❝𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐓𝐫𝐞𝐬❞
Las palabras no salían de su boca; solo podía encontrarse en esa posición estática en su lugar y con los ojos bien abiertos. A la última persona que creía que vería ahí, era al mismísimo Gabriel Agreste, y mucho menos que lo iba a entrevistar a él. ¡A él que fue su mentor en la adolescencia!
Iba a morir de un infarto, claro que sí.
«Ya di algo y no te quedes como estúpida ahí»
— S-se...— Ella se aclaró la garganta.— Señor Agreste, tanto tiempo sin verlo.— Comentó mientras se levantaba y acomodaba su falda.
— Así es.— Respondió él aún en su lugar.
— Oh por favor, tome asiento.— Marinette señaló la silla frente a su escritorio.
— ¿Quién diría que los papeles se cambiarían?— Intentó bromear Gabriel.
Marinette soltó una risa un tanto forzada y luego volvió a sentarse en su lugar. Sus piernas lo pedían a gritos, estaban como un fideo de lo tanto que temblaban y odiaba sentirse así, parecía una niña; ya lo había dejado atrás a ese comportamiento, en específico cuando comenzó sus pasantías con el hombre que tenía frente suyo. Aún recordaba sus sabias palabras, si seguía agachando su cabeza y diciendo siempre que sí a todos pues no serviría para ese mundo, así tenga los mejores e innovadores diseños, necesitaba imponerse para llegar a la cima, y lo hizo, gracias a los consejos de su gran maestro.
— Bueno, pues iniciemos la entrevista.— Dijo ella acomodándose mejor en su asiento con los papeles en mano y el ordenador a su lado.— Las preguntas son para todos iguales, aunque ya conozca algunas de las respuestas es mi deber hacerlas, ¿de acuerdo?— Preguntó mirándolo asentir.— Bien, la primera, ¿por qué te interesa trabajar en la empresa?
«¿Por qué no tengo dinero y mi hijo insistió?»
— Me gustaría volver a empezar de cero en algo que estuve toda mi vida y es mi pasión innata.— Respondió el peliblanco con neutralidad mientras se acomodaba sus lentes..
— Ajá...— Marinette apuntó algunas cosas en su computadora.— ¿Cuáles cree que son sus fortalezas y sus debilidades?
— Bueno, estuve en el mercado más de treinta años por lo tanto me puedo desempeñar en cualquier lugar en el que usted le parezca conveniente.— Gabriel la miró sin perder su seriedad.— No sé si sea una debilidad, pero tal vez al haber sido tanto tiempo el jefe me cueste adaptare a que otro me ordene a mí.
— ¿Pero estaría dispuesto a seguir las órdenes de sus supervisores?— Insistió ella entrelazando sus dedos sobre su escritorio.— La dedicación y el compromiso son muy requeridos aquí.
— Claro que sí, estoy apto para acatar cualquier orden ya que como todo empleado si mi jefe dice que salte yo solo debo preguntar cuan alto.
Aquella respuesta sorprendió a la joven de ojos azules, no podía creer que ella llegaría a tener tanto poder como para que él responda así. Aunque sabía que tenía razón, ya que él mismo le había enseñado esas "pautas" para tener éxito, no solo en el mundo de la vestimenta sino también en cualquier ámbito.
Bajó su mirada a sus papeles con las preguntas, leyendo en su interior cual sería la siguiente.
«La de como te ves en cinco años mejor la salteamos»
— Bueno, la pregunta sobre experiencias anteriores si no se la haré porque es absurda.— Respondió Marinette tachándola de su lista.— ¿Cómo manejas la frustración?
— Es una excelente pregunta señorita Dupain.— Halagó él removiéndose en el asiento.— Soy un hombre al que le caracteriza la impaciencia...— Al verla abrir la boca para hablar, levantó una mano para continuar hablando.— Me pidió sinceridad, por eso mismo le digo esto, pero le aclaró que no dejo que mis emociones me afecten en mi lugar de trabajo, porque afuera de esta empresa soy Gabriel Agreste, un hombre divorciado, con un hijo y un hermoso nieto que simplemente quiere iniciar de cero y tiene sus problemas como cualquier persona; pero al poner un pie dentro, paso a ser Gabriel Agreste, un empleado de Marinette Dupain.
Marinette se quedó muda, sopesando las palabras que había escuchado. Desde que inició su compañía, en ninguna de las entrevistas que había dirigido le habían dado una respuesta tan certera y segura; está bien, se lo acreditaba por el largo camino que Gabriel tuvo en su vida, pero eso no le quitaba puntos por dejarla embelesada con la respuesta.
Sin más que decir, la fémina apretó un pequeño botón por el cual luego se escuchó la voz de su asistente.
— Isabella, dile a Irina que venga a mi oficina con el contrato de recursos humanos.
— Ya mismo le aviso señorita Dupain.
La voz así como sonó desapareció, y ambos se quedaron en silencio cerca de cinco minutos hasta que se escuchó como golpeaban la puerta y luego la abrían, dejando ver a la castaña con papeles en su mano.
— ¿Me buscabas?— Dijo mientras se acercaba al lado de su amiga y veía al hombre que estaba allí.— Buenas tardes...— Estiró su mano hacia él.
— Agreste, Gabriel Agreste.— El ojigris se colocó de pie para aceptar su mano, mirando la sorpresa de la joven.
— Señor Agreste, ella es Irina Duchamps, jefa de finanzas y marketing y a la vez vicepresidenta de la compañía.— Explicó Marinette tomando el contrato para señalar con una equis donde debe firmar.
— Es un placer.— Gabriel le regaló un pequeño asentimiento.
— El placer es todo mío.— Irina sonrió al lado de su amiga.
— Bien, este es el contrato, está marcado en donde firmar.— Comenzó a decir la ojizarca.— Hay dos de hecho, uno es para que usted se lo lleve para leerlo con tranquilidad con las normas y pautas de la empresa y el otro es para guardarlo aquí.— Se lo entregó.— Si firma ahora, tiene hasta cuarenta y ocho horas para anularlo por si no quiere trabajar aquí.
El mayor tomó los papeles, y le dio un rápido vistazo para luego firmarlo sin pensárselo dos veces. Guardó su copia en su maletín y luego miró a ambas mujeres.
— Pues es todo.— Marinette se colocó de pie, alisando su falda.— Bienvenido a Dupain Designs.— Le regaló una sonrisa.— Si quiere podemos iniciar el recorrido.
— Usted es la jefa.— Fue lo único que dijo él.
Marinette señaló la puerta y los tres comenzaron a caminar fuera de la oficina directo al elevador, marcando la planta anterior. Durante el pequeño viaje se mantuvieron en silencio hasta que las puertas metálicas se abrieron.
— Este lugar es los camerinos junto al área de fotografía y edición de imágenes para las colecciones.— La azabache comenzó a caminar entre sus empleados, mostrando cada lugar.
Pasaron también por las plantas de las oficinas, las de costura y confección, la cafetería, entre otros; Irina era la que más preguntas le hacía, después de todo sabía quien era, obviamente, y le sorprendía que este allí como un empleado más. A pesar de todas las preguntas que ella le hacía, Gabriel se mantuvo serio contestando vagamente, lo que le acaparaba su atención era lo maravillado que estaba con aquella compañía, si su empresa siguiera en pie sin duda sería una gran y dura competencia.
No era ni muy grande ni muy pequeña, era del tamaño justo, con la cantidad de empleados necesaria y con una uy buena organización, estaba embelesado por el gran trabajo y avance que había tenido su pequeña aprendiz. Siempre supo que tenía talento, que era su don, por eso en el pasado había sido duro con ella para que ahora lograra ser lo que es. En verdad estaba orgulloso.
— Esta es la última parada.— Musitó Marinette.
Se encontraban en el subsuelo del edificio, más específico una bodega.
— Este es el tesoro de la compañía, por eso está bien custodiada y solo muy pocos tienen permitido el acceso.— Explicó Irina mostrándole al hombre de seguridad su identificación para que los dejen entrar.
Al poner un pie dentro, el asombro de Gabriel no pudo pasar desapercibido.
— Aquí es el almacenamiento de las telas.— Marinette sonrió al verlo caminar por los estantes.— Tenemos convenios con empresas textiles en Italia, India, Japón, entre otros para tener las mejores telas en nuestra empresa, y como cada una tiene su cuidado especial pocas personas son los que manipulan estas.
— Las prendas que se sacan al mercado en colecciones son telas de buena calidad, pero estas son para diseños exclusivos como eventos de alfombra roja, para algún traje de la esposa del presidente o de la esposa del alcalde.— Añadió Irina a lo que su amiga decía.— El año pasado Marinette fue la encargada de hacer un vestido para la esposa del Príncipe de Inglaterra, para Kate, en un evento de la realeza.
— ¿En verdad?— El asombro de él crecía cada vez más.
— Irina lo exagera pero sí, es verdad.— Respondió ella con una diminuta sonrisa.
— Debo admitirlo, me has superado señorita Dupain, yo tardé más de cinco años en llegar a ser una prenda para tal exigencia.
— Muchas gracias, aprendí muy bien...
— Así parece.— Aseguró Gabriel regalándole una sonrisa también.— Supongo que es todo.— Ambas mujeres asintieron y comenzando a salir de allí.
Luego Gabriel se despidió de ambas para salir del edificio, ya le habían indicado que le entregarían su pase de empleado apenas inicie a trabajar; por lo tanto solo se dirigió a tomar un taxi para volver a su hogar, pero a diferencia de todos los días esta vez estaba contento de volver. No se sentía amargado, le agradaba ver que por fin iba a volver a hacer algo con su vida, estar ocupado. ¿Y por qué no? Ser el aprendiz de su antigua aprendiz.
«¿Qué será lo que nos depara el futuro señorita Dupain?»
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Tanto tiempo!
Sé que andaban esperando este momento jaja y aquí está, feliz año nuevo :3
Perdón que sea cortito pero por ahora no se puede dar mucho salvo que se andan conociendo de nuevo pero bajo otros términos uwu
Veremos cómo trabajarán ahora
Antes de irme les quiero recordar que inicié mi historia original, la encuentran en mi perfil VioletteLeblanc :3
Ojalá les guste y bueno, nos vemos 💋
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