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Prólogo Jungkook

Jeon Jungkook se las arreglaba solo en la cocina preparando el almuerzo cuando la cuarentona señora Yoon Son Ha, la casera, vino a cobrar el alquiler.

—¿Hola? —Su llamado agudo y nasal rechinó contra el eco de las paredes antes de que ella golpeteara la verja metálica. Las bisagras hicieron un chirrido cuando ésta se abrió—. ¿Hay alguien en casa?

El adolescente entrecerró los ojos ante el permiso no otorgado que la mujer se tomó al entrar en la casa. Secándose las manos con una toalla se asomó al recibidor que fungía como sala de estar, dormitorio y sede del negocio de su madre de cortar cabello. Se pasó el dorso de su mano por la frente para quitar el sudor que goteaba.

—¡Oh! Jungkook, no te había visto. — Revoloteando sus falsas pestañas y presionando una mano en su escote expuesto, la casera sumió el estómago para verse más delgada.

—¿Necesita algo?

La mujer lo inspeccionaba con atrevimiento, sus ojos codiciosos lo consumían. Asqueado por la mirada lasciva, él se retorció en su interior con ganas de alcanzar una sudadera y cubrirse el cuello en V de la camiseta blanca que exponía sus clavículas.

Echando un vistazo alrededor del cuarto como si estuviera a la caza de un criminal que acaba de robar un banco, ella preguntó—: ¿Dónde está tu madre?

—Llevó a mi hermana a su cita con el doctor. —mintió, sus músculos se presionaron cuando apretó los dientes.

Su mamá y HeeJin se encontraban en el mercado, pero recordarle las circunstancias de su hermana a la señora Yoon podría anotarle a su familia un poco de simpatía y comprarles tiempo extra para reunir más dinero, porque estaba seguro de que su mamá se había trasado con el alquiler de nuevo.

—Mmm. ¿Y cómo está esa dulce niña?

Ante la sospecha de que a la señora Yoon no le importaba en absoluto el bienestar de HeeJin, apartó los mechones oscuros de sus ojos y le lanzó una mirada. — Todavía tiene parálisis cerebral.

—Pero tu creciste muy bien, ¿no es así? —La casera se le acercó.— Mira esos músculos. —Su mueca se transformó en sonrisa pícara justo antes de que pusiera una mano en el hombro de Jungkook y sus largas uñas se hundieran en su piel.

Sorprendido por el contacto, se tambaleó hacia atrás, tratando de alejar su mano. Ella soltó una ronca risa divertida.

—No hay necesidad de ponerse nervioso, querido. —Sus uñas aflojaron su agarre, sólo para recorrer un centímetro de su pecho con una descarada caricia de apreciación—. No muerdo. —Contradiciendo sus palabras, parecía como si quisiera tomar un pedazo de su carne cruda.

Jungkook tragó con fuerza. El brillo de su mirada lo había puesto frío por todas partes, incluso con el calor de treinta y siete grados. Como una pantera cuando detecta su presa, ella quería abalanzarse. Sobre él.

No tenía que ser experimentado en el sexo -y no lo era- para saber lo que ella quería.

Se sentía un poco enfermo. No porque quisiera aferrarse a su virginidad, ni siquiera era porque ella fuera fea, no; la mujer podría usar demasiado maquillaje, tener pechos falsos y un poco de cirugía reconstructiva en la cara, pero no era un adefesio por ningún tramo de la imaginación. Tenía un gran cuerpo, los jóvenes del vecindario fantaseaban con ella en voz alta sin ningún decoro, todos lo sabían. Y no era porque estuviera casada, porque tampoco lo estaba. Todo tenía que ver con su edad. Las mujeres maduras simplemente no eran lo suyo, y sus dígitos multiplicaban los suyos por dos. Por lo menos.

La señora Yoon debió haber estado pensando lo mismo sobre la cosa de los números porque arqueó una ceja con interés y preguntó—: ¿Cuántos años tienes ahora, Jungkook?

—Diecinueve. —Miró hacia otro lado, maldiciéndose, incluso cuando admitió la verdad. Maldita sea, ¿por qué no había mentido sobre eso también? Dieciocho de repente parecía mucho más...seguro.

Una sonrisa depredadora se extendió en los labios pintados de Yoon Son Ha con un aire de triunfo burlón, como si hubiera asumido que ya lo había atrapado en su telaraña.

—Entonces...ya eres un adulto. ¿Por qué no nos sentamos?

Jungkook hizo un sonido ahogado. Pero mierda, hizo lo que le ordenó. Se sentó al extremo opuesto del sillón con las piernas juntas y las manos sudorosas por los nervios apretando sus rodillas.

—¿Qué tal la escuela?

—...Bi...bien.

—¿Eres bueno en matemáticas?

—No mucho.

—Eso va a ser un problema. — Ella se río con voz ronca. —¿Entiendes por qué estoy aquí?

El joven asintió levemente con la cabeza. —Por el alquiler.

—Así es. —Yoon Son Ha se deslizó mucho más cerca del chico que empezaba a temblar. — Y tu madre me debe muuuucho dinero. ¿Sabías eso?

Él miró fijamente al mueble viejo y decadente donde descansaba la televisión y trató de no perder el conocimiento. —No. No lo sabía.

—Con éste serían seis meses ya.

Tragó con fuerza, era un montón de dinero.

Como si estuviera sintiendo su dolor y ofreciéndole una medida de comodidad, la señora Yoon se estiró y le puso la mano en su rodilla desnuda. Jungkook la miró, pensando que tal vez vería un poco de compasión en su expresión. Quizás les daría un par de semanas más para tratar de reunir el dinero. Excepto que, con el calculador brillo de sus ojos no parecía muy simpática. Su palma se movió en su pierna, deslizándose hasta la mitad de su muslo, y él casi saltó fuera de sus pantalones.

Sentía que le faltaba la respiración. ¿Qué planeaba? ¿tocarlo y masturbarlo allí mismo en medio de la sala, o qué? Mientras una parte de su cerebro gritaba, el miembro en sus pantalones se animaba por la atención, decidiendo que sus delgados dedos se sentían bastante bien subiendo por su pierna y se sentiría aún mejor si los ponía en su inflamada cabeza.

Un pulso eléctrico saltó en su sistema. Quería empujarla lejos e insultarla por hacerle esto, por hacer que su cuerpo reaccionara en contra de su voluntad. Pero no podía apartarla, no podía decirle que se fuera, no podía siquiera darle una mirada mordaz. Su madre le debía seis meses de renta. ¿Cuánto maldito dinero era eso?

El pánico se estableció en sus venas. Necesitaba desviar esto antes que fuera directamente a donde temía que ya iba.

—Estoy seguro de que mi mamá tiene el dinero. Ell...ella y mi hermana deberían estar en casa en una hora o dos. Puede pagarle entonces.

—¿De verdad? Entonces tenemos una hora o dos para hacer lo que queramos.

Jungkook no sabía que decir. No sabía qué hacer. Quería correr, pero tenía un mal presentimiento, esas uñas podían enterrarse en su pierna y hacerlo trizas si lo intentaba. Se sentía atrapado.

Ella se inclinó más cerca, el calor de la palma de su mano abrasando su muslo. Un olor a coco flotaba sobre él. —No soy estúpida, ¿sabes? Tu madre no tiene esa cantidad de dinero. Y no me pagará nada cuando llegue a casa de su cita con el doctor. Pero estaría dispuesta a reducir lo que me debe, digamos que, a la mitad si estuvieras dispuesto a hacer un trato conmigo.

Santa madre de Dios.

—Yo...tengo... que hacer la cena.

—Sabes lo que te estoy pidiendo, ¿cierto, Jungkook?

Poniendo un poco de distancia, cerró los ojos y asintió.

—Bien. —Sonaba complacida y asquerosamente petulante—. ¿Así que tu respuesta sería...?

Incapaz de expresar la negativa con su voz, sacudió la cabeza vigorosamente. Cuando no respondió, un silencio tenso se encontró con sus oídos. Su curiosidad tomó lo mejor de él, y abrió los ojos.

Ella lo miró con una expresión astuta, como si conociera una pequeña parte microscópica de él que quería decir sí. Pero en serio, ¿qué chico de esa edad quería decir no a tener sexo, incluso si significaba tenerlo con alguien maduro?

—¿Esa es tu respuesta final? —preguntó, sonando divertida.

—¡Sí! Estoy completamente seguro. No voy a tener sexo con usted. Yo no... —Apartó la mirada—. Ni siquiera sabría qué hacer.

¿Por qué le confesó eso?, no tenía idea. Pero esperaba haberla asustado, porque ninguna mujer querría que un virgen torpe se le subiera encima.

En vez de apartar la mano de él con repugnancia, sus dedos se apretaron sobre su pierna. Sus ojos negros se ampliaron, y se lamió los labios.

—Oh, cariño —suspiró—. Acabas de ponerme taaaan húmeda.

Jungkook parpadeó. —¿Eh?

—No te preocupes si ésta es tu primera vez. Podría enseñarte todo lo que necesitas saber. Y más. Sería un honor entrenar a un muchacho joven como tú para que aprenda mis... preferencias.

El chico le agarró por su muñeca antes de que alcanzara el dobladillo de sus pantalones cortos porque sabía que ella no se detendría allí. No se detendría hasta que tuviera un puñado. Su miembro palpitaba a sabiendas de que esto era lo más cerca que una mujer había llegado a tocarlo.

Apretando los dientes, hizo fuerza sobre el agarre para advertirle que se retirara. Pero diablos, la mujer comenzó a respirar con más fuerza como si su manoseo la hubiera excitado aún más. Con su mirada acristalada en un tono febril, liberó un fuerte jadeo.

—Tienes manos tan fuertes. Ya estás duro para mí, ¿cierto?

Enojado con ella tanto como con su cuerpo traicionero, alejó su mano y se puso de pie, dándose vuelta rápidamente para que no pudiera ver el abultamiento en sus pantalones cortos.

—Tiene que irse —espetó. Tuvo que haber sido el momento más surrealista, vergonzoso e incómodo de su vida, de pie petrificado en la estancia frente a la estufa humeante, luciendo como un cordero asustado y discutiendo de sexo por dinero con la casera—. Le dije que no.

—Está bien. —Dejó escapar un resoplido de indignación mientras se ponía de pie. El calor de su mirada quemaba—. Dile a tu madre que tiene que pagarme a final de semana, si no, recibirá una notificación de desalojo.

Jungkook se dio vuelta para mirarla boquiabierto.

No lo haría.

Oh, santo infierno, ella lo haría.

Por su parte, Yoon Son Ha fingió admirar sus uñas como si estuviera orgullosa de sí misma por ser mejor que él. Entonces, con un gesto alegre y déspota, dijo—: Hasta luego.

Y se dio vuelta, tarareando una melodía en voz baja. Sus caderas se balanceaban de forma descarada mientras caminaba hacia la verja.

Jungkook la miró con la boca abierta, enfermo de su estómago y muerto de miedo. Nunca los había amenazado con desalojarlos. Pero, por otra parte, tampoco le había pedido tener relaciones sexuales antes.

Su madre ya tenía dos trabajos a tiempo completo, y el dinero que ahorraba era para comprarle una silla de ruedas motorizada a Hee Jin.

Jungkook apretó los dientes sintiéndose el peor hijo y el peor hermano mayor que alguna vez hubiera existido. Había estado trabajando a medio tiempo en un almacén después de la escuela, pero ni siquiera eso había hecho mella en ayudar a su mamá a pagar las cuentas. Si pudiera ayudar a su familia de alguna manera, debería saltar ante cualquier oportunidad que tuviera para hacerlo y hacer todo lo posible. Incluso con la casera.

Cerrando los ojos contra una ola de mareo por lo que estaba a punto de hacer, Jungkook, medio esperando que ella no lo escuchara, dijo con voz áspera—: Espere.

La mano de Son Ha se congeló en el pestillo de la verja. Lentamente giró sobre sus tacones. —¿Sí?

Odió la forma en que sus ojos parpadearon con triunfo. La odiaba, y punto.

Abrió la boca un par de veces antes de hablar. —Déjeme...déjeme limpiarme primero.

—Oh, cariño, no es necesario. Antes de que esta tarde termine planeo lamer cada centímetro de sudor de ese tenso y brillante cuerpo joven.

Jungkook casi vomitó su desayuno.

Debió sentir que él estaba a un segundo de echarse para atrás, porque dobló su dedo índice, haciéndole señas hacia adelante. —Sígueme.

Cuando se dio la vuelta y abrió la verja, él la siguió.

Tres horas después, regresó a casa siendo una persona completamente diferente.

La señora Yoon había prometido perdonar todos los meses de alquiler atrasados con la condición de que él acudiera cada vez que lo llamara de nuevo.

Y así fue.

Cada. Puta. vez.

¡Estamos de vuelta!

Enserio que no puedo creerlo. Traer a Jungkook, SiYeon y esta serie de vuelta, ha sido verdaderamente un suplicio en términos de una montaña rusa de emociones; pero ya, ya está y nada nos detendrá ahora. No hubiera podido hacerlo sin su apoyo.

Gracias a lxs que esperaron y se preocuparon tanto, bienvenidxs de vuelta. Y claro, ¡Hola a todxs lxs lectorxs nuevxs! Mi corazón palpita por la emoción de poder finalmente regresar. 

Lxs quiero.

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