V
—¡Dra. Seo! —llamé mientras hacía señas con la mano—. Buenos días. Luce grandiosa esta mañana.
La Dra. Seo Yeji era mi profesora favorita en Dongseo; ella era Revolucionaria y poderosa, tan segura de sí misma y su capacidad.
—Hola —saludó de vuelta en esa forma educada y distante que me daba a entender que no sabía que yo era una de sus estudiantes. Entonces miró su guardarropa—. Y gracias.
Abrí la boca para explicar a cuál de su clase asistí cuando miró hacia Jungkook y al instante palideció. Palideció pasando por todos los colores, y dio un paso atrás.
—Señor Jeon —casi susurró, sonando asustada mientras lo miraba con los ojos muy abiertos.
Él no hizo contacto visual, sólo murmuró—: Dra. Seo.
Al darme cuenta de que la profesora probablemente había oído el rumor de su reputación -y no lo aprobaba-, me sentí de repente protectora.
Bah, sólo porque trabaja como servidor sexual no significaba que tuviera la peste.
Puse la mano en el brazo de Jungkook. Sólo quería desterrar algunas de sus preocupaciones, asegurarle que no era un apestado. Pero cuando la mirada de la Dra. Seo corrió hacia donde mis dedos crepitaban contra su piel, no pareció tranquilizarse. Parecía aún más perturbada cuando nos miró.
Sin estar segura de cómo matar toda la incomodidad flotando a nuestro alrededor, me forcé a poner una sonrisa más grande.
—Sus botas son hermosas. Vi un modelo parecido y quise comprarlas, pero incluso las réplicas costaban más de lo que podía permitirme.
Si el par que llevaba era original, entonces la mujer llevaba puesto fácilmente cuatro o cinco millones de wones. Pero en lugar de revelar el secreto conmigo sobre si eran imitaciones o no, me envió una especie de sonrisa de complicidad.
—Tengo gustos caros.
Cuando sus ojos revolotearon de vuelta a Jungkook, todos los músculos de su brazo bajo mi mano se tensaron.
—¿Nuestra reunión para hablar de su horario de clases este jueves sigue en pie, señor Jeon?
La profesora me miró fijamente a mí esta vez, como si esperara que de haber una respuesta negativa sería mi culpa. Comprendiendo lo que estaba pasando, de pronto me olvidé de cómo respirar.
¡No puede ser! ¿La Dra. Seo? ¿Y Jungkook?
—Por supuesto. —Su voz sonó avergonzada, y todavía se negaba a mirarla.
—Bien. —Juro que ella parecía aliviada por su respuesta. Con un último vistazo hacia mí, murmuró—: Espero con ansia verte después. —Me dio la espalda mientras salía con sus zapatos matadores, que de repente sentí la necesidad de arrancarle.
Me volví a Jungkook.
—No tienes ninguna clase con ella, ¿verdad?
Abrió la mandíbula mientras apretaba los dientes. —No.
—Oh.
Siseando en voz baja algo que no pude captar, golpeó con fuerza la bolsa de mensajero contra la mesa.
—Esto fue un error. Nunca debí haberme sentado a tu lado.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho.
—De acuerdo. Muchas gracias. —Forcé mi voz para que sonara ofendida en lugar de dolida, cuando, honestamente, era un montón de ambos—. También la pasé horrible contigo.
Cara de imbécil.
—No...—Su boca se quedó abierta mientras me miraba acomodar mi mochila sobre el hombro y recoger la charola del almuerzo.
—Adiós.
—No... —Parpadeó varias veces, sujetándome de los brazos para volver a sentarme—. Espera. No quise decir eso. Te lo juro.
—¿Cómo exactamente querías decirlo entonces? Desde el ángulo que lo veas sonó bastante desagradable.
Sus pestañas se abrieron antes de atravesarme con una de sus intensas miradas paralizantes. —¿No lo entiendes? Acabo de condenarte. Al hablar contigo en público, al sentarme contigo en esta mesa... —Movió el brazo señalando nuestro entorno—. Ahora todos aquí piensan que hemos tenido sexo.
Aspiré una carcajada. —Por favor. ¡Claro que no! apenas te toqué el brazo. La gente no lo cree... —Pero mis palabras se desvanecieron mientras echaba un vistazo alrededor. Todo el mundo robaba miradas especulativas en nuestra dirección y hablaba detrás de sus manos. Me hundí en mi asiento, sintiéndome inmediatamente condenada al ostracismo—. O tal vez sí.
Santos rábanos salados, Batman. Debe tener una pesada reputación si el simple hecho de sentarme a su lado me convierte, a ojos de los demás, es una zorra.
—Así que... uh, ¿la Dra. Seo es una de tus, umm, clientes? —Soltó un bufido, pero no contestó. Así que agregué: —Bueeeno. Esto de seguro va a hacer que mi siguiente clase de criminalística sea incómoda.
—Espera. ¿Estás diciendo que tienes una clase con ella? ¿Con la Dra. Seo? —Al momento en que asentí, cerró los ojos un instante—. Mierda.
—¿Qué? ¿Qué significa eso?
—Escucha —suspiró, sonando increíblemente cansado—: Si te hace pasar un mal rato, te suspende o... algo, házmelo saber. Voy a hablar con ella.
—Espera, espera, espera. ¿Por qué... por qué iba a suspenderme simplemente por sentarme a tu lado en un banco público? Eso no tiene sentido. Incluso si estuviéramos... ya sabes, no tiene motivos para sentir celos. ¿No sabe que posiblemente no sea tu única cliente?
—Claro que lo sabe. Pero es obvio que no eres una cliente. Podría sentirse desairada si cree que te di un... —Apartó la mirada e hizo un gesto con la mano—un regalo.
—¿Un regalo? ¿De qué estás hablando? Esta es la conversación más extraña que he tenido en mi vida.
Jungkook me lanzó una mirada dura, como si pensara que no tomaba la situación lo suficientemente en serio.
—Sabes lo que quiero decir.
Exhalé dramáticamente. —Entonces sólo convéncela de que pagué; que también soy una cliente, al igual que ella.
—¿Qué? —parpadeó. — ¿No prefieres que le explique no estamos saliendo o jugueteando?
Ruborizándome fuerte, me aclaré la garganta y desvié la mirada.
—O eso. Eso... ¡Sí! Claro. La verdad probablemente sería mejor. Sí. Vamos a seguir con la verdad.
Jungkook negó con la cabeza, luciendo entretenido y frustrado en partes iguales.
—Excepto que no lo creerá. Y sabe que no puedes ser una cliente.
—¿Por qué no? —¿Era demasiado joven? ¿No tenía la suficiente clase? ¿No era su tipo?
Apretó los labios como si estuviera tratando de no sonreír. Pero sus ojos se iluminaron con diversión.
—Si Yeon, acabas de admitir que no puedes permitirte el mismo tipo de zapatos que ella. No hay manera de que pudieras "permitírteme".
Grandioso, ahora sonaba como Nayeon.
—¿En serio? ¿Cuánto cuestas, Sr. Ego? —Reté. Acercándose, susurró una cantidad en mi oído. Mi boca se abrió. —Bueno, sí. No te llegaría al precio.
—Te lo dije.
—Pero...no sé. ¿No tienes un plan de pago a cómodas mensualidades o algo así? ¿Precios reducidos para los de ingresos más bajos?
Farfulló a través de una risa sorprendida. —No, no ofrezco planes de pago. ¿Lo dices en serio? Juego de la manera cara, o no juego en absoluto. No hago esto por mi salud, ya sabes.
—¿Entonces por qué...?
—Porque ser un ciudadano moralmente decente no evita los avisos de desalojo inmediato —espetó—. No le hace llegar a mi hermana una nueva silla de ruedas, no pone comida en la mesa de mi madre, o evita que la compañía eléctrica nos apague la luz en el día más caluroso del año. Y seguro que no consigue que me inscriba en la universidad este semestre. Esto es todo por el dinero. Sólo por el dinero. ¿Entiendes?
—Pues...si lo explicas de esa forma, creo que es bastante noble de tu parte llevar sobre la espada la etiqueta de la depravación absoluta para salvar a tu familia. Si esa fuese la reseña de tu película, seguro la vería.
Ya está. Esperaba que sonara bastante frívolo, como si no me importara lo que hacía con su vida.
Pero Jungkook me miró frunciendo el ceño. —Estás... Enserio estás loca.
—Sólo los jueves. —Arrugué la nariz ya que él contaba las veces que lo hacía.
Sonrió, de mala gana, creo, pero al menos me las había arreglado para aliviar un poco la tensión del momento.
Haciendo crujir un rábano con sal entre sus dientes perfectos, masticó con vigor... hasta que me estiré y le pregunté—: Entonces, ¿no das regalos? ¿Nunca?
Su mandíbula se endureció dejando de masticar—:¿Por qué preguntas? ¿Acaso estás pidiendo uno?
—¿Qué? ¡No!
Me miró arqueando una ceja, diciéndome que no me creía. —Ajá.
—¡No! —repetí para que quedara claro— Claro que no. No soy así. Tengo que saberme en una relación comprometida, monógama y... esas cosas, antes de... de dormir con alguien.
—¿Qué son "esas cosas"? ¿Amor?
Tragué saliva. —...Tal vez.
Se acercó colocando un codo en la mesa para estudiarme más de cerca hasta que me retorcí por dentro y me preguntó en voz baja—: ¿Alguna vez has estado enamorada?
—¿Estás preguntando si soy virgen? Porque no pienso decir...
Levantando la mano, la agitó suavemente para evitar que soltara un montón de palabras embarazosas. —Eso no es lo que estoy preguntando.
—Ah. —Me aclaré la garganta y desvié la mirada. Más consciente de mí misma de lo que nunca había estado—. Bueno... no. No estoy segura de lo que era, si estúpida o demasiado joven para saber sobre enamoramientos, pero definitivamente no era amor. Y no voy a volver a cometer el error de no saber la diferencia.
Sus labios se inclinaron en una sonrisa, casi como si estuviera orgulloso de mí. —Bien.
¿Eh? No estaba segura de qué parte aprobaba, pero el brillo de admiración en sus ojos me lanzó un toque cálido. Volví rápidamente el tema de nuevo a él y a por qué tenía que mantenerme alejada.
—Así que, si todo el mundo sabe por aquí que eres, ya sabes, lo que eres. Entonces, ¿cómo es que nunca has sido arrestado?
—No es de conocimiento público. Es un rumor común, un secreto a voces. —Me miró como si quisiera decir algo más sobre el tema, pero en su lugar suspiró—. No vas a olvidarlo, ¿verdad?
—No todos los días me encuentro con un trabajador sexual. ¿Me puedes culpar por ser curiosa? Tengo como un millón de preguntas, pero sólo si te parece bien responderlas.
—Leíste una gran cantidad de historias de misterio cuando estabas en secundaria, ¿no?
Arrugué la nariz. —No. Nunca he leído una. Harry Potter es más mi estilo, y sí, su curiosidad también le metió mucho en problemas. Como bien sabes.
—No —murmuró, mirando casi arrepentido—. Nunca he leído Harry Potter.
Jadeante, me puse la mano sobre mi corazón y lo miré como si fuera un extraterrestre. —¡¿Qué?! Pero... todo el mundo ha leído Harry Potter.
Se encogió de hombros y ni siquiera tuvo la decencia de parecer avergonzado o culpable. —Yo no.
—Pero... pero... son tan... increíbles. No te preocupes —al instante me tranquilicé, extendiendo la mano para acariciarle el brazo—, tengo todos los libros de la serie en mi habitación. La próxima vez que cuide a Hee Jin, voy a llevarte el primero para que le eches un vistazo y me digas lo que piensas.
Los músculos debajo de mis dedos se crisparon como si mi contacto le quemara. Me di cuenta de su expresión mientras miraba mi mano aún apoyada en su antebrazo. Quería alejar mis dedos porque parecía paralizado, pero no me podía mover. Lucía tan... tentado.
Eso me gustó. Me gustó mucho.
Lentamente, deslizó su brazo de debajo de mi agarre cortando nuestro contacto.
—No hago regalos —dijo con voz ronca, tragando.—. Nunca.
Guau. Bien, entonces... Eso vino de la nada. ¿De verdad creyó que me acerqué a él por un regalo?
—Pero no estaba... —Ceñuda, me volví hacia mi almuerzo—. Lo que sea. —Entonces, con la misma rapidez, la curiosidad me golpeó otra vez. —: ¿Y qué hay de tu vida personal? ¿Qué hay de las citas y...? —Me interrumpí cuando rio—. ¿Qué es tan gracioso?
—¿Citas? ¿Vida personal? ¿Hablas en serio? Las únicas mujeres que tengo en mi entorno son las que están dispuestas a pagar o buscan servicios gratuitos prestados, lo cual que me molesta.
—Pero...
—Y todas las chicas de relaciones monógamas se mantienen alejadas de mí, por razones obvias.
Hice una mueca. —Eso no puede ser verdad. Estoy segura de que un montón de...
—Si Yeon —me interrumpió reclinándose hacia atrás—, honestamente, ¿saldrías con una persona de mi profesión?
Tragué saliva. Ni de broma, no lo haría. —Buen punto.
—Sí. —Dejó escapar un largo y solitario suspiro—. Exactamente.
—Bueno, eso es muy triste. ¿No puedes salir o pasarlo bien? ¿divertirte, o incluso enamorarte sólo porque tomaste medidas drásticas para salvar a tu familia?
Sacudió la cabeza como si estuviera perplejo por mi simpatía.
—Tenía diecinueve años cuando caí en esto. En ese momento era demasiado joven y estúpido para pensar en cómo iba a afectar mi futuro. Ahora estoy atrapado.
—No puedes estar atrapado. Debe haber algo más que puedas hacer para ganar dinero. Algo legal y...y...
—Moral —supuso.
—¡Sí, moral!
Se rio brevemente.
—Eres todo un caso, Park Si Yeon. Alegre y Optimista, pero completamente crédula. —Agarrando su mochila, se puso de pie bruscamente, haciéndome saber que había terminado de hablar—. Gracias por hacer que mi hermana sonría. Y gracias por los rábanos. Te veré por ahí.
Mientras le observaba marcharse, quería llamarle y hacer que volviera. Lució tan solo cuando dijo que estaba atrapado. El dolor en sus ojos había gritado pidiendo ayuda. Había llorado por un amigo.
Y siempre me vendría bien un nuevo amigo. Pero tendría que ser muy cuidadosa. Porque eso es todo lo que él podía ser.
—Nunca adivinarás el rumor que escuché ayer.
La voz de Im Nayeon me sorprendió la mañana del viernes, antes de criminalística, mientras se deslizaba en el asiento junto al mío.
—¿Qué? —pregunté, volviendo mi atención a la pantalla donde descargaba canciones en mi teléfono con las que Jeon Hee Jin y yo podríamos bailar.
—Escuché que mi prima favorita fue vista almorzando con el mismísimo guapo y misterioso gigoló de Dongseo.
—Oh, sí. Él. Olvidé decirte. —Bajé el teléfono—. ¿Ese trabajo temporal de niñera que obtuve, en el que empecé el miércoles? Es su hermana, Jeon Hee Jin. Tiene parálisis cerebral. ¿Lo sabías?
—¿Lo de su hermana? Sí, lo he oído. ¿Pero cómo eso tiene algo que ver con que estuviste sentada a mitad de la cafetería con su hermano?
—Bueno, supongo que soy una gran niñera. —Tiré mi pelo sobre mi hombro mientras le daba una sonrisa satisfecha, pavoneándome por mi genialidad—. La señorita Jeon le comentó sobre su noche conmigo, y él quería... No sé, darme las gracias, supongo, por ser tan amable con ella.
La boca de Nayeon se abrió como si no creyera una excusa tan pobre. —¿En serio? ¿Eso es todo lo que te ha dicho durante la conversación de cuarenta y cinco minutos?
¿Es enserio?, ¿nuestros espías de chismes contaron el tiempo? Extraaaño.
—Bueno... —fruncí el ceño—, en su mayoría, sí. Después de hablar de Hee Jin, pasamos a otros temas.
—¿Qué otros temas? ¿Su trabajo?
Rodé los ojos. Dios mío, a veces podía ser más curiosa que yo. —Eso estuvo en la lista. Pero hablamos de todo tipo de...
—¡No puede ser! Entonces admitió que lo es. Pensé que se trataba de un rumor tonto, ¡pero no! Es un hecho. —Su boca se abrió mientras susurraba—: ¡Tiene sexo por dinero!
En ese momento, una muy bien vestida Dra. Seo YeJi entró en el salón de clases. Era una lástima que debiera odiarla ahora; enseñaba muy bien, y sabía cómo armar un outfit impresionante. Pero pensar en ella, en cualquier lugar cerca de Jungkook, me hizo sentir todo pecho oprimido y el corazón un poco vengativo.
Incapaz de evitarlo la seguí con la mirada y me incliné sobre mi lateras para susurrar—: Y adivina quién es una de sus clientas.
Con la boca abierta, Nayeon se giró para mirar a nuestra profesora poner su maletín encima del pódium y hacer clic para abrirla. —Nooooooo.
Un susurro de culpa roía mi conciencia. Jungkook no actuó como si fuera un gran secreto, pero de repente me sentí avergonzada por difundir chismes acerca de él, a pesar de que era verdad.
—Pero no puedes decirle a nadie. —añadí rápidamente. Tanto la profesora como Jungkook se encontrarían en un mundo de problemas si alguien filtrara su asociación.
—Ay, te odio tanto —lloriqueó, incapaz de quitar la mirada de la Dra. Seo. —. ¿Cómo puedes privarme de revelar tan jugosa información? Me pregunto en qué posición le gusta a ella.
Giré la cabeza hacia Nayeon casi pulverizándola ahí mismo. —No acabas de decir eso.
—Lo que sea. Dime a la cara que no estás ligeramente celosa de nuestra maestra en estos momentos. El hombre almorzó contigo. Jeon Jungkook no... interactúa con las mujeres en público. Creo que tienes más derecho sobre él ahora que cualquier chica.
—Por supuesto que no.
—Venga ya. —abrió su carpeta de apuntes sobre la mesa causando demasiado ruido al hacerlo. —Puedes negar los celos todo lo que quieras. Sin embargo, dudo que la Dra. Seo vaya a ser tan indulgente.
—¿Qué quieres decir?
—Cariño, te va a reprobar por jugar con su juguete sin tener que pagar por él.
Lo juro, a veces Jungkook y ella sonaban muy parecidos. Abrí la boca para decirle que nuestra profesora era una profesional, que no me reprobaría sólo porque almorcé con su amante. Pero la Dra. Seo interrumpió, comenzando la clase.
—Buenos días. Hoy empezaremos a estudiar la importancia de las fibras corporales en un...
Se interrumpió a media palabra cuando su mirada atrapó la mía en la parte central de la sala. El reconocimiento iluminó su mirada y el rostro perdió todo color. Luego, sus ojos se estrecharon ominosamente. Cuando todo el mundo se giró para mirarme, me encogí en mi asiento.
—Atrapada. —susurró mi prima entre dientes.
—¿Nombre? —pregunto la Dra. Seo desde su pódium.
Tragué nerviosa. —Park Si Yeon.
Sin decir nada bajó los ojos a los documentos que tenía en las manos y continuó con la clase.
Nayeon se rio bajito. —Estás reprobada.
Gracias por leer.
Love u.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro