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XI

Pasó otra semana. Las cosas entre Jungkook y yo aún se mantenían algo distantes. Todavía se negaba a sentarse conmigo en el almuerzo, pero de cierta forma seguíamos siendo cercanos. Después de nuestra conversación en la noche del ataque de su hermana, nuestra relación se transformó en una de amigos que coquetean.

El martes lo vi cruzar la calzada mientras comía una hamburguesa y papas fritas, estoy segura de que habría robado de ambas si hubiera estado lo suficientemente cerca. Tener un vistazo de él iluminó todo dentro de mí, así que me enderecé y lo saludé con la mano; cuando me devolvió el saludo, le di unas palmaditas al asiento de al lado y un alentador pulgar arriba. Sonrió, pero negó con la cabeza y siguió caminando.

Me dejé caer nuevamente en la tierra de la melancolía. Un segundo después, mi teléfono sonó con un texto.

JK: "Creo que todavía necesito un poco de espacio para calmarme."

Gimiendo, escribí en respuesta:

SY: "Esos impulsos de chico empiezan a enojarme."

JK: "Bien podrían desaparecer más rápido si dejaras de ser tan... tú"

Eso fue suficiente. Estaba loca por este chico. Podría haberme dicho que dejara de morderme los labios, o revolverme el pelo, o usar ropa reveladora o, simplemente, dejar de ser tan risueña; pero fue tras mi personalidad. ¿Cómo se supone que una chica resista eso?

Bastante contenta para no volverme juguetona, puse mi teléfono en modo vídeo y presioné grabar cuando vi mi propia cara reflejada en la pantalla.

—¿Preferirías que sea como Nayeon? —le pregunté al teléfono en voz alta. Haciendo la mejor imitación que pude de mi prima, la parodié—: Buenos días, Jungkook. Hoy te ves bien. ¿Qué dices si nos saltamos las clases y hacemos algo... divertido? —Entonces jugué con el cuello de la blusa y dejé que la cámara capturara mi clavícula antes de que la enfocara en mi cara otra vez y le guiñara un ojo.

Un minuto después de enviárselo, respondió con:

JK: "¡Señorita, cúbrase! ...Por favor."

La parte del "por favor" me hizo tirar la cabeza hacia atrás mientras me reía. Escribí:

SY: "¿Por qué? ¿Nervioso?"

Y casi tan pronto como presioné enviar, un texto llegó en respuesta.

JK: "Tu risa es exactamente lo que me mantiene alejado. Me hace querer robar y atesorar ese sonido sólo para mí."

Mi aliento se atascó en la garganta. De repente, se sentía un poco constreñida y me era difícil respirar porque me sentía llena de emoción. Me tomó un momento darme cuenta de que admitió que me había visto reír.

Levanté el rostro para mirar alrededor sorprendida al saber que se encontraba cerca.

SY: "¿Me estás acosando?"

JK: "¿Por qué estás afuera? Te busqué en el comedor"

SY: "No respondiste mi pregunta"

JK: "Mira a tu derecha. Estoy sentado detrás de la escalera. Pensé que me habías visto."

Cuando lo encontré, levantó la mano. Poniendo los ojos en blanco le escribí un mensaje nuevo.

SY: Jungkook, eres un tonto, ven a sentarte ya.

Desde donde me hallaba sentada, lo vi sacudir la cabeza.

JK: Todavía no. Tengo que ir a clase de todos modos.

Mientras él recogía su bolsa y se ponía de pie, arrugué la nariz. Había almorzado con él las suficientes veces como para saber que no tenía clase por otra media hora. Pero si quería seguir esquivándome...

SY: Sé que me burlé de tus "impulsos", pero me alegro de que me dijeras acerca de ellos, así puedo entenderte mejor. Gracias por eso.

Casi en la entrada del edificio principal se detuvo y sacó su teléfono del bolsillo. Observé su espalda y la forma en que su cabeza oscura se inclinó para leer lo que escribí. Cuando terminó, se volvió para mirarme.

Le devolví la mirada, esperando. Sin embargo, se giró y entró a la universidad. Un siseo decepcionado de aire escapó de mis pulmones. Dios, era tan patética, devastada por un jodido gigoló y luego coqueteando con él despiadadamente.

Quiero decir, ¿cuánto más prohibido podría ser un chico? Podía decirme a mí misma un millón de veces que sólo quería ser su amiga, pero eso sería una mentira... un millón de veces.

Treinta segundos después, sonó mi teléfono y me asustó lo feliz que me hizo.

JK: ¿Ahora estamos poniéndonos serios? En ese caso, gracias por seguir siendo mi amiga. Aunque quiera saltar en tus huesos.

Diversión y ternura crepitaron dentro de mí. Creo que una parte de mi personalidad empezaba a contagiársele. Podía ser dulce, coqueto y de cierta forma crudo, todo en el mismo aliento.

SY: Las chicas también tienen impulsos.

Él no tendría trabajo si ellas no los tuvieran, ¿cierto?

JK: Probablemente no debiste haberme dicho eso. Ahora tendré que alejarme por más tiempo.

SY: Por favor, no lo hagas.

Sinceramente debe haber tenido que estar en un lugar, porque nunca respondió. Nuestra conversación me dejó con una extraña mezcla de estados de ánimo por el resto del día. Cada vez que me acordaba de algo de lo que escribió, sonreía y me sentía alegre. Algunas veces hasta saqué mi teléfono para volver a leer algunos de sus mensajes. "Tu risa es exactamente lo que me mantiene alejado. Me hace querer robar y atesorar ese sonido sólo para mí" fue mi absoluto favorito.

Yo también quería atesorarlo todo para mí. No era justo que un grupo de desconocidas que no lo conocían para nada llegaran a estar con él de una forma que yo nunca lo haría. Y... entonces de nuevo el por qué sólo podíamos coquetear mediante mensajes de textos hizo que mis emociones se desplomaran. Quería que se sentara en el banco frente a mí en la mesa del almuerzo y robara un poco de mi comida.

Quería recuperar a Jungkook.

El jueves por la tarde, hacía algo de tarea en el patio mientras esperaba por mi turno para marcar tarjeta en la biblioteca. La Dra. Seo Yeji, quién aún me reprobaría, me asignó el doble de trabajo por haber llegado tarde a su última clase.

Sí, lo sé. En fin...

Tenía toda mi energía puesta en ello cuando una conmoción en el césped me llamó la atención. Un grupo de chicos había estado jugando por la zona todo ese tiempo tratando de saltar de una estatua de bronce a la siguiente. Pero hasta ahora nadie había tenido éxito haciéndolo. Por los aplausos que se elevaron, imaginé que tenían un nuevo campeón.

Cuando alcé la vista, Jungkook, entre todos, se situaba en la cima de la espalda del Azor, con los brazos extendidos casi tan amplios como las alas abanicándose debajo de él, gritando su triunfo.

Puse los ojos en blanco, pero tuve que sonreír. Como si sintiera mi mirada en él, se volvió en mi dirección dándome la señal de pulgar hacia arriba. Se la devolví felicitándolo, por lo que me lanzó un beso antes de que un grupo de chicos lo tomara por las piernas y empezara a llevarlo por todas partes en una especie de desfile alocado de la victoria.

Al parecer, la parte masculina del mundo pensaba que no podía equivocarse. Riendo suavemente, comprobé la pantalla de mi celular para ver la hora. Al darme cuenta de que tenía que ir a trabajar, cerré la enciclopedia y guardé mi tarea. Después de marcar mi ingreso, hablé por un par de minutos con el bibliotecario jefe y sus dos ayudantes, que eran el único personal de tiempo completo en la biblioteca. Luego me dirigí arriba a una pequeña sección sobre las oficinas, donde se guardaban sólo libros de referencia. Nadie nunca, nunca, venía aquí, así que sabía que no sería molestada.

Curiosamente, sin embargo, me encontraba a la mitad del primer estante cuando oí pasos. Alguien se acomodó en uno de los tres muebles agrupados por las escaleras y mi curiosidad pudo más que yo. Miré a través de los estantes de libros, sólo para ver a Jungkook.

¿Jungkook?

La presión se construyó detrás de mi caja torácica. La anticipación y la esperanza. ¿Sabía que estaba aquí? ¿Vino a verme? ¿Significaba esto que seguíamos siendo amigos? ¿amigos que de verdad hablaban cara a cara?

Luciendo como si no tuviera ni idea de que me hallaba cerca de él, se estiró en un sofá verde. Después, apoyando la cabeza en el brazo de uno de los extremos, cruzó los tobillos y los colocó en el otro extremo. Abrió el ejemplar de La Cámara de los Secretos que le presté y empezó a leer. Volteaba una página cada minuto o así y parecía haber pasado tres cuartas partes, haciéndome pensar que leía de verdad.

Había estado escaneando los estantes que se ubicaban de espaldas a él, pero me dejé llevar por la tentación y me volví para organizar los otros libreros detrás de mí, así que todo lo que tendría que hacer para verlo era medio girarme un centímetro para echar un vistazo por la cima de la fila de libros.

Entre todas mis lecturas y vistazos, me encontré con un caos total, una estantería entera se encontraba desordenada. Saqué todos los libros de la cornisa y los apilé en el suelo. Empezaba a volver a ponerlos en el orden correcto cuando en voz baja y privada escuché:

—¡Hola, Jungkook!

Agachada en el suelo, me asomé por una brecha abierta y vi a la Dra. Seo de pie sobre él.

Mi corazón se hundió en mi estómago. Oh, mierda santa. ¿Había venido aquí para encontrarse con una clienta?

Jungkook se irguió y dejó el libro abierto en su regazo. Parecía sorprendido de verla. Eso me dio algo de esperanza de que él no hubiera planeado ese encuentro.

—No debería hablar conmigo —murmuró, viendo significativamente hacia las escaleras.

—No te preocupes —respondió la Dra. Seo con el mismo tono, pero acompañado de un ronroneo ronco—. Nadie viene aquí. No nos verán juntos.

Jungkook la miró cautelosamente —No... No puedo programar una reunión contigo para... hablar de las clases de nuevo —dijo en voz tan baja que ella tuvo que esforzarse para oírlo—. Deserté de aquellos cursos, y cambié mi especialidad por completo.

Por un segundo no estaba segura de si la Dra. Seo oyó bien, o si había descifrado su código correctamente. Pero después de estudiarlo por más de cinco largos segundos, la profesora esbozó una sonrisa lenta de complicidad.

—¿Así que vas a incrementar los precios otra vez?

Mi boca se abrió. ¿Qué?

A Jungkook pareció asombrarlo de similar manera. —¿Qué?

Mi profesora rio. —Recuerdo que hiciste algo así el año pasado. Dejaste de hacer citas por unos pocos meses, les dijiste a todos que habías terminado. Pero resulta que acabaste necesitando más... incentivos. —Se acercó más—. No te preocupes. Pagaré lo que cobres.

Sólo podía ver un lado de su cara, pero la parte que vi se llenó de rabia al rojo vivo. ¿O era humillación?

—Esto no se trata de dinero. ¡He terminado!

Ella aparentó confusión por un segundo antes de que su rostro se aclarara. Asintió sabiamente y murmuró—: Ah. Así que es por la chica.

Me tapé la boca con las dos manos. ¿Chica? ¿Qué chica? ¿Tenía una chica?

Oh, Dios. ¿Yo era la chica? Tenía que ser. ¿Quién más podría ser la chica? Era la única mujer que públicamente habían asociado con él y la única a quien la Dra. Seo había visto sentada al lado suyo.

—Eso está bien. Eres joven y curioso. No me importa si juegas a los noviecitos por un tiempo siempre y cuando regreses a donde perteneces cuando hayas terminado—Extendió el brazo para tocarle el pelo, pero él desvió la cabeza de sus dedos. Ella dejó caer la mano, pero no se veía disuadida en lo más mínimo—. Sólo hazme saber cuándo hayas terminado con ella. Entonces pagaré la tarifa que pidas.

Sacó una tarjeta de visita de su bolsillo y lentamente se inclinó para ponerla entre las páginas abiertas como si fuera un separador.

Qué asco. Ahora iba a tener que rociar cada página con un desinfectante para borrar sus piojos de zorra después de que Jungkook me lo devolviera.

¿Cómo se atrevió a poner su tarjeta de presentación en mi libro? Me puso ansiosa, afligida y un poco enferma de celos y repulsión. Incluso aumentó mi enojo con Jungkook por llevar ese tipo de vida donde sucedían situaciones como ésta.

La profesora le tiró un beso, luego se volvió y salió. Tan pronto como se fue, Jungkook lanzó una mirada culpable en mi dirección.

El aliento se atascó en mi garganta. Oh, Dios. No podía respirar. Él sabía que me encontraba allí, había venido hasta aquí para estar cerca de mí. Le había dicho a una de sus clientes que terminó con las citas. Había una chica involucrada. En mi cabeza se repetía una y una y otra vez: ¡Santa mierda, ya no es un trabajador sexual! ¡Yo soy la chica!

Una calidez atolondrada pasó a través de mí, pero luego mentalmente me abofeteé la cara porque...bueno, ¿qué diablos me pasaba? Acababa de ver a otra mujer solicitándolo para sexo -—que planeaba pagar cualquier precio—, ¿y yo ya estaba considerando que podría querer comenzar una relación conmigo? Debo haber perdido la maldita cordura. Además, no creo que me viera observándolo. Seguía arrodillada en el suelo por el estante de abajo, pero aparté mi cara de la brecha sólo para estar segura.

Cuando me vi obligada a mirar de nuevo, él quitaba la tarjeta de la Dra. Seo de mi libro con la punta de los dedos manejándola con cuidado como si estuviera contaminada y la tiró en un cubo de basura cercano.

Una enorme sonrisa se extendió por mis labios. A quién le importaba la plaga enferma que me había infectado haciéndome querer estar con un chico que trabajaba en ese negocio, Jungkook acababa de rechazar una clienta. ¡Por mí!

Bueno, quizá por mí. Pero la parte del "quizá" hizo toda la diferencia. Me sentía emocionada. Eufórica. No lograba dejar de sonreír mientras retomaba mi deber de reorganizar los libros con bastante más dinamismo. Podría incluso haber comenzado a tararear una melodía alegre para mis adentros. Me sentí tan jovial hasta que oí otra voz femenina decir el nombre de Jungkook.

¿Enserio?, eran como las cucarachas saliendo de su encierro para rodearlo.

Pero esta voz era demasiado familiar.

—Bueno, mira quién de pronto decidió pasar el rato en una biblioteca. ¿O esto es una simple fachada para atraer a alguna idiota con baja autoestima necesitada de atención?

Levanté la mirada a través de la brecha en los libros a tiempo para ver a Nayeon arrebatando mi libro de las manos de Jungkook. Entonces, mi querida dulce prima fue y tomó su lugar, dejándose caer en su regazo.

Envolviendo los brazos alrededor de su cuello, añadió—: Acabo de ver a la Dra. Seo Yeji aquí. ¿No es ella una de tus habituales?

Mi boca cayó abierta. ¿Qué demonios hacía?

—Suéltame. —Agarrando sus muñecas que, aparentemente había súper pegado a su alrededor, él luchó por desenredar sus brazos.

Todavía subida en su regazo, ella simplemente sonrió. —Tengo curiosidad, ¿lo hicieron aquí, o sólo programaban su próxima cita? Personalmente creo sería emocionante hacerlo en algún lugar público como una biblioteca. Salvo que tendríamos que ser extremadamente silenciosos.

Renunciando a tratar de desenredar los brazos de su cuello -porque no tenía ninguna suerte en absoluto- Jungkook levantó las manos en señal de rendición.

—En serio, tienes que salir de encima de mí. Ahora.

—En serio —repitió ella, su sonrisa burlándose al quitar un brazo de alrededor de él, únicamente para pasar su dedo nuevamente libre en el centro de su pecho—, tienes que relajarte.

Sentí frío por todas partes, y por primera vez en mi vida deseaba hacerle un daño intenso en el cuerpo a esa mocosa, como, por ejemplo, quebrar ese dedo que seguía usando para tocarlo.

—Entonces..., ahora no estoy borracha —dijo con una sonrisa que mostraba todos sus dientes—. Ya no tienes que ser un caballero. ¿Todavía quieres rechazarme?

—Sí. —Soltó un bufido—. No me voy a acostar contigo, Nayeon. Nunca.

Su expresión juguetona se oscureció. Con ojos destellando indignación, siseó—: ¿Por qué? ¿Porque no soy una de tus profesoras? ¿Por qué no te puedo asegurar una aprobatoria por cada orgasmo bien recibido?

Oh, sí, esa maldita dijo eso. Cada palabra.

—En realidad hay varias razones y ninguna de ellas tiene que ver con eso. Primero, tienes novio, y es uno de mis pocos amigos, por no mencionar que no quiero tener sexo contigo. Además, tu prima es...

Nayeon lo interrumpió antes de que pudiera oír lo que iba a decir acerca de mí.

—No te atrevas a mencionar a Si Yeon. Ha pasado por mucho y no necesita que otro idiota perdedor la lastime, así que mantente alejado ¿entiendes?

Jungkook parpadeó pareciendo asustado. Entonces su rostro se ensombreció por la furia. —¿Quién le hizo daño? ¿Cómo?

Nayeon no respondió. En cambio, sonrió. —Ella no es para jugar. Pero si eso es lo que quieres, tendrás que conformarte conmigo.

—Paso.

—Estoy segura de que podría hacerte cambiar de opinión.

Alcanzó entre sus piernas, y él reaccionó al instante poniéndose de pie y arrojándola de su regazo al suelo en un oleaje furioso. —¡No vuelvas a tocarme!

No estaba segura de si quería defender a Jungkook o salvar a mi prima, porque él parecía bastante molesto para lastimarla. Pero volé de mi escondite.

—¡Nayeon! —grité/susurré—. ¿Qué demonios estás haciendo? Eso es asalto sexual.

En vez de disculparse, se volvió indignada. Poniéndose de pie me frunció el ceño. —Ay, por favor, le pagan por eso, SiYeon. Él no es nada.

El pecho de Jungkook se hinchó al contener el aliento. Sus ojos lucían vidriosos por la emoción, pero creo que había más dolor que ira en sus profundidades.

—¡Es un ser humano! Al igual que tú y yo no tiene por qué ser acosado cada vez que se da la vuelta. ¿Qué te da el derecho a tocarlo sin su consentimiento? ¿Cómo te atreves a hacerle esto? ¿Y Seohyun? ¿Qué hay de él? ¿En serio ibas a engañarlo?

Mi prima se limpió el polvo de su trasero con un resoplido. —Estás ciega si no puedes ver que acabo de hacer esto por ti.

—¿Por mí?

—No es bueno para ti. Trataba de mantenerlo lejos.

Suspiré. —Lo creas o no, no tienes que molestarte. Jungkook y yo sólo somos amigos.

Soltó un bufido.

—Sí, claro. Sigue diciéndote eso, cariño. Tal vez algún día nuestra abuela muerta lo creerá. —Dirigiéndole a Jungkook con una mirada abrasadora, añadió entre dientes—: Tú sabes mejor que yo que sientes algo por ella.

Luego se marchó. Ni él ni yo nos movimos hasta que desapareció. Por último, se volvió hacia mí, la preocupación cubriendo sus ojos.

—Lo siento.

Negué con la cabeza haciendo una mueca. —¿Por qué? —Claramente era yo la que tendría que disculparse por su pariente imbécil.

—Porque acabo de tirar a tu prima al piso.

Si hubiera sido él, la habría pateado mientras se encontraba allí. —No tienes que disculparte por eso. Me sorprende que no lo hicieras antes.

Todavía parecía como si quisiera seguir pidiendo perdón. No pude evitarlo, me sentí mal por él. Acercándome, lo abracé con fuerza. —Nunca tuve la intención de traer la ira de Nayeon sobre ti.

Se sacudió en mis brazos por la sorpresa. —No lo hiciste. Lo hice yo solo.

—Sólo porque tuviste una noción equivocada cuando tenías dieciocho años, pensando que tenías que hacer algo drástico e innecesario para salvar a tu familia, no significa que te mereces ser tratado con tal degradación por cada mujer que se cruce en tu camino.

Me golpeó lo mucho que incluso lo deshumanicé las primeras veces que lo vi, volviéndome poética sobre sus miradas sorprendentes. No me había preocupado en nada por su personalidad. Por él. Quería pedirle perdón por no ser mejor que mi prima o mi profesora, pero la forma intensa con la que me miraba me dio una breve pausa.

—No eres como cualquier persona que haya conocido. —tragó saliva y luego, me dio una pequeña sonrisa. Una pequeña sonrisa muy triste. — ¿De dónde vienes, Park Si Yeon?

No merecía esa expresión de asombro y esperanza que me daba. Quería decirle que en realidad no me llamaba Park Si Yeon. Quería decirle todo, la verdad de lo malo y lo peor. Pero este momento se trataba de él, así que me apegué a la verdad que podía darle.

—Annyang, en Gyeonggi.

Su sonrisa resultó divertida y llena de adoración. Mi pecho se llenó con un eco de esa similar emoción una fracción de segundo antes de empujarme en sus brazos y abrazarme otra vez.

Metiendo la nariz en mi pelo, halló la cicatriz en mi nuca. Después de presionar los labios contra la piel arrugada, susurró—: Gracias por ser mi amiga. Pero ella tiene razón, sé muy bien que estoy loco por ti. No deberías tener que lidiar con toda mi mierda. Nunca.

Un segundo más tarde inhaló y se alejó antes de agacharse para recoger el libro. Una vez que reunió sus cosas, me miró—: Te veré por ahí. —Lo que en lenguaje de Jungkook quería decir que iba a evitarme de nuevo.

Me quedé en ese mismo lugar por demasiado tiempo luego de que se marchó por las escaleras. Muchas cosas me dejaron nerviosa: El comportamiento de Nayeon, lo que le dijo a él, la admisión de Jungkook a la Dra. Seo de que no iba a aceptar a ningún cliente, y toda esa charla de la chica.

Era oficial. La situación me había superado. 

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