𝓕ue curioso. La anterior era muy dulce y agradable: me felicitaba por ejercer su rubro para inventar existencia, también me aconsejaba y hablaba conmigo del tema en general; pero siempre me mantuvo con ahogadas expectativas sobre algo que cada clase reafirmaba que no pasaría, hasta que renunció.

Llegó su reemplazo, y gratamente, hizo competencia a la amabilidad de su predecesora, incluso hasta el día de hoy. Pero si hay algo por lo que destacó, fue por interesarse personalmente por mis obras en general.

Dudé mucho, pero en fracción de segundo, por lo que no demoré en tomar la decisión de sugerirle "La consciente". Me pidió un formato en específico, en el cual yo no poseía la obra, pero al que estaba dispuesto a adaptar mi creación para poder compartírsela.