Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

44

Jimin estaba sentado en un sillón frente a la cama donde descansaba Jungkook. Su mirada no se apartaba del cuerpo inmóvil de su alfa, rodeado de máquinas y cables que se encargaban de mantenerlo con vida. La habitación estaba sumida en un silencio roto únicamente por el constante pitido del monitor cardíaco, un sonido que, aunque reconfortante, también le recordaba lo frágil que era la situación.

Habían pasado tres días desde el accidente. Tres días que para Jimin se sentían como una eternidad. Las palabras del médico seguían resonando en su mente, como un eco cruel: "Lo más probable es que no despierte." Pero Jimin se negaba a aceptarlo. Su alfa era fuerte, demasiado fuerte. Siempre lo había sido, y él confiaba con todo su corazón en que Jungkook lograría abrir los ojos.

Una lágrima silenciosa rodó por su mejilla, seguida de otra, hasta que sus sollozos llenaron el aire.

—Jungkook… por favor, despierta— susurró, su voz apenas un murmullo mientras se aferraba al borde del sillón con las manos temblorosas.

No podía dejar de pensar en todo lo que aún les quedaba por vivir juntos. Había tantas cosas que querían hacer, tantos momentos que aún no habían compartido. Jungkook no podía dejarlo, no así. No ahora.

—No puedes… no puedes dejarme solo… — murmuró, su voz quebrándose mientras sus lágrimas continuaban cayendo sin control—. Si tú te vas, yo… yo tampoco quiero seguir con mi vida—

El pensamiento era aterrador, pero también inevitable. Jungkook era su todo, su razón de ser. Vivir sin él no era una opción. Mientras lo observaba, con el pecho apretado por la angustia, Jimin volvió a tomar la mano de su alfa entre las suyas, deseando desesperadamente sentir algún indicio, algún movimiento, algo que le dijera que seguía luchando.

—Por favor… lucha, Jungkook. No me dejes—

Las palabras salieron como una súplica al vacío, mientras Jimin se hundía más en la impotencia. Pero, en el fondo de su corazón, se negaba a rendirse. Porque si había alguien que podía desafiar incluso a la muerte, ese era su Jungkookie.

Jimin permaneció junto a Jungkook, dejando que las lágrimas fluyeran sin contención. Su dolor era tan intenso que apenas sentía el paso del tiempo. Después de varios minutos, un sonido interrumpió el silencio de la habitación: su teléfono vibraba con una llamada entrante. Era su padre.

El omega se limpió las lágrimas rápidamente con el dorso de la mano y se inclinó sobre Jungkook, dejando un suave beso en su frente.

—. Regresaré en unos momentos, Alfa— murmuró con voz temblorosa, acariciando brevemente la mano inmóvil de Jungkook antes de salir de la habitación para contestar la llamada.

—. ¿Sí, padre? — preguntó al descolgar.

La voz de Hee-Sung llegó al otro lado de la línea, grave pero cargada de determinación.

—. Hijo, encontramos al maldito de Jeon Seong-Hwa. Está bajo nuestra vigilancia. ¿Quieres venir?—

Jimin sintió cómo su cuerpo se tensaba al escuchar esas palabras. Apretó los puños con fuerza, el recuerdo del accidente y de su Alfa luchando por su vida avivando un fuego furioso dentro de él. Un gruñido bajo escapó de su garganta mientras cerraba los ojos con fuerza. Por fin, el responsable estaba al alcance.

—.Por supuesto que sí—respondió, su voz llena de rabia contenida—. Nunca desperdiciaría la oportunidad de vengarme de ese maldito bastardo—

Sin esperar más, colgó la llamada. Su respiración era pesada, y aunque sabía que alejarse de Jungkook por un momento le resultaría difícil, también sabía que no podía dejar pasar esta oportunidad. Si alguien tenía que hacer que Jeon Seong-Hwa pagara por lo que hizo, sería él. Nadie lastima a su alfa y sale impune. Nadie.

Jimin observó cómo su teléfono vibraba con la notificación de la dirección enviada por su padre. Apretó el aparato con fuerza, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y rabia. Guardó el teléfono en su bolsillo y salió rápidamente del hospital. Afuera, levantó la mano para detener un taxi y, tras subirse, le dio al conductor la dirección que había recibido.

El trayecto se sintió interminable. Su mente se llenaba de imágenes de Jungkook en la cama del hospital, conectado a las máquinas que lo mantenían con vida, y de Jeon Seong-Hwa, el responsable de todo. Su respiración se tornaba más pesada con cada segundo, sus manos cerrándose en puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

Finalmente, el taxi se detuvo frente a una bodega abandonada a las afueras de la ciudad. Jimin pagó rápidamente al conductor y bajó, sin dudar un segundo. Caminó hacia la entrada de la bodega con pasos firmes, su corazón latiendo con furia, y empujó la pesada puerta metálica para entrar.

Dentro, el aire era denso y estaba impregnado de tensión. Lo primero que vio fue a su padre, Hee-Sung, rodeado de varios hombres que trabajaban para él. Al notar la llegada de Jimin, todos hicieron una reverencia en señal de respeto. Pero él los ignoró por completo; no podía pensar en nada más que en Jeon Seong-Hwa.

—. Hijo, tranquilízate un poco primero— dijo Hee-Sung al acercarse, notando el estado de su hijo.

Jimin levantó la vista hacia él, y sus ojos brillaban con un intenso azul claro, un tono que solo aparecía en él en momentos de furia extrema. Las feromonas de su enojo llenaron el aire como una marea sofocante, haciendo que todos en la bodega, incluso su propio padre, sintieran cómo el oxígeno parecía escaparse del ambiente. Algunos de los hombres retrocedieron, tosiendo y tratando de no caer al suelo.

Era raro, casi inaudito, que Jimin perdiera el control de esa manera. Pero esta vez no podía contenerlo. Todo su ser ardía con una ira primitiva y desbordante, una que exigía justicia, venganza y que no aceptaría nada menos.

—. Tranquilizarme no es una opción, padre— dijo Jimin, su voz baja pero cargada de amenaza mientras daba un paso adelante—. Quiero verlo. Ahora—

Hee-Sung lo observó con cuidado. Sabía que su hijo estaba al límite, pero también entendía su dolor. Asintió lentamente y señaló hacia el fondo de la bodega, donde un grupo de hombres custodiaba una puerta cerrada.

—. Está ahí. Si necesitas ayuda, por favor dime—

Jimin no respondió. Sus pasos firmes resonaron en el suelo de concreto mientras se dirigía hacia la puerta, preparado para enfrentarse al hombre que había destruido su mundo. El omega empujó la puerta con fuerza, el sonido del metal resonando por toda la bodega. Al cruzar el umbral, sus ojos se encontraron con la figura de Jeon Seong-Hwa, atado a una silla en el centro de la habitación. Su rostro, parcialmente cubierto por una venda, tenía manchas de sangre seca, pero aún así mantenía una postura arrogante.

Sin dudarlo, Jimin avanzó hacia él, su mirada fija como una llama incontrolable. Cuando llegó a su lado, lo tomó de la camisa con ambas manos, acercándolo lo suficiente para que sus rostros estuvieran a centímetros de distancia.

—. Maldito bastardo—espetó con una voz cargada de furia y dolor—. Por tu maldita culpa, mi alfa está postrado en una cama, incapaz de moverse, incapaz de abrir los ojos—

Sus palabras resonaron en el aire, pero lo que siguió lo hizo hervir de rabia. Una carcajada áspera y burlona escapó de los labios de Jeon Seong-Hwa, un sonido lleno de desprecio y burla.

—. Oh ¿Enserió? Que triste— respondió con una voz ronca pero burlona—. Pensé que había muerto, pero ese bastardo es resistente, mucho diría yo—

Las palabras cayeron como un veneno en los oídos de Jimin. Sus ojos brillaron con más intensidad, y las feromonas que ya impregnaban el aire se hicieron aún más densas, como si toda la habitación se llenara de la manifestación de su ira.

—. ¡Cállate!— gruñó Jimin, apretando más la camisa del Alfa mientras sus manos temblaban de rabia—. No tienes derecho a hablar de él. ¡Por tu culpa está luchando por su vida!—

Jeon Seong-Hwa simplemente sonrió de lado, mostrando su desafío. Pero Jimin no estaba dispuesto a permitir que este hombre escapara de su ira. Había llegado el momento de hacerle pagar por cada lágrima derramada, por cada segundo de sufrimiento que había causado.

—. Quería que muriera—escupió Seong-Hwa con un odio visceral en su voz—. Mató a mis padres, me dejó sin nada, me quitó lo que me pertenecía. Se merecía morir… y espero que lo haga—

Las palabras del alfa cayeron como un látigo en el corazón de Jimin, pero lejos de amedrentarlo, encendieron aún más el fuego que ya ardía dentro de él. Su mandíbula se tensó, sus dientes rechinando mientras intentaba contenerse, aunque solo por un instante.

Con un movimiento rápido y cargado de furia, Jimin levantó su puño y lo estrelló contra el rostro de Seong-Hwa. El golpe resonó en la habitación, fuerte y contundente. La sangre comenzó a brotar de la nariz del alfa, y la venda que cubría parte de su rostro cayó al suelo, dejando al descubierto las cicatrices y quemaduras que marcaban la mitad de su cara.

Jimin no apartó la mirada, observando las marcas sin el menor rastro de compasión. Sabía bien de dónde provenían. Esas heridas eran obra de Jungkook, de su alfa, quien había defendido su honor y su vida con todo lo que tenía. Y en ese momento, lejos de sentir remordimiento, Jimin sintió una ola de orgullo recorrer su cuerpo.

—. ¿Eso es lo que te queda, Seong-Hwa?— dijo Jimin, su voz baja pero cargada de desprecio mientras lo miraba directamente a los ojos—. Una cara destrozada, una vida llena de odio y un corazón podrido. Mi Jungkookie hizo lo que siempre debió hacer, matarlos a todos ustedes. Y me siento orgulloso de que lo hiciera, se deshizo de sus ataduras, y ahora es libre, cuando se desperté lo hará—

Seong-Hwa intentó sonreír, aunque el dolor del golpe hizo que la mueca pareciera más una burla que una verdadera provocación.

—. ¿Matarme? —murmuró con dificultad, escupiendo un poco de sangre al suelo—. No, no lo hizo. Escape y hice que se quedara en una cama, él morirá, omega y tú lo presenciaras. Esa será mi venganza—

Las palabras fueron como un puñal directo al corazón de Jimin. Pero en lugar de derrumbarlo, lo llenaron de una determinación inquebrantable.

—No, él no morirá—respondió Jimin, su voz ahora firme y cargada de certeza—. Porque él es fuerte. Mucho más de lo que tú jamás serás. Y cuando despierte, porque lo hará, te aseguraste de irte a decírtelo en tu tumba—

Jimin se inclinó hacia él, su rostro a centímetros del de Seong-Hwa—. Reza, Seong-Hwa. No porque te perdone, sino porque lo que te espera será mucho peor que esto—

Seong-Hwa lo miró con una sonrisa burlona, su risa áspera resonando en la habitación—. Ya hice lo que debía hacer. Estoy preparado para morir, no me arrepiento de nada—declaró con un tono desafiante, como si las consecuencias no le importaran en absoluto.

Jimin lo observó con una mezcla de furia y desprecio, su mandíbula tensa mientras hablaba.
—. Deberías arrepentirte—dijo con frialdad, sus palabras cargadas de veneno—. Espero que disfrutes tu infierno—

El omega se acercó más, su mirada gélida perforando a Seong-Hwa—. Yo no seré quien te mate, aunque desee con todo mi ser hacerlo. No ensuciaré mis manos con la sangre de alguien como tú. A mi Alfa no le gustaría eso. No querría que me convierta en un asesino por tu culpa— Jimin dio un paso atrás, su postura firme y decidida—. Así que te dejaré en manos de personas mucho peores. Ellos te harán desear estar muerto. Adiós, bastardo—

Seong-Hwa soltó una carcajada seca mientras veía a Jimin retroceder, como si su aparente calma le divirtiera.

—. ¿Crees que dejarme en manos de otros cambiará algo?— preguntó con voz rasposa, ladeando la cabeza—. Tú y el maldito de Jungkook son débiles. Y final, siempre pierden los débiles—

Jimin se detuvo en seco, girándose para observarlo por última vez. Su mirada era tan intensa que la habitación parecía enfriarse—. Entonces tú eres el débil, porque perdiste ¿Acaso todavía no te das cuenta de en donde estas? Si no te has dado cuenta, es mejor que lo hagas—

El silencio cayó en la habitación, solo interrumpido por la respiración agitada de Seong-Hwa y los pasos firmes de Jimin al salir de la bodega. Afuera, su padre lo esperaba junto a uno de los hombres de su confianza. Al ver a Jimin acercarse, Hee-Sung lo estudió con cautela.

—. ¿Todo bien, hijo? —preguntó con preocupación

Jimin asintió, aunque su rostro estaba marcado por el cansancio—. Encárgate de él, papá. Que pague, pero no quiero saber cómo. Mi prioridad ahora mismo es Jungkook—

Hee-Sung asintió con seriedad, colocando una mano sobre el hombro de su hijo—. Así será. Ve con tu Alfa—

Jimin asintió y salió de la bodega y subió al auto que lo esperaba afuera, el trayecto de regreso al hospital se sintió interminable. Durante todo el camino, su mente estaba enfocada en una sola cosa: Jungkook. Él tenía que despertar, no podía dejarlo solo en este mundo lleno de caos y dolor, así que él tenia que despertar, tenía que hacerlo.

Al llegar al hospital, Jimin corrió hacia la habitación de su Alfa, esperanzado de que de pronto estuviera despierto, pero al abrir la puerta, encontró la misma escena de los últimos días: Jungkook, inmóvil en la cama, conectado a los monitores que marcaban el ritmo lento pero constante de su corazón.

—. Estoy aquí, Jungkookie—susurró mientras se sentaba a su lado, tomando su mano cálida pero inerte—. Ya todo está hecho. Ahora solo necesito que despiertes, que regreses a mí, por favor Jungkook, no me dejes, lucha y abre tus ojos— dijo para inclinarse y besar su frente con ternura, dejando que sus lágrimas cayeran sobre la piel de Jungkook nuevamente. Aunque el dolor aún lo envolvía, Jimin decidió no rendirse. Si algo había aprendido de su Alfa, era que incluso en los momentos más oscuros, siempre había una razón para luchar.

Tenía toda la esperanza de que su Alfa despertará, sabía que lo haría, confiaba en su amado Jungkook.





Hola, no sé ustedes pero al ver la noticia de que el Yeontan, el perrito de Tae había muerto, me dolió como si hubiera sido mi propio perro. No me imagino el dolor que debe de estar sintiendo Taehyung en este momento. Espero que haya podido despedirse de él.

Bueno, tres capítulos más y llegaremos al final de esta historia, espero que disfruten este capítulo. Que tengan una buena semana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro