𝓔stoy empezando a deliberar que me va a costar mucho deshacerme de mi estado de supervivencia, y esto será prácticamente obligación durante la ubicación temporal en la que ya no lo necesite.

Va a ser hasta difícil saber cuándo esté seguro otra vez; de hecho, quizás ni lo note. Y entonces es cuando me veo impresionado por lo complicado o complejo que ha estado siendo mi proceso, fuera de que aunque aun así, me cueste colgarme laureles. Entonces recuerdo mi convicción y seguridad en mi supuesta verdad que dicta que absolutamente todo valdrá la pena, y la belleza de mi esperada recompensa se me presenta inimaginable. Amo esto, amé y amo el proceso; pero sobre todo, espero terminar amando los resultados como nunca he amado a algo.

Acabo de enterrar a una pareja de medio día y media noche, ambos productivos. Es hora de volver a practicar el enterrarme yo también, que seguramente, al despertar ponga el ojo en otra pareja a la cual asesinar. Quizás se encuentre una bestia cazadora por excelencia y legendariamente divina con el pasar de la existencia justo a mi lado, descansando conmigo; y espero que así sea, porque amo que haga eso semejante ser. Puede que algún día lo presente.