nayeon lo volvió a llevar al lado oscuro?
—¿Tú... quieres... decir... por la policía? —Finalmente encontré la fuerza suficiente en mi laringe para preguntar.
—No. —Movió la cabeza de un lado al otro, sin dejar de ver hacia al techo—. Por un esposo.
Tuve que taparme la boca como si quisiera empujar manualmente la bilis en lo más profundo de mi estómago. Mis manos comenzaron a temblar. Maldita sea, maldita sea, maldita sea.
—¿También te acuestas con mujeres casadas?
Me lanzó una mirada angustiada. —La mayoría de las mujeres que me contratan están casadas.
Tragué saliva y casi me atraganté en la miseria y la decepción acumulándose en mi esófago.
—Ah.—Estaba muy ocupada concentrándome en no gritar para decir mucho más. Sin embargo, mi falta de respuesta pareció irritarlo.
—¿Por qué crees que se acercan a mí? La mayoría son esposas premio, ricas y aburridas, que gastan todo el dinero que sus maridos les dan en hombres más jóvenes.
Se puso de pie y empezó a caminar de nuevo, tirando de un puñado de su cabello hasta que las hebras se pusieron de punta en ángulos extraños. Lo triste era que, tan molesto y disperso como estaba, aún se veía muy atractivo. Y todavía quería abrazarlo hasta que desapareciera su dolor.
Pateó la puerta al pasar junto a ella. Luego se congeló y se quedó boquiabierto un momento, asegurándose de que no la había dañado antes de hacer una mueca en mi dirección. —Lo siento.
—Al menos que no me pateaste a mí.
Ese comentario pareció escandalizarlo. —¿Por qué iba a patearte?
—No lo sé. —De repente incómoda, me encogí de hombros. Todavía me miraba, así que moví la mano en un gesto inútil—. A veces la gente siente la necesidad de hacer daño a otras personas en una manera de mostrar su poder. Y obviamente en este momento te estás sintiendo impotente sin el control de tu propia vida, por lo que...
Antes de que pudiera terminar mi explicación, ya lo tenía sentado a mi lado. —Nunca te golpearía, Si Yeon. ¿Cómo se te ocurre? ¿Por qué pensarías que...? —Negó con la cabeza, y luego inclinó su rostro—. No debí haber venido.
—No. —Me acerqué y cogí su rodilla—. Está bien. En serio. Quiero decir, si necesitas sacar algo de tu pecho, déjalo salir. No es como si pudieras hablar sobre esto con cualquiera. Y somos amigos, así que...
En sus ojos vi la súplica para algún tipo de liberación. Pero mientras me miraba, sus rasgos se derrumbaron.
—¿Sabes que nunca he tenido sexo sólo por el placer de hacerlo? ¿sólo para tener un poco de diversión con una compañera de mi elección? Siempre, siempre se me ha propuesto y pagado. Nunca he podido decidir cuándo ni dónde. Ni cómo. Ni con quién. Nunca...
—Espera. —balbuceé. — Incluso tu primera vez fue...
—Mi casera.
Me quedé sin aire cuando la confesión me golpeó. —¿Qué?
—Se ofreció a rebajar el alquiler atrasado que les debíamos si... cedía. Amenazó con desalojo si no lo hacía. Ella es la que me hizo citas para encontrarme con otras mujeres, y consiguió que me contrataran en el Cosmo Club.
—¿Te refieres a la señora Yoon? — Mis ojos se podrían haber salido de sus órbitas. — ¿Ella es cómo tu proxeneta?
Dejó escapar un bufido. —¿Proxeneta? Sí, supongo que puedes decirlo así. Ella...¿cómo sabes su nombre?
—La conocí fuera de tu casa la otra noche.
— Le dije que te dejara en paz. —Se puso de pie y empezó a pasearse. En serio, el chico me iba a marear.
—¿Por qué tendrías que discutir con la propietaria sobre mí?
—Debido a que te ha visto ir y venir, y tú eres... —Echó una mano hacia mí como si debiera ser capaz de terminar la frase.
—¿Soy qué?
Tragó saliva, notoriamente nervioso.
—Eres hermosa. Así que naturalmente piensa que tú y yo...—Jungkook se frotó la cara gimiendo. —Dios, enserio odio esto. De vez en cuando sólo quisiera dejarlo todo.
Mi corazón dio un vuelco. La esperanza surgió. —Entonces deja de hacerlo. Déjalo ahora mismo.
—¡No puedo!
—¿Por qué no?
—Es que... —Hizo una mueca—. No voy a hacer esto para siempre, Si Yeon. Tengo un plan. Tan pronto como me gradúe voy a conseguir un gran trabajo. Entonces voy a poner a mamá y a Hee Jin en una casa, una de su propiedad, no otro alquiler; y voy a encontrar mi propio lugar. Voy a ser libre.
Era triste escuchar cómo se sentía atrapado en su vida actual y lo responsable que se sentía por su madre y su hermana.
—¿Por qué esperar hasta graduarte? ¿Tu madre no puede ayudarte con algo de dinero? Múdate ya si eso es lo que quieres.
—¿Estás loca? No se puede confiar en mamá con las finanzas. Antes de que yo entrara en el negocio ella se olvidaba de pagar casi todo. Es una gran madre, no me malinterpretes. Daría mi vida por ella, pero la mujer no puede presupuestar una mierda. A veces se olvida de pagar la factura de la luz y nos la cortaban mientras cenábamos o tomábamos una ducha. A veces...
—Espera. Lo siento, pero creo que no entiendo cómo terminar la universidad va a enseñarle a tu madre a financiar y a cuidarse sin ti. —Me miró como si no pudiera comprender mi preocupación. —Incluso si construyes un nido lo suficientemente grande para que ella y HeeJin se establezcan de por vida, todavía podría olvidar pagar los servicios después de que te vayas.
—¿Estás diciendo que nunca voy a ser capaz de mudarme solo?
—No, digo que tienes que mirarlo desde un ángulo diferente. Parece que ella necesita aprender sobre organización y dejar de apilar tanta responsabilidad sobre los hombros de su hijo.
—Está empezando a entrar en razón —argumentó—. He estado trabajándola durante los últimos dos años, preparándola para cuando llegue el momento. Y cada par de meses, paga las cuentas sin mi ayuda.
—Bueno, entonces ahí tienes. Tal vez ahora podría hacerlo todo por su cuenta y así puedes dejar de hacer algo tan drástico para salvar a tu familia. Van a estar bien. No tienes que seguir violando la ley o tu propio código moral y continuar haciendo algo que obviamente odias sólo para ganar más dinero.
—Tengo un plan. —repitió, con la mandíbula obstinadamente dura, diciéndome que nada iba a hacer que se desviara.
—Sí. Un plan estúpido. —Mi voz podría haber sido un poco petulante, pero no me importó. Su plan estúpido me alejaba de estar con la única persona que me vio y le gustaba lo que veía.
—Lo siento. No era mi intención volcar sobre ti todos mis problemas.
Dejé caer los hombros. —Para eso estamos los amigos, ¿No?
Tragó. La mirada que me envió decía mucho en el departamento de las disculpas, pero las palabras que dijo sonaron más como—: ¿Tienes algo para beber?
No pegué un ojo sino hasta casi las dos de la mañana. Después de robar unos cuantos muchos de tragos de la ginebra olvidada de mi tío, Jungkook se desmayó en mi sofá. Pausé la película que habíamos estado viendo y apagué todo. Le quité los zapatos, puse sus pies en el sofá y encontré una manta extra para colocársela. Entonces apagué las luces y tropecé hacia mi cama.
No voy a mentir, lo vi dormir durante unos diez minutos antes de levantarme a limpiar. Para el momento en que me arrastré bajo las sábanas, me hallaba completamente agotada pero aún así demasiado consciente de su presencia en mi cuarto.
Alegre de que otra persona estuviera cerca después de saber lo de mi ex, fui capaz de quedarme dormida con bastante facilidad. El sueño ya me había superado cuando me desperté bruscamente porque alguien se metió en la cama conmigo.
Me senté inmediatamente presa del pánico. —¿Qué...?
Mi chillido indignado hizo que él se quejara.
—Shh. Soy yo.
—Jungkook, ¿qué estás haciendo?
—El sofá es muy pequeño. No puedo dormir ahí.
Apenas había suficiente luz en la habitación para ver su perfil. Y vaya perfil tenía. Pero en realidad no podía dormir en la cama conmigo.
¿Podía?
¡No! Si Yeon, no. Echa su culo sexy. ¡Ahora!
—¿Quieres que te lleve a casa? —le pregunté, sintiéndome incapaz de hacer una cosa tan blasfema como echar a Jeon Jungkook de mi cama. Pero él ya estaba medio desmayado otra vez. —Bien. Supongo que dormiré en el sofá entonces.
Dado el limitado espacio, había puesto la cama contra la pared y mi cuerpo daba hacia ella, así que tuve que trepar encima de él para escapar. O tal vez debería decir que traté de hacerlo, porque su brazo me envolvió logrando anclarme de nuevo a la cama para que aterrizara en mi lado, de espaldas a él.
—No te vayas —dijo arrastrando las palabras.
Su matiz estaba tan lleno de súplica que caí inmóvil, indecisa. Este era territorio peligroso.
—Jungkook...
—Te sientes bien —gruñó con una voz ronca y sexy, llena de sueño.
Cuando él suspiró, eso fue todo. Tiré la toalla oficialmente: no me iba a ningún lado. Dejé escapar un suspiro de renuncia y me relajé contra él. A cambio, tarareó su gratitud.
—Oye...bueno, es sólo que...a veces durante la noche me retuerzo y grito o gimo. Podría despertarte o accidentalmente ponerte el ojo negro.
Los músculos del brazo envuelto a mí alrededor se tensaron. —¿Tienes terrores nocturnos? ¿Cómo pesadillas?
—Sí.
—¿Por qué?
—Ammm... esa es historia para otro día.
Acercándose protectoramente, me susurró—: No te preocupes, Si Yeon. Estaré aquí para mantenerte a salvo, sin importar qué monstruo invada tus sueños.
No pude evitarlo, mis ojos se empañaron inmediatamente. Nadie nunca me había dicho algo como eso.
Pasó sus dedos calientes por mi hombro como si quisiera consolarme, sólo para hacer una pausa. —¿Puedo encender la luz?
Me puse rígida. —¿Por qué?
Su mano empuñó suavemente el dobladillo de mi camiseta—. Tengo tantas ganas de verte.
—Mejor no. —le dije, con la garganta apretada con el impulso de murmurar: "Haré todo lo que me digas."
Había pasado poco más de un año desde que había tenido algún tipo de contacto sexual. Las experiencias no habían sido de nada gratificantes. Dolorosas y frías sería un término mucho más adecuado. Siendo Lee mi primero y único dador de malos recuerdos, decidí que no necesitaría nada de ello por el resto de mi vida.
Pero Jungkook, con sólo rozar mi abdomen, me tenía totalmente reconsiderándolo.
—Si Yeon... —siseó. — Tengo un plan. Tienes que creerme.
Su toque se volvió desesperado y acalorado. Agarrando mi cadera, me ajustó contra él. Cuando mi trasero acunó su pelvis a través de toda nuestra ropa, cogí un puñado de almohadas por encima de mi cabeza y aspiré una bocanada de aire.
Santo infierno. Sus dedos vacilaron acerca de su siguiente movimiento. Mi respiración era rápida y poco profunda. En nuestra defensa no estábamos haciendo realmente nada, pero yo contenía mis exhalaciones tratando de controlarme y puedo asegurar que Jungkook se esforzaba por no tocarme -lo pondremos entre comillas porque aquí todos sabemos que no fue así- indebidamente. Pasando ningún límite, quiero decir. Sin embargo, la sensación de hormigueo en mis pechos y la oleada de goce que se acrecentaba en la zona donde sus dedos se cernían y sus alrededores, por no decir entre mis piernas, espantaban mi concentración.
—Jungkook...
—No podemos hacer esto —jadeó con la voz llena de necesidad mientras que a través de la tela del dobladillo de mi camiseta, acariciaba con su mano mis muslos expuestos debajo del pantaloncillo corto.—. Tiempo es lo que necesito, tengo un plan. Sólo un poco más. ¿No lo entiendes?
Cuando se inclinó para besar mi hombro con los dientes y empujar sus caderas contra mí, apreté los ojos. —Lo entiendo. Así como entiendo que no soy parte de tu plan.
Un sollozo ahogado brotó de él. Por un microsegundo, se agarró a mí tan fuerte como si fuera a lanzar su estúpido plan y a besarme sin sentido. La forma en que se aferró me hizo sentir como una tabla de salvación para su alma torturada. Y la presión de sus dedos hizo despegar a mis ojos como cohetes. Estaba tan jodidamente cerca de darme la vuelta, decirle que se callara y montármele encima. Pero eso me convertiría en otra de esas egoístas y malditas mujeres que lo hostigan en contra de su voluntad. Yo jamás, jamás, le haría eso a él o a cualquier otra persona. Antes que otra cosa, Jungkook era un ser humano con sentimientos, miedos y esperanzas. Y después, era mi amigo.
La atracción carnal y el enamoramiento que sentía por él podía esperar todo el maldito tiempo que él necesitase. A menos, claro, que él no los quisiese en absoluto.
Hubo un largo silencio entre nosotros antes de que hablara.
—Me gustas, Park Si Yeon. Me gustas mucho —rechinó cada palabra—. Te admiro, te adoro. Y te respeto.
—Jung...
—No voy a hacerte esto.
Y así como así, su cuerpo se aflojó y su mano abandonó mi cadera. Luego, a través de la oscuridad, sus labios encontraran mi cicatriz.
La besó suavemente.
—Buenas noches, amiga —susurró antes de que se pusiera de espaldas a mí. A los pocos minutos su respiración se acompasó.
Por supuesto no pude dormir. Jeon Jungkook me gustaba. También lo admiraba, también lo adoraba y también le respetaba. Tanto mi cabeza como mi corazón estaban en direcciones opuestas completamente. Sabiendo que sentía lo mismo que yo, me dije que quizá podía valer la pena arrojarme del risco con él; pero vamos, esta noche casi había sido atrapado por un marido. No era el tipo de chico con el que una chica puede comenzar algo.
Con ojos llorosos esperé a que llegara la mañana. No traté de pasar por encima de él de nuevo para escapar, porque por desgracia, a pesar de todo el dolor al que sabía que me terminaría enfrentando cuando su estilo de vida finalmente rompiera mi corazón, no había ningún otro lugar en el que quisiera estar, sino con él.
Alguien haga algo por favor!! No puedo con ellos.
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