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•Capitulo 1•

El comienzo

Tu nombre es ____.

Un/a chico(a) que estudiaba en la peparatoria de élite del país, superdotado(a) y de una familia de grandes ingresos, tu apellido era escuchado por casi todos lados. Tus padres tenían una gran empresa de mecánica y tenían tanto éxito que tuvieron la oportunidad de que su hijo(a) estuviera en una de las mejores preparatorias del país.

Todo bien, pero, estabas pasando por esa etapa de la adolescencia en que tiene preguntas existenciales, a pesar de tener toda la información del mundo en sus manos, gracias al internet, pero aún así, no te sentías convencido/a con esto.

¿Qué es lo que tanto investigas..?

No paras de investigar sobre el origen del mal, aunque sabes muy bien que todo empezó desde los celos de Lucifer, que se reveló contra el Todopoderoso y, lo desterraron del paraíso al infierno. Pero, aun así no se te queda claro algo. Hasta tus padres están cansados de tus preguntas sobre el tema.

Eres el mejor de tu grado, aunque te alaguen por tus logros, a ti no te interesa lo que salgan de sus bocas, sabes que es mentira, sus caras sonrientes, sabes que se están muriendo de la envidia.

— ___, felicidades. - Dijo tu maestra con serenidad y dándoete palmadas en la espalda de su destacado(a) alumno(a). - Lo lograste... Otra vez. - Lo último dijo con desánimo.

— Gracias. - Respondiste con frialdad.

Así fueron pasando los días, tu vida no parecía tener sentido alguno. Cansado(a), dejaste de hacer sus tareas y dejaste aun lado los estudios. Más te ponías a meditar, y hablar a uno(a) mismo(a).

Tus padres te empezaron a castigar y a gritar por no cumplir con tus deberes. Te sentiste algo culpable por lo que habías descuidado, así que retomaste tu deber como hijo/a y estudiante.

Ya pasado el primer año en la preparatoria, tus padres aprovecharon las vacaciones para llevarte a academias de música, lo cual elegiste el arpa como instrumento y te gustó bastante, lograste aprender a tocarla.
Apreciaste el dulce y relajante sonido del hermoso instrumento.

— Dicen que eres muy bueno para los estudios ¿Es cierto? Con razón aprendiste muy rápido a tocar el arpa. - Alagó tu maestro de música.

— Lo que dicen es algo cierto, y ¿qué? - Contestaste, una vez más con frialdad. Ya que te había interrumpido mientras tocaba el arpa. Por la respuesta tan fría, el maestro se retiró algo fastidiado a dar clases con los demás niños.

Pasó un buen rato practicando, ya estaba atardeciendo y ya era hora de ir a casa. Con cautela guardas el instrumento en su estuche, con algo de dificultad lo cargas en tu espalda y fuiste a gran velocidad hasta tu casa en bicicleta.

Viendo que no había nadie en casa, decidiste ir a la plaza de la ciudad, y volvías a tocar el instrumento. La gente se impresionaba al pasar cerca tuyo, realmente eras un prodigio, y te dejaban dinero. Estabas muy concentrado como para notar que te daban limosna, tu tocabas con mucho entusiasmo, a pesar de que tu expresión parecieras molesto(a) por algo o fastidiado(a), en realidad te estabas relajando al hacerlo.

De pronto, te empezó a doler la cabeza, tanto así que se volvió migraña, apenas te podías sostener del arpa; lo guardas y notas las monedas, no te tomó importancia. Sentiste como la cabeza le daba vueltas y, en un instante, caíste inconsciente, todo se volvió oscuridad.

Sentiste algo cálido, pero no veías absolutamente nada, así que te sentías abrumado al no saber dónde te encontrabas. De pronto, también pudiste sentir que alguien te daba unos pares de jaloneada de los brazos. Viste que todo se tornaba a un brillante color blanco y por fin sus ojos fueron abiertos.

— ¡Lucifer, Lucifer! Hasta que por fin despiertas exclamó un hermoso ángel tomándote de los brazos. Observas a todos los lados con desesperación. Aquel ángel te miró con extrañeza por tu repentina reacción del llamado Lucifer. — Lucifer. ¿Estás bien...?

— E-Eh... Sí, creo. - Llegas a la conclusión de que estabas en los cielos. Pero, ¿por qué te acaba de llamar Lucifer, si Satanás es el señor del infierno..? — ¿Cuál es tu nombre, ángel?

— Ja, ja, ja. Qué gracioso eres, Lucifer — luego dio otras carcajadas más, haciendo que te molestes pr su comentario. Querías que entendiese que estabas perdido. — ¿Cómo no te vas a acordar si trabajamos juntos? Soy Heber...

Fue más confuso, mucho peor que antes, miraste por detrás del hombro y te diste cuenta que poseías unas grandes alas, más grandes que el otro ángel.

— ¿A-Acaso estoy muerto...?

— ¿Qué es estar "muerto"..? - El otro ángel parecía no entender aquella palabra, muerte. Te alteraste por no cuidar tus palabras. Piensas en qué más decirle.

— Estoy... Estoy algo exhausto(a). Ya me olvidé en qué trabajaba. - Tomaste tu cabeza para disimular cansancio.

— Ja, ja, ja, ja... Lucifer, me causas mucha risa. Vamos, sígueme. — te toma de la mano y te jaloneó hasta llegar a un hermoso castillo en construcción.

Quedaste pasmado ante el paisaje, podías notar el oro puro del castillo y sus pistas de diamantes y también de oro, las flores muy hermosas y raras decoraban la entrada del reino. Siguieron caminando hasta llegar a la sala del trono.

— Será mejor que cierres los ojos.. — Dijo el Ángel que lo acompañaba.

Sentiste una abrumación por una gran luz calcinante que se acercaba. Así que cierras los ojos, y sigues caminando donde le dirigía el ángel.
El ser que lo arrastraba, lo puso de espaldas de la luz sofocante.

— Oye, ya puedes abrir los ojos. — Le susurró al oído. Acatas de inmediato, vio el gran espacio de la sala del trono, realmente todo era precioso en el lugar. Su amigo, el ángel, se había marchado de allí y lo dejó solo(a). Luego, te diste cuenta de la presencia de la luz.

Hola, Lucifer...

Se escuchó una gran voz que provenía del trono. Parecía intimidante, pero su forma de hablar era dulce. Así que no te preocupas mucho.

— Hola. - Respondió simulando amabilidad. - ¿Cómo está..?

Muy bien. Y ¿tú, hijo mío?

— También lo estoy, muchas gracias. - Seguiste hablándole de espaldas.

Lucifer... ¿Podrías abrir un poco más tus alas..? No quisiera calcinar a alguien.

— E-Eh... Claro, lo voy a intentar. — Te cuestionaste cómo se podrían abrir tus grandes alas. Al ver que no conseguías nada, te frustraste internamente. — Perdón. Pero, no puedo hacerlo.

Yo sé que puedes.

Entonces, suspiraste y de repente tus alas se abrieron de par en par. Tapando la sofocante luz del trono.
Pasó un rato, y te estabas aburriendo, tenías muchas dudas respecto al lugar y, también con aquel ser que parecía un sol ardiente.

Pensaste que aquel ser es el rey del lugar, y que no podías moverse a menos que él lo ordenase.

En tu vista apareció una pantalla como el inicio de un videojuego.







JUGUEMOS☆

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<<¿Q-Qué está pasando..? >> Dijiste en tus pensamientos al presenciar estas opciones.

<<Qué raro que haya dos botones con tan sólo una opción...>>.

Sin más, presionaste uno de los dos botones, y la pantalla se hizo rayoso. Luego la pantalla se estableció y cambiaron las palabras que decía...

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𝓔𝓷 𝓮𝓵 𝓬𝓾𝓮𝓻𝓹𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓭𝓲𝓪𝓫𝓵𝓸 presenta...






Bienvenido(a) al reino de los cielos. Donde tú eres el origen del pecado y del mal.






Tú serás la razón del sufrimiento y del dolor.






No prometo un final feliz.
Juega hasta que todo termine.











Cargando....











QUE COMIENCE EL JUEGO

•𝓔𝓷 𝓮𝓵 𝓬𝓾𝓮𝓻𝓹𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓭𝓲𝓪𝓫𝓵𝓸•











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Nota: Muchas gracias por leer el capítulo, personita.

Re-Corregido:
26/07/23

Re-Re-Corregido:
27/08/23

1267 palabras.

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