III
Aparecí casi una hora antes de lo acordado inicialmente ya que la señora Kang me lo pidió expresamente, dijo que necesitaba darme varias instrucciones antes de irse. No estaba segura de cuántas instrucciones necesitaba para una niña de trece años, pero iba a averiguarlo.
Vivía a menos de media hora en autobús de casa de mis tíos, lo cual era una verdadera ventaja. El vecindario era lindo, con esas calles limpias y bien pavimentadas. Comencé a emocionarme pensando que me relajaría en esos sofás extragrandes y miraría por la noche los shows de variedades en televisiones de setenta pulgadas después de que mi pupila se fuera a dormir, pero entonces me detuve frente la dirección indicada y mis esperanzas se esfumaron. De pronto recordé que Kang YuNa era una madre soltera quien debía tener un segundo empleo para mantener a su familia. Sin sofás extra grandes de cuero para ella. O para mí.
Su casa era obviamente propiedad del vecino de la derecha porque el estilo de la arquitectura más los esquemas de color de ambas casas, encajaban. Deduje que esa debía ser una antigua casa de invitados que se había puesto en renta. Eso, o algún aprovechado había adaptado un viejo almacén / taller como vivienda.
Enganchando en mi hombro la cadena de mi bolso en rebaja, miré a ambos lados de la calle y fui penosamente hasta la puerta delantera. El dueño de al lado era un idiota total. Su propia casa estaba recientemente pintada, mientras que el revestimiento desgastado de la que estaba siendo alquilada se había comenzado a pelar en algunas zonas, y los cimientos lucían manchas de humedad.
Di un salto sobre un profundo abismo gigante que se podía considerar una pequeña grieta en la acera cuando la puerta delantera se abrió. Una mujer de treinta y ocho años, si mi radar interno de detección de edad leía correctamente, me miró. Era delgada y de cabello corto que caía en capas enmarcando su barbilla. Sus ojos parecían cansados y estaban doblemente llenos de fatiga mientras que sus hombros se encorvaban como si cargaran el peso del mundo. Pero tenía una sonrisa amigable, así que instantáneamente me agradó y me sentí mal por ella en partes iguales.
Sólo se veía tan cansada y desgastada.
—¿Park Si Yeon? —preguntó.
Asentí e hice mi propia suposición. —¿Señora Kang?
Con un movimiento de cabeza me hizo pasar al pequeño patio de la casa.
—HeeJin está por aquí —dijo, dándome casi una mirada de culpa antes de abrir la verja metálica e indicarme que siguiera mientras caminaba por un pasillo largo y angosto.
Por alguna razón instantáneamente olfateé enfermedad. Aspiré profundamente, recordando uno de mis amigos de la infancia que tenía un hermano pequeño con leucemia. Siempre había una esencia estéril de medicina en el aire cuando lo visitaba. El mismo ramo farmacéutico colgaba en la entrada frontal de la casa de la señora Kang, diciendo que quien viviera aquí no era cien por ciento saludable.
Mirándola, revisé un poco preguntándome si estaba bien. ¿Tenía cáncer? Eso explicaría la cansada mirada raída en ella.
Cuando nos cambiamos los zapatos por sandalias, escuché una voz diciendo—: Oye, sé que querías ir a esa pijamada a la que tus compañeras de clase no te invitaron, pero no te preocupes, ¿de acuerdo? Apuesto que no te pierdes nada de diversión, digo, qué tipo de...
—¡Jungkook! —interrumpió Kang YuNa al hablante sonando sorprendida mientras entraba en la cocina justo por delante de mí—. Ahí está. No me di cuenta de que seguías en casa. Pero ya que estás aquí, la nueva niñera llegó, me gustaría que la conocieras.
Al escuchar ese nombre, me tambaleé y tropecé con mi propio pie antes de chocar contra la pared, golpeando un portarretratos de un Jungkook joven.
Sí, un Jungkook joven. Me quedé boquiabierta ante el rostro en la fotografía, además, se veía tan adorable con esos dos dientes frontales...Bah. Definitivamente se trataba del Jeon Jungkook de la Universidad de Dongseo.
De pronto no quería entrar a la cocina. Intenté idear un plan para no asomarme por el pasillo, pero honestamente, no había forma de evitarlo a menos que quisiera abandonar este trabajo de niñera por completo.
—¿Si Yeon? —preguntó la señora Kang, su voz llena de consternación mientras aparecía detrás de las repisas—. ¿Estás bien?
No, en realidad no. Pero asentí y caminé hacia ella, jalando mi blusa mientras hacía mi entrada con la esperanza de no lucir como una tonta total. Pero cuando mi mirada se encontró con un par de ojos familiares, experimenté un mal caso de vómito verbal.
—Sí, Todo bien. Lo siento, soy un poco torpe. —¿Sólo un poco?
—Si Yeon —habló la señora Kang de nuevo, esta vez con diversión en sus ojos—. Este es mi hijo: Jungkook. Trabaja la mayoría de las noches en el Club Social de un Hotel, así que cuando estés aquí tal vez lo veas yendo y viniendo. Jungkook, ésta es Park Si Yeon.
Jungkook me miró boquiabierto, con la expresión más horrorizada que creo haber visto alguna vez. Un segundo después agitó la cabeza y se aclaró la garganta antes de desviar la mirada y murmurar distraídamente—: Hola.
—Ho-hola.
Con él engalanado en su uniforme de trabajo, un polo blanco con un logo ovalado de Cosmo Club sobre su pectoral izquierdo y pantalones oscuros para combinar, de pronto recordé que Nayeon había dicho que él era... Alto, ella dijo que era un club de élite, si eso es cierto, lo más seguro es que él le estuviese mintiendo a su madre diciéndole que se trataba de un hotel elegante en vez de...
¡Santa mierda!, si Nayeon no había mentido sobre el asunto del Club; quizá tampoco haya mentido sobre...
Mis ojos se hicieron más grandes. Y los suyos se estrecharon mientras miraba a otro lado, sus labios se presionaron juntos como si pudiera leer mi mente.
—...Jungkook apenas comenzó las clases en la universidad, un poco tarde pero no tenemos prisa, ¿cierto, hijo? —Su madre sonrió nerviosa.—. Yo... creo que tal vez ya se han visto por ahí en el campus.
—Tú arrojaste una bolsa llena de libros en mi pie antes de clase el lunes —Me recordó secamente.
—Cierto —concordé lentamente antes de dejar escapar una pequeña risa culposa—. Eras tú, ¿no? Lo siento... otra vez.
Su mirada fue ligeramente hostil, diciéndome que no le impresioné en lo más mínimo. Pero aún tenía un impulso poderoso. Cada vez que él miró a Nayeon ese primer día de clases, era como si estuviera mirando directo a través de ella. Conmigo, era completamente lo contrario.
Me vio. Simplemente no aprobaba lo que veía, por alguna razón desconocida.
—Oh, entonces ustedes ya se conocían. —Kang YuNa parecía complacida de escuchar esto—. Eso es genial.
Le di una mirada horrorizada para hacerle saber que estaba loca. Jungkook y yo ciertamente no nos habíamos "conocido" antes. Pero ella estaba demasiado ocupada señalando algo que él bloqueaba con su cuerpo como algún tipo de papá oso.
—Supongo que eso nos deja una presentación. SiYeon, ella es Jeon Hee Jin. — Tomando el brazo de Jungkook, Kang YuNa arrastró su resistente cuerpo a un lado para revelar a una pequeña preadolescente sentada en una silla de ruedas detrás de él.
Jeon Hee Jin, la niña de trece años a la que se supone que cuide, estaba en silla de ruedas. Esto no lo había esperado.
Tratando de no mostrarme perturbada, saludé: —Hola, Hee Jin. Estoy muy feliz de conocerte.
Como respuesta, la menor agitó sus miembros y cuello forcejeando sin control mientras su torso se ponía débil y flojo. Un lento e ilegible sonido, como una vaca enferma, sonó desde su garganta.
—Hee Jin, ella es SiYeon. —la madre se hallaba en cuclillas a su lado y puso una mano amablemente en el hombro de su hija—. Se va a quedar contigo por las tardes.
Le sonreí alentadoramente a Hee Jin esperando que entendiera que yo era una buena chica, esperando que entendiera cualquier cosa. Ella gimió otro sonido inarticulado que no me dio demasiada esperanza.
Demonios. ¿Por qué Kang YuNa había ocultado este secreto?
Jungkook esnifó. No me pregunten cómo lo sabía, pero sentí una brisa de enojo atacándome desde su dirección, así que lo miré. Me miraba con tanta cólera reprimida que de hecho retrocedí. Pero el significado de su expresión era claro: Si hacía cualquier cosa para lastimar a su pequeña hermana, me haría arrepentirme.
Estuve tentada a levantar los pulgares como señal de mensaje recibido, pero me contuve. Mal momento y todo eso.
—Hee Jin tiene PC —explicó la mujer.
—Oh. —Asentí como si supiera de lo que se trataba, e inconscientemente me giré a mirar a Jungkook con un gesto de cuestionamiento en las cejas.
—Es la forma corta para parálisis cerebral —dijo, su voz demasiado cerca de ser un reto, invitándome a salir corriendo y gritando de la casa.
—Es un desorden muscular —respondió la señora Kang ante mi pregunta no hablada—. Ella nació prematura, eso afectó la parte motriz de su cerebro, afectando los músculos de todo su cuerpo; sus extremidades, su lengua y los músculos oculares. Le toma un gran esfuerzo simplemente hablar, o masticar, incluso parpadear.
Ohhh. Es bueno saberlo. Pobre Hee Jin, pensé de inmediato. Ese estilo de vida debe apestar. La miré con una sonrisa compasiva que pareció darle a su hermano algo de furia.
—Necesito irme —habló Jungkook de pronto, como si no pudiera manejar mantenerse en la misma casa conmigo un segundo más. Sin embargo, antes se agachó para besar la mejilla de su hermana—: Cuídate. —Luego la despeinó un poco, miró a su madre y le dio un adiós con la mano.
Cuando se giró hacia mí, porque lo tenía que hacer ya que me encontraba en el pasillo de la entrada, sus ojos eran tempestuosos y llenos de precaución silenciosa. Ni siquiera asintió mientras me rozaba para salir. Un segundo después, escuché la puerta abrirse y cerrarse.
—Éste es el pizarrón de notas de Hee Jin —continuó la mujer como si nada. Me forcé a poner atención, sin perder ninguna información vital—. Si tiene problemas entendiendo algo que dices puedes señalar una imagen para comunicarte, igualmente ella puede hacer lo mismo con intención de responderte.
Asentí, absorbiendo todo lo que pude.
—Tengo su comida preparada y guardada en el refrigerador. Sólo basta con sacarlo y ponerlo a calentar. Es necesario dáselo en la boca. Probablemente intentará hablarte, diciendo que la dejes hacerlo sola, pero créeme, es menos desastroso si lo haces tú. Asegúrate que coma en media hora. Su merienda es a las 20:30 cada noche.
Otro asentimiento. ¿Entendía lo suficiente? Todavía me encontraba muy sorprendida, sentí como si me estuviera olvidando de más cosas de las que retenía. Media hora no parecían suficientes para aprender a cuidar a la hija de Kang YuNa. Pero ella parecía pensar que lo haría muy bien mientras me mostraba la silla de baño que la niña usaba y me explicaba su rutina.
—...Hemos estado teniendo problemas usando el cepillo dental. Suele dejar que Jungkook lo haga. Pero últimamente ni siquiera él consigue que abra la boca. No le gustan las cerdas, así que usa un bastoncillo de algodón con algo de pasta. No te preocupes demasiado, haz lo mejor que puedas, y cuidado con esta chica. —Con una sonrisa, dio un golpecito en la mandíbula de Hee Jin—. Puede morder. Oh y si tiene una convulsión, no intentes detenerla, porque no podrás. Sólo asegúrate de proteger su cabeza, no se la sujetes porque podrías lastimarla, aleja lo que tenga alrededor que pueda dañarla y espera. Llama a emergencias si parecer cambiar de color, eso quiere decir que no está respirando bien.
Con eso, besó la coronilla de su hija y se despidió de ella.
Me dio pánico al segundo siguiente luego de ser consciente de que oficialmente me hallaba sola con Hee Jin. Las convulsiones no deberían estar en un comentario de despedida, decidí. Las convulsiones eran aterradoras. Y serias.
Me alejé lentamente de la puerta, rogando cada segundo que no le fuera a dar un ataque.
—Entonces... —Mi voz tembló, tenía miedo de acercarme a ella, y no tenía idea de por qué. Yo era sólo... ignorante. Pero extendí los brazos tanto como pude sin acercarme demasiado y señalé una imagen en el pizarrón. —¿Quieres ver televisión? —pregunté en voz baja y lenta.
Jeon Hee Jin quitó el pizarrón de su regazo con una mano agitándose, supuse que lo hizo a propósito. Luego murmuró la palabra "no", y a pesar de todo el movimiento de su cabeza, podría decir que me puso los ojos en blanco.
Sí, lo hizo. Puso sus malditos ojos en blanco.
La chica pensaba que yo era incompetente. Y eso era inaceptable. Yo era una de las personas menos incompetentes que conocía. Pero realmente esa cosa del movimiento de ojos justo a la medida de un movimiento de rebelión me calmó más que cualquier cosa desde que llegué a la casa Kang YuNa. Era el comportamiento de un preadolescente. Y entendía el comportamiento comprensible.
Estrechando los ojos, sonreí. El juego comienza, mocosa.
—Resulta que los escuché a ti y a tu hermano hablar de que todas tus compañeras de clase están en una pijamada esta noche —comencé, cruzando los brazos sobre mi pecho en una forma de "ah toma eso"—. Y no te invitaron.
Dejó salir un gruñido, diciéndome que caminaba sobre campo peligroso por sacar ese tema tan sensible.
Hice un sonido de simpatía con la lengua y me senté frente a su silla de ruedas para que pudiéramos estar a la misma altura. —Eso está muy mal, ya sabes. Apuesto a que están teniendo mucha diversión en estos momentos, maquillándose y peinándose unas a otras, tal vez comiendo postres mientras cuentan historias de fantasmas. —Me estremecí por el efecto, creyéndolo de verdad.
Pero luego ocurrió la cosa más aterradora. Tristes y grandes lágrimas brillaron en los ojos de Jeon Hee Jin. Cuando parpadeó para alejarlas, mi garganta se secó. Ahora yo tenía una cara de idiota total. Estaba intentando demostrar que no era una niñera patética y fácil de convencer, y mi cuidada había sufrido de un -juro por Dios- corazón roto.
Avergonzada de mí misma por ser tan cruel, me callé y me aclaré la garganta. Tenía que arreglar esto. Ahora.
De pronto, como si el dios de los genios me hubiera visitado, tuve una idea. Sabía que tenía momentos ocasionales y raros de brillantez, claro, pero este se llevaba el premio.
—Creo que es una lástima —repetí con el mismo tomo falso-compasivo que había usado—, porque esas chicas no van a tener ni la mitad de la diversión que nosotras tendremos esta noche. —En cuanto me puse de pie Hee Jin me miró con un gesto de confusión en su rostro. —Vamos a peinarnos y maquillarnos. Tengo un montón de cosméticos en mi bolso. No necesitamos a esas chicas tontas para divertirnos. Podemos hacerlo solas.
Antes que ella pudiera vetar la idea, corrí a mi bolsa que dejé en el piso frente a la puerta y regresé a su lado sacando todo lo que tenía y poniéndolo en la mesa del centro. La sala estaba infestada de ropa, cuadernos y libros, como si fuese la habitación de alguien y durmiera allí.
—Te pondré todavía más bonita.
Durante veinte minutos parloteé y le apliqué mientras ella escuchaba.
—La clave para maquillarte es que lo hagas ver como si no estuvieras usando nada. Digo, para ser honesta, si no vas a salir a dar un concierto, no uses demasiado maquillaje.
—Entonces... por qué... usar...
Ya que una pregunta larga le representaba un gran esfuerzo, esperé, interrumpiendo. —¿Por qué usarlo?
Cuando asintió, haciéndome saber que era exactamente lo que le causaba curiosidad, sonreí.
—Oh, Jeon Hee Jin, Jeon Hee Jin. Tengo tanto que enseñarte, mi pequeña saltamontes. —Mientras que con mi dedo le aplicaba humectante labial con color, vi el sonrojo de la emoción en su rostro. —Absurdamente la belleza lo es todo al ojo del espectador. Algunas personas creerán que eres adorable sin subestimar cuánto te arregles. Otros pensarán que eres horrible. No interesa quién seas. Sólo es una cosa de la vida. Así que, honestamente, la única opinión que realmente importa es la tuya. Y digo, mientras te sientas bonita, lo serás. Cuando te tomas tiempo especial para arreglarte por las mañanas, es más fácil sentirte así.
Estaba muy segura de que mi agotador discurso de la vida y la belleza escandalizaría a la mamá de Hee Jin. Pero Kang YuNa no estaba aquí, así que lo dejé salir mientras agarraba su barbilla para mantenerla tan estable como fuera posible. Cuando juguetonamente polveé su nariz, soltó una risita ronca, pareciendo un gemido.
Creo que me encantó su risa.
—Ahí —murmuré, moviendo su cara de derecha a izquierda mientras examinaba cada centímetro en busca de errores. Sorpresivamente, no encontré ninguno—. Eres hermosa.
Y de verdad lo era. Había cierto brillo en sus perfectamente formadas mejillas. Podía ver cuán parecida era a Jungkook.
—Siempre siento ganas de bailar mientras me maquillo. ¿Sientes ganas de bailar? —Asintió y sonreí. —Bueno, entonces ¿qué estamos esperando? Vamos a mover el esqueleto.
Agarrando su silla de ruedas, puse algo de DNCE en mi teléfono, lo puse a todo volumen, y tuvimos un momento "Cake by the Ocean" muy divertido agarrándonos de las manos. Dimos vueltas por la estancia bailando a nuestra manera.
—Sólo... Jungkook... baila... conmigo —confesó unos minutos más tarde cuando me dejé caer a su lado en una silla de cocina, exhausta después de nuestro entrenamiento.
Algo cálido y tenso corrió a través de mí ante su mención. —¿De verdad? Eso es lindo. Parece un buen hermano.
—Es el mejor.
A partir de ahí, nuestra noche mejoró. Encontré una linterna y puse un vaso rojo sobre ella antes de dejarla en medio del piso de la sala de estar. Usando las muñecas de Hee Jin como personas, organicé nuestra pequeña fiesta en un círculo alrededor de la pseudo fogata. Luego, la ayudé a sentarse en su silla y le apoyé la espalda contra el sofá con suficientes almohadas a cada lado para evitar que se diera vuelta.
Comimos la cena ahí, bromeamos y vimos televisión; también le conté una historia de terror. Amaba cada segundo, y a decir verdad, discutió conmigo cuando insistí en que era la hora del baño. Pero terminó siendo útil y señaló la ubicación de las cosas cuando necesité saber dónde se hallaban.
En el momento en que la llevé a la cama, ambas estábamos agotadas. Ella quiso darme un abrazo de las buenas noches, lo cual era increíble porque sólo nos habíamos conocido por un par de horas. Cuando dijo "te quiero" en mi oído antes de dormirse, casi me puse a llorar. Creo que también la quiero; es demasiado preciosa para no hacerlo.
Luego de que la dejé durmiendo plácidamente tomé asiento en el suelo al pie del sofá cerrando los ojos para recuperar el aliento. Y al igual que Hee Jin, me dormí casi de inmediato, agotada por toda la energía que había puesto en el entrenamiento de mi nueva amiga. Pero algo me sobresaltó, un sueño confuso en donde Lee Jae Wook me fijaba a la puerta de mi antiguo dormitorio y abría su navaja con una mueca malvada.
"Te dije que intentar deshacerte de mí sería un terrible error."
Desperté de inmediato. Una tenue luz de alumbrado público brillaba desde el exterior, dándome una perspectiva sombría y penumbrosa de la sala de estar. No tenía idea de qué hora era, aturdida y desorientada me di la vuelta bostezando. Empecé a sentarme cuando escuché un ruido en la parte trasera de la casa. Un golpe y luego una madera siendo arañada me alertó. Eso no sonaba bien.
Entré en pánico porque no sabía dónde había dejado mi bolso luego de que Hee Jin y yo bailáramos. Mi spray de pimienta, arma de electrochoque y teléfono celular estaban ahí. (Antes de que digan algo más, sí, era dueña de un arma de electrochoque. Mi psicópata ex novio había intentado matarme hace cuatro meses.) Lo que era peor, de repente no podía recordar nada de lo que aprendí en el entrenamiento de defensa personal.
Oh, Dios. ¿Cómo se supone que proteja a Hee Jin?
Espera, ¿y si ella había conseguido de alguna manera salir de la cama y sufrido un accidente? Tenía que saber lo que era ese sonido, pero no estaba segura si tenía el coraje para averiguarlo.
Para estar en el lado seguro, agarré una de las muñecas que habíamos usado para nuestro campamento, luego, me acerqué al pasillo asustada hasta la muerte. Todos mis pensamientos estaban en lo prioritario que era la seguridad de Hee Jin. Era lo único que me daba las agallas que necesitaba para avanzar, ya que, si Jae Wook me había encontrado y seguido hasta aquí, no había forma que lo dejara estar en cualquier parte cerca de esa dulce e inocente niña.
Me detuve en la puerta parcialmente cerrada de su cuarto, conteniendo la respiración, medio esperando que estuviera adentro y a salvo, y medio esperando a que no, porque si no era ella quien hacía ese ruido, ¿entonces quién demonios era?
Le di un codazo a la puerta para que terminara de abrirse y me asomé en la oscuridad. La luz de noche conectada a la pared reveló perfectamente un bulto del tamaño de Hee Jin en la cama. En seguida, cambió de posición, haciendo que el colchón y las sábanas se movieran apenas.
De acuerdo, entonces ella seguía aquí. Pero ¿quién más estaba en la casa con nosotras? Si su madre, o incluso Jungkook, estuviesen en casa, ¿no me habrían despertado y dicho que podía irme?
Algo se movió de nuevo en el baño del fondo, el que la señora Kang me dijo que no usara porque no funcionaba bien. Agarré la muñeca más fuerte en mis manos y la sostuve como un bate de béisbol, preparada para hacer un home run si era necesario.
La puerta del baño también se hallaba medio abierta. Tuve que arrastrarme más cerca con el fin de echar un vistazo. Cuando por fin me acomodé lo suficiente para ver el lavabo, me quedé de piedra.
Con su espalda hacia mí, un empapado Jeon Jungkook no vestía nada más que una toalla mientras se inclinaba sobre el tocador y sostenía su costado como si el lavabo fuera lo único que lo mantenía en pie.
Pude ver su rostro por el reflejo del espejo. Apretaba los ojos con fuerza y una expresión contrita contorsionó sus rasgos mientras que pliegues de cansado pesar grababan surcos en la piel alrededor de su boca y ojos.
Jadeé cuando vi las marcas de arañazos en su espalda desnuda, justo debajo de los omóplatos donde un par de uñas femeninas podrían haberlo agarrarlo si hubiera tenido una mujer tendida bajo él hace muy poco.
Abriendo los ojos ante mi sonido, levantó la vista y me vio a través del espejo.
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